martes, 5 de mayo de 2020

El "caos" es Pedro Sánchez

Pedro Sánchez, asfixiado porque sus socios le han abandonado y no puede prorrogar ese "Estado de Alarma" que tanto le gusta porque le proporciona un poder sin límites, chantajea ahora al Partido Popular con la típica amenaza de los tiranos: "o me apoyas o llegará el caos". La amenaza, formulada por Sánchez y por su acólito Ábalos, no va dirigida sólo al PP, sino a toda la nación y se completa con la afirmación de que si no apoyan la prórroga, serán responsables de miles de nuevas muertes. 

La amenaza, en sí misma, es una confirmación fehaciente de que España está en manos de psicópatas. Chantajear a un partido al que previamente ha despreciado y fustigado, poniendo muertos encima de la mesa, es una actitud típica de matones callejeros. 

La situación de España en manos de Sánchez es de extremo riesgo porque el verdadero caos ya está entre nosotros y tiene nombre y apellido. Se llama Pedro Sánchez. 


Apelar al terror y a la muerte para ganar un pulso político es de una vileza infernal, como lo es también atribuir el caos o otros, cuando el gobierno español ha acumulado "meritos" casi infinitos para ser considerado el padre del gran caos que infecta a la España del presente. 

Caos es haber convertido a España en el país con más muertos por coronavirus del mundo, en relación con su población. Caos es proporcionar estadísticas que ya nadie se cree fuera de España porque están claramente trucadas. Caos es enviar a médicos, enfermeras y al resto del personal sanitario a enfrentarse a la muerte sin mascarillas, guantes y trajes de protección, consiguiendo, como consecuencia, decenas de miles de infectados, la mayor tasa de sanitarios contagiados por el virus en todo el mundo. Caos es la chulería que Sánchez exhibe ante los aliados tradicionales de España, en especial frente a Estados Unidos, una actitud que nos ha hecho perder decenas de miles de millones de euros en sanciones a nuestros productos de exportación y en la perdida de contratos sustanciosos, como las diez fragatas que iba a fabricar Navantia para la marina de Estados Unidos, un contrato que ahora firmarán los astilleros italianos. Caos es haber sentado a un comunista como Pablo Iglesias en el corazón de los servicios de inteligencia españoles, lo que ha hecho que nuestros aliados restrinjan su colaboración y el cruce de información confidencial con España. Caos es romper la igualdad entre regiones garantizada por la Constitución para beneficiar a las dos regiones nacionalistas más desleales: Cataluña y el País Vasco. Caos es haber pactado, para gobernar España, con la caterva de los que odian nuestra nación y la combaten. Caos es mentir de manera sistemática. Caos es comprar votos y votantes. Caos es haber levantado sospechas entre millones de españoles, de que los resultados electorales son trucados y el recuento falsificado. Caos es ser considerado en todo el mundo como un político de tercera fila, poco fiable y culpable de realizar la peor gestión mundial de la crisis del coronavirus. Caos es, por último, haber puesto la economía española de rodillas, endeudada, sin recursos, sin otra salida que ser rescatada. 

Caos es la psicopatía que el presidente del gobierno exhibe en su comportamiento y decisiones. Un psicopatía no es un enfermo puro sino una forma de ser que no tiene cura. El psicópata distingue claramente en bien del mal, pero carece de frenos morales. 

Nadie puede traer el caos a España porque hace meses que Sánchez y su equipo de gobierno lo introdujeron. Desde entonces, el caos ha provocado la extinción de decenas de miles de empresas, la pérdida de contratos sustanciosos internacionales, fuga de capitales, huida de empresarios e inversiones internacionales, tristeza y angustia en la población española, desconfianza generalizada en la acción de gobierno y mucho dolor e infelicidad. 

Lo único que Sánchez y su equipo han hecho bien desde que gobiernan es el manejo de la propaganda. Con la ayuda de muchas cadenas de radio y televisión compradas con dinero público y otros favores no confesados, Sánchez sobrevive porque el pueblo ignora la verdadera situación de España, cada día mas arruinada, menos valorada e intencionalmente aislada. Gracias a que domina el relato y que construye la historia de cada día con trucos y mentiras, muchos españoles de buena fe siguen apoyándole, apoyos que perdería si la verdad reluciera con toda su carga acusadora. 

Sánchez se comporta como un niño caprichoso que quiere una golosina y llora y amenaza para conseguirla. Quiere prolongar el inmenso poder sin obstáculos que le proporciona el "Estado de Alarma" y amenaza a la nación entera con "el caos" si no le conceden lo que en ansía. Puro comportamiento de psicópata. Puro recurso de tiranos. Nada de democracia en esas actitudes y desplantes. 

El caos ya está aquí y es el dueño de España. Quien no lo crea que se lo pregunte a los millones de autónomos, profesionales y empresarios que no saben si podrán abrir o no sus despachos, negocios y empresas, a los hoteleros, que llenos de miedo no duermen con sus instalaciones cerradas y sin futuro, a los tenderos y comerciantes, que no saben si tendrán clientes en el futuro o si aguantarán mucho tiempo sin recaudar. Que le pregunten a los ciudadanos, que ven el futuro lleno de nubes amenazantes. Que le pregunten a la familias, que llevan meses sin verse y sin abrazarse, o a los que ni siquiera han podido despedirse de sus muertos y enterrarlos, a los sanitarios, que odian al gobierno con todas sus entrañas porque los ha enviado a la muerte, irresponsablemente y sin defensas. 

Que nadie lo dude. El caos es pedro Sánchez y su pésimo gobierno, quizás el peor del mundo. 

Francisco Rubiales 

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