lunes, 28 de septiembre de 2020

Ursula Haverbeck saldrá de prisión el 5 de noviembre, pero…

 

Ursula Haverbeck saldrá de prisión el 5 de noviembre, pero volverá a ser juzgada doce días más tarde en Berlín!


Richard Edmonds, patriota británico y partidario acérrimo de la Gran
Dama alemana
, comenta la carta recibida de Ursula Haverbeck :

Queridos lectores:

Hoy recibí una carta de la valiente activista de “La verdad en la historia”, nuestra querida Ursula Haverbeck . Úrsula expresa su asombro y agradecimiento por la increíble cantidad de cartas y tarjetas de apoyo que está recibiendo de todos los países europeos e incluso del mundo entero. En su carta, 

Permítanme repetir aquí que las cartas y tarjetas de apoyo son un regalo de Dios para cualquier patriota valiente y honorable que se haya encerrado en una celda rodeado de presos comunes y separados de su familia y amigos. Razón de más para enviar una postal o carta (que no tiene por qué mencionar la dirección del remitente) a nuestra valiente Úrsula.

Comentario: La comunidad judía de Bielefeld ha planteado objeciones a una manifestación en esa ciudad, que amigos y simpatizantes de Úrsula tienen prevista para el próximo mes, por su 91 cumpleaños, y que muy posiblemente la Gran Dama Alemana volverá a “celebrar” en la cárcel.

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Fernando Paz:"La UE no es europea y concibe Europa como una etapa en el gran proyecto globalista"

 

Fernando Paz es profesor de Historia y Filosofía. Es autor de varios libros: “Europa bajo los escombros”, “Antes que nadie” “La neutralidad de Franco” y “Nuremberg, juicio al nazismo”. Dirige y presenta el programa “La inmensa minoría” en El Toro TV.

Entrevista con Fernando Paz sobre Europa del Este y la Unión Europea, la influencia de Soros y las leyes de memoria histórica.

La semana pasada la Unión Europea aprobaba una resolución contra Polonia por no aceptar la imposición de la ideología de género. Pocos días después, Lituania y Hungría anunciaban que no permitirían ninguna sanción contra Polonia. Por otro lado, la política de inmigración de la UE es también contestada por el grupo de Visegrado. ¿Considera que Europa del Este constituye la resistencia europea frente a una UE cada vez más totalitaria?

Sin duda. Considero que esto está revelando algo que vengo diciendo desde hace mucho tiempo. Y es que el capitalismo ha sido mucho más demoledor para las culturas nacionales de lo que lo fue el comunismo. Incluso por la resistencia ante el comunismo, pero no solo por eso, la identidad nacional de los pueblos se ha preservado mucho mejor en Europa Oriental que en Europa Occidental. Es una terapia que no recomiendo a nadie, estar 40 años bajo la bota del comunismo, pero el resultado final es ese. Además, la existencia de un bloque comunista que planteaba la versión infernal hacia un mundo mejor obligaba a Occidente a ser mejor. El comunismo nos planteaba una exigencia moral que Occidente fue dando mientras lo tenía enfrente. Y hoy, sin esa amenaza, nos encontramos un Occidente carcomido por la podredumbre y una Europa del Este que ha resurgido de sus cenizas. Al alma de los pueblos le ha hecho más daño el capitalismo que el comunismo.

En 2015, Polonia y Croacia crearon la iniciativa de los Tres Mares, el Intermarium, con la idea de fomentar el desarrollo económico y la cohesión entre 12 países de Europa Central y Europa Oriental. Este año se ha unido Estonia. Esta idea procede del mariscal polaco Józef Pilsudski que después de la primera guerra mundial planteó un proyecto de federación de Bielorrusia, Polonia, Lituania y Ucrania, a la que se invitó a otros 8 países. El proyecto de Pilsudski no salió adelante, pero la idea es ahora alentada por muchos partidos nacionalistas de esos países. ¿Cree que si este Intermarium se desarrolla podría constituirse en una autentica alternativa a la Unión Europea?    

Creo que sí, pero también creo que las querellas regionales son demasiado explosivas. El pasado en muchos casos les enfrenta, pero deberían darse cuenta de que el futuro les obliga a ponerse de acuerdo porque tienen un mismo enemigo. El proyecto de Pilsudski puede ser en las actuales circunstancias mucho más funcional de lo que hubiera podido ser en cualquier otra época, precisamente porque representa un mentís a los principales pilares ideológicos de la UE, que al final son pilares globalistas. El gran problema de la UE es que no es europea y concibe Europa como un eslabón dentro del globalismo mundial. No se trata de unir a Europa en un proyecto, sino de unirla como una etapa intermedia antes de realizar el gran proyecto globalista. Creo que los europeos del este están percibiendo eso, y están compartiendo la preservación de sus tradiciones e identidad nacional, y el rechazo a una inmigración desbocada. Podrían llegar a ser un contrapeso fundamental frente a esta versión de la UE, pero no sé si podrán solventar sus diferencias.

La política exterior rusa, muy agresiva con Polonia, los Países Bálticos o Ucrania, ¿puede ser un aliciente para la formación de ese bloque? 

Sin duda alguna. Nosotros lo vemos desde la perspectiva occidental, pero indudablemente el viejo proyecto de Pilsuldski estaba orientado en origen contra la expansión de Rusia. En ese momento también justificado por una razón ideológica que Pilsudski había sufrido personalmente, cuando Polonia salva a Occidente de la revolución bolchevique con la victoria de Varsovia en julio de 1920. Hay que entender el punto de vista de los polacos e incluso el de los rusos, aunque nosotros tengamos el nuestro. Yo no soy muy entusiasta de la OTAN y no me gusta que un país se adscriba a ella, aunque por miedo a Rusia lo puedo llegar a entender. Pero desde mi punto de vista que es la recuperación de la identidad europea en Occidente, la pertenencia a la OTAN no me genera ningún entusiasmo.

El último conflicto que ha estallado en Europa Oriental es el de Bielorrusia. El presidente Lukashenko arremetió primero contra Rusia, con la detención de los mercenarios del grupo Wagner, para luego echarse en brazos de los rusos y acusar a Occidente, especialmente a Polonia, de ser el causante del conflicto. Enfrente tenemos a una candidata prácticamente desconocida que está recibiendo el apoyo de Occidente, pero es evidente el descontento de una gran parte de la población contra el régimen y que el resultado electoral fue un fraude. ¿Cómo cree que evolucionará la situación en Bielorrusia?

Creo que están pasando las dos cosas a la vez y que la realidad está erigida sobre una falsedad tras otra. Lukashenko es alguien muy de la zona, muy difícilmente exportable y comprensible desde fuera. Creo que es indiscutible que los resultados electorales no tienen nada que ver con la realidad sociológica y política de Bielorrusia. Pero el futuro de Bielorrusia pasa por Rusia. Bielorrusia es un estado que nace del tratado de Brest Litovsk, es un invento de los alemanes. Lo que existió allí en tiempos históricos fue un gran reino polaco, un gran reino lituano, y no tuvo entidad hasta ese momento. Por un lado, es verdad todo lo que está pasando internamente, pero el futuro del país está estrechamente vinculado a Rusia. Sus importaciones y exportaciones son con Rusia y podrían acabar formando una unión política a medio o largo plazo. Por otra parte, es evidente que a Borrell y a Soros la legalidad de las elecciones en Bielorrusia les trae sin cuidado, y que Occidente está agitando el avispero. Un avispero que es lo que parece, hay una enorme podredumbre y el pueblo bielorruso que no está a gusto con la situación política. Es difícil encontrar un bielorruso que te hable bien del régimen y eso es muy significativo.

El conflicto parece tener su origen en la mala situación económica y en el hartazgo de la población, además de que Lukashenko lleva muchos años en el poder y eso parece haberle alejado de la realidad. ¿Considera que la actitud del presidente bielorruso ha avivado el conflicto?

Lukashenko lleva 26 años en el poder y creo que tiene una desconexión notable con la realidad política, incluso con la realidad exterior. En orden a la supervivencia es muy complicado no hacerse los peores enemigos del mundo si haces declaraciones contra los grupos de presión en Occidente, como el LGTBI, y eso él lo ha hecho de forma gratuita. Y hay una desconexión a lo que está pasando en el mundo, da la impresión de que es como una pequeña Corea del Norte, salvando las distancias, y eso repercute en los ciudadanos. Ha habido un tiempo de apatía en la población, pero eso suele terminar mal y un hecho irrelevante puede provocar un estallido. Y no sabemos si va a ser esto o no, pero desde luego Occidente va a aprovecharlo.

Ha citado a Soros. Es verdad que el especulador financiero está detrás de muchos conflictos, pero ante cualquier problema internacional aparece la figura de Soros, ¿realmente cree que es tan importante o que se está convirtiendo en un mito que se usa a conveniencia?

Es interesante lo que planteas. En estas cosas hay que evitar siempre la caricatura y hay mucha gente que le echa la culpa de cualquier cosa. Es cierto que es responsable de muchas cosas y él lo ha reconocido, es el gran impulsor de la inmigración ilegal en Europa y el agitador de las revoluciones de color en torno a Rusia. Eso es una realidad objetiva, otra cosa es pensar que mueve los hilos en todo el mundo. Yo creo que Soros es un hombre extraordinariamente poderoso, tiene detrás un sinfín de empresas y una gran parte de las ONGs del mundo, y creo que lo que se ha contado de él no es excesivo. Hay una réplica de su caso con Bill Gates, que está empezando a aparecer por todas partes, pero es que estaba por todas partes. Durante mucho tiempo se hablaba de toda esta cuestión de la conspiración, ante la que siempre hay que ser muy prudente, que tradicionalmente se encarnaba en unas personas o grupos, pero en las últimas décadas se ha popularizado la idea de la conspiración como un mecanismo anónimo, pero finalmente parece que no es tan anónimo y que hay una serie de personajes detrás de todo este asunto. Hoy día, por ejemplo, es importantísima en el mundo la Organización Mundial de la Salud. En este momento la OMS está en manos de la Fundación de Bill y Melissa Gates, es un hecho que son sus principales financiadores. En el orden político y demográfico está pasando en el caso de Soros. Y luego en segunda instancia, las conspiraciones son consustanciales al género humano. No es algo nuevo y han existido siempre. El hecho de que se denuncien conspiraciones, incluso muy poderosas, no quiere decir que el mundo se mueva por ellas ni que necesariamente vayan a triunfar.

También se da el caso de que se use el apoyo de Soros para deslegitimar una causa. Usted mencionó que el sindicato polaco Solidaridad recibió dinero de una de las organizaciones de Soros que evidentemente lo hizo por sus propios intereses y no por los de Solidaridad. Las potencias y sus adláteres no operan en base a causas justas sino por sus propios intereses. Sin embargo, en la política está muy extendido el apoyo incondicional a un poder o a otro. ¿No cree que es una visión muy simple que concuerda con el clásico de buenos y malos?

Sí, pero también es verdad que necesitamos representárnoslo en esos términos falsos. Si en el bloque malo si que son malos, en el bloque bueno hay una mezcla de todo. Y el hecho de que uno pueda simpatizar con una potencia o con otra no significa que esa potencia represente la bondad o que no actué por intereses propios. Yo lo que digo es que mi interés como pueblo, en mi interés como España, o como Europa, puede pasar por el interés de otra potencia, pero no porque tenga un amor por ella. Y un ejemplo muy claro es la actitud que se puede tener frente a los Estados Unidos. Hay una postura que puede ser permanente representando el último siglo, mientras que coyunturalmente se puede sentir una cierta simpatía por los Estados Unidos de Trump, que no son los Estados Unidos de Obama o de Bush. Es una cuestión muy compleja. Del mismo modo que se percibía a Rusia de una manera cuando era parte de la URSS o como se percibe a Rusia hoy, y sin embargo uno entiende que ellos desde su punto de vista reivindiquen a la Unión Soviética.

Rusia, reivindicando el legado soviético, tiene su ley de memoria para perseguir la información “falsa” sobre la URSS en la segunda guerra mundial. En España la ley de memoria histórica va a ampliarse para perseguir cualquier opinión favorable al franquismo. Parece que según cada país se está estableciendo un pensamiento único respecto a la historia. Usted mismo ha sufrido un linchamiento mediático por no seguir al pie de la letra una versión histórica oficial. ¿Cuál es su opinión sobre estas leyes? 

Me opongo frontalmente a todo intento de legislar la historia o el pensamiento. En cuanto a la investigación y el conocimiento tiene que haber absoluta libertad. Por ejemplo, si el día de mañana alguien descubriese que en Paracuellos daban caramelos en lugar de asesinar a la gente, yo sería partidario de que ese descubrimiento se pudiera publicar. Habría que explicar entonces porque hay 4.500 cadáveres, pero si alguien fuera capaz de demostrar que eso fue así tiene que tener libertad absoluta de investigación. El problema viene de que desde hace décadas hay una imposibilidad de investigar según que épocas para que no se llegue a conclusiones incorrectas que no se pueden publicar. Estoy absolutamente convencido de que se produjo un asesinato masivo de judíos durante la segunda guerra mundial por parte de los nazis, no tengo ninguna duda al respecto, pero estoy igualmente a favor de que cada cual pueda publicar los resultados de sus investigaciones y que a partir de ahí se genere un debate para esclarecer el asunto. Pero jamás defenderé que no se permita investigar algo porque exprese una idea diferente o contraria a la admitida por la corrección política. Es que esto es la asfixia del pensamiento, esto no lo podemos permitir.  

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jueves, 24 de septiembre de 2020

Evocación de Robert Brasillach

 

“Hay que suponer que, al fin, el cielo se cansará de hacer milagros”.
 
(Brasillach
)
 
Robert Brasillach fue un escritor católico nacido en 1909, en la ciudad de Perpiñán, en la Occitania, la región de habla francesa y catalana que alguna vez perteneció a España. Era pues, catalán de la Catalunya Nord.

Tenía apenas cinco años cuando su padre, un oficial de infantería, murió en combate en la Gran Guerra. No mucho después se radicó en Paris, para estudiar en la Escuela Normal Superior, y donde comenzó a frecuentar el ambiente político-intelectual del momento. Periodista, crítico de cine y poeta, pronto se acercó aCharles Maurras y su Action Francaise.

A mediados de los años “30, se declaró fascista. Tras la Segunda Guerra Mundial, durante la que combatió por Francia y participó brevemente del Gobierno de Vichy, fue arrestado y enviado a la cárcel de Fresnes, acusado de “colaboracionista”. A pesar de los pedidos de clemencia, De Gaulle lo hizo fusilar el 6 de febrero de 1945, en el sórdido Fuerte de Montrouge.

OBRA Y POLITICA

Durante un tiempo Brasillach estudió filosofía, sin llegar a recibirse pues pronto empezó a escribir, ejerciendo el periodismo en varias publicaciones. En Action Francaise, el diario de Maurras, donde fue el más joven editor de la sección literaria, escribía junto a su cuñado Maurice Bardeche y Jacques Talagrand, que más tarde se haría célebre con el pseudónimo Thierry-Maulnier.

El contacto con el líder monárquico dejó en esos jóvenes una huella indeleble, más allá de ciertos distanciamientos finales. 

Espectador incansable, Brasillach fue un entusiasta del teatro y el cine y a los 20 años escribió, junto a BardecheHistoire du Cinema que hoy sigue siendo un clásico de obligada consulta. Pero destacó sobre todo como novelista y poeta y escribió mucho, a pesar de su temprana muerte. Allí están algunos de sus libros: Presencia de VirgilioEl proceso a Juana de Arco, El hijo de la noche, Los cadetes del Alcázar -junto a Henri Massis-, Poemas. En la cárcel, en espera de la muerte, trazó Cartas escritas en prisión y los conmovedores Poemas de Fresnes. Luego de su muerte se publicaron algunos inéditos como El París de Balzac e Historia de la guerra de España, también en colaboración con Bardeche.

.Es cierto que en 1934, conmovido por la llamada Manifestación de la Rue Royale, y admirado de los logros de los nuevos regímenes de Alemania e Italia, Brasillach se declaró fascista. Junto a CélineDrieu La Rochelle y su inseparable Bardeche, creyó que la adhesión a esas ideas haría posible una Nueva Europa, fiel a sus raíces.

“Francia nos dolía -dice Henri Massis, que tanto quiso a Robert- pero Europa no consentía que la olvidásemos. Veíamos comenzar una guerra religiosa que no iba a acabar nunca. Y descubríamos ya las primeras explosiones”. 

No obstante, el fascismo de Brasillach fue más bien epidérmico pues ante todo fue un reaccionario que libró el buen combate contra el mundo moderno.

El cielo es cosa tuya, Señor: tu allí te entiendes.
La tierra es cosa nuestra: los hijos de los hombres
No sabemos de fiestas, de honores y de amores
Más altos que nosotros.

La batalla contra la Modernidad no le impidió a Robert alistarse en el Ejército Francés una vez desatada la Segunda Guerra Mundial. Se calzó así el único el uniforme de su vida, el de la infantería francesa, para defender a su patria. Entró en combate, pero pronto fue hecho prisionero y enviado a un campo de prisioneros alemán. ¡El, que poco después sería asesinado por colaboracionista, languideciendo en un campo de concentración mientras sus futuros acusadores democráticos departían con los jerarcas alemanes de la París ocupada! 

LA CONJURA

Como quería Hemingway, al terminar la guerra, con la “Liberación”, París fue una fiesta. La fiesta de la turba humillando a las mujeres que habían tratado con alemanes; la de los maquis -auténticos o mitómanos- reclamando su tajada de los despojos; la de los aliados, devenidos en policía democrática y finalmente, sin contradicción alguna, la fiesta de los comunistas, socialistas republicanos y masones. Todos a una, realizaron la conjura de los “libertadores” que, amuchados en el Comité Francés de Liberación Nacional (remedo del jacobino Comité de Salvación Pública guillotinador) y el Comité Nacional de Escritores, llevó adelante la purga contra los “colaboracionistas”.

Así, a Maurras lo condenaron a muerte y al fin, conmutada la pena, lo dejaron morir en prisión. A Drieu La Rochelle no lo alcanzó la prisión sólo porque logró su cometido al tercer intento de suicidio. A Henri Béraud, premio Goncourt, la purga le endilgó una condena a muerte y cinco años de cárcel. A Sacha Guitry, célebre actor que mucho hizo por liberar prisioneros de manos alemanas, lo encerraron en una jaula del parque zoológico de París.

A otros la conjuración “resistente” les prohibió la palabra. Como a Paul Morand, escritor y diplomático de Vichy, que más tarde dio origen al movimiento de “les hussards”, profundamente antisartreanos. O Jean Anouilh, célebre autor de la Antígona moderna, que tanto empeño puso por salvar a Brasillach, y que debió exiliarse para siempre.

Y algunos otros fueron al paredón. El primero, Georges Suárez, por ser biógrafo de Pétain. Más tarde, Paul Chack, escritor de renombre y héroe de las dos guerras, pero anti-bolchevique impenitente. También al periodista Jean-Hérold-Paquis, que había combatido en España en la Bandera Juana de Arco. Y finalmente, Robert Brasillach.

Dice Massis: “Nosotros, sus primogénitos, que hubiésemos debido guardar su juventud, quizás no le hemos querido bien. Hoy no podemos ofrecerle más que nuestras lágrimas y nuestras oraciones”.

De sucia tierra y lágrimas, Señor, es nuestro barro.
Así, tu luz apenas llega al lugar del alma;
Y en el trance de irnos a tu lugar, llevamos
Nublada la pupila con las últimas lágrimas. 

BRASILLACH DEBE MORIR 

Tras un tiempo oculto, decidió entregarse pues el Comité de Liberación Nacionaldetuvo a su madre, a su padrastro y a su hermana. Encadenado de pies y manos fue arrojado a un calabozo de la prisión de Fresnes. 

Se acercan a mí todos los cautivos del mundo,
de este mundo total cercado con alambradas,
y pienso en la noche en que sus sombras se funden,
en que todos sus desacuerdos parecen hermanarse.

No bastaba la prisión. Para lograr su muerte, en un juicio paródico los conjurados se valieron de una foto en la que supuestamente Robert vestía uniforme de oficial alemán. No importó que no fuera él sino el conocido político Jacques Doriot. Bastó la falsía para condenarlo.

Perdónanos, Señor, que arrojados al fondo
De una cárcel, soñemos con las pobres riquezas
De este mundo: perdónanos que tu esperanza apenas
Nos valga; y viva y llore nuestro ayer con nosotros.

Ante la condena a muerte, Francois Mauriac elevó a De Gaulle una petición de clemencia, firmada por muchos intelectuales, como Daniel RopsPaul ClaudelGabriel Marcel y el mismo Albert Camus. Por otro lado, PicassoSimone de Beavoir, Jean Paul Sartre André Gide, se negaron a firmar, aduciendo “obediencia debida” al Partido Comunista. Era el mismo partido cuyo secretario general, Georges Marchais, fue trabajador voluntario en Alemania. El mismo Sartre, el de La náusea, que estrenó sus obras en Paris con el visto bueno del mando alemán. Abigarrados en el odio, vieron en Brasillach al enemigo por antonomasia, el que con su testimonio dejaba al desnudo su propia “colaboración”, el que representaba la suma de todos los obstáculos para la Revolución. Para ellos, en paráfrasis sartreana, “el infierno es el otro”.

Al fin, De Gaulle hizo caso omiso del pedido de clemencia y dictó la orden fusiladora. Al enemigo, ni perdón. Pero: 

La obra de los malos nunca fue duradera:
Los ídolos de plata que sus manos alzaron
Derrumbaránse un día sobre sus pies de arena;
Y tragará la noche los sueños que soñaron.

El 6 de febrero de 1945, Robert Brasillach se enfrentó al pelotón de fusilamiento:“No pierdas la sonrisa ni siquiera cuando te vayan a ejecutar. La vida es una broma de mal gusto; en vez de centrarte en el mal gusto, céntrate en la broma. Si buscas justicia en vez de tranquilidad en este mundo democrático, suicídate. Para vivir hoy hay que saber reírse de la estúpida realidad”.

Afuera, la estulticia, chapoteando en los charcos
De nuestra sangre, anuncia con arrogante voz
La victoria del odio. Pero los cielos cantan:
¡Beati mundo corde, porque verán a Dios!

Brasillach murió exclamando: “¡Viva Francia, a pesar de todo!”.

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miércoles, 23 de septiembre de 2020

Carrero Blanco fue víctima de una conjura de la CIA y de la «derechita cobarde» en la persona de Arias Navarro. La «herramienta» fue ETA. Documento de la CIA desvelado

 


Un documento de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), que ha desvelado Diario16 y que fue clasificado como de Alto Secreto en su momento porque afectaba a la seguridad nacional de los Estados Unidos, alude a que Carrero Blanco era un obstáculo para el cambio de régimen político que estaba por venir tras la muerte de Franco.

El documento en cuestión está fechado en noviembre de 1972 y reza lo siguiente: «El cambiante entorno nacional e internacional de España, junto con las actitudes alteradas de las fuerzas políticas en España, dificultará que los sucesores de Franco resistan las presiones para la liberalización del sistema político. Al mismo tiempo, treinta años de gobierno autoritario y el temor generalizado de los peligros de restaurar la democracia parlamentaria al estilo occidental, los españoles creen firmemente que la liberalización se logrará, no acabando el sistema político establecido por Franco, pero modificándolo. Los militares continuarán ocupando una posición clave, pero, sobre todo después de que se haya eliminado la poderosa influencia de la personalidad de Franco, incluso los militares pueden considerar más prudente ceder a las presiones más liberales que resistirse contra ellas, juzgando que tomar el rumbo posterior bien podría provocar otra convulsión política general en España.

Debido a los cuidadosos preparativos ya hechos por el general Franco, es probable que el proceso inmediato de sucesión sea ordenado. Juan Carlos se convertirá en Jefe de Estado y los poderes de Franco se dividirán entre él y el presidente designado del Gobierno (Primer Ministro). Almirante Carrero Blanco. En el pasado, el Príncipe Juan Carlos ha sido considerado un peso ligero político, pero ahora se le toma más en serio en los círculos de liderazgo en España. Ha dejado claro más de una vez que está a favor del cambio político liberal, pero siente que no existe suficiente margen de maniobra para tal cambio en el actual sistema político español. El Almirante Carrero Blanco parece tener opiniones políticas extremadamente conservadoras y cree que no deben hacerse concesiones a la izquierda política. Él parece ser el responsable de las severas medidas represivas tomadas este año contra las universidades y de incrementar los poderes de la policía secreta en contra los opositores. Queda por ver que seguiría siendo conservador sin Franco allí para apoyarlo».

En una nota a pie de página se señala a Carrero Blanco como objetivo porque la CIA lo considera un verdadero obstáculo para la democratización de España, tanto es así que la mano derecha de Franco se había convertido en una piedra a sortear en los intereses de Estados Unidos.

Cabe recordar que el 20 de diciembre de 1973 Carrero Blanco fue asesinado en la calle Claudio Coello de Madrid, a menos de 200 metros de la Embajada de los Estados Unidos. Solo 24 horas antes había visitado España el secretario de Estado, Henry Kissinger.

El juez Luis de la Torre Arredondo comprobó en su momento que una explosión de esa magnitud no pudo haber sido provocada por la dinamita que ETA dijo que había utilizado, e incluso llegó a decir a Interviú que «iba teniendo la convicción cada vez más sólida de que la CIA supo que iban a matar a Carrero, que la CIA estaba detrás».

Tal y como hemos visto en otras ocasiones, el explosivo utilizado fue C4, de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos. A todo esto hay que añadir que el propio Kissinger afirmó a un representante del Ministerio de Exteriores español que «no quiero que suene brutal, pero, un estorbo menos para la apertura de España y, por deplorable que sea un asesinato, lo cierto es que ETA os ha hecho un gran favor».

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La verdadera historia de Ramón Serrano Suñer y su hija Carmen Díez de Rivera.

 

"Conocí personalmente a D. Ramón el mes de diciembre del año 1972, cuando el editor Gregorio del Toro y yo fuimos a su casa de la calle Príncipe de Vergara de Madrid  a proponerle que fuese Presidente del Jurado que estábamos confeccionando para entregar los premios de la Colección "Memorias de la Guerra Civil española" que habíamos puesto en marcha y digo personalmente porque antes de acudir a la cita yo ya me había leído de un tirón su gran obra "Entre Endaya y Gibraltar" y muchos de los artículos que venía publicando en la famosa Tercera de "ABC". Don Ramón se entusiasmó con la idea de la colección y decidió apoyarnos. Pero,  de entrada puso dos condiciones tajantes: 1) Que los Premios tenían que ser totalmente imparciales y no aceptaría favoritismos a favor de los "nacionales"  o de los "rojos". 2) Que el Jurado tendría que estar formado por personalidades de los dos bandos de la Guerra Civil. Y así lo acordamos. Aquello, y la larga conversación que tuvimos después, me hizo comprender en el acto que D. Ramón Serrano Súñer no era el personaje "traidor" a la Falange y "nazi" que los mediocres del Movimiento y los sumisos y "pelotas", que habían divinizado a Franco, habían hecho creer, pues muy al contrario me encontré al hombre más culto que he conocido en mi vida y a un liberal convencido. Afortunadamente aquello fue el comienzo de una larga amistad que duró hasta su muerte, acaecida el año 2003, y cuando ya estaba a punto de cumplir los 102 años de vida."

Corría el mes de septiembre del año 1996, concretamente el viernes día 13, cuando sonó mi teléfono y allí estaba en persona "Don Ramón". Me sorprendió porque creía que estaba todavía de vacaciones en Marbella.

-  Querido Merino, acabo de llegar de Marbella y me gustaría hablar con usted hoy mismo. ¿Podría venir esta tarde?

-  Por supuesto que sí, "Don Ramón",  le hacía todavía en Marbella. ¿A qué hora le viene bien?

-  Mire, tengo una comida familiar, que me temo que se prolongue, así que si puede le espero a las 8.

Y allí, en Príncipe de Vergara, estuve a esa hora (aunque tuve que arreglármelas porque ese año ya estaba trabajando en la COPE con José María García).

Y allí estaba también "Don Ramón", por cierto que lo encontré muy bien físicamente y bastante moreno... Y además, elegante como siempre.

-  Merino ¿sabe que hoy cumplo 95 años?

-  No, "Don Ramón", no lo sabía. Pues, para tener 95 años está usted pero que muy bien. ¡Felicidades!

-  Bueno, bueno, eso de bien lo vamos a dejar aparte. Verá ¿se acuerda que un día le dije que le contaría la verdad sobre mis relaciones con la Marquesa de Llanzol y con mi hija Carmen Díez de Rivera? Pues hoy le voy a hablar de ese tema. Pero, antes quiero que abra esta carpeta y mire lo que hay dentro.

Y entonces yo cogí la carpeta que me alargaba  (una sencilla carpeta azul con gomas como las que él utilizaba para sus escritos y que iba almacenando en su archivo particular). Y enseguida vi que era un gran manojo de folios, muchos de ellos escritos a mano y otros a máquina. ¿Son cartas verdad? – le pregunté antes siquiera de leer nada.

-  Sí, son cartas, las cartas que me ha escrito a lo largo de estos años mi hija Carmen Díez de Rivera.

-  ¿Cartas de su hija? Si yo creí...

-  ¡Ay, Merino!, usted creyó lo que seguramente cree todo el mundo, quizás porque este es el gran secreto de mi vida. Nadie, absolutamente nadie, sabe de la existencia de estas cartas y de las que yo le escribía en contestación... Ahora las conocerá usted y le aseguro que si lo hago es porque ya le conozco y sé que usted es un hombre leal y nunca traicionaría mi confianza. Pero, lea, lea la primera carta al menos y mire la fecha.

Yo cogí  la carta que estaba la primera y la fui leyendo con verdadera fruición... Lo primero la fecha: 16 de febrero de 1972.

-  Sí, el 16 de febrero de 1972... Ese fue el día que me escribió por primera vez mi hija Carmen... y desde entonces nunca dejamos de escribirnos, no con mucha frecuencia, eso es verdad, porque Carmen sólo escribía cuando algo le preocupaba o su cabeza se llenaba de dudas. Pero, lea, lea, Señor Merino.

Y yo leí aquella carta y no la puedo reproducir textualmente, porque ni siquiera me atreví a pedirle que me dejara una copia. Eso sí, no había terminado de leer cuando me dijo.

-  Merino, ya sé que a usted le gustaría conservar copia de esa carta, pero no puede ser, al menos mientras yo viva... Y si le enseño estas cartas es porque ya no están las tres personas que más "padecieron" aquellas relaciones de los años 40: "El Marqués de Llanzol" murió ese año de 1972, "Doña Zita" murió hace ya tres años, en 1993, y la Marquesa acaba de morir este año. Así que ya sólo quedamos mi hija y yo.

Por tanto, lo que voy a reproducir no es textual, pero sí lo que anoté aquella noche cuando salí de Príncipe de Vergara (tengo que decir que aquella noche me pidió que me quedara a cenar con él y no salí hasta muy avanzada la madrugada.)


"Querido D. Ramón". Y no te extrañes de que te llame así, pues bastante he dudado yo. Naturalmente, y sabiendo como sé que eres mi padre biológico, te tendría que llamar "padre", pero lo siento, el Marqués de Llanzol será siempre mi "padre", aunque sólo sea por lo  bien que se portó conmigo siempre, aun sabiendo que no era su hija. Tampoco te puedo llamar simplemente "Ramón", porque citar ese nombre remueve dentro de mí lo que no quiero que se remueva, así que para mi serás siempre "D. Ramón".

Verás, como sabes, mi "padre" ante el mundo murió el sábado 12 y lo hemos enterrado el lunes. Por cierto, que le agradecí en el alma a tu amigo Dionisio que acudiera al entierro y que me consolara a su modo. Dionisio es un buen hombre y te aseguro que a ti te admira y te quiere. Pues, anoche mi madre me cogió aparte y me contó, con toda la sinceridad del mundo y hasta con lagrimas, la verdad de vuestro "romance"... Y por ella supe la verdad de su matrimonio y de vuestro amor. Fue ella la que me contó cómo y por qué se había casado con el Marqués. Al parecer cuando su padre, el escritor y embajador de México en España, mi abuelo, Francisco de Asís Icaza y Beña murió, la familia quedó en una situación económica muy desfavorable y para mantener el "estatus social" en el que habían vivido los hijos no tuvieron más remedio que buscar enlaces matrimoniales que fueran ventajosos. Entonces, mi madre se casó, o la casaron (en ese momento solo tenía 22 años) con el que sería mi padre, Francisco de Paula Díez de Rivera y Casares, Marqués de Llanzol, que le doblaba en edad (tenía 24 años mas que ella), que no sólo era noble y héroe de la Guerra Civil, sino de una familia económicamente fuerte. Curiosamente la boda se celebró pocos días antes de las elecciones de 1936 que le dieron el triunfo al "Frente Popular".  Pero, mi madre jamás estuvo enamorada de su marido, ni sabía a su edad, lo que era el amor... Y así fueron naciendo sus hijos, mis hermanos Sonsoles, Francisco y Antonio.

Pero, entonces apareciste tú, joven, guapo, poderoso y triunfante, y mi madre sólo al verte se enamoró de ti (y esto y todo lo que me dijo lo decía mientras lloraba como una niña... "Carmen, no lo pude evitar, fue algo superior a mis fuerzas") y por lo que ella me contó también a ti debió pasarte algo parecido. O sea, que el amor llegó y que los Dioses o Cupido o quien fuese hizo lo demás.

Sí, anoche cayó la venda de mis ojos  y comprendí que lo vuestro fue un amor sincero, noble, hermoso y hasta romántico... Y te juro, y no por Dios en el que ya no creo, que también yo me eché a llorar porque comprendí en el acto que había sido injusta contigo... y que yo no había sido fruto de una pasión de amantes furtivos.

¡¡Y por eso te pido perdón!! "Carmen, él no tuvo la culpa de nada, aunque bien caro lo pagó". Anoche comprendí también lo que tú debiste sufrir.

Y por hoy lo dejo, ahora me siento mejor. Pero me gustaría saber qué opinas tú y si merece la pena y si estás dispuesto, tú también, a perdonarme el daño que te haya podido causar.

Un beso, "¡Don Ramón!"

P.D.: Naturalmente esto debe ser un secreto, nuestro secreto... y nadie, nadie, debe saber que nos escribimos.

-  Impresionante carta "Don Ramón" ¿Y qué hizo usted?

-  ¿Y qué podía hacer? Cogí pluma y papel y le contesté a corazón abierto, y hasta con dolor le expliqué lo que había sucedido entre su madre y yo. Aunque lo primero que tuve que señalarle fue que al contrario que su madre, que se había casado sin amor con el Marqués, yo me casé con "Doña Zita" muy enamorado.

Después le conté lo que había sucedido cuando supimos que su madre se había quedado embarazada. Porque nadie supo entonces que su madre, su marido, el Marqués de Llanzol, y yo tuvimos una reunión para decidir lo que debíamos hacer. En aquella reunión, que celebramos en el Escorial, yo les planteé mi aceptación de los hechos y que estaba dispuesto a reconocer a la  criatura que viniera al mundo. El Marqués, y todo hay que decirlo en su honor, se negó a ello en bien de la Marquesa y el crio que naciera. Según él el futuro de Sonsoles y su hijo saldrían perjudicados si el mundo sabía que ella había cometido adulterio y que aquel hijo era bastardo. También hablamos de lo que podría significar el reconocimiento de aquel niño en mi familia.

En resumen, los tres acordamos que lo mejor era que las cosas siguieran su curso normal... Y así lo hicimos. El Marqués recibió y aceptó la criatura como hijo suyo, y le dió sus apellidos, a mi pesar.

-  ¿Y después?

-  Después nació la criatura, que resultó ser una niña, y de momento todo se quedó en los rumores que circularon por Madrid. Pero un rumor no es un hecho, y todo fue normal, bien, hasta que sucedió lo que sucedió. ¿Y quién podía pensar en aquellos momentos, que la niña, andando el tiempo se iba a enamorar de un hijo mío? Ahí surgió el drama. Cuando plantearon su deseo de casarse ya no tuvimos más remedio que intervenir para evitar lo peor. Naturalmente, los más perjudicados fueron los jóvenes, ya que Carmen, ese nombre le había puesto el Marqués, se rompió y casi se vuelve loca. Sin embargo, la vida siguió y el tiempo fue borrando las heridas. Lo que sufrimos esos años su madre y yo quedó para nosotros, pues tuvimos que cortar nuestras relaciones. Esa fue la única condición que puso el Marqués para afrontar la situación. ¡Dios, y aquello sí que fue un castigo para los dos! ¡Era bella, muy bella; era culta, muy culta; era inteligente, muy inteligente y sobre todo era elegante, la mujer más elegante de su tiempo... y además estaba llena de amor! Sí, me volví loco, nos volvimos locos.

-  ¿Y cumplieron la condición que había puesto el Marqués?

-  ¡Dios, Merino, no me haga esa pregunta!... Porque lo que vivimos desde aquel momento fue un verdadero viacrucis, un martirio, ya que a nivel social no dejamos de vernos, incluso las familias pasábamos las vacaciones juntos en San Sebastián y aquella niña y mis hijos vivían aquellos días juntos y como verdaderos hermanos. Le juro, y no me gusta jurar, que vernos, sin poder vernos a solas, era una tortura. ¡Estaba siempre tan guapa! Muchas veces, muchos días, yo me inventaba algo para no bajar a la playa y no verla si era posible. Naturalmente, "Zita" también sufrió lo suyo. Pero, cumplimos... Y nuestro amor se fue enfriando y yo me enfrasqué de lleno en mi profesión. Pero, nunca podré olvidar lo que llegué a sentir por ella.

-  ¿Y después de esa carta del 72 que sucedió? – me atreví a preguntar yo.

-  ¡Oh, ya todo fue distinto! Mi hija y yo ya no dejamos de estar en contacto y con alguna frecuencia nos escribíamos. Pero, demos un salto en el tiempo y vayámonos al año 76 – entonces abrió de nuevo la carpeta azul, buscó entre los folios y sacó otra carta y me dijo: Tenga Merino, lea esta carta.

Yo cogí la carta y leí su contenido, llevaba fecha del 7 de julio de 1976 y en ella le pedía consejo sobre la oferta que le había hecho Adolfo Suarez, para nombrarla Directora del Gabinete de la Presidencia del Gobierno... Dudaba si aceptar o no.

-  Ya lo ve, Carmen dudaba y me pedía consejo... Y, como dice, la duda le venía porque sus ideas políticas no coincidían mucho con las de Suárez, a quien llamaba siempre "el falangista", y además le daba cierto miedo aceptar un cargo político. Yo la previne, como mejor supe, de los problemas que iba a encontrar, sobre todo por ser mujer y ser más inteligente  que la media. A pesar de ello aceptó y en Moncloa permaneció algún tiempo, algo más de un año, nada más, aunque como es público su presencia fue decisiva para que el Partido Comunista de Santiago Carrillo fuera reconocido y legalizado.


En fin,  querido Merino, y así pasaron los años. Ella al final se marchó de Eurodiputada.

Eso sí, en 1993, cuando murió mi querida "Zita", me escribió una larga carta que fue un bálsamo para mi hundido espíritu.

-  ¿Y no se vieron nunca "Don Ramón"?

-  Sí, sí que nos vimos. Nos vimos una vez en París y otra vez en Ginebra. Y en las dos Carmen estuvo supercariñosa conmigo y yo pude comprobar lo inteligente que era. Creo que ciertamente era el hijo que más se parecía a mí, y no sólo en lo físico. La segunda vez, en Ginebra, fue tras la muerte de su madre en marzo de 1996. Estaba muy dolida y triste, quizás porque el cáncer ya estaba dando la cara. A pesar de ello me dio una lección sobre el porvenir de Europa. Ella pensaba que no habría Europa de verdad hasta que no hubiese Unidad Política. Según ella las Relaciones Externas y las Fuerzas Armadas tenían que unirse, para que ante el mundo sólo hubiese una Europa y un Ejército europeo.

Y ese día no hubo más, ni volvió a hablarme de su hija... hasta 1999. El 29 de noviembre. "Hoy – escribí aquella noche en cuanto llegué a casa – he encontrado a D. Ramón hundido y llorando. Nada más entrar en la biblioteca-despacho donde está siempre me dijo entre sollozos profundos: ¿Sabe la noticia, Merino?... ¡Mi hija Carmen acaba de morir!... ¡Dios, D. Ramón! – dije, y también yo me alteré – ¿Y como ha sido?... ¡El cáncer, el maldito cáncer!.. Bueno, y como he podido he tratado de serenarle. ¡Sólo tenía 57 años, pobre chica!... y ya ves, y yo con 98 – añadió moviendo la cabeza"

Vi por última vez a "Don Ramón" en septiembre de 2001, el día que cumplía 100 años. Francamente ya estaba muy mal, pero su cabeza le seguía funcionando como siempre, la lucidez mental le duraría hasta el día de su muerte, acaecida poco después.

Aquel día me atreví a preguntarle por las cartas y por la carpeta azul.

-  No se preocupe, amigo Merino, algún día la Historia sabrá la verdad... y mire ese sobre abultado que hay dentro de la carpeta. ¿Sabe lo que contiene? ¡Ah, pero que inteligente era Carmen! ¡Mis cartas!, las que yo le había escrito a ella... me las devolvía para que yo dispusiera lo mejor para los dos cuando ella ya no estuviese. Además, y por primera y única vez, me llamaba "Padre" – y no dijo más, porque su voz se apagó y sus ojos se llenaron de lágrimas.

Don Ramón murió poco después, el 1 de septiembre del 2003, cuando sólo le faltaban 12 días para cumplir los 102 años.

DOS MUJERES Y UN DESTINO

Sonsoles de caza, Marquesa de Llanzol, fue según todos los que la conocieron y la prensa. Una de las mujeres más bellas de su tiempo y una de las más elegantes, tanto que mientras vivió fue modelo única del famoso modisto Balenciaga. Carmen Díez de Rivera, la hija, fue una de las mujeres más bellas de la España moderna. Tanto que durante su estancia en la Moncloa, como Secretaria del Gabinete del Presidente, la llamaban "La guapa de Suárez". Tuvo un papel importantísimo en los primeros pasos de la Transición y en la legalización del PCE de Santiago Carrillo.


Fuente


Agustín de Foxá el mejor notario del Madrid de las "checas comunistas". Madrid de Corte a Checa lo mejor que se escribió sobre el Madrid de la Guerra

 

Cuando yo me marché del Madrid rojo el 8 de septiembre ya estaban funcionando algunas de las más de 150 checas que llegaría a haber más adelante y hasta el final de la guerra. Entre ellas ya estaban funcionando: fueron: "La Checa del Círculo de Bellas Artes", que más tarde se cambiaría por "Checa de fomento", que dependía del "Comité Provincial de Investigación Pública" y este a su vez de la Dirección General de Seguridad.  "La Checa de la calle Marqués de Riscal", dominada por los socialistas, "La Checa de Narváez", manejada por los anarquistas libertarios, "La Checa de San Bernardo", regentada por los comunistas, "La Checa de la Guindalera", también en manos de los comunistas, "La Checa del Marqués de Cuba", en manos del Partido Sindicalista y para no aburrir más "La Checa de la comisaría de Buenavista", "La del Palacio del Conde de Leta", "La del Cinema Europa" y hasta la de "La estación de Atocha".

Es una pena que por razones políticas o ideológicas se encierre a un escritor en "la cueva de los silencios". Han sido muchos, según quien tuviese el Poder, los que han tenido esa desgracia. Porque entrar en "la cueva de los silencios" es como morir en vida. Te borran del mundo literario y te quitan el pasaporte de "progre" y tus obras, por muy importantes que sean, desaparecen de los medios de información y como consecuencia hasta de las librerías. En esta tarea hay que reconocer que la Izquierda Marxista es pionera y maestra: los Partidos comunistas, a nivel nacional y la Internacional comunista de Moscú, a nivel mundial. El "agit-pro" famoso.

Fue el caso de Agustín de Foxá, aquel escritor que deslumbró desde su primera obra "La niña del caracol" (1933) y llegó a la cumbre con su novela "Madrid de Corte a Checa", una de las mejores novelas españolas de la primera mitad del s.XX, al decir de Baroja y Azorín. Una novela, ciertamente, increíble que narra como ninguna lo que fue el Madrid rojo de la Guerra Civil. Un escritor del que diría Joaquín de Entrambasaguas en su extenso estudio en el que recogía la obra y "milagros" del madrileño: "Aun siendo poeta de excepción, dramaturgo importante, novelista magnífico y ensayista y periodista tal vez el primero de nuestro tiempo, Agustín de Foxá, como conversador inimitable – ingeniosísimo, certero, cuya agudeza rápida saltaba limpiamente de la ironía aguda a la justicia sin blanduras – estaba todavía por encima del escritor exquisito que era. El brillo de su ingenio verbal – muchas de sus ocurrencias se han hecho proverbiales – oscureció la calidad de su obra."

Tal fama alcanzó en aquellos años de la República por su ingenio y su oratoria que los organizadores de las tertulias literarias de aquel Madrid cuando invitaban a alguien a la tertulia de ese día siempre decían: "oye ¡y viene Agustín de Foxá! No te lo pierdas". Como muestra de su ingenio reproducimos, de ese momento, las dos anécdotas que le acompañaron mientras vivió. Un día un periodista le preguntó por qué siendo tan "progre" y tan rebelde era de Derechas, respondió: "Gordo; con mucha niñez aún palpitante en el recuerdo. Poético, pero glotón. Con el corazón en el pasado y la cabeza en el futuro. Bastante simpático, abúlico, viajero, desaliñado en el vestir, partidario del amor, taurófilo, madrileño con sangre catalana. Mi virtud, la imaginación; mi defecto, la pereza. Soy conde, soy gordo, fumo puros; ¿cómo no voy a ser de derechas? Todas las revoluciones han tenido como lema una trilogía: libertad, igualdad, fraternidad fue de la Revolución francesa; en mis años mozos yo me adherí a la trilogía falangista que hablaba de patria, pan y justicia. Ahora, instalado en mi madurez, proclamo otra: café, copa y puro."

Pero vayamos a la biografía. Agustín de Foxá y Torroba nació en Madrid el 28 de febrero de 1906 y murió en Madrid el 30 de junio 1959. Por herencia ostento los títulos de III Conde de Foxá y IV Marqués de Armendáriz. El condado de Foxá fue creado por Isabel II en 1866 y el Marquesado de Armendáriz en 1853. Estudio en Madrid el Bachillerato en el Colegio del Pilar y Derecho en la Universidad Central. En 1930 ingresó en la carrera diplomática y como tal pasaría por Sofía (Bulgaria), Bucarest (Rumania), Roma (Italia), Helsinki (Finlandia), La Habana (Cuba) y Londres. Durante los años universitarios fue miembro de la FUE, hasta 1933 que se afilió a Falange. Sus primeras obras fueron "La niña del caracol", en 1933, y en 1936 "El toro la muerte y el agua".

Aunque ya era famoso antes de ser escritor, porque por su ingenio y su humor y su oratoria (no se conformaba con hablar bien si no provocaba la carcajada) en las tertulias de los grandes (la del "Café de Levante", donde mangoneaba Valle-Inclán; la del "Gato Negro", que presidia Jacinto Benavente. La del "Pombo", de Ramón Gómez de la Serna; la del "Café Colonial", la de "Fornos", la de "La granja del Henar", donde dominaba Ortega y Gasset, la de la "Cafetería Valera", dominaban los hermanos Machado. Y estaba también "La ballena alegre" en la que José Antonio Primo de Rivera se reunía casi todos los días con sus "poetas falangistas". Y otras muchas. Pues a todas ellas asistía el joven Foxá y en todas ellas era recibido con abrazos, porque entre tanta gente era él quien llevaba la alegría, la gracia y la juventud de aquella Segunda República que con tanto entusiasmo llegó el 14 de abril.

Porque en ellos derrochaba su ingenio. Un día, que llegó tarde, como casi siempre, a la tertulia del "Gato Negro" se dio cuenta que estaban hablando de él, porque era costumbre entre los tertulianos criticar al que llegaba tarde. Entonces, sin inmutarse, aun, que con una sonrisa que le llegaba de oreja a oreja, les dijo: "Señores, seguid hablando, si a mí no me importa lo que seguro estáis comentando, que tengo una mujer bellísima y que me pone los cuernos, pues sabéis lo que os digo: Prefiero una maravilla para dos que una mierda para mí sólo. Y naturalmente, sonaron las carcajadas"

Otro día le preguntaron por la Falange ¿Para ti que es la Falange? Y respondió: "La Falange es una hija adulterina de Carlos Marx y de Isabel la Católica"

Y al Embajador inglés, en una cena de Gala en la propia embajada, cuando se hablaba del fanatismo de los españoles que eran capaces de dar su vida por cualquier cosa le dijo: "Es cierto, señor Embajador, están siempre dispuestos a morir por la dama de sus pensamientos o por un punto de honra o amor propio, pero le aseguro que morir por la Democracia les parece tan tonto como morir por el sistema métrico decimal".

Y así podríamos seguir hasta llenar un libro. Aunque no me resisto a recordar aquella otra que se cuenta sobre una cena en la embajada de Cuba. Al parecer la señora embajadora se pasó toda la cena sin cesar de despotricar contra España y el descubrimiento y la conquista de América.

—   Señora, me extraña que hable usted tan mal de España siendo usted seguramente descendiente de algún español.

—   Señor Foxá ¡yo no soy descendiente ni quiero serlo de ningún español! – dijo la Embajadora hasta con furia.

  • Pues mire, está claro, o desciende usted de españoles o todavía se le notan las plumas de sus antecesores indios en la cabeza

Aunque también hubo anécdotas que le venían de fuera. Se dice que un día algunos colaboradores de ABC se quejaron al Director, (en ese momento Juan Ignacio Luca de Tena), porque, según ellos, publicaba más artículos de Foxá que de ningún otro. A lo que Don Juan Ignacio respondió: "Eso no es del todo verdad, es verdad que le publico todos los que escribe, como es verdad todo eso que decís de él, que es gordo, que es conde y que fuma puros... bueno, pues aunque me digáis que es el más vago de España y hasta un "bon vivant" y alcohólico yo os  seguiré diciendo lo mismo: Foxá escribe como los ángeles y parece haber  nacido para articulista del ABC".

También se cuenta lo que, años después, diría Baroja tras leer su novela "Madrid de Corte a Checa": "Dejaros de tonterías y de "pegos", todo lo que os pasa es puta envidia. Os digo una cosa, que ya me gustaría a mí haber escrito esa novela"

Luca de Tena tenía razón. Los artículos de Foxá habían conquistado no sólo a los lectores habituales del periódico sino también a sus propios críticos.

El 18 de julio

Pero llegó el 18 de julio y su vida cambió, como la de tantos españoles, intelectuales o no. Tras el triunfo del "Frente Popular", en el que se habían integrado todas las Izquierdas, las cosas empeoraron y mucho más cuando el 13 de julio apareció el cadáver de Calvo Sotelo, el líder de las Derechas, a las puertas del Cementerio del Este, asesinado de varios disparos en la cabeza. Porque aquello era ya la Guerra Civil.

Una guerra que llegó tras el fracaso de la sublevación militar de Madrid y la caída y matanza del Cuartel de la Montaña. Fue algo horrible y el general Fanjul, responsable de la rebelión, fue fusilado días después.

¡Y Madrid quedó en manos de los milicianos, ya armados hasta los dientes!

¿Cómo fueron aquellos primeros días en el Madrid republicano? ¿Cómo vivió Agustín de Foxá esos días? Y no hay que olvidar que José Antonio y algunos directivos de Falange estaban ya en la cárcel. Pero, ¿quién mejor que el propio Foxá para contarnos aquellos primeros días? Por su interés reproduzco una de las cartas que le escribió a sus padres y a su hermano:

"SOBREVIVIR EN MADRID

(VERANO DE 1936)

Madrid, 21 de julio de 1936

Queridos padres y hermanos: Os escribo después de haber pasado uno de los días más horrorosos de mi vida. Desde las cinco de la madrugada hasta las nueve de la noche, es decir, durante dieciséis horas, hemos estado sometidos a un fuego intensísimo de fusilería. Todo el día han estado pasando camiones con milicias comunistas erizadas de fusiles. Pasaban obreros con correajes y cascos de soldados encontrados en los despojos del Cuartel de la Montaña. Aquello era un montón de ruinas. Decían que el patio estaba sembrado de cadáveres. Allí han muerto más de quinientos hombres. A media mañana las milicias se dirigieron hacia el Pacífico. Se oía hacia la basílica de Atocha un lejano cañoneo.

La emoción era terrible. Pasaban las ambulancias con heridos y el ruido de los disparos era ensordecedor. Nos mandaron abrir todos los balcones. Comí en el piso de los porteros. A media tarde aumentó el tiroteo. Hacia las cuatro paró un camión de la CNT en el portal de casa. Me acordé de mamá y del espanto que hubiera sentido al ver invadir aquellos milicianos, vestidos con monos de mecánico, armados con fusiles y pistolas, el portal de nuestra casa diciendo que desde ella se había tirado. Yo y el ama, que estuvimos bastante heroicos, bajamos la escalera y les salimos al encuentro convenciéndoles de que no se había tirado. Cuando estábamos abajo, de las casas de enfrente surgió un violento tiroteo. Cayó una bala entre Deogracias y nosotros. Deogracias no se movió de la puerta, excitando la admiración de los mismos milicianos, que a viva fuerza lo retiraron. Durante diez minutos estuvimos sufriendo el fuego, pues no quisimos subir al piso para que si volvía a surgir sin sus jefes poderles calmar. Un obrero, sin embargo, me dijo mirándome fijamente: «A lo mejor estamos aquí en la boca del lobo». Sé que el niño de la Ascensión y un carbonero dijeron que esta era una casa sospechosa.

Como arreciaban los disparos, los milicianos, desde nuestro portal, hicieron fuertes descargas contra la casa de enfrente. De pronto alguien opinó que tiraban desde el tejado de la iglesia. Inmediatamente acordaron quemarla. Del depósito de un camión sacaron unos cubos de gasolina. Diez minutos después un humo denso invadía, como una niebla, la calle de Atocha. Hacia las ocho decreció el tiroteo. Vi pasar un muerto en un camión. Las llamas de la iglesia se reflejaban en los miradores de las casas de enfrente. Pasaron motos con guardias civiles con el puño en alto. Con ruido de chatarra cruzaron dos tanques atados con cadenas. Los milicianos llevaban correajes nuevos, de soldados, conquistados en el cuartel. Había más de dos mil muertos. Cerró triste la noche, entre tiros aislados y las sirenas lúgubres de las ambulancias. Todos los vecinos vinieron a hablarme, porque ya caían chispas encendidas en el patio.

Mandamos echar cubos de agua al interior y empapar las paredes. Era tremendo. En la noche se veía la inmensa hoguera y las brasas caían como una lenta nevada.  Una de ellas lo hizo en las obras de la sedería de la esquina y prendió la paja. Echaron cubos de agua y la apagaron. Pero los milicianos prohibieron que se volvieran a asomar. La gente, en la calle, esperaba a que se desmoronara la cúpula. El humo era asfixiante. Me acordé de la pobre cúpula, tan cuidadosamente arreglada por el párroco. Los pájaros, que antes volaban chillando alrededor de la Cruz, volaban enloquecidos sobre el humo.

Cerró la noche entre disparos aislados. Bajé a la tertulia del sastre donde las mujeres sollozaban. El resplandor del fuego enrojecía la calle y los cristales. Ya sería ceniza San Nicolás y el San Rafael de la antigua Juventud Católica.

Cené y me acosté. Caían chispas en el patio y volaban leves papeles carbonizados. Pensé que alguno de ellos sería mi partida de bautismo o la de Ignacio. De madrugada todavía se oyeron unos tiros.

Abrazos.

Agustín

 

Guéthary, 12 de septiembre de 1936

Querido Jaime: Al fin he pasado la frontera después de 48 días de infierno en Madrid.

El día 21 de julio estuve a punto de ser fusilado. Eran las cuatro de la tarde cuando oí gritos y blasfemias en la escalera y empezaron a golpear la puerta con las culatas. Di orden al ama que abriera y entraron ocho facinerosos que me apuntaron. El jefe me puso el revólver en el pecho y dijo que me habían visto disparar por el balcón y que iba a ver lo que me pasaba. Cuando estaba en esta situación trágica subió una mujeruca desgreñada, con un lazo rojo, gritando: «Este es, camarada, yo lo he visto». Naturalmente me di por muerto.

Afortunadamente llevaba mi nombramiento de cónsul en Bombay con la firma de Barcia, y les dije que yo era un escritor que había conocido a Barcia en la redacción de El Liberal y que se me daba aquel sueldo de 75.000 pesetas para premiar mis servicios al Frente Popular. Aquello les impresionó algo y empezaron un registro que duró cuatro horas. Figúrate mi espanto cuando llegaron a nuestro cuarto y vi que sobre el armario quedaban unos cien «No importa» y otros folletos de Falange. Si los llegan a encontrar a estas horas tu honorable hermano estaría criando malvas en el húmedo terreno de la Casa de Campo.

La vida en Madrid es espantosa. Ya han fusilado a más de 12.000 personas. Aparecen los cadáveres en las tapias del cementerio, en los alrededores de la plaza de toros de Tetuán, en los altos de Maudes y en la Moncloa, como en 1808. Se oye comúnmente decir «ayer en el solar de al lado de mi casa aparecieron dos. Debían ser señoritos porque tenían los dientes de oro». En la pradera de San Isidro, las hijas de los chisperos y las manolas acuden a las cuatro de la mañana para ver los fusilamientos rodeadas de sus críos. Cuando el reo dice una frase arrogante, le aplauden como si diera una bella verónica. Al hijo de Güell le dieron una gran ovación porque murió gritando «Viva Cristo Rey». A los cobardes les silban como a los toros mansos.

Se han apoderado de todos los palacios y los han convertido en radios comunistas o en ateneos libertarios. En el Círculo de Bellas Artes funciona la gran checa roja (qué bien vendría una bomba de aviación). Un tribunal grotesco, en mangas de camisa —risotadas y cajas de cerveza—, juzga sobre la vida y la muerte en medio de un bazar de hogares violados (allí alfombras, armas antiguas, joyas, mantones de Manila y Cristos de marfil).

Las primeras noches todos los grandes palacios tenían encendidas las arañas, como si dieran un gran baile trágico.

Por las calles los coches de la FAI, terribles, ocupados por bandidos, flameando la bandera pirata, roja y negra, sobre los faros.

Me he mudado cuatro veces. Unos días los pasé en casa del tío Juan hasta que una madrugada vinieron por él. Fue una salida trágica a la luz verdosa del alba entre grupos que nos daban el alto y en un coche de la policía. Lo detuvieron porque un amigo estúpido de Córdoba dijo, por radio, que se comunicara al número de su teléfono que la fábrica de esmaltes funcionaba normalmente. Creyeron que esto era una clave. Estuvo un día, y como las milicias habían metido pistoleros entre los detenidos, pasaron una noche de horror esperando el tiroteo. Muchos se confesaron con los curas que había detenidos. Al fin lo soltaron y ahora está con tía Sara y José Luis en casa de la tía Martina.

Allí viví también unos días logrando hacer una especie de ficción jurídica, pues conseguimos que a José María le dieran en el Ministerio un carnet de agregado diplomático, con lo cual izó la bandera argentina y puso la placa de la Embajada. Una noche, sin embargo, las milicias tirotearon su coche y quisieron asaltar el hotel. Mientras pugnaban por entrar, yo telefoneé a la Dirección de Seguridad y al encargado de negocios argentino. Al fin les convencieron y nos dejaron.

Hace veinte días una radio comunista se incautó de la casa de Atocha. Llevaron a Bellas Artes las joyas de mamá y armaron la gran juerga emborrachándose con el vino de Lanciego. Subieron unas putitas (llamadas enfermeras o milicianas) a las que vistieron con los trajes de noche de mamá. Uno de ellos se puso mi uniforme diplomático y bailó con él. Luego se acostaron con ellas en nuestras camas. Aún siguen allí; han abierto todos los armarios, leído todos los documentos y, hace poco, se incautaron también de la casa de Ibiza.

Iban a matar a papá y a uno de nosotros. Se hartaron de decir que ya sabía aquel marqués lo que se hacía al irse al extranjero, porque tenían una ficha terrible contra él y uno de sus hijos, que era fascista.

Los últimos días dormí en el Ministerio. El aspecto de Madrid era trágico, por miedo al bombardeo. Los faroles de gas estaban pintados de azul, así como las luces de los tranvías. Al atardecer venían los aviones. No te puedes imaginar lo que ha contribuido esto a bajar la moral del pueblo. Lo importante es que se intensifique. Los sitios mejores de bombardeo serían la plaza de toros de Tetuán, el Círculo de Bellas Artes, el palacio de Villapadierna, frente a Correos, y el Teatro de la Ópera, donde han almacenado enorme cantidad de explosivos.

No ha quedado un cura ni una iglesia. La nuestra ardió en los primeros días. En la iglesia de San José han vestido al Niño de la Bola de miliciano; en Santa Cruz hay un centro gastronómico. Es todo un símbolo del marxismo materialista; sacos de patatas y jamones en los altares de los arcángeles. En la iglesia del Carmen se exhiben las momias de los frailes en posición obscena sobre las de las monjas.

Hay, al día, de ochenta a cien fusilamientos.

Necesito que me hagas un favor. Ya sabes que, antes de la revolución, me destinaron a Bombay. Después me dejaron «en comisión» en el Ministerio y últimamente, encontrándome muy en peligro, pedí al ministro que me dejara marchar a mi puesto. No puedes figurarte las intrigas que he hecho. Al fin me trasladaron a Bucarest y gracias a esto he podido salir de Madrid, vía Valencia-Barcelona.

Ningún diplomático de Madrid ha presentado la dimisión. Hacer esto, en aquel infierno, era ser condenado a muerte. Al salir seis de Madrid, los compañeros nos exigieron palabra de honor de no dimitir, ya que ellos quedaban de rehenes. No podemos, por tanto, dimitir, pero es necesario que hagas llegar a la Junta de Burgos que de esos seis, cuatro, cuyos nombres daré oportunamente, vamos con el decidido propósito de boicotear por todos los medios al Gobierno de Madrid. Únicamente dimitiríamos si se nos mandara comprar armas.

Ten cuidado con esta carta, no sea que te comprometa. Si es necesario, quémala. Ten mucho cuidado. Escríbeme al Hotel Guetharia. Aquí me enteré por monsieur Silvent de tu paso hacia España. Ten mucho cuidado y piensa que papá está enfermo, que eres su favorito y que cualquier herida que tuvieras a él le mataría. Ricardo ha corrido un terrible peligro. Yo lo saqué de su casa y lo llevé a la Embajada de la Argentina, donde está tranquilo. Han fusilado al padre Miguel, de los marianistas, y a los dos hermanos de Andrés Sáenz de Heredia. Supongo que Campos será uno de los héroes del Alcázar.

¿Se sabe algo de José Antonio? Voy a intentar ir a Lisboa antes de llegar a Bucarest.

Dale un fuerte abrazo al tío Felipe; sus requetés se han portado en Irún.

Escríbeme largo y tendido sobre lo que pasa por ahí y dame noticia de los amigos. Mi impresión es que el triunfo militar es indudable. Ten mucho cuidado; cumple, pero no hagas tonterías.

Un fuerte abrazo.

Agustín

P. D. Los otros diplomáticos afectos son: Ramón Sáenz de Heredia, R. Martínez Artero y Ángel Sanz Briz."

Pero, esto y mucho más es lo que Foxá refleja en "Madrid  de Corte a checa", la novela que Baroja hubiera querido escribir, la mejor novela que se escribió sobre el Madrid de los "paseos" y los fusilamientos en los jardines por los milicianos radicales. La novela consta de tres partes bien diferenciadas: la primera, "Flor de lis", la dedica a la caída de la Monarquía y la llegada de la República. La segunda, "Himno de Riego", a los 5 años de la República y la tercera, "La hoz y el martillo", que es en la que describe magistralmente lo que fueron las "checas" de Madrid y la actuación de los "rojos". Foxá escribió "Madrid de Corte a checa" entre diciembre de 1936 y septiembre de 1937. Lo que quiere decir que la novela no abarque el último año de lo que sucedió en Madrid.

Pero, como es casi imposible describir la belleza con la que Foxá narra aquellos días y meses me limito a reproducir uno de los capitulitos de la tercera parte:

"TENÍAN cerrados los balcones de la casa. y se reunían en las habitaciones interiores, tristes, con la luz de yesos de patio.

Paseaba don Carlos por su vieja sala isabelina. Doña Rosa y Teresa trabajaban, ayudadas por una antigua criada.

  • ¡Qué honor, Dios mío!

Cortaban con unas tijeras, en menudos trocitos, el uniforme de mayordomo de don Carlos. Recortaban los bordados de oro, con flecos de tela azul. Deshilachaban las ramas de roble del cuello y de las rojas bocamangas. Y tiraban aquellos trozos a la estufa, que daba un olor a trapo quemado.

El peligro afinaba los nervios. Los hacían quebradizos. Dolían los ruidos más sencillos. Eran descargas, derrames nerviosos, el timbre en la escalera, el frenazo de un coche.

  • ¡Ya están ahí, ya vienen!

Y la preocupación era esconder a los hombres.

—    Tú, Adolfo, súbete al cuarto de los tíos.

  • Mejor a la buhardilla.

Porque aquel día habían cercado la casona de Puerta Cerrada. Eran milicianos de la F. A. I. Daban órdenes, abajo, que helaban de terror a doña Rosa. Tiroteaban desde la Cruz de piedra.

— Alto el fuego, camaradas.

— Vosotros, a vigilar la plazuela.

Golpearon la puerta.

— ¡Pronto, abrid!

Teresa pretendía meter el lío de los jirones del uniforme por la boca estrecha de la estufa. Pensó que iba a ser peor porque saldría el humo y notarían el olor. Lo escondió detrás del balcón.

  • Señor mío Jesucristo...

Rezaba la madre. Abrieron la puerta. Las mujeres cayeron de rodillas, sujetándoles. Adolfo se había escapado a la azotea. Se escondió en el desván, entre los polvorientos baúles de las criadas, la ropa tendida y las telarañas. Había al lado suyo una sucia ratonera de alambre, un caja con sombreros viejos de su madre y una careta de Pierrot de un antiguo carnaval. Se agachaba bajo las vigas.

En el principal, don Carlos recibía a los milicianos con dignidad. Toda la rancia aristocracia española, como la frívola de Puerta de Hierro, había recobrado ante la muerte sus lejanas virtudes ancestrales. Parecía que descendía a ellos la Sangre azul de los viejos cuadros, de los caballeros de gola de encaje, de los oidores y virreyes, dormidos entre marcos dorados en las olvidadas galerías.

—    ¿Dónde está tu hijo?

—    No sé. Hace días que no viene por casa.

  • ¡Mientes! Vamos a registrar todo el piso.

Temblorosa, haciendo esfuerzos para sonreír, doña Rosa, estrujando su dignidad, procuraba aplacarlos:

— ¿Quieren tomar algo; una copita?

Y Teresa coqueteaba, venciendo su repugnancia, para salvar a su hermano:

— Siéntese; estará usted cansado.

Todavía, olvidando el tuteo, empleaban las antiguas fórmulas:

— Figúrese, señorita.

Alborotaba el responsable mirando el pasaporte del conde:

— Para toda Europa, excepto Rusia. Esto es faccioso.

— Antes los daban así. La República no había reconocido a los soviets.

Le miraba estúpido, guiñando un ojo, con tosca malicia campesina.

— Buenos están "tos" ustedes. No debíamos dejar ni uno.

Aquella marea de brutalidad seguía subiendo. Registraron los pisos últimos y llegaron a la buhardilla. Adolfo se sentía perdido. Sólo poseía el carné de oficial de complemento, que en aquellos momentos era una sentencia de muerte. Les oyó entrar aterrado. Y se quedó acurrucado; no respiraba. Retuvo la tos y un estornudo que le hormigueaba en la nariz. Vio cómo movían los polvorientos muebles carcomidos, el lavabo de madera y las sillas rotas. Uno hurgaba cerca de él. Notaba su mano enorme -y era la mano de la muerte-, que levantaba paños y telas y se aproximaba. Al fin le tocó. Notó sus dedos en su pelo. Estaba perdido. La mano rodeó toda su cabeza. Le tiró ligeramente de los cabellos. Y, asombrado, oyó que aquel hombre decía:

— Aquí no hay nada.

Insistían los otros:

— ¿Has mirado bien?

Para que supiera el nombre de su salvador, contestó el miliciano:

— Como me llamo Francisco Sánchez, que aquí no hay nadie.

Recordó Adolfo. Francisco Sánchez era un antiguo sargento de su regimiento. No eran todos iguales. Entre tanto espanto todavía había un hombre que acariciaba su cabeza. Y la salvaba para honor de la especie.

Bajaron irritados. Pero el jefe resolvió brutalmente la cuestión. Se acercó a don Carlos.

— Tú respondes por tu hijo; vente con nosotros.

Don Carlos no intentó resistir.

  • ¡Canallas; cobardes!

Porque las mujeres lo defendían valerosamente, cogiéndoles las manos, reteniéndoles. Roto el encanto social, al verlas así, desgreñadas, llorosas, ya como sus propias mujeres, los milicianos las perdían el respeto.

  • Cállate.

Y las lanzaban contra las paredes.

Bajaba entre los "monos" azules y máuseres don Carlos, viejecito, con su noble cabello blanco y su traje rozado. Le metieron en un coche. Sobre la carrocería oscura habían escrito con tiza: "Grupo de la mala sangre".

Le llevaron al "Ateneo Libertario" de la Guindalera. Era una sala enyesada, y hombres en mangas de camisa, feroces, entre botellas de cerveza y bromas, haciendo un simulacro de tribunal.

—    ¿De dónde eres?

—    De Madrid.

—    ¿Edad?

—    Sesenta y ocho años.

—    Se te acusa de haber dado dinero a "Renovación" para las últimas elecciones.

—    No es verdad; yo nunca me he metido en política.

  • Puedes retirarte.

Bebían.

— ¡Qué caliente está esa cerveza!

Se miraban sonriendo.

— ¿Qué, "paseo"?

— ¡Hombre, como las balas!

El sargento Sánchez intentó defenderle. Fue inútil. A medianoche, un miliciano entró con una linterna; iluminaba, rosa, los rostros adormilados; eran trágicos aquellos ojos, desorbitados por el terror. Voceaba.

— ¡Carlos Ribera, ex conde de Sajera; Dionisio Pérez y Juan Hernández!

Se adelantaron los tres. Salieron. Hacía una noche serena, estrellada. Los metieron en un gran coche negro, de lujo, pero ya viejo.

No hablaban; sabían que iban a la muerte. Y a don Carlos se le llenaban los ojos de lágrimas, pensando en Rosa, su mujer; en Teresa, en Adolfo, escondido en el desván por el que moría, y en su hija Pilar.

Ya apagaban los faroles por miedo a los bombardeos, y los tranvías últimos pasaban por las Rondas con sus lucecillas trágicas, pintadas de un azul verdoso. Cruzaban por delante de su casa. Ya estaría él a esas horas, en su alcoba, leyendo sus libros, bajo la luz amiga de la lámpara familiar. Miró a sus compañeros; uno era un muchacho joven, de la edad de su hijo; el otro un hombre maduro, de aire eclesiástico. Pararon frente a las vallas puntiagudas de unos solares. Bajo el farol, con su bombilla pintada, unos carteles anunciaban un festival en la Zarzuela a beneficio de los Hospitales de sangre. Y había salido la luna.

-Poneos ahí.

Los alinearon contra la pared de ladrillo de una casa. No sabía cómo se llamaban, quiénes eran, aquellos hombres, con los que dentro de unos segundos iba a hacer el gran viaje sin retorno.

— ¿Queréis algo?

El muchachito alargó un papel:

  • Que telefoneéis a este número, a mi madre.

Y les entregó una medalla.

Se aproximó a don Carlos un miliciano.

  • Bueno, dame el reloj; porque no te va a servir para nada en el otro mundo.

Ordenó el jefe.

  • Uno a uno.

Así duraba más el espectáculo. Fue el primero el jovencito. Estaba pálido. Le apuntaron y en un segundo vio toda su infancia de niño mimado y a su padre regañando a su hermano cuando le apuntaba con una escopeta de aire comprimido. "No se debe jugar con las armas, el diablo las carga."

¡Qué pensaría ahora su padre, viéndole solo, niño, abandonado en la noche, ante seis fusiles cargados!

— ¡Dios mío!

Cerró los ojos y apretó la boca. Tenia cerrados los puños, convulsos, clavándose las uñas en la palma.

  • ¡Padre mío!...

Sonó una descarga. Cayó como una ropa desprendida de un alambre.

El señor taciturno se limitó a gritar.

— ¡Viva Crist...

No pudo terminar. Le volaron la frente, salpicando de masa encefálica los ladrillos.

Don Carlos murió con dignidad.

— ¡Viva España!

Aún se removía en el suelo. Flexionaba las piernas y las extendía convulso.

— Parece un conejo.

—  Dale a ese, que "entoavía" se mueve.

Un miliciano apoyó su revólver en la cabeza blanca.

Al amanecer, estaban rígidos, acartonados. Se llenaba de hormigas la boca del muchacho, caído de bruces sobre su sangre seca.

En la lechería cercana, la "señá" Remigia comentaba el hallazgo

  • Pues hoy hay tres besugos en el solar de Maudes. Y debe ser gente gorda, porque mis chicos anduvieron "pa" allá enredando y dijeron que tenían los dientes de oro."

La novela se publicó el año 1938 y fue tal su éxito que en 1939 ya había una edición en francés y otra en inglés.

Sin embargo, en Madrid no se presentó hasta 1940, en el I Año Triunfal, según se decía entonces, y en el acto de presentación el propio Foxá pudo ampliar algunas cosas de la novela. Según el autor algunos le habían criticado la falta de rigor en algunos de los datos y la falta de detalles sobre las "checas".

—    Es verdad, hay quien me acusa de no haber dado más detalles de las checas, pero a esos le recuerdo que "Madrid, de Corte a Checa" es una novela y no un ensayo. Aunque podía haberlo hecho. Es cierto que yo sólo viví aquel Madrid unos 50 días, los que van del 18 de julio al 8 de septiembre, pero, cuando yo empecé a escribirla en octubre-noviembre del 36 mi amigo y camarada Sánchez Mazas me proporcionó un gran "dossier" en el que se recogía una relación bastante completa e incluso datos sobre el control de las mismas y sus "modus operandi". Según ese informe, y por lo que yo mismo pude apreciar el tiempo que permanecí en Madrid, hubo más de 150, aunque las primeras en entrar en actividad fueron: "La Checa del Círculo de Bellas Artes", que más tarde se cambiaría por "Checa de fomento", que dependía del "Comité Provincial de Investigación Pública" y este a su vez de la Dirección General de Seguridad. Otras fueron "La Checa de la calle Marqués de Riscal", dominada por los socialistas, "La Checa de Narváez", manejada por los anarquistas libertarios, "La Checa de San Bernardo", regentada por los comunistas, "La Checa de la Guindalera", también en manos de los comunistas, "La Checa del Marqués de Cuba", en manos del Partido Sindicalista y para no aburrir más "La Checa de la comisaría de Buenavista", "La del Palacio del Conde de Leta", "La del Cinema Europa" y hasta la de "La estación de Atocha"

—    ¿Y qué misión tuvieron esas checas?

  • ¡Oh, Dios! Aquellas checas surgieron porque las cárceles oficiales ya estaban saturadas y rebosantes y entonces, como el Gobierno, los Partidos Políticos, los Sindicatos y las Agrupaciones de Milicianos sólo tenían en aquel momento una obsesión: acabar con la "Quinta columna", decidieron cada cual montarse su propia cárcel, aunque con el paso de los días y los meses las checas llegaron a ser el terror de los madrileños, porque el que entraba en una de ellas ya sabía lo que le esperaba, torturas y "paseo" hasta el paredón de fusilamiento.
  • ¿Y cuántos murieron vía de las checas?
  • No se sabe, yo en mi novela hablo de hasta 20.000, pero esa cifra venía de los rumores y no de confirmaciones exactas. Ahora se está procediendo, si se puede, a hacer un balance con nombres y apellidos de los asesinados. Puede que fueran más o pueden que fueran menos.

Pero, Foxá no pudo decir más, sino recordar que él consiguió salir y salvar la vida gracias a que el Ministro de Exteriores, que le había quitado el consulado en Bombay en un gesto humano le mandó de Cónsul a Bucarest, y en la diplomacia pasó casi todo el resto de su vida. Lo que sí está claro es que Agustín de Foxá por su novela "Madrid, de Corte a Checa", fue borrado del mapa de los escritores españoles e introducido en "la cueva de los silencios" y no sólo por entonces sino por siempre. A la Izquierda, a todas las Izquierdas no les interesó, ni les sigue interesando, que se recuerde el crimen y el "holocausto" que fueron aquellas checas.

Pero, a mí sí me ha interesado saberlo todo sobre "aquello" y he encontrado y utilizado 4 obras bien documentadas: la de Cesar Vidal, la de Salas Larrazábal, la de Rafael Casas de la Vega y la del anarquista José Peirats. Por las tres primeras, aunque tampoco ellos se ponen de acuerdo, la cifra de muerto. Cesar Vidal da como válida 11.705; Salas Larrazábal, 16.449 y Casas de la Vega 8.500.

Y en la obra "La CNT en la Revolución española" de Peirats encontré una descripción de cómo eran aquellas checas por dentro y qué se hacían con los entraban en ellas (en  este caso de la checa del SIM, ubicada en los sótanos del Ministerio de Marina, por el que también pasó como Ministro el socialista Indalecio Prieto). Escribe Peirats:

"Las checas del SIM eran tenebrosas, instaladas en antiguas casas y conventos. El régimen de torturas que se aplicaba era el procedimiento brutal: palizas con vergajos de caucho, seguidas de duchas muy frías, simulacros de fusilamiento y otros tormentos horrorosos y sangrientos. Los consejeros rusos modernizaron esta vieja técnica. Las nuevas celdas eran más reducidas, pintadas de colores muy vivos y pavimentadas con aristas de ladrillo muy salientes. Los detenidos tenían que permanecer en pie continuamente, bajo una potente iluminación roja o verde. Otras celdas eran estrechos sepulcros de suelo desnivelado, en declive... los recalcitrantes eran encerrados en la «cámara frigorífica» o en la «caja de los ruidos» o atados a la silla eléctrica. La primera era una celda de dos metros de altura en forma redondeada; al preso se le sumergía allí en agua helada, horas y horas, hasta que tuviese a bien declarar lo que se deseaba. La «caja de los ruidos» era una especie de armario, dentro del cual se oía una batahola aterradora de timbres y campanas. La «silla eléctrica» variaba de la empleada en las penitenciarías norteamericanas en que no mataba físicamente."

Y ya lo saben, yo ni quito ni pongo rey pero ayudo a mi señor, y mi señor será siempre la verdad y la Historia... (o la intraHistoria).


Fuente

El mito del Euskera perseguido por Franco, por Francisco Torres

  Lamentablemente, cuando hoy alguien busca información sobre un tema acude de forma inmediata a la red. Un lugar donde cabe cualquier cosa ...