En 1935, tras la escisión de Ramiro Ledesma, José Antonio se dedica a realizar viajes por España dando mítines, que serán comentados en las páginas del semanario falangista “Arriba”, y en “Haz”, órgano del Sindicato Español Universitario (SEU).
En el año 1935, la Falange abrió su primera sede en el exterior, que fue en la ciudad de Milán, casualmente, la cuna del fascismo italiano. También este año José Antonio intervino en las Cortes y escribió un artículo en el recién fundado diario “Arriba”, en el que defendía a Italia con motivo de la guerra de Abisnia.
El 3 de marzo de 1935, José Antonio pronunció una conferencia en la que hizo mención a la Alemania del momento en los siguientes términos: “…Alemania arranca de la capacidad de fe de un pueblo en su instinto racial. El pueblo alemán está en el paroxismo de sí mismo; Alemania vive una superdemocracia”.
El 9 de abril de 1935, José Antonio pronunció la que fue su conferencia más importante en el Círculo de la Unión Mercantil de Madrid, titulada “Hacia una encrucijada económica del mundo” donde se mostró contrario al capitalismo y al liberalismo económico, y criticó a Adam Smith, siendo partidario de un sistema económico más allá del corporativismo en el que un sindicato agruparía a todos los empresarios, a todos los trabajadores y a todos los medios de producción.
José Antonio Primo de Rivera, durante un mitin en Bilbao, en febrero de 1936.
El único concepto que José Antonio modificó durante el periodo de su actividad política fue el del corporativismo, de su primera adhesión plena pasó a una adhesión con matices: Así, dijo en dicha conferencia: “Eso del corporativismo es otro buñuelo de viento. Mussolini, que tiene alguna idea de lo que es un Estado corporativo, cuando instaló las veintidós corporaciones, hace unos meses, pronunció un discurso en el que dijo: “Esto no es más que un punto de partida, pero no es un punto de llegada”.
Y efectivamente así fue. Solo que José Antonio, que hablaba del corporativismo italiano como el punto de partida del fascismo italiano, no tuvo la oportunidad de conocer el que sería el punto de llegada, que fue la socialización fascista a partir de 1943.
A finales de abril de 1935, José Antonio realizó su segundo viaje a Roma. No consiguió en esta ocasión ser recibido por el Duce pero si la aprobación de una ayuda económica de 50.000 liras mensuales, a partir del mes de junio de 1935, bajo la supervisión directa de Ciano.
El 19 de mayo de 1935, José Antonio pronunció uno de sus más importantes discursos en el Cine Madrid, conocido como el discurso sobre la revolución española, en el cual hace una crítica del populismo, que identificaba con la CEDA de José María Gil Robles, y deja muy clara su diferencia entre el fascismo y el populismo, cuando dice : “Surge en el mundo el fascismo con su valor de lucha, de alzamiento, de protesta de pueblos oprimidos contra circunstancias adversas y con su cortejo de mártires y con su esperanza de gloria, y en seguida sale el partido populista y se va, supongámoslo, para que nadie se dé por aludido, a El Escorial, y organiza un destile de jóvenes con banderas, con viajes pagados, con todo lo que se quiera, menos con el valor juvenil revolucionario y fuerte que han tenido las juventudes fascistas”.
La CAUR organizó diversos encuentros. El primero en Montreux (Suiza), en diciembre de 1934. A este congreso no asistió José Antonio; pero parece que asistió (aunque no hay prueba documental de ello) uno de los primeros ideólogos del fascismo español, Ernesto Giménez Caballero, entonces encuadrado en la Falange. La prensa italiana informó de que acudía en representación de José Antonio Primo de Rivera.
Entre junio de 1935 y enero de 1936, José Antonio recogía personalmente la cantidad de dinero (50.000 liras al mes) que se entregaba por parte del gobierno de Italia, por decisión del Duce, al agregado de prensa de la Embajada Italiana en París, Amadeo Landini, José Antonio llevó personalmente el asunto sin informar a sus más próximos colaboradores, y viajaba cada dos meses a la capital francesa para recoger la suma de 100.000 liras. El siguiente pago no llegó a realizarse, ya que José Antonio se encontraba preso en la cárcel, no pudiendo cobrarse después por el encarcelamiento de José Antonio, pero la subvención no se suspendió de forma oficial hasta noviembre de 1936. De hecho, existe un documento del Ministerio del Interior italiano asignando 250.000 liras a José Antonio, que está fechado el 16 de noviembre de 1936, cuatro días antes del asesinato en la prisión de Alicante de José Antonio.
En el informe secreto que José Antonio envió al gobierno italiano, a cambio de la asignación económica que recibía de éste y que José Antonio recogía en la embajada de Italia en París, en el verano de 1935, sobre la situación de la política española, puede leerse: “La Falange Española de las JONS ha logrado convertirse en el único movimiento fascista en España, lo cual era difícil, habida cuenta del carácter individualista del pueblo español”.
En septiembre de 1935 la CAUR organizaría un segundo encuentro al que sí asistió José Antonio, y donde tomó la palabra en francés:
“España no está preparada todavía para unirse, por mi mediación, a un movimiento de carácter no ya internacional, sino supranacional, universal. Y esto no sólo porque el carácter español es demasiado individualista, sino también porque España porque ha sufrido mucho por las Internacionales. Si apareciésemos ante la opinión pública española como unidos a otro movimiento, y esto sin una preparación lenta, profunda y difícil, la conciencia pública española, protestaría. Es preciso pues preparar a los espíritus en vista de estos trabajos supranacionales. Yo prometo a todos vosotros hacer lo que pueda en ese sentido y despertar una conciencia nacional” (Discurso de José Antonio en el 2º Congreso de la CAUR en Montreux, Suiza, 11/09/1935).
En esa ocasión, José Antonio se reunió con Eugenio Coselschi, presidente de los C.A.U.R., y amigo de José Antonio, quien ya durante la visita que había girado el jefe de la Falange a Italia, en mayo de aquel mismo año, invitado por su organización, le fue a esperar en persona al puerto de Génova para darle la bienvenida, actuando durante la semana que pasó José Antonio en Italia como anfitrión de su huésped de honor. Allí se encontró también con el francés Marcel Bucard (1895-1946), dirigente del Parti Franciste (Partido Francista) de 1933 a 1944, héroe de la Gran Guerra y, como José Antonio, en aquel tiempo, subvencionado por Mussolini, en la misma valija diplomática, por medio de la embajada italiana en París. Terminaría siendo fusilado en 1946 por colaboracionista.
Desde un principio, la Falange sufrió en las calles los ataques de los marxistas, de tal manera que antes de que empezara la guerra civil el 18 de julio de 1936, habían sido asesinados un centenar de falangistas en toda España.
En las elecciones de febrero de 1936, Falange, que no alcanzó acuerdos con ninguna otra fuerza política, concurrió en solitario. José Antonio, al margen de su deseo de conservar el acta parlamentaria, era partidario de alcanzar un acuerdo; pero pesó más la presión de la dirección de la Falange contraria al principio de acuerdo ya alcanzado por reticencias a llegar a acuerdos electorales con otras fuerzas políticas- Las elecciones fueron ganadas por el Frente Popular, aunque la fiabilidad de aquellas elecciones sea motivo de controversia, debido a la multitud de situaciones de ilegalidad que se produjeron. La mecha de la guerra civil estaba encendida. Ese mismo año el gobierno del Frente Popular declaró ilegal a la Falange, aunque después los tribunales revocaran esta medida. José Antonio fue condenado a cinco meses de arresto por tenencia ilícita de armas, por lo que fue encarcelado el 14 de marzo de 1936 en la cárcel Modelo de Madrid. Esto no sería obstáculo para que José Antonio siguiera dirigiendo el movimiento desde la cárcel. En abril redactó una carta dirigida a los oficiales del ejército, “Carta a los militares de España”, que se distribuyó el 4 de mayo, en la que hacía un llamamiento a la sublevación. A partir de mayo de 1936, mantuvo correspondencia con el General Mola. En una carta que José Antonio le hizo llegar a Pamplona, no le prestaba su apoyo total y hablaba de condiciones, ofertándole 4.000 falangistas disponibles desde el primer día del alzamiento.
Posteriormente el Tribunal Supremo de la República declararía la legalidad de la Falange, pero el gobierno presenta cargos contra el líder de la Falange y el 5 de junio de 1936 es trasladado a la cárcel de Alicante. En la cárcel de Alicante, José Antonio escribe su manifiesto político en el que reitera su aspiración de gobierno de reconciliación nacional.
Es muy interesante leer las contestaciones que José Antonio dio a las preguntas que le remitió el periodista Ramón Blardony por intermedio del enlace Agustín Peláez, en la prisión de Alicante el 16 de junio de 1936. Concretamente la respuesta que da a esta pregunta:
Pregunta: Aun concediendo que Falange, como organización española, tenga estilo netamente español, ¿a qué fascismo se aproxima más, al italiano o al alemán?
– José Antonio: “Coincide con la preocupación esencial a uno y otro: la quiebra del régimen liberal capitalista y la urgencia de evitar que esta quiebra conduzca irremediablemente a la catástrofe comunista, de signo antioccidental y anticristiano. En la busca del medio para evitar esa catástrofe, Falange ha llegado a posiciones, doctrinales de viva originalidad; así, en lo nacional, concibe a España como unidad de destino, compatible con las variedades regionales, pero determinante de una política que, al tener por primer deber la conservación de esa unidad, se sobrepone a las opiniones de partidos y clases. En lo económico, Falange tiende al sindicalismo total; esto es, a que la plusvalía de la producción quede enteramente en poder del Sindicato orgánico, vertical, de productores, al que su propia fuerza económica procuraría el crédito necesario para producir, sin necesidad de alquilarlo –caro– a la Banca. Quizá estas líneas económicas tengan más parecido con el programa alemán que con el italiano”.
Desde el Bloque Nacional, José Calvo Sotelo parecía querer arrebatar a Falange el título de “fascista”, por lo queJosé Antonio decía en el número 3 de la publicación clandestina de la Falange, “No importa” del 20 de junio de 1936: “El madrugador (Calvo Sotelo) saldrá diciendo: “Pero si lo que piensa la Falange es lo que yo pienso. ¡Si yo también quiero un Estado corporativo y totalitario! Incluso no tengo inconveniente en proclamarme fascista”.
El 24 de junio envió una circular a todas las Jefaturas Territoriales de la Falange para que no se sumaran a proyectos en los que la Falange no es considerada como un cuerpo total de doctrina, ni como una fuerza en camino de asumir por entero la dirección del Estado, sino que la consideran como un mero elemento auxiliar de choque. Sólo cinco días después, el 29 de junio, José Antonio envió nuevas circulares, ahora sí, apoyando la insurrección. Una, destinada a la Primera Línea de Madrid, hacía un llamamiento al adiestramiento para estar preparados ante el instante decisivo: “Vuestro entusiasmo prefiere el combate a la preparación; pero lo que se acerca es demasiado grande para que lo arrostremos sin prepararlo”. Y otra, destinada a La Jefaturas Territoriales, para que se pusieran a disposición de los mandos militares en la sublevación. “Cada jefe territorial se entenderá exclusivamente con el jefe superior del movimiento militar en el territorio o provincia”’, interviniendo los falangistas en sus propias unidades con sus propios jefes y sus propios uniformes.
El 13 de julio de 1936, el mismo día en que fue asesinado José Calvo Sotelo, José Antonio mandó otra carta al General Mola en la que le pedía acelerar la sublevación. Ésta se cruzó con la comunicación que Mola le envió, por medio de un oficial, informándole del día del alzamiento. José Antonio, el 17 de julio, redactó un manifiesto en el que expresaba la participación sin reservas de la Falange en la rebelión. El 13 de julio trasmitió una orden para concertar la acción de falangistas y militares simpatizantes en Valencia, Alicante, Alcoy y Cartagena. Varios militares estuvieron reunidos en el hotel Victoria de Alicante donde se alojaban su hermana Pilar y su cuñada. El 17, su hermana y su cuñada se dirigieron a Alcoy para pedir a los falangistas que se acuartelaran con los militares; a su regreso fueron detenidas con la orden de permanecer bajo arresto en su propio hotel (el 1 de agosto serían encarceladas en el Reformatorio de Adultos de Alicante). El levantamiento fracasó en Valencia y Alicante y esto frustró el intento de su liberación.
Cuando el 18 de julio de 1936 se produjo la insurrección, José Antonio seguía preso en la cárcel de Alicante. El día anterior, él y su hermano Miguel habían estado recogiendo sus pertenencias, lo que permite pensar que daban por hecho su salida de Alicante, pero el alzamiento no triunfó en Alicante. Existieron diversos planes para posibilitar su fuga, pero todos fracasaron antes de iniciarse.
Grupos de falangistas salieron el día 19 de julio de diversos pueblos de la región levantina en dirección a Alicante. Uno de los grupos, el más numeroso, fue detenido a tiros por la Guardia de Asalto. José Antonio y su hermano permanecieron incomunicados con el exterior, prohibiendo que recibieran correo, prensa y escucharan la radio, como había ocurrido hasta entonces.
Desde el bando nacional existieron diversos intentos de liberación. El Gobierno de la República recibió varias ofertas de los rebeldes para canjearlo. Quizá, la que más posibilidades tuvo de llegar a un acuerdo sería la que proponía el intercambio del hijo de Largo Caballero (entonces presidente del Gobierno). Se reunió el Consejo de Gobierno, Largo Caballero se abstuvo de intervenir y, finalmente, el Consejo lo desestimó. Fracasados los intentos de canje, se desarrollaron varias operaciones tipo comando con el conocimiento y la aprobación del General Franco. Dos de estas operaciones se realizaron con la colaboración del Tercer Reich alemán, pues se contaba con el apoyo de la legación diplomática alemana en Alicante e intervinieron torpederos alemanes para acercarlos al puesto de Alicante. Pero estas operaciones fracasaron como también fracasaría una tercera en la que intervenía un buque de la naviera Ybarra. Lo importante es dejar constancia de que existió una ayuda logística alemana para liberar a José Antonio. Alemania actuó de forma muy comprometida en la liberación de José Antonio, colocando a parte de su flota naval a disposición de los falangistas, facilitándoles credenciales y pasaportes alemanes de cobertura, entregándoles uniformes, etc., teniendo en cuenta que oficialmente tenía relaciones diplomáticas con el Gobierno republicano y cualquier indiscreción en la ayuda directa a los nacionales podría ser interpretada como intromisión y beligerancia, sobre todo en los ámbitos internacionales que también estaban preparando sus piezas y argumentos para la intervención. Por otra parte, si hubiera sido descubierta la importante colaboración alemana con los falangistas, la colonia de alemanes residentes en España y las empresas de aquel país se hubieran visto envueltas en una situación muy comprometida. Los alemanes intentaron cuantas gestiones estaban dentro de su alcance y posibilidades, ayudando a los falangistas en su empeño de liberar a José Antonio.
Entre agosto y septiembre de 1936, en su encierro en la prisión de Alicante, José Antonio abordó la elaboración de tres ensayos de los que solamente uno, “Germánicos contra bereberes”, fue concluido. De los otros dos, el “Cuaderno de notas de un estudiante europeo” y “Aristocracia y aristofobia”, solamente quedan apuntes y notas significativas. La lectura de estos documentos es imprescindible para establecer cuál era el pensamiento del “último José Antonio”, sus últimas meditaciones, y por dónde discurrían sus preocupaciones intelectuales. Resulta significativo que hasta ahora estos textos no hayan merecido la atención de los especialistas en la doctrina joseantoniana.
El 13 de agosto de 1936, José Antonio escribe un interesante ensayo, titulado “Germánicos contra bereberes, quince siglos de historia de España”, que es un texto que contiene aciertos y errores en sus afirmaciones, pero que es un intento de escribir una historia de España en clave racialista, en la línea de Onésimo Redondo.
En septiembre de 1936, José Antonio escribe en prisión un esquema de un ensayo metapolítico que titula “Cuaderno de notas de un estudiante europeo”, que nunca llegó a culminar, y donde dice lo siguiente en referencia a Alemania: “…Pero el fascismo atisba (quizá, sobre todo, en Alemania) que hay algo de forma ascética que asumir…. Alemania: llegará a ser un sistema profundo y estable si alcanzase sus últimas consecuencias: la vuelta a la unidad religiosa de Europa; es decir, si se aparta de la tradición nacionalista y romántica de las Alemanias y reasume el destino imperial de la Casa de Austria”.
José Antonio Primo de Rivera (derecha) con su hermano Miguel en la cárcel de Alicante.El 3 de octubre se inició el sumario contra los dos hermanos, y la cuñada de José Antonio, Margarita Larios, mujer de Miguel. La acusación era la de conspiración y rebelión militar, lo que conllevaba la pena de muerte. El Tribunal Supremo nombró a un magistrado de la Audiencia de Madrid para llevar la causa y el 11 de octubre se iniciaron los interrogatorios de acusados y testigos. José Antonio compareció por primera vez ante el tribunal el 3 de noviembre, negando todos los cargos. La vista oral tuvo lugar los días 16 y 17 de noviembre. Él mismo asumió su propia defensa, la de su hermano Miguel y la esposa de éste, Margarita Larios. Su actuación fue brillante, un diario alicantino escribía el día siguiente: “Gesto, voz y palabra se funden en una obra maestra de la oratoria forense, que el público escucha con recogimiento, atención y evidentes signos de interés”. A pesar de su elocuencia, los acusados son condenados a muerte, pero José Antonio caballerosamente apeló en favor de su hermano y su cuñada, consiguiendo que la pena fuese conmutada por reclusión. El jurado deliberó cuatro horas, a las dos y media de la madrugada, salieron con el veredicto de culpabilidad. José Antonio fue condenado a muerte por conspiración, su hermano Miguel a cadena perpetua por el mismo delito y Margarita Larios a seis años y un día como colaboradora. La sentencia fue confirmada por la Corte Suprema. El comunista Jesús Monzón, Gobernador Civil de Alicante, trató de retrasar la ejecución, pero el comité de Orden Público local ordenó la ejecución de la sentencia para la mañana del día 20. La sentencia y la apelación de José Antonio había llegado a Largo Caballero. José María Mancisidor, que editó y publicó el texto del juicio de José Antonio, indicó más tarde, que Largo Caballero personalmente añadió al informe las palabras: “Conforme con todo lo que se propone y procédase a la ejecución”. A pesar de la interposición de algunos dirigentes republicanos como Manuel Azaña, José Antonio era fusilado la mañana del 20 de noviembre en el patio de la cárcel de Alicante, junto a otros cuatro jóvenes del pueblo alicantino de Novelda. José Antonio murió con dignidad. En su testamento dejó constancia de su último deseo: “Ojalá fuera la mía la última sangre española que se vertiera en discordias civiles. Ojalá encontrara ya en paz el pueblo español, tan rico en buenas calidades entrañables, la patria, el pan y la justicia“. Su última voluntad fue que limpiaran el patio de la cárcel para que su hermano Miguel no tuviera que ver su sangre.
El anarquista Diego Abad de Santillán escribió: “Los españoles de esta talla, los patriotas como él, no son peligrosos, y no se han de considerar enemigos. ¡Cómo habría cambiado el destino de España sí hubiera sido posible un acuerdo entre nosotros como deseaba Primo de Rivera!.”
El fusilamiento de José Antonio eliminó del bando nacional al único líder con carisma que podía hacer sombra a los militares, dejando el camino expedito para la conversión de la Falange en partido único del régimen, al ser unificada con los tradicionalistas, a pesar de sus numerosas diferencias ideológicas, formando FET, la Falange de Franco, una Falange ‘domesticada’, y más adecuada al momento político, matizado y cercenado su programa revolucionario inicial, con Franco como jefe nacional, quien arrestó a Manuel Hedilla, segundo jefe nacional de la Falange tras el proceso de unificación en 1937.
José Antonio en la Cárcel Modelo de Madrid en abril de 1936.
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