martes, 3 de noviembre de 2020

Ernesto Ladrón de Guevara: "Borran nuestra cultura y nuestro legado histórico para conseguir una distopía en la que la tiranía parece democracia"

 


Ernesto Ladrón de Guevara, con una larga trayectoria en la vida pública vasca, escritor, experto en educación y colaborador habitual de La Tribuna del País Vasco, presenta un nuevo ensayo- mani!esto titulado La Hispanidad descompuesta, que es, sobre todo, una gran propuesta civilizacional.

Para muchos, la Hispanidad es un concepto del pasado, ajeno a la globalización en curso y !niquitado por una posmodernidad que machaca cualquier “gran relato” en aras de la atomización individualista y la deconstrucción cultural. En este contexto, la Hispanidad, ¿nostalgia del pasado o recuerdo de un futuro que puede ser mejor?

Sin duda es un recuerdo del pasado para abrir un proceso de liberación, de mejoría por emancipación respecto al esclavismo al que pretenden someternos, desde un globalismo que está desarrollando técnicas muy so!sticadas de control cognitivo sobre nuestras poblaciones, que eran, otrora, referencias de civilización, de cultura y de respeto a la dignidad de las personas.

Ese globalismo orwelliano tiene un diseño de deconstrucción de nuestro pasado, para destruirlo de!nitivamente, y que nuestras nuevas generaciones ni tan siquiera tengan una leve noción de lo que fue; y para generar una nueva cosmovisión relativista, falsificadora de la realidad y de la veracidad histórica.

Con ese borrado del disco duro de nuestra cultura, de nuestro legado antropológico y de nuestra !losofía colectiva de vida, se consigue una distopía en la que la tiranía parece democracia, la opresión simula libertad y los derechos individuales son adulterados y transformados en procesos emancipatorios falsarios, que, en definitiva nos abocan a nuevas fórmulas de esclavización perfectamente maquillados en formas sutiles de dependencia tecnológica; que es un cajón de sastre que introduce en nuestro cerebro nuevas codificaciones y modulaciones cognitivas para convertirnos en seres manejados como marionetas.

Habla de la Hispanidad como el fruto de una religión, el catolicismo, un idioma, el español, y una sangre común y mestiza. No obstante, un catolicismo en amplio retroceso, ¿no hace inviable la recomposición de la Hispanidad al carecer de una espiritualidad común? ¿No ha contribuido a ello, particularmente, el desembarco masivo de iglesias evangélicas y pentecostales, de impronta yanqui, que desde su “Teología de la prosperidad”, elimina el sustrato religioso tradicional? En este sentido, esta agresión religiosa, ajena a la historia común de los tres continentes americanos, entrelazados por el catolicismo hispánico, ¿no es una forma e!caz, y ya de largo recorrido, de ingeniería social?

Por supuesto. Mi respuesta a esta pregunta enlaza con lo anteriormente dicho. La Hispanidad fue una fórmula inédita en la historia de la humanidad para llevar a tierras inexploradas, hasta entonces, el mensaje de Jesucristo, que era la fuente de la consideración del hombre como poseedor de dignidad por el solo hecho de nacer dotado de alma y sujeto al derecho natural que es la fuente de todos los derechos.

El legado de Isabel La Católica, de los fundadores de los derechos humanos en la Escuela de Salamanca de Francisco de Vitoria, y de otros prohombres, dominicos, promotores de un iusnaturalismo orientado por el Tomismo, y las propias Leyes de Indias, dieron forma a un nuevo espíritu civilizador jamás repetido por ningún otro proceso colonizador.

Todo eso se vino abajo a partir del reinado de Carlos III, con la dinastía borbónica, por diferentes factores; pero el más reseñable fue la trama urdida por el poder protestante que vendría de la mano de la acción inglesa y los in"ujos de un nuevo polo de dominio, que se iría generando desde los nuevos Estados de América del Norte, infiltrando iglesias evangelistas y de inspiración protestante.

Todo eso, junto con la e!caz acción de la masonería y las ideas ilustradas fueron desvertebrando esa ligazón entre las Españas, puesto que los cuatro virreinatos fueron también España con todas las consideraciones como tales.

Piénsese que hoy estamos exactamente igual en nuestra España constitucional. Se está atacando la lengua común, el español, nuestro hecho antropológico de naturaleza cristiana y se cuestiona nuestro ADN colectivo, abogando por procesos etnicistas de descomposición.

La lectura del libro me ha recordado, en muchos aspectos, a algunas de las propuestas de la Cuarta Teoría Política del ruso Alexander Duguin, y de los autores de la denominada Nueva Derecha, de matriz francesa, quienes proponen, desde la geopolítica mayormente, un futuro que pasará por espacios continentales autocentrados, autónomos y de dinámica proteccionista. Algunos ya están en marcha, caso del espacio chií liderado por Irán, China, India, sur de África, Rusia y repúblicas centro-asiáticas, Turquía y su área panturca... Desde esta perspectiva, ¿la Hispanidad podría ser, tal y como propone el escritor español Josep Alsina, uno de tales espacios?

Exacto. Esa es la propuesta que guía el libro. Un espacio cultural común, con diseños cooperativos y marcos de defensa común. Cuando me re!ero a defensa, no solamente comento la armada, sino que es una concepción global de protección de un estilo común de vivir, de una cosmovisión colectiva que nos hermana, de una historia compartida que justi!ca nuestra existencia, de un marco de desarrollo económico que se fundamenta en nuestras propias capacidades, de la existencia de recursos naturales inexplotados por falta de capacidad !nanciera ya que estamos atomizados, de la liberación respecto a poderes externos que están expropiando nuestras fuentes de desarrollo, colonizando en todo lo que signi!ca la palabra colonizar todo. Y cuando digo todo, me re!ero a nuestra soberanía que es la capacidad para determinar nuestro futuro colectivo, nuestro patrimonio desarrollado con el esfuerzo y sacri!cio de nuestros ancestros y nuestros mayores, nuestras formas de relación y de vida. Nuestros valores transmitidos por nuestros antepasados. Y así un largo etc. Es una propuesta de emancipación y de colaboración. Es un planteamiento que ya tiene un fuerte desarrollo de la mano de personalidades como Patricio Lons y otros, tanto en Hispano América como aquí. Solamente que esos fundamentos emancipadores están puestos en sordina por quienes manejan una información que en realidad es desinformadora.

Este redescubrimiento de la Hispanidad, como proyecto colectivo civilizacional, ¿le traslada a la tradición del pensamiento contrarrevolucionario?

Por supuesto. Las revoluciones, en aquellos años de la mal llamada emancipación hispanoamericana, estaban teledirigidas por el mundo oculto, por los intereses de la masonería, de descomponer el entramado católico en Hispanoamérica y llevar su espíritu civilizador y humanizador a un relativismo que desvertebró y liquidó la capacidad de sobrevivir en aquella biocenosis depredadora que despojó al mundo hispano de su capacidad de supervivencia.

Su desarrollo quedó frenado en seco. Las clases sociales más desfavorecidas que eran precisamente la de los indígenas quedó al albur del dominio criollo, ligado a los intereses de hegemonía del mundo anglo que iba así desplazando al poder hispano del dominio en América, hasta el punto de que los aborígenes amerindios tuvieron que recurrir a rescatar sus células de propiedad para defenderse. Nada sería igual a partir de entonces.

Todo lo contrario de lo que nos han contado. Las capacidades de competir por sí solos en ese mundo donde el pez gordo se come al chico, se vieron limitadas e impedidas, lo que abrió más tarde la puerta del marxismo como fórmula de liberación, con otra forma revolucionaria para llevar a situaciones de más miseria. Nada fue igual al pasado. Todo fue a peor.

Y hoy vivimos el mismo fenómeno. Al desconocer nuestra historia estamos condenados a repetirla.

Habla de compromiso, comportamiento pro-activo... Iniciativas como Fundación Disenso y su medio digital La Gaceta de la Iberosfera, especialmente enfocado a la actualidad de las Américas, ¿están encaminadas, en algún modo, en esa dirección?

Aún no he podido profundizar en el mensaje de esos medios, pero, según lo que he podido ver de lo que dicen, sí concuerda con este planteamiento mío expresado en el libro, y en lo que propone, entre otros, Patricio Lons y la, para mí ejemplar, Paloma Pájaro en su canal “Fortunata y Jacinta”.

En realidad, encaja de alguna manera en el pensamiento del !lósofo Gustavo Bueno, que es una referencia fundamental, aunque no sea exactamente lo mismo que lo que expongo en mi libro.

Es incuestionable la in"uencia en su libro de Ramiro de Maeztu y José María Iraburu. En mi caso, como en el suyo, el libro Quito fue España. Historia del realismo criollo, de Francisco Núñez del Arco, ha sido un verdadero “descubrimiento”. Desde su criterio, ¿qué direcciones debiera tomar la investigación histórica hispanoamericana en aras de una correcta valoración de la trayectoria común de nuestros pueblos y el legado hispánico?

Esa investigación histórica debe partir del rigor historiográ!co del que carecen muchos enfoques o!ciales de una historiografía demasiado contaminada por prejuicios y perjuicios. Solamente desde la absoluta imparcialidad en la interpretación de las fuentes se puede llegar a la verdad. Tengo que decir, a título orientativo de lo que quiero expresar, que yo procedo en mis orígenes políticos de un marxismo cultural, del cual he podido desprenderme en la medida de que he ido avanzando en el conocimiento, más autodidacta que el in"uenciado por el academicismo universitario, demasiado escorado hacia una forma unívoca y sectaria de interpretación de nuestro pasado.

Descubro, con asombro, cómo en Hispanoamérica son mucho más hispanistas que aquí, en España, y que eso se debe a que no han estado tan in"uidos por las in"uencias de la Generación del 98 y por el espíritu de decadencia que se extendió, como una mancha de aceite, tras la pérdida de Cuba y Filipinas, que fueron el principio del germen de la desvertebración de España.

Además de la historia y la geopolítica, ¿qué otras disciplinas pueden coadyuvar en este empeño?

Nuestro pasado no debe reconstruirse solamente desde el enfoque histórico, sino también desde el antropológico, desde el materialismo !losó!co de Gustavo Bueno, que no es lo mismo que la !losofía materialista, desde un planteamiento pedagógico, en tanto que la historia no tiene sentido si no es en función del conocimiento objetivo de la realidad que guía la capacidad de analizar los fenómenos contemporáneos, y, por qué no, desde la teología. No se puede tener una verdadera cosmovisión fundada en el conocimiento sin una formación humanista. Y las humanidades han sido laminadas. Y nada es casual. Es causal.

Ha puesto en valor la formulación del !lósofo español Gustavo Bueno de imperios generadores versus imperios depredadores. ¿Podría hacer una breve presentación de este concepto, que entiendo nuclear en su ensayo?

Este concepto es especialmente importante para desmontar la Leyenda Negra, mitológica e inexacta, que nos han endosado desde las esferas de quienes querían destruir el catolicismo y, por ello, también España. Es lamentable que los propios españoles hayamos dado carta de naturaleza a esas diatribas totalmente infundadas respecto a nuestra presencia en el mundo.

Y en este fundamento tiene razón de ser la idea lanzada por el !lósofo Gustavo Bueno de que el Imperio Español no fue depredador, colonizador, sino generador, puesto que fue la cuna de los valores de convivencia entre españoles de todas las Españas, donde todos los individuos eran súbditos de la Corona con los mismos derechos, prerrogativas, y privilegios; sin distinguir entre quienes procedían de la Metrópoli y los pertenecientes a los virreinatos. Por eso era un Imperio Generador y no Depredador, como lo fueron las colonias dominadas por el espíritu anglosajón que veían los territorios conquistados como botín de ocupación, no como expansión de un planteamiento civilizador cuya fuente era el cristianismo. La religión era el pegamento que ligaba a todas las partes de la Hispanidad. Por eso los territorios adheridos a la corona, que no colonizados, eran “Las Españas”. Eso lo tienen claro en Hispanoamérica. Lamentablemente no tanto aquí.

Por último, no puedo evitar referirme a su preocupación por la intervención de Inglaterra y de la masonería –que acabas de citar- en la desmembración del Imperio español, del que se deriva la Hispanidad, una comunidad más espiritual que formal. Esta inquietud, ¿no queda superada ante la emergencia del poder chino y los retos del islamismo radical?

Por supuesto. Hoy China es el nuevo Imperio Depredador. En poco tiempo, si todo va así, seremos colonia de China; como lo está siendo África y zonas de Hispanoamérica, de forma silenciosa. Entendiendo la colonización como apropiación !nanciera de recursos mineros, de producción industrial, del territorio y del comercio. Y sobre todo del control tecnológico de la población. Lo mismo que desde el plano cultural y demográfico, por parte del islamismo, si seguimos con los actuales procesos migratorios consentidos o estimulados desde instancias políticas.

Pero todo ello no se podría explicar sin el trasunto oscuro del poder que es el entramado intelectual y de ingeniería social que atraviesa los elementos fundamentales del control político y de las instancias de poder, tanto de la gran economía, sobre todo !nanciera, como política. Todo ello está entrelazado.

Nuestra soberanía está desmantelada. De hecho, soy escéptico respecto a que la democracia sea realmente funcional, y que nuestra soberanía como Estado tenga verdadero fundamento y realmente exista. Nada de lo que parece es cierto. Ni hay verdaderas libertades, ni Estado de Derecho realmente efectivo, ni Estado Social. Todo está en proceso de descomposición. Y eso no es porque sí. Eso está guiado.

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