viernes, 20 de noviembre de 2020

José Antonio, líder del Fascismo Español

 

Este 20 de Noviembre se cumplen 84 años del fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera, en la prisión de Alicante, donde ofreció su vida a los 33 años de edad por mantenerse fiel a los principios que inspiraron su lucha, y es por ello una ocasión de recordar y de situar en su contexto a este personaje histórico que pese a su corta vida, tuvo una gran importancia en España, pero al que todavía hoy se sigue sin situar política e ideológicamente donde le corresponde, debido a que el régimen franquista lo convirtió en un mito, y tras la derrota del Eje en 1945, dicho régimen se adaptó a los vencedores de la II Guerra Mundial. De ahí procede la nueva imagen que se ha querido dar de José Antonio, similar al “Spain is different”. Pero no. Ni España es algo diferente al resto de Europa, ni “José Antonio is different” sino que fue un discípulo de Mussolini adaptado a España. Veámoslo sobre la base de los hechos…

José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, nació en Madrid el 24 de abril de 1903. Era el hijo primogénito del General Don Miguel Primo de Rivera, fue abogado y el fundador y líder de Falange Española, que fue el partido fascista español.

Huérfano de madre a los 5 años, fue educado, junto a sus cuatro hermanos, por su tía, la hermana de su padre, “Tía Ma”. Recibió una educación basada en los valores castrenses de su padre y en los valores católicos de su madre y de sus tías. Cursó los estudios de Bachillerato desde su casa, instruido por profesores particulares e incluyendo en su formación el dominio de los idiomas inglés y francés.


Estudió en la Facultad de Derecho de Madrid. El primer año de universidad lo cursó, al igual que el Bachillerato, desde su propia casa asistido por profesores particulares. El segundo año se incorpora a la vida de la universidad, donde trabó amistad con Ramón Serrano Suñer. 

Tras el decreto de autonomía universitaria de 1919 que permitía las asociaciones de estudiantes, formó parte de la dirección de la recién creada Asociación de Estudiantes de Derecho, dirigida por su amigo Ramón Serrano Suñer, antagónica de la Asociación de Estudiantes Católicos, dirigida por José María Gil Robles.

En 1922 terminó la licenciatura en Derecho brillantemente. Posteriormente realizó el servicio militar en los Dragones de Santiago. Siendo universitario escogió la modalidad de voluntario de un año y terminó el servicio militar con el grado de Alférez de Complemento. Terminado el servicio militar aún pasará varios meses ampliando sus estudios de Derecho y, en abril de 1925, se dio de alta en el Colegio de Abogados de Madrid y abrió su propio bufete.


En 1930 participó en el proyecto político de la Unión Monárquica Nacional. El 2 de mayo de ese año aceptó el cargo de vicesecretario general del partido, con el propósito de reivindicar la memoria de su padre, atacada por oportunistas tanto a la caída de su gobierno, al final de la monarquía, como durante la Segunda República en 1931. En este periodo, colaboró en el periódico “La Nación” (copropietario del mismo por herencia familiar) con artículos de carácter político, principalmente reivindicando el gobierno de su padre. En diciembre de 1931, en el prólogo del libro “La Dictadura de Primo de Rivera juzgada en el extranjero” (un duro ataque contra los intelectuales en los que se advierte “el predominio de la masa”, considerándolos “pseudointelectuales incalificados, incalificables y descalificados”.

Fue detenido en 1932, acusado de colaborar con la sublevación de Sanjurjo, aunque fue puesto en libertad sin cargos.

José Antonio comenzó a interesarse por las ideas fascistas a principios de 1933 cuando, animado por los éxitos de Hitler y Mussolini, se acercó al fascismo. El 16 de marzo de 1933 salió en Madrid el único número del diario “El Fascio”, subtitulado “Haz hispano”, dirigido por el periodista Manuel Delgado Barreto, donde José Antonio escribió un artículo titulado “Orientaciones hacia un nuevo Estado”, que era un ataque al liberalismo político que comenzaba así: “El Estado liberal no cree en nada, ni siquiera en sí mismo. El Estado liberal permite que todo se ponga en duda, incluso la conveniencia de que él mismo exista”; y en el que también se puede leer: “La libertad no puede vivir sin el amparo de un principio fuerte, permanente. Cuando los principios cambian con los vaivenes de la opinión, sólo hay libertad para los acordes con la mayoría. Las minorías están llamadas a sufrir y callar”.


Y añade: “Los que, refiriéndose a Italia, creen que el fascismo está ligado a la vida de Mussolini, no saben lo que es fascismo ni se han molestado en averiguar lo que supone la organización corporativa. El Estado fascista, que debe tanto a la firme voluntad del Duce, sobrevivirá a su inspirador, porque constituye una organización inconmovible y robusta. Lo que pasó en la dictadura española es que ella misma limitó constantemente su vida y apareció siempre, por propia voluntad, como un Gobierno de temporal cauterio. No hay pues, que creer, no hay siquiera que pensar que nosotros perseguimos la implantación de un nuevo ensayo dictatorial, pese a las excelencias del que conocimos. Lo que buscamos nosotros es la conquista plena y definitiva del Estado, no para unos años, sino para siempre. Nosotros no propugnamos una dictadura que logre el calafateo del barco que se hunde, que remedie el mal de una temporada y que suponga sólo una solución de continuidad en los sistemas y en las prácticas del ruinoso liberalismo. Vamos, por el contrario, a una organización nacional permanente; a un Estado fuerte, reciamente español, con un Poder ejecutivo que gobierne y una Cámara corporativa que encarne las verdaderas realidades nacionales. Que no abogamos por la transitoriedad de una dictadura, sino por el establecimiento y la permanencia de un sistema”.

Después creó junto a Julio Ruiz de Alda el Movimiento Español Sindicalista (M.E.S.), embrión de la futura Falange, movimiento político de carácter fascista que, como tal, intenta imponer un nuevo Estado. En sus puntos iniciales ya están presentes los conceptos que José Antonio manejará a lo largo de su corta vida política: una España unida por un destino universal que supere la lucha de clases y los nacionalismos divisionistas, la concepción de un hombre nuevo portador de valores eternos y una justicia social que proporcione al hombre una vida digna y humana; todo esto, con un sentido de catolicidad.


La primera Proclama del MES-Fascismo Español acaba con un “¡Arriba España!”, que luego sería el saludo entre los miembros de Falange.

En octubre de 1933, diez días antes del mitin fundacional en el teatro de la Comedia de Madrid, viajó a Italia y se entrevistó con Mussolini, al que ya había conocido en 1923 en otra visita Los motivos del viaje, según expresó a las autoridades italianas eran: “Obtener material informativo sobre el fascismo italiano y sobre las realizaciones del régimen”, así como “consejos para la organización de un movimiento análogo en España”. Momentos antes de su visita a Mussolini, José Antonio le confesó al periodista que le acompañaba, Manlio Barelli: “Soy como el discípulo que va a ver al maestro”. En Italia visitó diferentes sedes del Partido Nacional Fascista.

A su regreso a España, José Antonio escribió: “Yo he visto de cerca a Mussolini, una tarde de octubre de 1933, en el Palacio de Venecia, en Roma. Aquella entrevista me hizo entrever mejor el fascismo de Italia que la lectura de muchos libros”. Mussolini le regaló una foto dedicada de gran tamaño que José Antonio colgó en su despacho junto al retrato de su padre. Pero lo más revelador de esto es que en febrero de 1936, el retrato con la foto que le dedicara Mussolini todavía se encontraba en el despacho de José Antonio. Este dato interesante lo confirma la periodista Luisa Trigo que le hizo una entrevista a José Antonio en su despacho en febrero de 1936, donde describe el lugar y el hecho de que José Antonio conservaba el retrato de Mussolini expuesto en su despacho: “Miro en torno nuestro. Un gran retrato de Mussolini, dedicado afectuosamente, preside desde la librería. La cabeza redonda, lisa, y el gesto obstinado de la faz…”  (Entrevista de Luisa Trigo a José Antonio sobre el voto de la mujer, “La Voz”, de Madrid, 14 de febrero de 1936).


El 23 de octubre de 1933, José Antonio escribió en “La Nación” lo siguiente:

“El fascismo no es sólo un movimiento italiano: es un total, universal, sentido de la vida. Italia fue la primera en aplicarlo. Pero ¿no vale fuera de Italia la concepción del Estado como instrumento al servicio de una misión histórica permanente? ¿Ni la visión del trabajo y el capital como piezas integrantes del empeño nacional de la producción? ¿Ni la voluntad de disciplina y de imperio? ¿Ni la superación de las discordias de partido en una apretada, fervorosa, unanimidad nacional? ¿Quién puede decir que esas aspiraciones sólo tienen interés para los italianos?”

Falange Española fue fundada tras el acto de afirmación españolista en el Teatro de la Comedia de Madrid, el 29 de octubre de 1933, en el que intervinieron José Antonio Primo de Rivera, Julio Ruiz de Alda, el aviador héroe del “Plus Ultra”, y Alfonso García Valdecasas, un catedrático de universidad que por entonces seguía siendo diputado de la “Agrupación de intelectuales al servicio de la República”. Es preciso recordar que las siglas F.E. se habían utilizado hasta entonces como “Fascismo Español”, y se mantuvieron con el nuevo nombre de Falange Española. Así mismo, el semanario “FE”, de Falange Española, tenía una sección fija llamada “Vida fascista”, en la que se reproducían discursos de Mussolini.

Julio Ruiz de Alda, Alfonso García Valdecasas y José Antonio Primo de Rivera, en el teatro de la Comedia, durante el acto fundacional de Falange Española.

En las elecciones generales de noviembre de 1933, José Antonio obtuvo su escaño en las Cortes, integrado en una coalición conservadora, de derechas y monárquica, llamada “Candidatura Antirrevolucionaria”, junto a monárquicos alfonsinos por la circunscripción de Cádiz. Desarrolló una brillante labor parlamentaria, interviniendo en los grandes debates y pronunciando entre otros un documentadísimo discurso en contra de la Ley Agraria que desde el poder intentaban realizar las derechas.

José Antonio tuvo una estrecha relación con el fascismo italiano y con los proyectos de la Internacional Fascista. En 1933 se crearon los Comitati d’Azione per l’Universalitá di Roma (CAUR), oficinas, en teoría de carácter cultural, abiertas en numerosas ciudades del mundo y dependientes de una central en Roma, cuyo presidente era Eugenio Coselschi bajo la supervisión directa de Galeazzo Ciano. José Antonio fue miembro fundador de la sección española de los CAUR, la Internacional Fascista con sede en Roma, rellenó la tarjeta de adhesión y recibió la insignia y el carnet. Lo que es menos conocido es que cuando Ramiro Ledesma se escindió de la Falange en enero de1935, pidió ingresar en los CAUR, pero su solicitud fue denegada porque solo admitían a un representante por cada país, y el miembro fundador de la sección española de los CAUR era José Antonio.


Juan Manuel Durán, Ramón Franco Bahamonde y Julio Ruiz de Alda.

En diciembre de 1933 aparece el semanario “F.E.”, de Falange Española, dirigido por José Antonio, un semanario inequívocamente fascista, por su exaltación del fascismo. Este semanario, del que salieron quince números, y se mantuvo hasta julio de 1934, tuvo como dirección postal el Apartado de Correos 546 de Madrid. (ese mismo Apartado 546 había figurado pocos meses antes, en marzo de 1933, como dirección postal del periódico “El Fascio”, en el que también colaboró José Antonio). En el número segundo de “F.E.” — del 11 de enero de 1934, pág. 8 — se inserta un artículo que lleva por título “Alemania: Nazis y judíos”, donde se dice que el antisemitismo del fascismo alemán es una nota peculiar y diferenciadora con respecto al fascismo italiano y a “otros fascismos en germen… como el nuestro: el español”. Que el semanario de Falange se defina así, lo dice todo, y sin complejos. Este semanario tenía una sección fija llamada “Vida Fascista” en la que se solían reproducir discursos de Mussolini. José Antonio publicó en el semanario “F.E.” núm.7, un extenso artículo firmado por el Vizconde de Rothermere sobre el fascismo en Inglaterra, cuyo título era “¡Hurra por los camisas negras!”, ilustrado con una fotografía en la que puede verse a Mosley desfilando al frente de sus secciones tras la bandera inglesa, saludado por el público con el brazo en alto. Recordemos que José Antonio visitó en Londres a Oswald Mosley, como así lo cuenta el jefe del partido fascista inglés en sus memorias publicadas en Londres, en 1968, traducidas al español y publicadas en 1973 por el editor Luis de Caralt, antiguo jonsista. (Oswald Mosley: “Mi vida”, Luis de Caralt Editor, Barcelona 1973.). En ese núm. 7 de “F.E.”, en febrero de 1934, se informa que FE y JONS forman una organización única, y el yugo y las cinco flechas jonsistas se incorporan a la cabecera del periódico falangista (aunque en la página 12 del número 3 ya se hizo figurar un dibujo donde siete flechas figuran uncidas por las letras F y E (tantas flechas como habían figurado en la cabecera de “El Fascio”, en marzo de 1933).


En abril de 1943, la Editora Nacional reeditó los 15 números de “F. E.” bajo el título “F. E. Reproducción facsímil del Semanario de la Falange”.

En febrero-marzo de 1934 se fusionó Falange Española con las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS), que habían creado Ramiro Ledesma Ramos y Onésimo Redondo Ortega en 1931, dando lugar a la nueva organización, FE de las JONS, incorporando a Falange el nacional-sindicalismo de las JONS. En un primer momento, para la dirección del partido se formó un triunvirato formado por el propio José Antonio Primo de Rivera, Ramiro Ledesma y Julio Ruiz de Alda. Un año después, y tras una ajustada votación, José Antonio acabó siendo proclamado jefe único del partido. A partir de este momento, la figura de José Antonio Primo de Rivera pasará a ser el icono oficial del partido.

El día 15 de abril de 1934 se publicó en España, por la tradicional librería madrileña “San Martín”, que estaba en la Puerta del Sol, número 6, la primera edición del libro de Benito Mussolini “El Fascismo, su doctrina, fundamentos y normas legislativas en el orden sindical corporativo, económico y político”, con un prólogo de José Antonio Primo de Rivera y un epílogo de Julio Ruiz de Alda, dos de los triunviros de Falange Española de las J.O.N.S.


José Antonio viajó el 30 de abril de 1934 a Berlín para conocer de primera mano el Tercer Reich, acompañado del escritor y periodista Eugenio Montes, cronista del diario “ABC” en Berlin. Ese mismo día tuvo una audiencia y entrevista con Hitler. En la petición al embajador alemán, Welczeck, amigo personal suyo, le había hecho constar su interés por lanueva Alemania y especialmente por la organización de las SA y las SS. En este viaje a Berlin, José Antonio también conversó con Rudolf Hess y con el ideólogo Alfred Rosenberg. José Antonio se hospedó con sus amigos y acompañantes en la Pensión Latina de Berlín, donde solían alojarse los universitarios e intelectuales españoles, como su amigo el escritor Eugenio Montes o el periodista César González Ruano, que cursaba estudios superiores en Alemania, este último se desplazó a Berlín para estudiar el nuevo despertar de Alemania, escribiendo un famoso libro posteriormente, titulado “Seis meses con los nazis”, que fue financiado por la embajada alemana y divulgado y anunciado por José Antonio, como director del semanario “F.E.” José Antonio dejó en el libro de visitas de la Pensión Latina de Berlín este recuerdo y testimonio de su puño y letra: “Con un recuerdo —agradecido a esta hospitalidad— para la España que acaso no existe físicamente, pero que existe en lo eterno como las verdades matemáticas y que volverá a proyectarse en la Historia. José Antonio Primo de Rivera. 6 mayo 1934”.


La plana mayor de la Falange, en fotografía de Santos Yubero. Con un cigarrillo en la mano y sonrriente, Julio Ruiz de Alda.

En relación a los contactos que tuvo José Antonio con miembros del Partido Nacional-Socialista en España, se puede citar la amistad que mantuvo José Antonio con el conde Welczeck, embajador alemán en España, con quien compartía veladas, además de ser quien le preparó la visita, como invitado oficial a Alemania en mayo de 1934 y a quien se debe un interesante informe pionero del 15 de diciembre de 1933, titulado “Faschismus in Spanien”, en el que expresaba su admiración por José Antonio, quien ya se había “proclamado abiertamente fascista”.

Al jefe del nacional-sindicalismo portugués, Francisco Rolao Preto (1894-1977), le recibió José Antonio en Madrid el 26 de noviembre de 1934, pues José Antonio buscó desde sus primeros escarceos políticos las relaciones con sus hermanos ibéricos, y porque Rolao Preto se había exiliado en España al ser su Movimiento Nacional Sindicalista –que había fundado en Portugal en 1932– disuelto por Salazar en julio de 1934. El 10 de septiembre de 1935, Rolao Preto tomó parte en la organización de un golpe fallido contra Salazar, cuyo fracaso le obligó a exiliarse de nuevo en España. Rolao Preto tradujo al portugués y publicó en 1937 en su libro “A revoluçao espanhola” el texto de los 27 Puntos de la Norma programática de Falange Española de las JONS, así como párrafos enteros de los discursos más sobresalientes del Jefe Nacional de la Falange, José Antonio. Además de su relación personal con José Antonio mantuvo contacto con Sancho Dávila, Onésimo Redondo Ortega, Ernesto Giménez Caballero y Julio Ruiz de Alda.

En el centro, con bigote, Francisco Rolao Preto.

En 1935, tras la escisión de Ramiro Ledesma, José Antonio se dedica a realizar viajes por España dando mítines, que serán comentados en las páginas del semanario falangista “Arriba”, y en “Haz”, órgano del Sindicato Español Universitario (SEU).

En el año 1935, la Falange abrió su primera sede en el exterior, que fue en la ciudad de Milán, casualmente, la cuna del fascismo italiano. También este año José Antonio intervino en las Cortes y escribió un artículo en el recién fundado diario “Arriba”, en el que defendía a Italia con motivo de la guerra de Abisnia.

El 3 de marzo de 1935, José Antonio pronunció una conferencia en la que hizo mención a la Alemania del momento en los siguientes términos: “…Alemania arranca de la capacidad de fe de un pueblo en su instinto racial. El pueblo alemán está en el paroxismo de sí mismo; Alemania vive una superdemocracia”.

El 9 de abril de 1935, José Antonio pronunció la que fue su conferencia más importante en el Círculo de la Unión Mercantil de Madrid, titulada “Hacia una encrucijada económica del mundo” donde se mostró contrario al capitalismo y al liberalismo económico, y criticó a Adam Smith, siendo partidario de un sistema económico más allá del corporativismo en el que un sindicato agruparía a todos los empresarios, a todos los trabajadores y a todos los medios de producción.


José Antonio Primo de Rivera, durante un mitin en Bilbao, en febrero de 1936.

El único concepto que José Antonio modificó durante el periodo de su actividad política fue el del corporativismo, de su primera adhesión plena pasó a una adhesión con matices: Así, dijo en dicha conferencia: “Eso del corporativismo es otro buñuelo de viento. Mussolini, que tiene alguna idea de lo que es un Estado corporativo, cuando instaló las veintidós corporaciones, hace unos meses, pronunció un discurso en el que dijo: “Esto no es más que un punto de partida, pero no es un punto de llegada”.

Y efectivamente así fue. Solo que José Antonio, que hablaba del corporativismo italiano como el punto de partida del fascismo italiano, no tuvo la oportunidad de conocer el que sería el punto de llegada, que fue la socialización fascista a partir de 1943.

A finales de abril de 1935, José Antonio realizó su segundo viaje a Roma. No consiguió en esta ocasión ser recibido por el Duce pero si la aprobación de una ayuda económica de 50.000 liras mensuales, a partir del mes de junio de 1935, bajo la supervisión directa de Ciano.


El 19 de mayo de 1935, José Antonio pronunció uno de sus más importantes discursos en el Cine Madrid, conocido como el discurso sobre la revolución española, en el cual hace una crítica del populismo, que identificaba con la CEDA de José María Gil Robles, y deja muy clara su diferencia entre el fascismo y el populismo, cuando dice : “Surge en el mundo el fascismo con su valor de lucha, de alzamiento, de protesta de pueblos oprimidos contra circunstancias adversas y con su cortejo de mártires y con su esperanza de gloria, y en seguida sale el partido populista y se va, supongámoslo, para que nadie se dé por aludido, a El Escorial, y organiza un destile de jóvenes con banderas, con viajes pagados, con todo lo que se quiera, menos con el valor juvenil revolucionario y fuerte que han tenido las juventudes fascistas”.

La CAUR organizó diversos encuentros. El primero en Montreux (Suiza), en diciembre de 1934. A este congreso no asistió José Antonio; pero parece que asistió (aunque no hay prueba documental de ello) uno de los primeros ideólogos del fascismo español, Ernesto Giménez Caballero, entonces encuadrado en la Falange. La prensa italiana informó de que acudía en representación de José Antonio Primo de Rivera.


Entre junio de 1935 y enero de 1936, José Antonio recogía personalmente la cantidad de dinero (50.000 liras al mes) que se entregaba por parte del gobierno de Italia, por decisión del Duce, al agregado de prensa de la Embajada Italiana en París, Amadeo Landini, José Antonio llevó personalmente el asunto sin informar a sus más próximos colaboradores, y viajaba cada dos meses a la capital francesa para recoger la suma de 100.000 liras. El siguiente pago no llegó a realizarse, ya que José Antonio se encontraba preso en la cárcel, no pudiendo cobrarse después por el encarcelamiento de José Antonio, pero la subvención no se suspendió de forma oficial hasta noviembre de 1936. De hecho, existe un documento del Ministerio del Interior italiano asignando 250.000 liras a José Antonio, que está fechado el 16 de noviembre de 1936, cuatro días antes del asesinato en la prisión de Alicante de José Antonio.

En el informe secreto que José Antonio envió al gobierno italiano, a cambio de la asignación económica que recibía de éste y que José Antonio recogía en la embajada de Italia en París, en el verano de 1935, sobre la situación de la política española, puede leerse: “La Falange Española de las JONS ha logrado convertirse en el único movimiento fascista en España, lo cual era difícil, habida cuenta del carácter individualista del pueblo español”.

En septiembre de 1935 la CAUR organizaría un segundo encuentro al que sí asistió José Antonio, y donde tomó la palabra en francés:

“España no está preparada todavía para unirse, por mi mediación, a un movimiento de carácter no ya internacional, sino supranacional, universal. Y esto no sólo porque el carácter español es demasiado individualista, sino también porque España porque ha sufrido mucho por las Internacionales. Si apareciésemos ante la opinión pública española como unidos a otro movimiento, y esto sin una preparación lenta, profunda y difícil, la conciencia pública española, protestaría. Es preciso pues preparar a los espíritus en vista de estos trabajos supranacionales. Yo prometo a todos vosotros hacer lo que pueda en ese sentido y despertar una conciencia nacional” (Discurso de José Antonio en el 2º Congreso de la CAUR en Montreux, Suiza, 11/09/1935).

En esa ocasión, José Antonio se reunió con Eugenio Coselschi, presidente de los C.A.U.R., y amigo de José Antonio, quien ya durante la visita que había girado el jefe de la Falange a Italia, en mayo de aquel mismo año, invitado por su organización, le fue a esperar en persona al puerto de Génova para darle la bienvenida, actuando durante la semana que pasó José Antonio en Italia como anfitrión de su huésped de honor. Allí se encontró también con el francés Marcel Bucard (1895-1946), dirigente del Parti Franciste (Partido Francista) de 1933 a 1944, héroe de la Gran Guerra y, como José Antonio, en aquel tiempo, subvencionado por Mussolini, en la misma valija diplomática, por medio de la embajada italiana en París. Terminaría siendo fusilado en 1946 por colaboracionista.


Desde un principio, la Falange sufrió en las calles los ataques de los marxistas, de tal manera que antes de que empezara la guerra civil el 18 de julio de 1936, habían sido asesinados un centenar de falangistas en toda España.

En las elecciones de febrero de 1936, Falange, que no alcanzó acuerdos con ninguna otra fuerza política, concurrió en solitario. José Antonio, al margen de su deseo de conservar el acta parlamentaria, era partidario de alcanzar un acuerdo; pero pesó más la presión de la dirección de la Falange contraria al principio de acuerdo ya alcanzado por reticencias a llegar a acuerdos electorales con otras fuerzas políticas- Las elecciones fueron ganadas por el Frente Popular, aunque la fiabilidad de aquellas elecciones sea motivo de controversia, debido a la multitud de situaciones de ilegalidad que se produjeron. La mecha de la guerra civil estaba encendida. Ese mismo año el gobierno del Frente Popular declaró ilegal a la Falange, aunque después los tribunales revocaran esta medida. José Antonio fue condenado a cinco meses de arresto por tenencia ilícita de armas, por lo que fue encarcelado el 14 de marzo de 1936 en la cárcel Modelo de Madrid. Esto no sería obstáculo para que José Antonio siguiera dirigiendo el movimiento desde la cárcel. En abril redactó una carta dirigida a los oficiales del ejército, “Carta a los militares de España”, que se distribuyó el 4 de mayo, en la que hacía un llamamiento a la sublevación. A partir de mayo de 1936, mantuvo correspondencia con el General Mola. En una carta que José Antonio le hizo llegar a Pamplona, no le prestaba su apoyo total y hablaba de condiciones, ofertándole 4.000 falangistas disponibles desde el primer día del alzamiento.

Posteriormente el Tribunal Supremo de la República declararía la legalidad de la Falange, pero el gobierno presenta cargos contra el líder de la Falange y el 5 de junio de 1936 es trasladado a la cárcel de Alicante. En la cárcel de Alicante, José Antonio escribe su manifiesto político en el que reitera su aspiración de gobierno de reconciliación nacional.

Es muy interesante leer las contestaciones que José Antonio dio a las preguntas que le remitió el periodista Ramón Blardony por intermedio del enlace Agustín Peláez, en la prisión de Alicante el 16 de junio de 1936. Concretamente la respuesta que da a esta pregunta:

Pregunta: Aun concediendo que Falange, como organización española, tenga estilo netamente español, ¿a qué fascismo se aproxima más, al italiano o al alemán?

– José Antonio: “Coincide con la preocupación esencial a uno y otro: la quiebra del régimen liberal capitalista y la urgencia de evitar que esta quiebra conduzca irremediablemente a la catástrofe comunista, de signo antioccidental y anticristiano. En la busca del medio para evitar esa catástrofe, Falange ha llegado a posiciones, doctrinales de viva originalidad; así, en lo nacional, concibe a España como unidad de destino, compatible con las variedades regionales, pero determinante de una política que, al tener por primer deber la conservación de esa unidad, se sobrepone a las opiniones de partidos y clases. En lo económico, Falange tiende al sindicalismo total; esto es, a que la plusvalía de la producción quede enteramente en poder del Sindicato orgánico, vertical, de productores, al que su propia fuerza económica procuraría el crédito necesario para producir, sin necesidad de alquilarlo –caro– a la Banca. Quizá estas líneas económicas tengan más parecido con el programa alemán que con el italiano”.

Desde el Bloque Nacional, José Calvo Sotelo parecía querer arrebatar a Falange el título de “fascista”, por lo queJosé Antonio decía en el número 3 de la publicación clandestina de la Falange, “No importa” del 20 de junio de 1936: “El madrugador (Calvo Sotelo) saldrá diciendo: “Pero si lo que piensa la Falange es lo que yo pienso. ¡Si yo también quiero un Estado corporativo y totalitario! Incluso no tengo inconveniente en proclamarme fascista”.

El 24 de junio envió una circular a todas las Jefaturas Territoriales de la Falange para que no se sumaran a proyectos en los que la Falange no es considerada como un cuerpo total de doctrina, ni como una fuerza en camino de asumir por entero la dirección del Estado, sino que la consideran como un mero elemento auxiliar de choque. Sólo cinco días después, el 29 de junio, José Antonio envió nuevas circulares, ahora sí, apoyando la insurrección. Una, destinada a la Primera Línea de Madrid, hacía un llamamiento al adiestramiento para estar preparados ante el instante decisivo: “Vuestro entusiasmo prefiere el combate a la preparación; pero lo que se acerca es demasiado grande para que lo arrostremos sin prepararlo”. Y otra, destinada a La Jefaturas Territoriales, para que se pusieran a disposición de los mandos militares en la sublevación. “Cada jefe territorial se entenderá exclusivamente con el jefe superior del movimiento militar en el territorio o provincia”’, interviniendo los falangistas en sus propias unidades con sus propios jefes y sus propios uniformes.

El 13 de julio de 1936, el mismo día en que fue asesinado José Calvo Sotelo, José Antonio mandó otra carta al General Mola en la que le pedía acelerar la sublevación.  Ésta se cruzó con la comunicación que Mola le envió, por medio   de un oficial, informándole del día del alzamiento. José Antonio, el 17 de julio, redactó un manifiesto en el que expresaba la participación sin reservas de la Falange en la rebelión. El 13 de julio trasmitió una orden para concertar la acción de falangistas y militares simpatizantes en Valencia, Alicante, Alcoy y Cartagena. Varios militares estuvieron reunidos en el hotel Victoria de Alicante donde se alojaban su hermana Pilar y su cuñada. El 17, su hermana y su cuñada se dirigieron a Alcoy para pedir a los falangistas que se acuartelaran con los militares; a su regreso fueron detenidas con la orden de permanecer bajo arresto en su propio hotel (el 1 de agosto serían encarceladas en el Reformatorio de Adultos de Alicante). El levantamiento fracasó en Valencia y Alicante y esto frustró el intento de su liberación.


Cuando el 18 de julio de 1936 se produjo la insurrección, José Antonio seguía preso en la cárcel de Alicante. El día anterior, él y su hermano Miguel habían estado recogiendo sus pertenencias, lo que permite pensar que daban por hecho su salida de Alicante, pero el alzamiento no triunfó en Alicante. Existieron diversos planes para posibilitar su fuga, pero todos fracasaron antes de iniciarse.

Grupos de falangistas salieron el día 19 de julio de diversos pueblos de la región levantina en dirección a Alicante. Uno de los grupos, el más numeroso, fue detenido a tiros por la Guardia de Asalto. José Antonio y su hermano permanecieron incomunicados con el exterior, prohibiendo que recibieran correo, prensa y escucharan la radio, como había ocurrido hasta entonces.

Desde el bando nacional existieron diversos intentos de liberación. El Gobierno de la República recibió varias ofertas de los rebeldes para canjearlo. Quizá, la que más posibilidades tuvo de llegar a un acuerdo sería la que proponía el intercambio del hijo de Largo Caballero (entonces presidente del Gobierno). Se reunió el Consejo de Gobierno, Largo Caballero se abstuvo de intervenir y, finalmente, el Consejo lo desestimó. Fracasados los intentos de canje, se desarrollaron varias operaciones tipo comando con el conocimiento y la aprobación del General Franco. Dos de estas operaciones se realizaron con la colaboración del Tercer Reich alemán, pues se contaba con el apoyo de la legación diplomática alemana en Alicante e intervinieron torpederos alemanes para acercarlos al puesto de Alicante. Pero estas operaciones fracasaron como también fracasaría una tercera en la que intervenía un buque de la naviera Ybarra. Lo importante es dejar constancia de que existió una ayuda logística alemana para liberar a José Antonio. Alemania actuó de forma muy comprometida en la liberación de José Antonio, colocando a parte de su flota naval a disposición de los falangistas, facilitándoles credenciales y pasaportes alemanes de cobertura, entregándoles uniformes, etc., teniendo en cuenta que oficialmente tenía relaciones diplomáticas con el Gobierno republicano y cualquier indiscreción en la ayuda directa a los nacionales podría ser interpretada como intromisión y beligerancia, sobre todo en los ámbitos internacionales que también estaban preparando sus piezas y argumentos para la intervención. Por otra parte, si hubiera sido descubierta la importante colaboración alemana con los falangistas, la colonia de alemanes residentes en España y las empresas de aquel país se hubieran visto envueltas en una situación muy comprometida. Los alemanes intentaron cuantas gestiones estaban dentro de su alcance y posibilidades, ayudando a los falangistas en su empeño de liberar a José Antonio.


Entre agosto y septiembre de 1936, en su encierro en la prisión de Alicante, José Antonio abordó la elaboración de tres ensayos de los que solamente uno, “Germánicos contra bereberes”, fue concluido. De los otros dos, el “Cuaderno de notas de un estudiante europeo” y “Aristocracia y aristofobia”, solamente quedan apuntes y notas significativas. La lectura de estos documentos es imprescindible para establecer cuál era el pensamiento del “último José Antonio”, sus últimas meditaciones, y por dónde discurrían sus preocupaciones intelectuales. Resulta significativo que hasta ahora estos textos no hayan merecido la atención de los especialistas en la doctrina joseantoniana.

El 13 de agosto de 1936, José Antonio escribe un interesante ensayo, titulado “Germánicos contra bereberes, quince siglos de historia de España”, que es un texto que contiene aciertos y errores en sus afirmaciones, pero que es un intento de escribir una historia de España en clave racialista, en la línea de Onésimo Redondo.

En septiembre de 1936, José Antonio escribe en prisión un esquema de un ensayo metapolítico que titula “Cuaderno de notas de un estudiante europeo”, que nunca llegó a culminar, y donde dice lo siguiente en referencia a Alemania: “…Pero el fascismo atisba (quizá, sobre todo, en Alemania) que hay algo de forma ascética que asumir…. Alemania: llegará a ser un sistema profundo y estable si alcanzase sus últimas consecuencias: la vuelta a la unidad religiosa de Europa; es decir, si se aparta de la tradición nacionalista y romántica de las Alemanias y reasume el destino imperial de la Casa de Austria”.


José Antonio Primo de Rivera (derecha) con su hermano Miguel en la cárcel de Alicante.

El 3 de octubre se inició el sumario contra los dos hermanos, y la cuñada de José Antonio, Margarita Larios, mujer de Miguel. La acusación era la de conspiración y rebelión militar, lo que conllevaba la pena de muerte. El Tribunal Supremo nombró a un magistrado de la Audiencia de Madrid para llevar la causa y el 11 de octubre se iniciaron los interrogatorios de acusados y testigos. José Antonio compareció por primera vez ante el tribunal el 3 de noviembre, negando todos los cargos. La vista oral tuvo lugar los días 16 y 17 de noviembre. Él mismo asumió su propia defensa, la de su hermano Miguel y la esposa de éste, Margarita Larios. Su actuación fue brillante, un diario alicantino escribía el día siguiente: “Gesto, voz y palabra se funden en una obra maestra de la oratoria forense, que el público escucha con recogimiento, atención y evidentes signos de interés”. A pesar de su elocuencia, los acusados son condenados a muerte, pero José Antonio caballerosamente apeló en favor de su hermano y su cuñada, consiguiendo que la pena fuese conmutada por reclusión. El jurado deliberó cuatro horas, a las dos y media de la madrugada, salieron con el veredicto de culpabilidad. José Antonio fue condenado a muerte por conspiración, su hermano Miguel a cadena perpetua por el mismo delito y Margarita Larios a seis años y un día como colaboradora. La sentencia fue confirmada por la Corte Suprema. El comunista Jesús Monzón, Gobernador Civil de Alicante, trató de retrasar la ejecución, pero el comité de Orden Público local ordenó la ejecución de la sentencia para la mañana del día 20. La sentencia y la apelación de José Antonio había llegado a Largo Caballero. José María Mancisidor, que editó y publicó el texto del juicio de José Antonio, indicó más tarde, que Largo Caballero personalmente añadió al informe las palabras“Conforme con todo lo que se propone y procédase a la ejecución”. A pesar de la interposición de algunos dirigentes republicanos como Manuel Azaña, José Antonio era fusilado la mañana del 20 de noviembre en el patio de la cárcel de Alicante, junto a otros cuatro jóvenes del pueblo alicantino de Novelda. José Antonio murió con dignidad. En su testamento dejó constancia de su último deseoOjalá fuera la mía la última sangre española que se vertiera en discordias civiles. Ojalá encontrara ya en paz el pueblo español, tan rico en buenas calidades entrañables, la patria, el pan y la justicia“. Su última voluntad fue que limpiaran el patio de la cárcel para que su hermano Miguel no tuviera que ver su sangre.

El anarquista Diego Abad de Santillán escribió: “Los españoles de esta talla, los patriotas como él, no son peligrosos, y no se han de considerar enemigos. ¡Cómo habría cambiado el destino de España sí hubiera sido posible un acuerdo entre nosotros como deseaba Primo de Rivera!.”

El fusilamiento de José Antonio eliminó del bando nacional al único líder con carisma que podía hacer sombra a los militares, dejando el camino expedito para la conversión de la Falange en partido único del régimen, al ser unificada con los tradicionalistas, a pesar de sus numerosas diferencias ideológicas, formando FET, la Falange de Franco, una Falange ‘domesticada’, y más adecuada al momento político, matizado y cercenado su programa revolucionario inicial, con Franco como jefe nacional, quien arrestó a Manuel Hedilla, segundo jefe nacional de la Falange tras el proceso de unificación en 1937.

José Antonio en la Cárcel Modelo de Madrid en abril de 1936.

Tras el final de la guerra civil española, el cuerpo de José Antonio fue exhumado de la fosa en el cementerio de Alicante y llevado a hombros por falangistas desde Alicante hasta el Escorial. Y una vez terminada la basílica del Valle de los caídos, monumento levantado a los caídos de ambos bandos durante la guerra, su cadáver fue trasladado y sepultado allí.

Siempre quedará en el aire el interrogante de cual hubiera sido la evolución política e ideológica de haber sobrevivido a la guerra, pero con todo lo dicho queda claro cuáles eran sus opciones, sus aliados y sus enemigos. Y por más que se haya querido hacer de José Antonio un mito durante el franquismo, y después, peor aún, una especie de ente puro e independiente de coordenadas espaciotemporales, sin embargo, hoy ningún historiador ni politólogo serio tiene la menor duda de que José Antonio forma parte de los líderes de los fascismos por más que quisiera mantener la autenticidad y la españolidad del partido que lideró.

Como colofón a este recuerdo a José Antonio es perfecto lo que el líder rexista belga Leon Degrelle, dejó escrito en su libro de memorias – “Memorias de un fascista” – sobre José Antonio: “La Falange, de inspiración católica, estaba política y espiritualmente muy próxima al rexismo. Yo mismo fui nombrado por José Antonio, en 1934, carnet número 1 de la Falange en el Exterior (…) José Antonio pudo haber sido el joven Mussolini de la España de 1936. Este muchacho espléndido vio tronchado su sueño aquel mismo año por un pelotón de ejecución en Alicante. Sus ideas marcaron su país por largo tiempo. Animaron a centenares de millares de combatientes y de militantes. Incluso rebrotaron, revivificadas por los héroes de la ‘División Azul’, entre las nieves sangrientas del frente ruso, contribuyendo a la creación de la nueva Europa de entonces”.

Eduardo Núñez

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