martes, 12 de mayo de 2020

Escohotado: "Ojalá esta crisis nos ayude a que se pueda ser progresista sin ser miserable o tonto"



Dice Antonio Escohotado que a él la cuarentena plin, que hace tiempo ya que vive “de forma ostrífera”: “Como una almeja, hija”, ríe al teléfono. “Estoy estupefacto y aterrorizado ante la que se nos viene encima, aunque mi vida no haya cambiado mucho, porque estoy con mis achaques… ¿sabes? Medio cojo, y me tiemblan las manos de párkinson. Ya salía poco y ahora está prohibido, encima. Soy el típico sujeto curioso… no es que yo pueda contagiar, es que soy el más contagiable”.

Cuenta que se siente un “parásito” de su familia y que le resulta “pesado” no poder hacer las cosas por sí mismo. ¿Eso de salir a aplaudir a las ocho? “Eso es borreguismo, gregarismo…”, resopla. Madre mía: qué extraño imaginarse a un rebelde como él obedeciendo tan seguido a un Estado cada vez más todopoderoso. “No te miento: me lo tomo hiperfatal”. Le creemos. Y le escuchamos. 

¿Qué ha aprendido de usted mismo en este encierro? ¿Y de los demás -del ser humano, en sentido profundo-?

Pues mira, de mí mismo, poco, porque no me ha cambiado la vida prácticamente. Hago lo que hacía. De los demás, todavía menos, porque sé de ellos por la tele y por los periódicos. No veo a nadie excepto a mi familia, es increíble, no tenemos ni asistenta. Aquí todo el mundo viene con máscara, es muy gracioso. Parece una película de ciencia ficción. Siento extrañeza.

¿Cuál es el pensamiento más extraño que le ha asaltado estos días?

Bueno, que al fin la globalización se manifiesta en un terreno nuevo, sin pisar hasta ahora, como es esta cuarentena. La situación es prácticamente idéntica a una huelga general, pero aquí no se ha declarado ninguna huelga general. Digamos que esto es por nuestro propio bien, aunque a lo mejor si lo cuentas prosaicamente o de forma aritmética, podría agravar el mal del que se intenta escapar. Primero, no lo sabemos, y segundo, que, aun sabiéndolo, no podemos dejar tiradas de la mano a personas que ahora mismo pueden necesitar nuestra atención.

¿Personas como…?

Personas como yo mismo. Dicen que estaban atestados los hospitales… yo no lo sé, Lorena, porque no lo he visto, y literalmente no tengo ni idea, pero luego veo en un periódico que cierra Ifema. Parece una noticia excelente, pero no veo más noticias en esa dirección. Ten en cuenta que la prensa es catastrofista por naturaleza, le gusta esa mezcla de amarillismo y apocalipsis y siempre vas a tener un titular más grande de un asesinato que de la señora estanquera que tuvo cinco orgasmos anoche. Estamos acostumbrados a eso, a que las buenas noticias se den por hechas. También es verdad que te está contestando a esto un tío que no se puede mover nada desde hace ya, realmente estos últimos cincuenta días me siento como si estuviera en la luna.

¿Qué es el mundo interior; cómo se cultiva? ¿Realmente puede la cultura salvarnos de algo?

Pienso que el verbo “estudiar” y “aprender” es de una potencia comparable al verbo “amar” o “hacer”. Por ejemplo, decimos, o decía Sócrates por lo menos, y yo también lo digo, que “ser” es “hacer”. Pero con esto no comulgan en el mundo asiático, ¿no? Donde “ser” es más bien “no hacer”, conseguir ese estatus que se puede llamar nirvana o que se puede llamar último grado de la liberación de los deseos. Yo creo que dentro del hacer, lo más propiamente humano es aprender.

Defraudamos nuestra naturaleza humana, el hecho de ser animales racionales y sociales, si no nos dedicamos al aprendizaje. Además, por mucho que tantas personas se olviden de ello, ya se encarga la impersonal técnica de asombrarnos día tras día con sus prodigiosos frutos. De modo que, aunque tú y yo lo olvidáramos, siempre habrá alguien en alguna parte construyendo mejor el codo de una cañería, ahorrando con eso calor, desgaste y miseria para algunas personas.

Hay quien dice que esta crisis es un duro golpe para el capitalismo. ¿Cómo lo ve?

Pues mira, esta mañana estaba viendo unas declaraciones del Papa Francisco diciendo que el capitalismo crea pobreza y luego la esconde. Me gustaría saber cómo llama el Papa Francisco al nivel de rentas de los regímenes comunistas, desde los primeros hasta el presente. ¿Cómo se llama lo que crea Fidel Castro, Maduro, Lenin o Mao? ¿Cómo se llama eso? ¿Cómo lo llama el propio Pablo Iglesias? 

Date cuenta de que existen ciertas opciones como respirar o digerir, que parecen lo más sencillo del mundo: no se nos ocurre encargar al sistema nervioso central de hacerlas, ya las desempeña el sistema periférico, pero claro… incluyen billones de operaciones al día, porque en detalle respirar y digerir es extremadamente difícil. Sin embargo, algo mucho más tremendamente difícil como mantener a flote la economía política… con cientos de millones de personas incluidas… parece que eso va a depender de la buena fe de algunas personas, ¿no? Bueno, en el caso de Lenin lo hacía él solito. Con toda su buena voluntad se ponen a legislar sobre los precios y tú dices… ¡pero bueno!… Si no se te ocurre legislar sobre la respiración y la digestión, ¿cómo te metes en un asunto tan increíblemente denso como la formación de precios?

Tú date cuenta de que eso podemos pensarlo desde la perspectiva sesgada de que los precios los impone algún monopolio y los demás obedecen, pero no es así, como hay incontables cantidades de cosas que tienen cada una su precio… el hecho de dejar que se formen espontáneamente es simplemente la única manera de estar al corriente de las mercancías que hay en cada sitio y cada momento. Si no, vas a la ruina.

Está muy bien la economía planificada. En teoría tenemos ciento y pico de años de experiencia práctica, donde ni un solo caso, ni uno, ha salido bien, que ya tiene narices. Es como respirar o digerir por decreto, que sale muy mal.

Usted hace mucho ya que no cree en la revolución.

Yo creí, claro, pero fíjate que seguimos llamando al golpe de Estado de 1917 la revolución rusa, ¿no? ¿Tú te acuerdas del gobierno que derribó Lenin? No fue el de los zares, fue el primer y único gobierno socialdemócrata que hubo en Rusia. Hasta Putin ha sido menos democrático que aquel. Estableció todas las libertades, derogó la pena de muerte y estaba formado por una mayoría de socialistas con una minoría de liberales. Ese fue el gobierno que derrocó Lenin. “Revolución” es un término que se ha devaluado. Sólo me vale ya en sentido tradicional, en el del giro de los planetas en torno a las estrellas, el heliocentrismo de Copérnico. Pero, ¿que vamos a estar liberados, emancipados de algo, por una revolución que despoje a los ricos y se lo de a los pobres? Lo dudo, sobre todo porque no ha sucedido todavía, ¡y claro! Deja al término “revolución con el culo al aire”.

Claro que la meta fundamental de la política es conseguir que haya menos pobreza. La gente de buena fe nos hicimos revolucionarios por eso, esperando que retrocediese la pobreza, pero fíjate lo que pasó y lo que pasa en Cuba. O con Maduro. Ni uno sólo consiguió escapar de una creciente recesión, de un estancamiento económico progresivo. Eso es la revolución, para disgusto de los que tanto la amamos: la revolución es la forma más segura de que se produzca una involución, que las persona se respeten a sí mismas, que estén peor nutridas y que se impongan la fuerza, la trampa, la coacción.

No cree usted que haya que meter mano en la economía en ningún sentido.

Sí hay que meter mano en el monopolio, hay que evitarlo. Pero date cuenta que lo que se está pidiendo con las nacionalizaciones y detestando lo privado y los empleadores es justo lo contrario. El que crea empleos es el malo ahora, el empleado es bueno. Pero, ¿qué es esto? De 6 a 8 millones de personas, los empleadores, son los malitos de la película… y en cambio los 20 millones de empleados son los buenos… los explotados.

Tenemos que cambiar tanto la forma de pensar, Lorena. A veces, como decís los andaluces, me da fatiga. me da sofoco. Con la de generaciones que llevamos aumentando el periodo de estudio de nuestros hijos, ¿cómo hemos producido esta desmoralización simultánea de los docentes y los dicentes? Hay un rechazo, en abstracto, a la letra. Un rechazo instintivo, como el que puede tener una persona de bien ante un acto cruel, de violencia innecesaria.

¿Está usted de acuerdo con el PP en que hay que suspender el estado de alarma cuanto antes?

Creo que hay que volver a trabajar y con unas ganas inmensas. Hablamos de la gravedad de los muertos por coronavirus pero no hablamos de los que pueden verse heridos de muerte por la pobreza, sobre todo donde la pobreza es endémica. Estamos hablando de millones de personas afectadas directamente por la situación actual.

La naturaleza es indiferente al márketing, a las relaciones públicas, a la naturaleza no la compramos, no la sobornamos, no la engañamos. Por un lado es muy generosa y por otro lado… en fin, a 15 kilómetros estamos a 120 bajo 0, y a 15 bajo tierra estamos a 800 sobre 0. Sólo hay una estrecha banda donde la vida civilizada es posible. Si no ponemos continuamente el hombro para mantener lo que ya tenemos, la simple desamortización puede tener consecuencias terribles.

Volver al trabajo es cuestión de vida o muerte y quien no se dé cuenta está en la extrema idiocia, en un grado de estupidez que sólo logran algunos gusanos del desierto de Kalahari.

Cree usted que regresar a la vida laboral es un riesgo asumible.

Bueno, es verdad que por un lado somos cortoplacistas, y eso hay que mirarlo. Pero en general te puedo decir que todos los remedios curan poniendo en peligro a la totalidad del organismo. Así cura la penicilina, y por eso se llama así el antibiótico, porque mata la vida, y así cura la cirugía. Todos los remedios llevan consigo enfermedad, pero aquí es un equilibrio delicadísimo. Ahora debemos duplicar o triplicar el entusiasmo con el que hacíamos las cosas antes de la cuarentena, si no es muy fácil prever que la crisis de 2008 quede como un juego de niños. E incluso las guerras mundiales.

¿Le preocupa a usted el poder omnímodo que esta crisis ha dado al gobierno, la suspensión de derechos fundamentales, el control policial, etc? Va radicalmente en contra de sus valores liberales.

Ya, hija, pero qué hacemos con un pueblo como el español, que ha votado dos veces a Sánchez. Y mira cómo es Sánchez, ¿eh?, que ni pincha ni corta, que está vacío, hueco por completo; por eso el que pincha y corta es uno que no está vacío y sí tiene gran ambición, que es Iglesias. Hemos visto el cataclismo de Ciudadanos, normal, un partido que era prometedor, pero Albert se obsesionó con la representación de sí mismo como presidente y enloqueció… le hizo perder la cabeza por completo. Una ola de mediocridad ha invadido al mundo entero.

Usted ha dicho en alguna ocasión que es de izquierdas.

Sí, pero no pude votar ni mi mujer tampoco, porque estábamos censados en otra parte. Pensaba votar a Ciudadanos, que era un partido progresista, liberal y socialista a la vez, lo que hay que ser, vaya, pero ya es un fantasma. Ahora dice el pueblo español que hay que ponerle un cordón sanitario a Abascal. Y yo a Abascal no le conozco de nada, creo que es el único político de cierto nivel con el que no tengo ni la más mínima relación, y será lo que tú quieras, pero desde luego es un PP menos hipócrita.

Emparentarle con Hitler es un disparate. “Que viene el Coco de la extrema derecha, que viene el fascismo”… hombre, por dios, el fascismo se acabó en 1945. Hay unos pocos chalados, cuatro skinkeads, pero el fascismo se acabó y el nazismo también. No existe la extrema derecha, existe la extrema izquierda, como la que yo quería cuando era joven, hasta los 60 años al menos, que me volví menos inculto.

Porque dice usted que no sale a aplaudir, pero si no, he pensado que le escucharía Pablo Iglesias, que es su vecino.

Pobrecito, es muy simpático Pablo en las distancias cortas. A mí me gustaría tener un rato para hablar con él de todo. Todo lo que hemos hablado en este rato tú y yo parece que a él le resbala. La naturaleza de la economía. Él dice que los empleadores son malos y los empleados buenos… cree en lo más irracional. Chica, pues me quedo estupefacto.

No me atrevo ya a preguntarle por la renta mínima, que estará vigente a partir de junio.

Es asombroso… en Suiza, más del 70% se negó en el referéndum a tener renta mínima, y no hace falta ser Aristóteles para sacar que el único país que podría hacerlo porque tienen capital para ello, que es Suiza (bueno, y Mónaco, y Andorra, y Liechtenstein)… ¡ha dicho que no! Lógico, porque eso lleva a la desmoralización de la población. ¿Cómo es posible que los países que pueden permitírselo no se lo permitan? A mí me han deseado la muerte y todo por opinar sobre esto, como si yo fuera Atila o el doctor Mengele. Lorena, me encantaría que nadie fuese pobre, pero la renta básica… es como si yo hubiera deseado acabar la carrera y comenzar con la jubilación. Eso es.

Hubiera significado que estaba vacío, que no tenía ganas de aventurarme, que no me interesaba la promoción de mi persona, el hacerme respetable para mis vecinos y amable para mis gentes. Después de pasarte 18 años estudiando, resulta que te pones a cobrar la renta básica y sigues viviendo en casa de tus padres y, ¿qué pasa con la vida? ¿Te resulta bastante eso? ¿Para cuándo dejas el aventurarte, el buscarte, el conocerte a ti mismo?

¿Qué idea tiene ahora mismo de la libertad? ¿En qué se canjea?

Siempre he pensado que libertad y sustancia son la misma cosa, pero una libertad sin otro tanto de responsabilidad es una memez. Sólo se le ocurre eso a personas de mala fe. La unidad de ambas cosas es la vida plena, la vida cumplida, la realidad del mundo, el honor de la especie humana. El hombre es un animal falible, claro, es fácil tropezar. La compasión es importante, pero no la lástima, que es una forma ofensiva. La compasión sirve para salir en ayuda nuestra y darnos la segunda y la tercera oportunidad, pero la renta básica hace que se acaben las oportunidades, las cancela, y cancela el honor del ser humano. Pura frivolidad. Insustancialidad en masa.

¿Reforzará esta crisis nuestra idea de colectividad? ¿Empezará a estar mejor vista la palabra “España”?

Ah, España… es que estamos hartos ya de estos vendepatrias de las narices que dicen que si hablamos de España somos fachas como Franco. Mira, hay dos películas que hay que hacer y que no se han hecho, y llevamos treinta años subvencionando un cine de mierda, de arriba a abajo, y aún no tenemos una película digna sobre José Antonio Primo de Rivera y otra sobre Calvo Sotelo. Y nos hacen falta. A Calvo Sotelo lo matan el 15 de julio y lo dejan tirado en la calle, imagínate que vemos ahora a Casado tiroteado, ¿no? El jefe de la minoría parlamentaria. Bien. Alguien pregunta en el Congreso: “Oigan, ¿y esto?”. Y “se lo tenía merecido”, como contesta Pasionaria.

Antes de que termine ese año, un señor dice desde la cárcel “ojalá sea mi sangre la última derramada en conflictos civiles”. Era José Antonio, pero ahora parece el Conde Drácula. Hombre, por favor. No hablo de hacerles dos películas de exaltación, no, no, no quiero hagiografías para nada, que sean todo lo críticas que quieran, pero hombre, es increíble que el personal no recuerde que la guerra civil tuvo como espoleta el asesinato del equivalente de Casado y que pocos meses después se cometió la ignominia de fusilar a un hombre encarcelado prácticamente sin pruebas.

Se le imputaban una serie de disturbios… si fusilas a una persona, le das un juicio público, ¿no? Le permites aportar pruebas. Pero en el caso de Primo de Rivera, no. Mira, a ver si esta crisis nos ayuda a que se pueda ser progresista sin ser un miserable o un tonto, a ver si se puede ser progresista sin tener que comulgar con el eje Caracas-Teherán-Moscú.

Una canción, una película y un libro para resistir en cuarentena.

Yo estoy enganchadísimo a Juego de Tronos, que a mi hija se lo han comprado en Blu ray y estoy colgado, colgado, tenía que hacer un trabajito, y nada. Yo diría que la gente viera el National Geographic, ¿sabes? O informativos de otros países, que son bastante interesantes. Emplear el tiempo en aprender, en transformar lo desconocido en algo conocido, y tener buena fe a la hora de usar esa información.

¿Y libro? Bueno, voy a tener un atrevimiento… el último de los míos, de la trilogía de Los enemigos del comercio. Tendré ese ridículo atrevimiento. Ahí hay muchos datos condensados y es verdad que a veces cansa a los lectores, ellos me lo dicen, pero porque no tiene paja. Eso quita un poco de aliento. Yo procuro desaparecer y que la historia se vaya exponiendo. Por un lado me parece inexcusable, por otro lado, claro, hija… no es el paradigma de lo “ameno”. Lo ameno es ir cambiado rápidamente de una cosa a otra sin profundizar en ninguna.

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