miércoles, 16 de agosto de 2023

Vaquero Oroquieta: "En el País Vasco y Navarra hay un déficit enfermizo de libertad pública, ideológica y mental"

 


Fernando José Vaquero Oroquieta (Pamplona, 1961), funcionario de la Administración Central del Estado y prolífico articulista, es actualmente uno de los escritores más destacados del panorama intelectual español. Autor de varios libros, entre los que destacan De Navarra a Nafarroa y La Constelación Masónica, ambos editados por La Tribuna del País Vasco, donde mantiene desde hace una década la columna Disidente por obligación, Vaquero Oroquieta acaba de publicar ahora, de la mano de Ediciones Pompaelo, De ETA a EH Bildu. Las pieles de la serpiente. Se trata del segundo volumen del proyecto El nacionalismo vasco y Navarra, que sigue a su anterior ensayo Biografía no autorizada del PNV. En este reciente trabajo, Vaquero Oroquieta estudia en una apretada síntesis la poliédrica historia de la organización terrorista ETA: desde sus orígenes en la órbita del PNV a su protagonismo político. Tal y como se señala en la presentación del libro, "ETA ya no mata, efectivamente, pero las secuelas individuales y sociales derivadas de varias décadas de terror perduran en muchos de sus más íntimos mecanismos sociales, marcando patológicamente la sociología actual del País Vasco y de Navarra. Por otra parte, el creciente fenómeno de una izquierda abertzale disidente autodenominada proletaria, en evidente ruptura con sus mayores, exige un esfuerzo continuo de memoria y análisis que no pierda de vista la naturaleza y raíces de aquel fenómeno tendencialmente terrorista, así como sus mitos, sus principales características mantenidas a lo largo del tiempo, las complicidades que ganó, y sus derivas y expresiones colectivas".

En los últimos años se vienen publicando numerosos títulos especializados y muy consistentes en torno al terrorismo de ETA. ¿Qué aporta, en este panorama editorial, su nuevo ensayo?

Es cierto. Seguro que se refieres a los nuevos libros sobre la Guardia Civil y su lucha contra ETA, testimonios de víctimas, el papel de la Policía Nacional, experiencias en primera persona de políticos relevantes, los efectos económicos del terrorismo... En ese sentido, la existencia del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo de Vitoria ha impulsado, en buena medida, tan necesaria labor, minuciosa y científicamente. Por lo que respecta a mi trabajo tengo que señalarle dos aspectos. En primer lugar, este texto forma parte de un trabajo más amplio, que es el del impacto del nacionalismo vasco en la historia contemporánea de Navarra, de ahí que mi libro anterior estuviera centrado en Sabino Arana y el PNV (Biografía no autorizada del PNV, Pompaelo, 2022). Con el tercero y último de esta serie investigaremos, Dios mediante, su historia particular en mi tierra navarra. En segundo lugar, ante tamaña dispersión de fuentes, títulos, informes, documentales en diversas televisiones y plataformas, novelas y testimonios, mi ensayo proporciona una visión global, cronológica, estratégica incluso, de lo que supuso ETA, de sus raíces y de sus influencias en la actualidad. No en vano, el País Vasco y la Navarra de hoy no podrían explicarse sin la historia y la acción del terrorismo de ETA.

Mucho se ha escrito y publicado sobre la banda terrorista ETA. ¿Queda historia relevante por ser rescatada?

Sí, mucha y en diversas direcciones. Especialmente en lo que respecta a los crímenes sin resolver: 379 asesinatos, entre ellos. Pero también en relación a las conversaciones/negociaciones que han mantenido representantes de ETA con emisarios del Gobierno español en diversos periodos históricos recientes. Gracias a cálculos de Mikel Buesa, se considera que en ETA militaron unas 7.800 personas. La mayor parte de esas personas también lo hicieron, o siguen hoy, salvo fallecidos y gentes que la abandonaron, en diversas estructuras de la autodenominada izquierda abertzale, especialmente en Sortu, que es el partido nuclear y dirigente de la coalición EH Bildu. Si en su momento las más altas autoridades judiciales determinaron que Ekin, Jarrai, Xaki, Herri Batasuna, Gestoras Pro-amnistía, Egin, etc., formaban parte de ETA, hoy es necesario, por exigencias elementales de transparencia democrática y de sentido de la realidad, desvelar las conexiones entre los últimos liderazgos de ETA y su interrelación con Sortu y esas otras estructuras actuales que no dejan de ser mero trasunto de las en su día ilegalizadas: Ernai, Sare, Naiz, etc. Pero existe una dificultad: en no pocas ocasiones, las filtraciones al respecto proceden de la izquierda abertzale, en función de sus cálculos. Ahora, EH Bildu está más interesada en rebasar electoralmente al PNV que en desprestigiar al Estado, pero esta circunstancia puede cambiar.

¿Ha existido algún tipo de relación privilegiada entre ETA y el euskera?

Para responder a esta pregunta tan relevante destaquemos un hecho: los cinco fundadores de Ekin/ETA estuvieron relacionados toda su vida con el desarrollo y la implantación del euskera. Por algo sería. Julen Madariaga Aguirre, además de su larga trayectoria en partidos abertzales, también escribió numerosos libros en euskera. José María Benito del Valle Larrinaga abandonará ETA, pero impulsará la revista Branka, una cabecera mítica para el nacionalismo vasco. Rafael Albisu Ezenarru, por su parte, fue padre de uno de los últimos dirigentes de ETA, Mikel Antza, un gran escritor y crítico literario en lengua vasca que mamó esa cultura desde la cuna y las experiencias vitales de su padre. José Luis Álvarez Enparanza, Txillardegi, además de dedicar buena parte de su vida a la enseñanza del euskera, publicaría en 1957 la primera novela moderna en este idioma: Leturiaren egunkari ezkutua. Iñaki Larramendi, por último, desvinculado de ETA a raíz de su V Asamblea, se dedicaría al euskera y al movimiento de las ikastolas hasta su fallecimiento. Y qué decir de otros intelectuales y dirigentes históricos de la organización, caso, por ejemplo, de Federico Krutwig, quien en un temprano 1943 ingresó en la Real Academia de la Lengua Vasca. Este impulso voluntarista responde a una calculada vinculación de un idioma con la “construcción nacional”. Algunos pretenden, por ejemplo, el gran político e intelectual navarro de UPN, Iñaki Iriarte, que el euskera no responda a motivación o fuerza que no sea la propia del gusto por un idioma que debiera servir para comunicar, sin otras connotaciones.

Me temo que la realidad no confirma tan deseables como altruistas deseos. En definitiva: los ideólogos nacionalistas diseñaron el escenario, el lenguaje, las normas internas, los tiempos y los papeles a representar; pretender jugar asépticamente en un campo tan predeterminado en sus causas y consecuencias me parece una falta de realismo.

Vascongadas, Navarra, ¿son sociedades plenamente democráticas?

No. No obstante, muchos tertulianos y políticos afirman que ETA ya no mata y que hablar de ETA es propio de partidos españolistas que no tienen un programa que ofrecer, o de oportunistas que se mueven por el espíritu de venganza. Lo cierto es que en Vascongadas y Navarra se produjo una verdadera “limpieza ideológica” que aceleró los planes hegemónicos de los nacionalismos vascos en su conjunto. Así, mayormente, en los bares, calles y pueblos hablan los de siempre, y continúan ejerciendo modalidades de violencia de raíz política también los de siempre. E incluso, el fantasma de una presunta disidencia de ETA –ya sea ATA o el denominado Movimiento Socialista-, desde la que se han desplegado no pocos episodios de violencia, tales como actos de kale borroka o el asalto de la Universidad en Vitoria en marzo de 2022, que se saldó con 34 abertzales detenidos, contribuye a que esta sociedad no pueda liberarse de los efectos perniciosos de tantas décadas de violencia, delaciones, maltratos y, aunque no guste recordarlo a muchos, de terrorismo en suma. En definitiva, en el País Vasco y Navarra hay un enfermizo déficit de libertad pública, ideológica y mental.

En su libro anterior, deconstruía algunos episodios históricos del PNV, así como su imagen de presunta honorabilidad democrática. Ahora que EH Bildu puede llegar a desbancar electoralmente al PNV, ambas formaciones, ¿siguen compartiendo agenda política?

Ambas familias políticas comparten, efectivamente, una estrategia política análoga en lo que se refiere a fines últimos, caso de la independencia y la previa “construcción nacional”. Asumen igualmente una agenda social radical-progresista, que es probable porte en su lógica interna las causas de su futuro declive; me refiero al declive demográfico y a la progresiva sustitución poblacional. Una circunstancia, el del impacto de la emigración, sobre la que ya ha levantado una voz de alarma el intelectual orgánico de la izquierda abertzale José María Esparza, editor de Txalaparta. Pero existe una dialéctica de confrontación política y generacional y sobre todo, militante. Si desde ETA y sus directos colaboradores de la izquierda abertzale “movieron el árbol” durante décadas, ahora se niegan a que continúe siendo el PNV el que siga recogiendo cómodamente las nueces; no en vano, ellos pusieron los muertos, y las presos, y los exiliados...

Dedica uno de los treinta y tantos capítulos de su libro a la relación de ETA con la Iglesia católica... ¿ETA nació en un seminario?

No. Pero encontró en la iglesia vasca un terreno fértil y unos espacios de relativa libertad alimentados por la “opción preferencial por los pobres”, ciertas expresiones de la Teología de la Liberación y sobre todo, la dureza y frialdad moral de algunos de sus pastores, que le favoreció en su conjunto. En este sentido, la perversa figura de un José María Setién siempre estará contrarrestada con la de un paternal Fernando Sebastián, quien elaboró algunas de las condenas más contundentes e inteligentes del terrorismo desde la jerarquía católica. En todo caso, no puede resumirse esta historia tan compleja en una narración maniquea de malos malísimos e ingenuos bienintencionados. ETA nunca fue una organización confesional, se despegó rápidamente de los medios católicos asumiendo el marxismo-leninismo y el ateísmo práctico por parte de la mayor parte de su militancia. No pocos católicos jugaron el papel de “tontos útiles”, es cierto. Pero no olvidemos que la inmensa mayoría de víctimas de ETA fueron católicas, al menos bautizadas como tales. Otro hecho inquietante en esta brutal historia es que ningún clérigo católico fuera asesinado por la banda. Señalemos, por último, que Gesto por la Paz estuvo en gran medida impulsado por católicos sinceros que creían en la no-violencia como herramienta de cambio social.

Se habla mucho de la victoria de los demócratas y de la importancia del relato...

Sí, hasta el punto de que son auténticos mantras políticamente correctos y acríticamente reiterados desde los medios de comunicación mayoritarios y la inmensa mayoría de los políticos. Pero hay que partir de una constatación: los medios de comunicación de masas y los políticos españoles son cortoplacistas, mientras que el nacionalismo vasco siempre ha trabajado con la voluntad y la mirada puestas en el futuro mediante el trabajo incansable de varias generaciones. De ahí que lo que fue una victoria incuestionable por parte de la policía y la sociedad española, se está convirtiendo en una derrota política. Y la elaboración del relato se haya relegado en aras de apremios políticos coyunturales. Por todo ello, el nacionalismo vasco en su conjunto, y la izquierda abertzale de ETA en particular, estén invirtiendo ambas perspectivas históricas en una oportunidad para sus propias ambiciones; siempre desde el odio a España y con la voluntad política de borrar todo lo español de su territorio y del imaginario común de los ciudadanos que habitamos estas tierras.

Para terminar, ¿EH Bildu es ETA?

Sin duda se trata de una pregunta muy justa y que atraviesa todo mi libro. Pero prefiero que el lector se forme su propio juicio a través de las fuentes e informaciones que le presento en mi ensayo. De ahí esa metáfora que reflejo ya en su título: la de una serpiente que, por cierto, ETA se encargó de que figurara en su logo, como símbolo de astucia, junto al hacha que expresa la fuerza. La serpiente muda de piel, tiene criaturas, pero sigue siendo ella misma, respondiendo a los imperativos de su naturaleza. En este caso es la consecución de la independencia y la implantación del socialismo, sirviéndose de cualquier medio, especialmente el victimismo, el cultivo del odio y la falsificación histórica ahora, tal y como fuera el terrorismo entonces. De ahí que su rechazo actual del terrorismo únicamente sea táctico y no estratégico, oportunista en suma. ETA no fue únicamente una banda terrorista, un partido político, un movimiento social, o una maquinaria engrasada por dinero manchado de sangre. Fue todo aquello a la vez, con comportamientos colectivos propios de una secta destructiva, impulsados desde un liderazgo jamás cuestionado, y unas prácticas mafiosas fruto de su voluntad de alcanzar un control social total. Una organización totalitaria, por tanto, que se adapta a las cambiantes circunstancias de los sucesivos ciclos históricos. 

Fuente

No hay comentarios:

Publicar un comentario

El mito del Euskera perseguido por Franco, por Francisco Torres

  Lamentablemente, cuando hoy alguien busca información sobre un tema acude de forma inmediata a la red. Un lugar donde cabe cualquier cosa ...