lunes, 29 de junio de 2020

Reseña: Lecciones espirituales para los jóvenes samuráis, de Yukio Mishima


Lecciones espirituales para los jóvenes samuráis es una obra con una significación especial dentro del amplio bagaje literario de su autor, Kimitake Hiraoka, más conocido por el pseudónimo de Yukio Mishima (1925-1970), autor precoz en el descubrimiento de su faceta literaria y con una serie de contrastes y paradojas originados por una especie de doble naturaleza que la presente obra, casi convertida en un testamento vital, nos ofrece desde su primera hasta su última página, y que vemos reflejada a través del refinado literato japonés, ampliamente occidentalizado en su formación intelectual en claro contraste con otra naturaleza que desarrolla en una etapa más madura de su vida, todavía en plena juventud, en el cultivo de valores de acción a través de las artes marciales como el kendo y del culturismo. Esta doble vertiente, o incluso doble naturaleza si lo queremos ver así, aparece claramente testimoniada en esta obra, que es un compendio de sus últimos escritos entre 1968 y 1970, incluyendo en los dos apartados finales dos escritos que son una confesión explícita de la visión en perspectiva de su propia existencia y de las motivaciones que impulsaron su precipitado final a través del suicidio ritual (seppuku) con una inesperada y espectacular puesta en escena que conmocionó al mundo de su época. 

El mismo contraste que apuntamos en la trayectoria vital de Mishima podemos trasladarlo a los dos escritos preliminares que nos introducen en la obra del autor japonés: por un lado tenemos un prólogo que es poco menos que un despropósito, donde su autora (cuyo nombre no pronunciaremos para no mancillar este humilde blog), con un tono bastante despectivo, rozando el insulto, aborda de forma superficial y frívola aspectos generales del libro sin motivar al hipotético lector profano un interés mínimo por las páginas que siguen. Se puede decir sin miedo a equivocarse que este prólogo es prescindible y que no aporta absolutamente nada, es molesto e invita a arrancar las pocas páginas que lo componen para darle otro uso más útil, por decirlo de alguna manera. 

En contraste con el prólogo, tenemos la introducción, del siempre interesante y cultivado Isidro Juan Palacios, que constituye un magnífico escrito introductorio a la obra de Mishima. Para tratar de ahondar en la personalidad siempre compleja del japonés, Isidro Juan Palacios se sirve de dos obras fundamentales del extenso catálogo de Yukio Mishima: Confesiones de una máscara (1949) y El Sol y el Acero (1967), que sirven de trasfondo y contexto para trazar un perfil del autor, tanto en sus pensamientos más íntimos como en aquellos más biográficos. Dentro de éste último apartado destacan los orígenes de Mishima, que podríamos juzgar como determinantes en su toma de posición. Sus ancestros guardaban estrechos vínculos con el régimen feudal anterior a la Era Meiji en lo que respecta a su herencia paterna, con la influencia directa de su abuela Natsuo, que era una nostálgica de los tiempos feudales y de la función tradicional del Emperador. Por su parte materna, y directamente legada por su madre, tenemos la visión más intelectual y literaria inculcada desde la pubescencia, pero también aquella de los orígenes campesinos, y nuevamente un referente tradicional vinculado a la vida sencilla del pago. De algún modo, y como podemos ver, la existencia de esa doble naturaleza que apuntábamos es fruto de la herencia directa, y determina ampliamente el pensamiento y evolución de Yukio Mishima hasta sus últimas decisiones. 

Por otro lado, Mishima nace en 1925, en el contexto de un Japón imperial embebido en un poderoso nacionalismo que exalta los valores heroicos del Japón tradicional, y que tiene como referencia el código Bushido. Concretamente es el Hagakure de Yamamoto Tsunetomo, el que se convierte en su libro de cabecera y referencia durante el resto de su vida. El joven Mishima es físicamente débil y condicionado por la madre, e incluso llega a ser calificado de afeminado y atacado por otros estudiantes que siguen la vía más militarista por sus inclinaciones literarias y su poca afinidad con la acción. Este joven es el mismo que descubre ciertas inclinaciones homosexuales que trata de aplacar inmediatamente y de reconducir desde una férrea autodisciplina durante los primeros años de juventud. Nuestro autor opera una transformación vital a nivel físico e interior que en el transcurso de los años le lleva a desarrollar una sólida doctrina espiritual en plena consonancia con el desarrollo muscular y de las disciplinas de combate. El Mishima que se hace el seppuku en el despacho del cuartel general de la guarnición militar de Ichigaya, es un hombre que ha completado su proceso de evolución y que consuma la «promesa» para la cual se había estado preparando durante más de dos décadas. Al final no deja de ser fiel a la identidad heredada y a aquella forjada a lo largo de su existencia. 

La doctrina de Yukio Mishima es aquella que impone la lógica implacable del samurái, y que supone que entre la vida y la muerte, siempre hay que elegir ésta última. Alcanzar un principio de objetividad y armonizar los contrarios, en la práctica característica extremo-oriental del desapego hacia los aspectos más condicionantes de la vida es parte de de su pensamiento. La superación de la dialéctica y los antagonismos, tan característicos de la modernidad, que los exacerba hasta el paroxismo, aparece reflejada también en sus creaciones literarias. La otra parte viene de la acción considerada en términos físico-materiales, y alcanza su objetivo final en la muerte, que viene a ser la coronación de una serie de etapas iniciáticas que concluyen en la unidad de cuerpo y espíritu, en la reintegración del Ying y el Yang. Lo más llamativo es, como señala Isidro Juan Palacios, la forma que tiene de dotarse de un arquetipo capaz de expresar lo eterno en lo efímero, lo tradicional en lo moderno y el antiguo mito del Japón arcaico, con sus referentes guerreros y heroicos, desde su posición de hombre occidentalizado, que como también apuntábamos al comienzo, resulta uno de los contrastes más sorprendentes de su compleja personalidad. 

La primera parte de la obra propiamente dicha está compuesta por una serie de capítulos breves, donde nuestro autor analiza ciertos aspectos de la vida y las costumbres del Japón de su tiempo y que fueron redactados entre junio de 1968 y mayo de 1969. En estos escritos también podemos hallar facetas autobiográficas, como aquellas que hablan de la función del artista a través de la literatura, la apelación a la muerte y la dureza ante la vida, para vencer posturas nihilistas, o la crítica a un Japón moderno, excesivamente dócil y domesticado, incapaz de afrontar el riesgo y de romper con las ingentes comodidades materiales que la sociedad moderna le proporciona. Incluso la actividad revolucionaria, siempre referida a ejemplos de extrema izquierda, como los estudiantes revolucionarios de Zengakuren, con referencias a lo largo de todo el libro, aparecen como parte del mismo fenómeno moderno, incapacitado para mantener su discurso hasta sus últimas consecuencias. Al final la acción política, dentro de cualquier plano, revolucionario o no, termina por eludir las responsabilidades y por eso al final queda relegada al ámbito del simulacro, convertido en un artificio, expresando la misma naturaleza que el arte en su peor acepción. La política y los aspectos más exteriores de la sociedad moderna que requieren de responsabilidad quedan reducidos a una mera ficción y al puro efectismo, de tal manera que la autenticidad y el sacrificio están del todo exentos. En este sentido reaparece el tema de la muerte como culminación de autenticidad y pureza de la acción política. 

Pero este carácter irreal y artificioso de la política, y hasta cierto punto infantilizado de la sociedad moderna, se extiende a la propia percepción del riesgo y el peligro, que es permanentemente eludido por parte de los japoneses modernos. El arquetipo de hombre moderno que nos perfila Mishima, muy en línea con ciertos discursos antimodernos, es el de un ser afeminado, cobarde e incapaz de afrontar la más imprevista eventualidad. Contraviene la postura del hombre tradicional, acreedor de sus cualidades viriles y masculinas, que debe llegar siempre hasta sus últimas consecuencias y enfrentarse a la muerte, motivo omnipresente, como ya hemos apuntado, en la obra de Mishima. 

Del mismo modo el atenerse a las reglas y las normas de comportamiento también representan cualidades viriles innegables. Y lejos de las visiones de cierta aristocracia aburguesada y feminizada moderna, que rechazan cierto culto al cuerpo, a técnicas y disciplinas de combate, como las artes marciales, como vía de expresión de valores espirituales, Mishima las toma como fundamento y expresión de ese ideal. Una concepción que está muy alejada de cualquier visión materialista o mercantilizada transmitida por los valores estadounidenses al Japón derrotado posterior a 1945. De hecho, muchas de las críticas de Mishima tienen en cuenta el cambio radical y la transformación decisiva que tiene esta derrota sobre Japón, que si bien bajo la Era Meiji ya había dejado atrás la etapa feudal, el arquetipo guerrero de los samuráis, ahora se impone un descenso y una degeneración en el ámbito de lo ético-moral, costumbres e incluso en el propio estilo de la vestimenta, con el uso de prendas occidentales frente al kimono. Tampoco escapan a la visión crítica de Mishima ciertos aspectos relacionados con la mujer y su «emancipación», como otro de los elementos destructivos propios del Occidente moderno americanizado. 

En el último capítulo de esta primera parte, podemos encontrar a modo de preludio al segundo apartado un capítulo que nos habla acerca de la Tate no Kai o Sociedad de los Escudos, el ejército privado que Yukio Mishima consigue formar con sus propios recursos financieros que consigue de sus derechos de autor. Lo primero que llama la atención es que es un ejército sin armas, fuertemente disciplinado y adiestrado en lo físico, con su propia reglamentación interna y sometido a un estricto criterio de selección. Es un ejército espiritual, preparado para la acción, pero absolutamente ajeno a cualquier manifestación o algarabía como las que estaban protagonizando los estudiantes japoneses de extrema izquierda bajo la influencia del mayo del 68 francés. 

Este ejército está decidido a reivindicar la acción, pero una acción decisiva y en un momento determinado, frente al conformismo propio de los intelectuales y al predominio social de las izquierdas, frente a toda realidad impostada y la negación de cualquier horizonte de trascendencia. En pocas palabras, Mishima busca restaurar el espíritu tradicional japonés a través de la vía del nacionalismo militarista y la reivindicación de la acción, que será la protagonista del segundo apartado del libro. 

La acción constituye el objeto de análisis del segundo gran apartado del libro, en unos escritos fechados entre septiembre de 1969 y agosto de 1970. ¿Y qué significa la acción para Yukio Mishima? Pues la acción abarca diferentes dimensiones y contextos, y no siempre dentro del ámbito estrictamente militar. Podríamos aplicar aquella sentencia de Joseph de Maistre cuando dice que «este mundo es una milicia, un combate eterno...», y va de lo individual a lo colectivo, de hecho Mishima insiste en que los ejércitos más efectivos son aquellos pequeños representados por la figura del guerrillero. 

La acción tiene su propia lógica, y ésta implica siempre un fin determinado y con su propia estructura y al mismo tiempo es la expresión de los valores de la vida. Paralelamente, la acción, por su propia naturaleza efímera, no deja lugar al pensamiento ni a la reflexión, que termina por destruir la propia acción al infundir miedo, ansiedad o la angustia, aunque paradójicamente es la que dota de fuerza y protege al propio cuerpo en el desempeño de la acción. Igualmente la acción es consustancial al actuar humano, forma parte de su naturaleza profunda, y ésta se ve lastrada bajo el pacifismo democrático y la imposición de moral social cuyo límite viene marcado por la ley. La acción permanece encuadrada en el marco de la estrategia, que Mishima analiza poniendo como ejemplo las propias acciones de las revueltas estudiantiles enfrentadas a la policía, donde detecta rápidamente sus limitaciones y la futilidad de sus actos. Por otro lado la estrategia militar tampoco se ciñe a una lógica material, sino que muchas veces las fuerzas del Espíritu superan los cálculos lógicos y los planes trazados por los «generales de escritorio» que Mishima tanto detesta. 

Dentro de este apartado destaca la anécdota que Mishima expone respecto a una crítica del humanitarismo democrático de raíz burguesa que hegemoniza la depauperada conciencia del pueblo japonés. Se trata de un secuestro de un avión japonés a manos de una organización terrorista integrada por un grupo de estudiantes japoneses el 31 de marzo de 1970, y a partir del cual el propio viceministro japonés se intercambiaría por los rehenes. Lo que impacta a Mishima es que los secuestradores ganaron la partida al propio sistema democrático contra el que se revelaban haciendo uso de sus leyes humanitaristas, como las que impedían la extradición por motivos políticos. Una prueba más de la incapacidad del sistema democrático para la acción en su estado puro, con elementos emocionales, pacíficos o castrantes en su base. 

Los dos últimos capítulos que sirven de epílogo son los más impactantes, pues preceden al suicidio de Yukio Mishima: 

— El primero de ellos es un artículo bajo el título «Mis últimos 25 años de vida» publicado en el diario Sankei el 7 de julio de 1970. En este artículo, Yukio Mishima traza una retrospectiva sobre su propia vida en los últimos 25 años, desde 1945 a 1970, los años que cambian definitivamente el rostro de Japón aunque predomina el matiz autobiográfico. Se palpa la insatisfacción y la desesperación, la frustración ante su actividad literaria, que considera estéril y comparable a la acumulación de excrementos. Al mismo tiempo se lamenta por no haber puesto más en valor el mantenimiento de la pureza ideológica a través del sacrificio, aunque el motivo por el que proclama el seppuku como su destino final es el Japón que no ha logrado retornar a la pureza de sus orígenes y queda relegado a ser un país económicamente próspero, inorgánico y vacío, que ha renegado definitivamente de su glorioso pasado. 

— El segundo capítulo, y el último del libro, es el discurso que despliega en unos lienzos poco antes de su suicidio ritual el 25 de noviembre de 1970 bajo el título «Proclama del 25 de noviembre». Este discurso tiene un carácter totalmente político y en él especifica la misión de la Sociedad de los Escudos a través del Ejército de Defensa Nacional, que no era otra que la de actuar de revulsivo para espolear al Ejército Nacional Japonés para defender la integridad de su territorio frente a las injerencias estadounidenses. Una misión fallida pues el ejército, como todo Japón, ha sido objeto de humillación desde la derrota de 1945 siendo incapaz de vengar el ultraje que ésta supuso para el alma y la conciencia del Japón tradicional. Al mismo tiempo las componendas democráticas, en las que el concurso de las fuerzas partitocráticas mantienen la vigencia de una Constitución que contribuye a doblegar y humillar a Japón, hace que Mishima, sin esperanzas de subvertir el orden existente, opte por el sacrificio individual junto a algunos de sus fieles. De algún modo el suicidio de nuestro autor puede resultar un fracaso, especialmente desde la perspectiva material e histórica, pero en aquella biográfica y más personal es la culminación de aquel anhelo infantil de morir como un samurái. En esta última vertiente quizás aquello que apunta Isidro Juan Palacios sobre la muerte por nada y por todo, como una acción pura, sin causa ni objeto, aunque se apunten razones históricas y coyunturales en un plano político más general, es donde alcanza su pleno sentido.

Las mentiras repetidas o la ignorancia elevada a dogma



Circula desde hace décadas una frase que la “sabiduría popular” decidió atribuir a Goebbles a pesar de que nadie, y digo bien NADIE, haya sido capaz de ubicarla concretamente en ninguna de sus memorias, numerosos discursos o alocuciones radiadas.

La famosa cita que afirma “una mentira repetida cien veces se convierte en verdad” en realidad nunca fue dicha por Joseph Goebbels.

Por su interés y en honor de la verdad, El Cadenazo reproduce el magnífico artículo de Iván Almeida, Doctor en Filosofía. Profesor jubilado de la Universidad de Aarhus, Dinamarca.
Y dice así:

LA FRASECITA DE GOEBBELS Y LA FÁBRICA DE MENTIRAS
Por Iván Almeida*

Semanas atrás, tres periodistas argentinos de considerable trayectoria respondieron con términos de inusual gravedad a las repetidas acusaciones de un conocido panel de la TV pública. Uno se sirvió de expresiones como “basuras nazis” y “foro nazi-fascista”. Otro calificó el programa de “goebbeliano y perverso”. El tercero fue más explícito: “Es Goebbels puro. Repetir, repetir una mentira hasta que se torna verdad. Es el Manual Uno de Goebbels Uno”. Nombrar a los protagonistas o decidir si las acusaciones del panel eran o no falsas sale del propósito de esta nota, que intenta abordar el caso como una patología de la circulación de discursos.
La banalización del apelativo “nazi” no es un privilegio de la incultura argentina, ni tampoco de la derecha política. En EE.UU., los mismos términos fueron recientemente empleados tanto por demócratas (Steve Cohen) como republicanos (Sarah Palin), con el agravante de recurrir no sólo a Goebbels, sino también al Holocausto y hasta al “libelo de sangre”.

Las referencias a Goebbels apuntan siempre hacia una frasecita con múltiples variantes. La más vulgarizada tendría la forma de una consigna que se le atribuye: “Mientan, mientan (o calumnien, calumnien) que algo quedará”. En la fórmula “repetir una mentira” el acento no está puesto en “mentira” sino en “repetir”. Uno puede mentir sobre su adversario sin merecer el apelativo de “nazi”. En cambio, todo aquel que repite una supuesta mentira cae automáticamente en el nazismo. A esa conclusión se llega a través de un encadenamiento de, al menos, tres presuposiciones infundadas: 1) que Goebbels dijo la frase que se le atribuye; 2) que toda palabra de Goebbels, por anodina que sea, pertenece al nacionalsocialismo, 3) que todo aquel que, adrede o no, cumple algo que dijo Goebbels, es nazi y justifica el Holocausto. La falacia de las premisas b y c salta a la vista. Queda por demostrar la falsedad de la primera.
Negar la autenticidad de la frase no significa justificar a Goebbels, que, como ministro de la propaganda nazi, fue sin duda un mentiroso a repetición. Pero eso no constituye una característica específicamente nazi ni una prueba de que sea él el autor de la mencionada consigna. Así, George Orwell escribía, refiriéndose a la política del imperio británico: “El lenguaje político –y esto es verdadero, con variaciones, para todos los partidos políticos, desde los conservadores hasta los anarquistas– tiene como objetivo hacer que las mentiras suenen verdaderas…” (“Politics and the English Language”).

Una minuciosa compulsa de los documentos pertinentes muestra que: a) nunca la referencia a Goebbels va justificada bibliográficamente; b) si se excluyen los 29 tomos de los diarios, descubiertos cuando ya la frase circulaba por el mundo, en ninguno de sus escritos canónicos Goebbels aparece haciendo suya esa frase; c) no hay rastros de tal frase en los principales estudios y biografías sobre Goebbels.

Pero sigue siendo imposible “demostrar” en forma definitiva la no-existencia de un hecho histórico. Por eso, los párrafos que siguen abordarán otros argumentos, lógicos o empíricos, que sirven para descartar la plausibilidad misma de que Goebbels haya sido el autor de esa frase fuera de sus textos canónicos. Estos argumento son: 1) el contenido de la frase es contradictorio con el hecho de su enunciación; 2) Goebbels dijo lo contrario de lo que se le atribuye; 3) la frase fue acuñada muchos siglos antes de Goebbels, lo cual vuelve arbitrario el exclusivo recurso a su nombre; 4) Goebbels atribuye esa consigna a sus adversarios; 5) es posible rastrear el origen de la atribución apócrifa.

1- Si Goebbels hubiera dado la consigna que se le atribuye, habría caído en lo que los lógicos llaman la “paradoja del mentiroso”, que se resume en la frase “lo que estoy diciendo es falso”. Un ministro de propaganda que diera públicas instrucciones de mentir estaría saboteando el contenido mismo de la consigna. Si se acepta que la propaganda consiste en decir mentiras que parezcan verdades, la orden de mentir funciona sólo si nunca es enunciada, de otra forma la mentira aparece como mentira y se anula la consigna.

2- Lo plausible es que un mentiroso profesional necesite, al contrario, apoyarse en una clara reivindicación de la verdad. Así lo hizo Goebbels en el Congreso de Nuremberg de 1934: “La buena propaganda no necesita mentir, en realidad no puede mentir. No tiene razón para temer a la verdad. (…) Una propaganda que miente prueba que su causa es mala y a largo plazo no puede triunfar”.

3- La expresión “Calumniad, calumniad, que algo quedará”, circulaba todavía en los años ’50, atribuida alternativamente a Voltaire y a Beaumarchais. El imperativo verbal no era interpretado entonces como un dictamen, sino como la cristalización de una sabiduría refranera. Sin embargo, ambas atribuciones son apócrifas. Los primeros rastros de la frase remontan de hecho al siglo I d.C. En el capítulo 4º del libro I de sus Obras Morales, Plutarco la atribuye a Medion de Larisa, un ambiguo personaje que cinco siglos antes había sido consejero de Alejandro Magno: “Ordenaba a sus secuaces que sembraran confiadamente la calumnia, que mordieran con ella, diciéndoles que cuando la gente hubiera curado su llaga, siempre quedaría la cicatriz”. La frase reaparece en el siglo XVII, ya decantada como un conocido proverbio. Así lo atestigua Roger Bacon en su obra latina De la dignidad y el desarrollo de la ciencia. Hablando de la “jactancia”, dice que se le puede aplicar “lo que se suele decir” de la calumnia: “Como suele decirse de la calumnia: calumnien con audacia, siempre algo queda” (VIII: 2). Un siglo más tarde, Rousseau pone en boca de un “famoso delator” la consigna siguiente: “Por más grosera que sea una mentira, señores, no teman, no dejen de calumniar. Aun después de que el acusado la haya desmentido, ya se habrá hecho la llaga, y aunque sanase, siempre quedará la cicatriz” (Epístolas I:1). Finalmente, en el siglo XIX, Casimir Delavigne, en Les enfants d’Edouard, reformula como una simple constatación la frase que había atravesado toda nuestra era: “Mientras más increíble es una calumnia, más memoria tienen los tontos para recordarla” (acto I, v. 299-300).

4- Queda claro que Goebbels no fue el inventor de la frase. Al contrario, la recibe de la tradición y se sirve de ella para describir la “estúpida” maniobra del enemigo. En su artículo “De la fábrica de mentiras de Churchill” (12/1/1941) escribe: “… una vez proferida una mentira, (Churchill) sigue repitiéndola sin que nada ni nadie se lo pueda impedir, hasta que al final acaba él mismo creyéndola”. Y más adelante: “El esencial secreto del liderazgo inglés no debe buscarse tanto en una inteligencia particularmente afilada sino, mucho más, en una estúpida y bochornosa tozudez. Los ingleses se rigen por el siguiente principio: ‘cuando mientes, miente en grande y sobre todo persevera en la mentira’. Y así siguen mintiendo, aun a riesgo de volverse ridículos”. Conceptos similares había vertido Hitler, trece años antes, en los capítulos 6 y 10 de Mein Kampf.

5- La arbitrariedad, la ignorancia histórica y la insensatez lógica con la que se tiende hoy a recurrir al nazismo como modo de injuria evocan, por su irracional expansión, la imagen de una epidemia, de la que conviene rastrear los primeros brotes. En 1968, los Archivos Nacionales de Washington desclasifican un informe confidencial que el Office of Strategic Services había solicitado en 1943 al psicoanalista de Harvard Walter Ch. Langer. En la página 51 de su informe, Langer propone un resumen personal (no una cita) de los principios de la propaganda nazi: “Sus reglas principales eran: (…) concéntrense en un enemigo por vez y acúsenlo de cada cosa que anda mal: la gente va a creer más rápido una gran mentira que una pequeña; y si la repiten con suficiente frecuencia, tarde o temprano la gente la va a creer”. Esta última supuesta consigna retoma casi literalmente los conceptos esgrimidos por Goebbels para describir la propaganda enemiga. Sin duda los lectores del informe asumieron el resumen de Langer como un epítome feliz de lo que debía saberse sobre la propaganda nazi. De allí a la atribución literal de esas palabras a Goebbels el puente no es difícil de imaginar. Luego vino la desclasificación del documento y el consecuente reguero de deformaciones y rumores. Todo eso fue infinitamente amplificado con la llegada de Internet. El término inglés con el que se señala, en la jerga de la comunicación electrónica, la cadena de engaños, es hoax. Es lo que Goebbels llamaría “la fábrica de mentiras”. El hoax funciona precisamente gracias al doble principio que enuncia el informe de Langer: a) la gente cree más rápido una gran mentira que una pequeña, b) una mentira repetida insistentemente acaba siendo creída.

Es admirable la irónica performatividad con la que se ha difundido la apócrifa frasecita, que hace que quienes la repiten la están cumpliendo, y siguen repitiendo hasta el cansancio una mentira en la que ellos mismos, ingenuamente, acabaron creyendo.

* Doctor en Filosofía. Profesor jubilado de la Universidad de Aarhus, Dinamarca.

El sexo que llevó al III Reich LOS "REFORMADORES SEXUALES"



Siempre hemos sostenido que la República de Weimar fue uno de esos momentos estelares en la historia de la humanidad en la que en apenas unos años se produjo una gigantesca eclosión científico-político-cultural en la que lo mejor se juntó con lo peor y que, finalmente, predispuso a una mutación total y radical que llevó al III Reich. Las bases de este impulso, por supuesto, existían antes de la I Guerra Mundial pero las condiciones de inestabilidad, tensión, crisis permanente, agitación e inseguridad que aparecieron después (y en cierto sentido se mantuvieron a lo largo de toda la conflictiva vida de Weimar) parecieron favorecer a este movimiento de renovación uno de cuyas columnas centrales fue la modificación de los hábitos sexuales, tema que vamos a tratar en este artículo.

Cuatro años de guerra habían modificado profundamente la forma de ver la vida, el mundo y la sexualidad por parte de los jóvenes. Muchos de ellos habían caído en los frentes sin conocer los placeres del sexo. La guerra demostró a todos la impermanencia de lo humano, su fragilidad y la necesidad de vivir intensamente y sin tiempos muertos o de lo contrario, en cualquier momento un fragmento de metralla, una ráfaga certera o un disparo perdido podrían interrumpir banalmente la existencia. En los cerebros de toda una generación se habían producido inevitablemente estos pensamientos durante su tiempo de permanencia en las trincheras, en los hospitales del frente o durante los breves permisos en la retaguardia. Si la vida es breve, y todo es “vanidad de vanidades”, pasajero y puntual ¿por qué no disfrutar de los placeres de la vida “sin trabas y sin tiempos muertos”?

El problema era que el “antiguo régimen” se caracterizaba por un recato y unas actitudes pacatas que no dejaban mucho margen para vivir intensamente la sexualidad. Gozar no estaba bien visto. Así pues, hubo que esperar hasta noviembre de 1918 para que el shock de la derrota descompusiera los fundamentos de la sociedad y fuera posible vivir la sexualidad de otra manera. Una de las primeras consecuencias de la caída del Káiser fue la abolición de la censura. Entonces irrumpió la modernidad y esto implicaba, fundamentalmente dos cosas, apreciar la “libertad individual” (aceptar la democracia formal como la mejor forma de organizar una sociedad) y “vivir intensamente y sin inhibiciones el sexo” (rechazar cualquier cortapisa al principio del placer).

Algunos “reformadores sexuales” que aparecieron en los primeros años de la República introdujeron otro elemento en la ecuación: la sexualidad se vivía individualmente pero también dentro del marco de la sociedad, por tanto, había en ese impulso algo que trascendía lo privado y que, por tanto debía tener una dimensión social. Y, por curioso que pueda parecer, esta opinión apareció en la derecha, en el centro y en la izquierda, como veremos. 

En la izquierda esta idea se extendió de la mano de socialdemócratas con Hirschfeld (fundador del Instituto de Investigaciones Sexuales) como entre los comunistas con Wilhelm Reich. A pesar de la tradicional austeridad en materia sexual del Partido Comunista (KDP) que consideraba oficialmente que determinadas formas de sexualidad eran “residuos pequeño-burgueses”, en ese entorno apareció el Movimiento para la Reforma Sexual cuyo lema era “Tu cuerpo te pertenece”. Mientras la derecha (Theodor Hendrich van Welde, autor de tres gruesos volúmenes dedicados a una vida sexual placentera y ordenada el primero de los cuales se titulada El matrimonio ideal) se limitaba, en su habitual conservadurismo, a procurar extraer el máximo placer dentro del matrimonio, la izquierda solía aludir a la “miseria marital”, a la “crisis de la familia” y a la “miseria sexual”.

La guerra había provocado un desequilibrio sociológico en la sociedad alemana: en 1925 existían 1075 mujeres por cada 1000 hombres. Para colmo, la crisis de la superinflación que apareció a principios de los años 20 y que se reavivaría con la crisis mundial de 1929, generó el que las tasas de natalidad fueran extremadamente bajas, las más bajas de toda Europa en 1933, apenas 14,7 nacimientos por cada 1.000 habitantes. El 25% de los berlineses, ni tenía hijos ni quería tenerlos voluntariamente y para ello utilizaban entre 80 y 90 millones de preservativos al añoPor si esto fuera poco, el número de abortos ilegales pasó a ser de 1.000.000 anual sobre 32.000.000 de mujeres. El hecho de que buena parte de estos abortos se realizaran en condiciones higiénicas lamentables que provocaban la muerte de entre 4.000 y 12.000 mujeres al año, mientras otras 50.000 sufrían problemas de salud relacionados con la intervención.

La homosexualidad que hasta ese momento había estado contenido y era prácticamente invisible aumentó aunque no se dispongan hoy de cifras seguras. Hirschfeld, uno de los gurús socialdemócratas de la sexualidad de Weimar recomendaba prácticas sexuales imaginativas incluidas la homosexualidad. Incluso los “reformadores sexuales” de derechas, decían creer en el matrimonio, pero no en la monogamia. Para estos, las relaciones sexuales prematrimoniales debían mostrar si la pareja se “acoplaba” bien y, cuando lo habían comprobado, se trataba de obtener el máximo placer en el interior de la pareja. La izquierda, por supuesto, iba mucho más allá. Wilhelm Reich, que en aquel momento compartía las doctrinas psicoanalíticas de Freud, sostenía que la “represión” sexual había destrozado la estabilidad mental de los trabajadores y que la única terapia consistía en adoptar una vida sexual gratificante pues, según él, la “represión” era el recurso del capitalismo para paralizar y contener a la clase obrera. Si ésta quería ser dueña de su destino debía proceder, no solamente a una “liberación de clase” mediante la revolución proletaria, sino también a la terapia psicoanalítica. La primera aboliría la represión de clase que la burguesía ejercía sobre el proletariado, la segunda llevaba a la “liberación sexual”.

La sociedad alemana –siguiendo la tesis de Freud- había experimentado durante la guerra el principio del Thanatos (de la muerte) y solamente podía liberarse absorbiendo hasta las heces el principio del Eros (del placer). Theodor Hendrick, el teórico de la sexualidad marital de derechas, reconocía que la familia era la célula básica de la sociedad, pero, al mismo tiempo que el matrimonio podía llegar a ser para algunos un infierno. La clave de la vida feliz –u él estaba convencido de que la felicidad en el matrimonio existía- consistía en reconducir la sexualidad hacia el paraíso. En sus investigaciones había observado que muchas mujeres casadas no experimentaban ningún placer en las relaciones con sus maridos y que estos también habían caído en el aburrimiento y la rutina recurriendo a prostitutas, amantes o simplemente a la masturbación y se decía que la clave para una relación duradera era que ambas partes, marido y mujer, obtuvieran placer.

Hendrick, como decíamos, era un liberal de derechas y por tanto veía cierta relación “jerárquica” en la pareja: el marido, decía, debía ser el “educador” de la mujer, de su propia mujer y debía de darle la mano para recorrer con ella el camino que llevaba al placer. Confiaba, como todos los “terapeutas sexuales” de Weimar que la ciencia era quien debía marcar el camino hacia el placer teniendo en cuenta las características fisiológicas de las partes y las técnicas más adecuadas para dar placer. El orgasmo simultáneo marcaba la cima de la perfección de las relaciones maritales. Había observado que la culpa de que muchas mujeres no experimentaran placer en sus relaciones sexuales era por la tensión que les ocasionaba el coitus interruptus, unido a que los maridos no sabían utilizar las “técnicas sexuales”. Y allí estaba Hendrick y demás “reformadores sexuales” para difundir con su verbo misionero la buena nueva de una sexualidad sana y placentera.

Muchos de ellos creían que la respuesta a los males de la sexualidad occidental vendrían resueltos por las ideas recogidas por antropólogos y sociólogos entre las tribus primitivas o los aborígenes del Pacífico (estudiadas a través de los trabajos de Malinovsky), otros pensaban que había que recurrir a refinamientos orientales (el Kama-Sutra acababa de ser traducido) y también había llamado la atención de la sociedad alemana anterior al conflicto bélico el descubrimiento de la institución japonesa de las Geishas o las prácticas sexuales árabes o propias del sudeste asiático. No solamente la mujer debía de aprender determinadas técnicas para dar más placer al varón, sino que éste debía hacer otro tanto, modificando sus hábitos y considerando que el placer no era cosa de uno, sino de dos, puntos en los que coincidían todos los “reformadores sexuales” de Weimar era en creer que el Estado debía de tomar cartas en el asunto.

Fue durante la República de Weimar cuando se introdujo la idea de que era necesario que existiera una educación sexual en las escuelas. A través de la educación sexual el Estado debía recomendar prácticas sexuales que llevaran a la felicidad individual y conyugal. Este planteamiento quedaba todavía más reforzado por el hecho de que en los años 20 las enfermedades venéreas y las psicopatías sexuales se habían enseñoreado de la sociedad. Sin excepción, todos estos problemas eran tratados en la amplia literatura que se generó a derecha e izquierda en la República de Weimar. La izquierda, por supuesto, insistía resaltando las dificultades económicas que encontraba la clase obrera en el ejercicio de una sexualidad placentera. La derecha, por su parte, buscaba contener el placer en el interior de la célula familiar. Sin embargo, la diferencia entre unos y otros consistía en que, entre los medios de la izquierda, existían muchas mujeres que se habían sumado al movimiento, mientras que en la derecha el movimiento era algo protagonizado solamente por varones.

sábado, 20 de junio de 2020

Grandes hitos de la liberación aliada de Europa: Berlín



HISTORIA

La historia de Berlín en sí es la historia de la propia Alemania, tal y como la conocemos hoy día. Dos pueblos fundados alrededor del año 1200, Berlín y Cölln, se unieron en 1307 formando una sola ciudad de 7000 habitantes que conservó el nombre de Berlín. La ciudad entró en la historia en 1415, cuando fue elegida capital del Margraviato de Brandeburgo, entonces uno de los muchos Estados del mosaico que componía el Sacro Imperio Romano Germánico. En 1759, Prusia Oriental estaba en poder de los rusos que habían tomado Berlín en el marco de la Guerra de los Siete Años. Rusia se retiró en 1762 debido a que, a la muerte de la emperatriz, su sucesor, Pedro III, que admiraba a Federico el Grande de Prusia, firmó un tratado de paz.
Por ser Brandeburgo parte del reino de Prusia, Berlín se convirtió en capital del Imperio alemán (en 1871) cuando Prusia logró la unificación de Alemania, tras derrotar primero a Austria en la guerra de las Siete Semanas (1866) y luego acabar con el Segundo Imperio Francés al vencer a su ejército en la Guerra Franco-prusiana. Desde entonces experimentó un considerable aumento demográfico, pasando de 824.484 habitantes en 1871 a 1.888.313 en 1900 y a 4.024.165 en 1925. La ciudad se convirtió en un referente cultural, arquitectónico y centro financiero a nivel mundial.
Capital del III Reich, Berlín alcanzó en 1939 su máximo demográfico con 4.338.756 habitantes. El Führer Adolf Hitler planificó obras urbanísticas de gran envergadura a cargo de Albert Speer y el renombramiento de esta como Germania, que no se llevaron a cabo debido al inicio de la Segunda Guerra Mundial, durante la cual la mayor parte la ciudad fue destruida por los bombardeos aéreos realizados por la Royal Air Force británica y la USAAF, la aviación de los Estados Unidos, a lo que se sumó la batalla de Berlín contra el ejército soviético al mando de Gueorgui Zhúkov.

GENOCIDIO

Se conoce con el nombre de Batalla de Berlín a la serie de bombardeos aéreos, con sus subsiguientes combates, que padeció la capital alemana desde mediados de 1943 a abril de 1945. La primera parte, de noviembre de 1943 a marzo de 1944, corrió a cargo del Bomber Command británico, la segunda, de marzo de 1944 a mediados de abril de 1945 fue desarrollada por las VIII y XV fuerzas aéreas norteamericanas.
Ya antes de esta batalla, Berlín había sido muchas veces atacado, pero siempre por los aviones del bomber command y en ataques nocturnos. Así, por ejemplo a mediados de enero de 1943 los aviones británicos volvieron a atacar Berlín (la anterior incursión había sido realizada en 1941) en dos noches consecutivas, intervinieron 388 tetramotores Lancaster, de los cuales 22 fueron derribados. En septiembre del mismo año el mariscal Harris (1892-1984) jefe del bomber command, lanzó 3 grandes ataques contra Berlín en el breve término de 10 días, participando en total 1647 bombarderos pesados, solo en uno de los ataques los daños ocasionados fueron de la misma cuantía que todos los sufridos por Londres durante la batalla de Inglaterra en 1940 y en la ofensiva con cohetes V en 1944.
La batalla de Berlín comenzó propiamente el día 18 de noviembre de 1943, la inicio el bomber command con una incursión de 444 bombarderos pesados. A partir de estas fechas los ataques se repitieron con frecuencia, destacando 16 de ellos por su excepcional magnitud. En enero de 1944 en solo 6 ataques fueron arrojadas 9000 toneladas de bombas contra la ciudad. El 16 de febrero fueron 1000 los bombarderos que sobrevolaron la capital germana, sobre la que lanzaron 2500 toneladas de explosivos. Finalmente el día 24 de marzo de 1944 el bomber command, que había actuado siempre de noche y sin escolta de caza, puso término a su ofensiva, que por cierto se desarrolló casi siempre en malas condiciones meteorológicas, realizando los bombardeos por encima de espesas capas de nubes, siendo excepcionalmente raro el que alguna que otra tripulación consiguiera contacto visual con el objetivo, lo que los hacía menos precisos, bombardeando tanto instalaciones militares y de gobierno como bloques de casas.
El hecho de que los nuevos cazas P 51 Mustang poseyeran el suficiente radio de acción para acompañar a los bombarderos hasta sus objetivos situados a unos 1350 kms de sus bases, en marzo de 1944 indujo al general Spaatz (1891-1974) a acceder a la petición británica de que las fuerzas aéreas norteamericanas tomaran el relevo en la batalla de Berlín. Y así efectivamente, el 3 de marzo de 1944 la VIII Air Force realizó la primera incursión sobre la gran urbe alemana, iniciando una serie de ataques que no cesaran hasta abril del año siguiente. Además algo más tarde, la XV FA con base en Italia se incorporara en la misma tarea.
El 6 de marzo de 1944 tiene lugar el primer ataque norteamericano contra Berlín: 600 aparatos B 17 descargan 1626 toneladas de bombas, perdiendo, 69 bombarderos y 11 cazas, lo que supone un elevado índice del 10% de pérdidas. A los 2 días la VIII FA repite la agresión, esta vez con 462 aparatos B 17 a los que acompañan 891 cazas, arrojando 1063 toneladas de explosivos y artefactos incendiarios, esta vez fueron derribados 37 bombarderos y 17 cazas, perdiendo los alemanes 87 aparatos.
A partir de estas fechas, los aviones norteamericanos no cesan en su ininterrumpido castigo a la capital alemana, si bien alternan los grandes ataques con otros de menor magnitud. Destaca en particular el realizado el 21 de junio de 1944 en el que intervienen 2500 aviones entre bombarderos y cazas (23 alas de bombardeo y 33 grupos de cazas) que lanzan unas 2000 toneladas de bombas, en este caso la reacción de la defensa alemana fue muy enérgica y se produjo uno de los mayores combates aéreos de la campaña: los 90 cazas Bf 109 y Fw 190 que interceptaron a los atacantes derribaron 44 bombarderos a costa de 32 propios. En cambio el 5 de diciembre los aliados consiguieron un notable éxito, debido al estado de desgaste sufrido por la Luftwaffe para esa fecha, desarrollando totalmente la misión, destruyendo 90 cazas alemanes y perdiendo solo 4 bombarderos.
El 3 de febrero de 1945, mientras que 400 bombarderos B 24 realizaban una operación de diversión contra Magdeburgo, 1.000 B 17 bombardearon masivamente Berlín, causando enormes daños materiales y la muerte de 25.000 personas. El 26 de febrero de 1945 la capital alemana sufrió su 40° gran bombardeo que, al mismo tiempo, era el número 400 de todas las agresiones aéreas que había sido objeto hasta entonces. Los 1.112 bombarderos norteamericanos lanzaron 2.879 toneladas de bombas, perdiendo solamente 5 bombarderos y 5 cazas. Durante el mes de marzo de 1945, la ciudad fue severamente atacada los días 6, 13, 18, 20 y 24, resaltando por su dimensión la incursión del 18, durante la que descargaron 3.000 toneladas de bombas a costa de la pérdida de 48 aviones. El 10 de abril de 1945, 1.232 bombarderos efectuaron el último gran ataque contra la capital germana y apenas 6 días después, la infantería soviética iniciaba su asalto final a la ciudad.
De 245,000 edificios en Berlín, 50.000 fueron completamente destruidos y 23.000 severamente dañados; 80,000 civiles (documentados) habrían sido asesinados. No quedaron árboles, ni hierba, y solo cráteres ennegrecidos y ruinas de edificios. La ciudad de Berlín, una de las más bellas y envidiables del mundo, estaba en total ruina. Actualmente es generalmente aceptado que la Batalla de Berlín ciertamente no fue el éxito que Harris, que pretendía nada menos que borrar a la ciudad del mapa por todos los medios y a cualquier precio, había predicho. Recibió a cambio un costo realmente elevado en vidas de cientos de sus propios hombres.

La ciudad hoy.

Poco queda hoy en día del Berlín Imperial de antaño. La Reconstrucción crítica (en alemán, kritischer Rekonstruktion) es el nombre dado al proceso de cambios arquitectónicos y urbanísticos que protagonizó la capital alemana tras la caída del Muro de Berlín en 1989. Constituye el instrumento regulador del desarrollo urbanístico de la ciudad y sus contenidos se componen de una serie de reglamentos o exigencias. El movimiento alentó el regreso a tipologías arquitectónicas tradicionales y buscó contribuir al despertar de la memoria histórica oculta en la trama de sus calles y espacios públicos, no mediante la reproducción de estos elementos, sino a través de su “reinterpretación”. La reconstrucción crítica se fundamenta en la incorporación de criterios y pautas estéticas de la ciudad antigua del siglo XIX en el urbanismo actual, como método para no perder la identidad de la ciudad, frente a la disparidad de los estilos de las propuestas arquitectónicas que se formulaban para Berlín.
A partir de las condiciones históricas de Berlín, Stimmann y Dieter Hoffman-Axthelm tuvieron la responsabilidad de volver a unificar la ciudad con los criterios de la arquitectura posmoderna. Los dos trabajaron en la supervisión del proyecto desde el Rotes Rathaus (Ayuntamiento de Berlín), en la oficina de la administración del senado para el desarrollo de la ciudad. Stimmann también usó la Reconstrucción crítica como base para su Planwerk Innenstadt, un plan de desarrollo en el centro de Berlín que favoreció la demolición de edificios de mediados de siglo y el relleno de parcelas vacías con estructuras de uso mixto de mayor densidad urbana.
De este modo poco queda del original Berlín salvo contadas excepciones. La pretendida intención de resucitar el Berlín tradicional con un diseño contemporáneo más bien ha tenido como resultado la creación de una ciudad que raya con un hortera posmodernismo salpicado de decenas de lacrimógenos monumentos y memoriales de épocas pasadas.
JAVIER FERNÁNDEZ

viernes, 19 de junio de 2020

¿Críticas a Trump?

Queridos amigos, yo también vivo en USA y la verdad a mi tampoco me gustaba, de hecho no vote por el, pero para ser sincero he de criticar sus actos y no su aspecto, y lo que he visto lo que ha hecho y ha sido increíble, hoy dia lo admiro y respeto, nunca en mis 48 años habia visto que un presidente hiciera tantas cosas por un país, te voy a contar algunas de las que recuerdo:

 1. Es el unico presidente que no ha bombardeado otros paises, es decir no ha matado niños, abuelos y personas inocentes, por ejemplo  las administracion de Obama bombardeó varios paises desde que llego, pues tristemente las guerras son negocios.

 2. Esta investigando las vacunas de los últimos 20 años, como sabrás muchas vacunas son tóxicas  y producen enfermedades como el Autismo, desde que llego nombro un equipo de abogados, científicos, y militares para que investiguen de que estan hechas las vacunas, estudiar como es su tramite para ser aprobadas, como son los protocolos y estan investigando a universidades que aprobaron estudios falsos, a las farmacéuticas, FDA y a la OMS por aprobar estas vacunas tóxicas, por lo tanto las vacunas ya no van a ser obligatorias en este país, en toda esta investigación se dieron cuenta que las vacunas ademas de tener muchos elementos y metales tóxicos para el cuerpo, tambien tienen ADN de fetos, estan investigando de donde salieron esos fetos y por que vendían sus tejidos.

 3. Esta en contra del aborto, se pelea con la ONU y muchas organizaciones que lo promueven, de hecho le quito los fondos a Planned Parentwood que es la entidad que hace millones de abortos en el mundo y esta investigando la venta de fetos que hacen en este lugar.

 4. Esta haciendo la guerra a las farmacéuticas, hace una semana bajo por decreto la insulina que es un medicamento que mucha gente toma en este país, tambien estan investigadas por todo el tema de las vacunas.

 5. Hay un proyecto de ley para aprobar las terapias medicas alternativas y la medicina natural, aqui es prohibido.

 6. Nombro una comisión para desmantelar las redes de trafico humano y pedofilia en este país y en el mundo, hay muchísimos detenidos, pero eso no lo cuentan los medios, cuando digo muchos son miles de detenidos por todo el mundo. Si tu buscas en buscadores que no sean Google, Youtube, Facebook, Instagram, no los medios tradicionales vas a encontrarlo, pues muchos de los dueños de estos medios estan metidos en estos delitos, por eso manipulan las noticias y salen acomodadas a sus intereses, puedes ir directo a la casa blanca y buscar información tambien.

 7. Ya hemos visto con todo lo del covid que la OMS es un desastre de corrupción y el se atrevió a confrontarlos y a quitarles los fondos, nunca estuvo de acuerdo con la cuarentena este país, por ejemplo en mi ciudad la cuarentena fue opcional, aqui afortunadamente muchos negocios siguieron abiertos,  la verdad no conozco a nadie que haya tenido ese virus, el dijo que para el virus era bueno tomar Doxido de Cloro, todo los medios se burlaron de el y dijeron que habia dicho que tomaran clorox, pues te cuento que tengo una amiga que sano a su hijo del autismo con dióxido de cloro, es maravilloso para muchísimas enfermedades por que lo que hace es limpiar tu cuerpo molecularmente, las células, los órganos, todo, yo lo llevo tomandolo muchos años y nunca me enfermo de nada. Como se puso de moda el tema, las redes sociales han borrado toda la información del científico que tiene patentado el CDS que se llama Andreas Kalcker, te das cuenta el poder de los medios? las redes y las farmacéuticas? claramente no les conviene que nos enteremos de esto, como no les conviene contar todo lo que hace Trump.

 8. Es un hombre de Dios, esta en pro de la libertad de credo, hace como un mes hizo un decreto para aportar fondos a en entes gubernamentales que apoyen esto. Sabias que en Nigeria matan a los catolicos? y en muchos otros paises tambien?

 9. Tiene un equipo que esta investigando todo lo del 5G, no lo puede prohibir pues quedaríamos atrasados en una tecnología que se va a utilizar en todo el mundo, pero el quiere modificarla para que no sea dañina para el ser humano.

 10. Ayer cambio el código de la policía, este cambio no lo hizo ni Obama, ni Clinton, ni Bush.

Son muchas mas cosas las que ha hecho, pero no puedo seguir escribiendo por que tengo que ir a trabajar, pero os quiero decir que entiendo que a mucha gente no le gusta por su manera de comunicarse, y si el habla un poco fuerte, pero dice la verdad…. yo prefiero eso a un tipo como Obama que sonreía y hablaba super bonito pero era un corrupto, que dejo este país en unas condiciones económicas malísimas, asesinó un montón de personas inocentes con sus guerras, y nos mintio a todos etc..etc…

El se esta peleando con grandes estructuras de poder, empezando por las farmacéuticas y los medios de comunicación.

Fuente

La foto de la ignominia



Durante nuestra Cruzada de Liberación Nacional, el radicalismo ateo (en la forma de comunismo y anarquismo) que se había ido apoderando de la Segunda República desde las elecciones amañadas de febrero de 1936 se jactó (sin límite moral alguno) de la profanación de todo lo que oliera a sagrado, se regodeó en el incendio de un sinnúmero de templos, practicó el asesinato contra miles de religiosos y seglares…

En su demencial paroxismo, llegó incluso a presumir de haber “fusilado” la imagen del Sagrado Corazón de Jesús (si bien se dice que ninguna de las numerosas balas disparadas hizo blanco en su pétreo órgano vital) elevada en el punto central de la Península Ibérica e inaugurada apenas dos décadas atrás por el monarca Alfonso XIII. Era el 28 de julio de 1936 cuando se tomó tan vergonzosa fotografía, la cual luego sus herederos políticos han intentado vendernos como una falsificación a fin de ocultar las tropelías cometidas entonces.

Lo cierto es que ya el día del Alzamiento un grupo formado por unos treinta fieles habían acudido al lugar a rezarle al monumental Cristo del Cerro de los Ángeles, quedando allí después solo cinco de ellos para, como una manera de custodiarlo, continuar con el Rosario. Éstos, denunciados por gentes del lugar, serían fusilados días antes de la foto en cuestión.

Luego, los bárbaros frentepopulistas necesitarían cinco cargas de explosivos para volar por los aires un conjunto que, en los años 60′, sería reconstruido en forma y manera todavía más grandiosa (participando en los planos el extraordinario arquitecto Pedro Muguruza, el de el Valle de los Caídos) por orden del Caudillo y en cuya cripta de la base reposan hoy aquellos cinco mártires.

Lo que muy pocos saben es que parte de los milicianos que participaron en la voladura del monumento luego, convertidos al catolicismo y arrepentidos de su blasfemia anterior, contribuyeron a dicha reconstrucción, hecho que por sí mismo echaría por tierra la tan traída y llevada represión del Régimen del 18 de julio así como demostraría la supremacía de la Fe Verdadera por encima de cualquier ideología.

NO NOS ROBARÁN LA HISTORIA NI LA MEMORIA.

Fuente


El mito de los apellidos judíos



Cada cierto tiempo aparecen por las redes sociales listas de apellidos supuestamente de origen judío.

Las mismas raramente tienen alguna credibilidad histórica, de hecho los apellidos “judíos” desaparecieron cuando se convirtieron al cristianismo adoptando formas o deformaciones de sus propios apellidos o bien apadrinados por “cristianos viejos” y adoptando otros apellidos.

Dudo que la mayoría de los españoles tengan su árbol genealógico hasta 1492, por otro lado las comunidades judías eran endogámicas y cerradas, es imposible tal proliferación en número de habitantes si tales apellidos representan el origen judío.

Suelen señalar, estas listas,  el numerosísimo apellido Pérez (que procede de Pedro o Petrus, muy común en la Edad Media) de descendiente de judíos, como consecuencia de su abundancia y naturaleza lo han llevado y lo llevan incontables familias y linajes de muy distinto origen y procedencia, sin que exista entre la mayoría de ellos ninguna relación o vínculo de parentesco y ni la más leve y primitiva comunidad de sangre, por lo que no existe relación genealógica entre la mayoría de ellos.

Debido a la difusión y abundancia del apellido, se generalizó la costumbre de añadirle el lugar de origen o la plaza conquistada, formándose los apellidos compuestos por Pérez de…, y así tenemos entre otros a los Pérez de Tudela, los Pérez de Villamayor, los Pérez de Soria, los Pérez de la Calzada, los Pérez de Zamora y otros muchos.

Es una creencia muy extendida que este apellido, lo mismo que muchos otros muchos apellidos españoles, es de origen sefardí, puesto que aparece en las listas de sospechosos investigados por la Inquisición española por “judaizar” (practicar el judaísmo en secreto). Esta creencia, sin embargo, es errónea, e incurre en lo que se conoce como “el mito de los apellidos judíos”.

La realidad es que los apellidos que figuran en las listas de la Inquisición son los más corrientes en la península ibérica de la época, y por tanto también los más habituales entre los sospechosos que investigaba la propia Inquisición. En realidad, no existen apellidos españoles que denoten un origen judío o judeo-converso.

Pero cabe preguntarse la motivación de los que publican estas listas que aparecen en redes sociales tan frecuentemente.

Su finalidad no es otra que ahondar en la idea de “todos somos judíos” y así evitar cualquier sentimiento de aversión a tal raza.

Fuente

miércoles, 17 de junio de 2020

El mayor suicidio masivo de la historia europea




En los últimos meses de la 2GM, cuando la victoria final parecía cada vez más difícil y el Ejército Rojo acechaba, entre 700 y 1.000 ciudadanos de Demmin que entonces tenía unos 15.0000 habitantes, prefirieron morir antes que vivir en un mundo en el que los nazis no gobernaran.

Fue el mayor suicidio masivo en la historia de Alemania.

No existen cifras exactas, pero los historiadores calculan que no menos 10.000 y un máximo de 100.000 personas tomaron esta decisión en toda Alemania siguiendo el ejemplo de los jerarcas del partido (es imposible saberlo con exactitud debido a los trágicos días del fin del Reich y la imposibilidad de saber cuál se suicidó o cuál murió asesinado a manos soviéticas).

Al quitarse la vida, era habitual que los adultos se llevarán también a sus hijos. Es lo que hizo Goebbels, ministro de Propaganda y canciller en los últimos días del III Reich, cuando él y su mujer, Magda, envenenaron a sus seis hijos. Y fue él con su discurso radiofónico “Antes muertos que caer en manos de los Rusos”, quien lo profetizó antes de que se desatara la locura colectiva.

“Los cuerpos cubrían toda la orilla del río. Fueron excavadas fosas comunes en el cementerio porque no era posible darles entierro de otra manera. Los recogíamos en carretillas y los depositamos a la fosa. Por el camino íbamos reconociendo a vecinos, la maestra del pueblo, el practicante…” relata una de los testigos que ha relatado la historia, la que entonces era solo una niña de 10 años, Irene Bröke.

Las noticias que se recibían por radio hicieron que los habitantes de Demmin recibieran mensajes donde se relataban los saqueos, asesinatos y violaciones que el Ejército Rojo practicaba por los lugares que caían bajo su dominio. Los soviéticos fueron descritos como lo que eran, hordas de salvajes que asesinaban, robaban y violaban a las mujeres.

El sufrimiento de los civiles alemanes durante la guerra, ya sean las violaciones de mujeres o los bombardeos de ciudades como Potsdam, es un tema complejo.

Demmin fue quizás el caso más extremo de locura colectiva que invadió al país en los primeros meses de 1945, pero no el único. En Berlín se registraron ese año 7.000 suicidios, de los que casi 4.000 se produjeron en el mes de abril. Se recogieron cientos de testimonios de aquellos días de quienes asociaron a sus propias vidas el fin del nacionalsocialismo.

Como el profesor Johannes Theinert y su mujer Hildegard, que comenzaron a escribir un diario en 1937, al año siguiente de casarse. La última entrada está fechada el 9 de mayo de 1945. “La crisis se acaba. Las armas callan”, anota Hildegard. Ese mismo día, Johannes disparó a su mujer y después a sí mismo. La última entrada del diario que alguien encontró tras su muerte decía: “¿Quién se acordará de nosotros, quién sabrá cómo hemos acabado? ¿Tienen estas líneas algún sentido?”.

Al leer lo anterior me viene a la memoria un cartel de propaganda alemana del final de la guerra que tenía unas banderas rasgadas y decía algo así como “han caído nuestros muros mas no nuestras ideas”…

Fuente

lunes, 15 de junio de 2020

África no puede ser salvada: Occidente no puede ayudar a África porque no quedan soluciones que no se hayan probado y fracasado


Kim du Toit (R)

Cuando toca analizar los problemas de África, Occidente desconecta la lógica y los análisis más precisos se hacen imposibles. Esta desconexión la provoca el concepto de lo que es la vida en Occidente (es preciosa, ha de ser protegida a cualquier coste…) en comparación con la manera en la que la vida y la muerte son contempladas en África. Voy a explicar mi posición.

En África la vida es barata. Hay tantas manera de morir en África que la muerte es algo mucho más común que en Occidente. Puedes morir de tantas cosas, serpientes, insectos, animales salvajes atacando, enfermedades, hambre, intoxicación alimentaria…La lista no tiene fin. Una vez hubo más muertos por ataques de cocodrilos que por armas de fuego en África, por ejemplo. Ahora añadamos las típicas tragedias humanas (asesinatos, asaltos, guerras y demás) y podemos empezar a entender por qué la esperanza de vida de un africano es tan baja. Horriblemente baja de hecho si quitas a los africanos blancos de las estadísticas (suelen vivir en zonas más civilizadas, y tener comportamientos y actitudes occidentales). Para terminar, añade la aberrante incidencia del SIDA a la ecuación y tenemos que cualquier nacido en el África Negra este siglo alcanzará con suerte los 40 años de vida.

He vivido más de 30 años en África. Por crecer ahí tengo muchas cosas de África que no existen en Occidente. La actitud relajada hacia la muerte es una. Otra es el miedo atroz a las serpientes.
Así que gracias a mi pasado africano, es raro que me conmueva ver la muerte a menos que sea un accidente o afecte a alguien cercano. La muerte cuando afecta a gente desconocida es algo que simplemente ignoro. De mi círculo cercano de más o menos 18 amigos con los que crecí y a los que considero los míos, sólo diez sobreviven hoy y ninguno de ellos ha sobrepasado los 50 años.

Dos amigos murieron al pisar un campo minado estando en el ejército en Namibia. Tres murieron en horribles accidentes de coche (y aunque esto no sólo pasa en África, uno de ellos sucedió por un antílope que entró volando por el parabrisas y empaló a mi amigo con las pezuñas, no es precisamente el accidente de tráfico típico en por ejemplo, Florida). A otro le mordió una serpiente venenosa y murió de un ataque al corazón. Otro también murió de un ataque al corazón pero era un borracho sin remedio. Dos fueron asesinados por criminales. El último salió con su tabla de surf un día y nunca lo volvimos a ver. ¿He mencionado que hay muchísimos tiburones en las costas de África y en los ríos más grandes?

Mi situación no es poco común en Sudáfrica. Creo que otros podrían mostrar unas cifras aún peores.

La lista de muertos no se queda sólo en mis amigos. Cuando aún vivía en Johannesburg, los periódicos sacaban cada día historias de gente devorada por leones o atacada por tribus rivales o muriendo por alguna enfermedad inexplicable (antes del VIH-SIDA) y en general, gente que sucumbía ante alguna de las respuestas que tiene África a la explosión demográfica. Añadamos a las cifras de muertos el crimen, la pobreza, la enfermedad, el hambre, el tráfico y la policía y ya empiezas a coger la idea.

Mi historia africana favorita es de después de haber abandonado el país. Un ejecutivo americano aceptó un trabajo ahí y en su primer día, se podía leer en el periódico el siguiente titular: encontrados tres cuerpos sin cabeza.

Al día siguiente: encontradas tres cabezas.

El tercer día: las cabezas no pertenecen a esos cuerpos.

Son cosas que no te puedes inventar. Es África.

El resultado de todo esto es que la muerte es tratada de forma mucho más relajada por los africanos que por los occidentales. Yo, y también sospecho que al resto de africanos le pasa igual, estoy totalmente insensibilizado cuando leo o veo las noticias sobre el sufrimiento africano, da igual el motivo. ¿La sequía hace que las cosechas se arruinen y entonces miles de personas van a pasar hambre? Sí, eso ha pasado muchas veces cuando era pequeño. ¿Rivalidades tribales y guerras que causan matanzas brutales? Sí, ha estado pasando durante miles de años antes de que los blanquitos llegaran ahí. ¿Gobiernos corruptos enriqueciéndose mientras su población pasa hambre? Unas nueve o diez veces. A lo largo de mi vida han pasado las siguientes tragedias provocando millones de muertes; hambruna en Biafra, genocidio en Ruanda, guerra en Angola, inundaciones en Sudáfrica, hambruna en Somalia, guerra en Sudán, hambruna en Etiopía, inundaciones en Mozambique, matanzas en Uganda y peleas tribales en todos y cada uno de los países de África. Hay más, pero creo que no hace falta contarlo.

Sí, también es algo que ha pasado en Europa. Quizá hace 1000 años. Pero ya no. Y Europa no tiene cocodrilos ni serpientes venenosas ni nada de eso.

Los holandeses han controlado las inundaciones. En toda Europa está bajo control las hambrunas, ya no existen. Quitando un par de ejemplos de matanzas masivas (Alemania Nazi y Rusia Comunista) Europa desde 1700 no se parece en nada a la África de hoy. Incluso los asesinatos son algo extraño en Europa mientras que son comunes en África.

Más aún, Occidente ha evolucionado a una sociedad con un sistema de gobierno estable que se guía por sus leyes y que respeta los derechos y la vida de los individuos. Cosa que no sucede en África.

Muchos de nosotros tenemos un dicho que acompañamos normalmente de un encogimiento de hombros; África vuelve a ganar. Esto lo solemos decir después de algún incidente como: «Un querido misionero es descuartizado por su congregación sin motivo aparente».

«Un jefe de una tribu prefiere que los suyos mueran de hambre a aceptar comida de la Cruz Roja» (significaría que no es todopoderoso)

«Un país entero se muere de hambre mientras su gobernante acumula riquezas en bancos extranjeros»

«Un nuevo gobierno toma el poder, promete democracia, elecciones libres» (Siempre que la libertad no se aplique a la otra tribu; la otra tribu toma el poder mediante un golpe de estado sangriento y entonces destruye a la tribu anterior) Etc, etc, etc, ad nauseam, ad infinitum.

Las perspectivas son malas porque esta violencia no tiene pinta de terminar en ningún momento. Las conclusiones son igualmente nefastas porque sinceramente, no hay ninguna respuesta a los problemas de África. No quedan soluciones que no se hayan probado y fracasado.

Si vamos al CIA World Fact Book, escogemos cualquier país africano (Kenia, Tanzania, Malawi…) y lo comparamos con cualquier país Occidental (Portugal, Italia, España, Irlanda…). Las diferencias son brutales y se harán más grandes, no más pequeñas. De hecho se han hecho más grandes desde los 60 cuando la mayoría de los países de África consiguieron su independencia. Nosotros, con esto quiero decir Occidente, hemos intentado muchas formas de ayudar a África. Todos los intentos han fallado.

La caridad no es la respuesta. El dinero simplemente se lo queda el primero, o el segundo o el tercero en recibirlo. Más de 17 países vieron cómo su renta per cápita caía entre 1970 y 2000 a pesar de recibir más de 100.000 millones del Banco Mundial.

La comida no se reparte. O porque no hay infraestructura de transportes o porque el mandatario local la retiene para que la gente pase hambre y se someta.

El material se rompe, roba o vende por una fracción de su valor. El resultado de décadas de ayuda internacional ha resultado en una infraestructura continental que, quitando Sudáfrica, no podría mantener en funcionamiento una ciudad occidental de tamaño medio.

La conclusión es inevitable, resignación. Esto va contra nuestros instintos humanos de solidaridad. Nos hemos acostumbrado a liberar al mundo de este o aquel problema como la viruela, la polio o cualquier otra y aceptar que fracasamos nos resulta anatema. Si trasladamos esto a un escenario africano, veríamos cómo la vacuna de la polio no funciona porque algún mandamás impide que los niños se vacunen o un temeroso jefe de alguna tribu hace lo mismo. O porque no hay carreteras. O porque los criminales roban las vacunas para venderlas. Si se encontrase una cura para el SIDA mañana y se ofreciera gratuitamente a todas las naciones de África, la enfermedad crecería casi al mismo ritmo y menos aún se revertiría. Tendrías que vacunar a todos los menores de dos años que pudieras y olvidarte de las dos generaciones más viejas.

Así que sólo hay una respuesta, y es una respuesta brutal; aceptar que no está en nuestro poder cambiar África.

Tenemos cosas mejor que hacer y a veces lo único que tienes que decir es: «No puedo hacer nada al respecto».

La violencia, la crueldad, la corrupción, la duplicidad, el salvajismo y la incompetencia es endémica en todo el continente. Es como un anatema para cualquier persona que tenga más de dos neuronas que la imaginación civilizada simplemente se bloquea cuando se enfrenta con la ubicuidad y la enormidad del problema y el tratar de arreglarlo. Los medios occidentales ni siquiera deberían molestarse en informar del asunto. Lo único que hacen es despertar nuestros horrores y la necesidad instintiva de hacer algo. Y todo se ha intentado ya y ha fracasado. Todo, excepto por supuesto, dejarles a su rumbo.

Todo lo que tenemos que hacer es asegurarnos de que nada de África se trasplante a Occidente porque el riesgo para nuestra sociedad sería enorme si así sucede. Tengo que decir que muchas iglesias americanas pretenden llevar refugiados africanos a los EEUU y que muchas iglesias europeas pretenden lo mismo en Europa. Error. Recuerden mis palabras; esta caridad mal entendida se revolverá contra nosotros para mordernos a lo grande.

Sería incluso peor pensar que el primitivismo de África encierra algún tipo de respuestas para Occidente. Créanme en esto; no hay nada que nos pueda dar África y que Occidente no haya probado antes y fracasado. Nada que no sean retrocesos o que no sea peor que lo que tengamos ahora o que lo contradiga.

Aquí va mi solución al fiasco africano: un muro rodeando toda Europa.

Inevitablemente los seguidores de Kissinger y la realpolitik hablarán a favor del intervencionismo porque el vacío de la Ayuda Occidental lo llenará China incrementando su influencia en la zona. Hay dos motivos por los cuales esto no va a suceder.

Lo primero es que la República Popular China no tiene dinero para malgastar. Lo segundo es que cualquier ayuda comunista será del mismo estilo que la ayuda occidental. Conste además que Mozambique y Angola son países socialistas y son ambos zonas totalmente desastrosas. Las perspectivas son terribles para ambas naciones, igual que para muchos otros países africanos.

África tiene que curarse a sí misma. Occidente no puede ayudarles. Ni debe tampoco; el récord de fracasos habla por sí mismo.

Fuente

El mito del Euskera perseguido por Franco, por Francisco Torres

  Lamentablemente, cuando hoy alguien busca información sobre un tema acude de forma inmediata a la red. Un lugar donde cabe cualquier cosa ...