sábado, 16 de mayo de 2020

SRAEL, CAPITAL TANANARIVE. EL "PLAN RADEMARK" Y SUS ANTECEDENTES



El estallido de la guerra en Europa el 1º de septiembre de 1939 hizo imposible proseguir con el plan de repatriación de los judíos alemanes a Palestina. Sin embargo, la victoria sobre Francia y la creación del gobierno de Vichy, abrieron la posibilidad de aplicar un Plan B: la evacuación de los judíos europeos a Madagascar. Se trataba de un viejo proyecto que había nacido antes de la formación del III Reich y que se había intentado poner en práctica previamente en otros países europeos. Varios antes que Hitler pretendieron hacer de Tananarive la capital de Israel. Y los propios judíos estuvieron de acuerdo.

La historia de una isla perdida

Madagascar es un lugar recóndito en relación a Europa, situada frente a las costas africanas de Mozambique y distanciada del continente 416 km en su punto más próximo y a 5.500 km de la isla indonesia de Siberut. Tiene población desde el siglo IV y, a pesar de su proximidad a África, fue colonizado inicialmente por asiáticos (por ello los autóctonos conservan rasgos étnicos, costumbres y lengua malaya–polinésica, incluso su animal doméstico es el cebú). Los africanos (especialmente bantúes) llegaron mucho más tarde, mezclándose con la población local. En la edad media desembarcaron contingentes persas que poblaron la parte norte de la isla en donde todavía hoy se practica el islam.

La colonización europea fue difícil y sucesivas expediciones españolas, portuguesas, francesas y británicas fueron rechazadas por los nativos. Finalmente, los franceses consiguieron establecer factorías durante el siglo XVII. Durante las guerras napoleónicas, los británicos entrenaron a los indígenas malgaches incitándoles a que se sublevaran bajo el mando del rey Radama I. Sin embargo, en el período inmediatamente posterior los propios nativos expulsaron a los ingleses y la isla vivió una etapa de inestabilidad interior durante 30 años hasta que los franceses en 1895 la incorporaron completamente a su imperio colonial y fijaron su capital en Tananarive.

En 1916, sociedades secretas nacionalistas empezaron a actuar contra la colonización pero, mal que bien, Francia consiguió mantenerse como potencia colonial hasta la Segunda Guerra Mundial. En 1942, los británicos ocuparon la isla temiendo que los japoneses intentaran saltar a ella para dominar el Océano Índico. Es decir, que entre 1940 y 1942 la isla estuvo administrada por el gobierno francés de Vichy y fue durante ese tiempo que cobró forma la posibilidad de deportar allí a los judíos europeos (1) en el proyecto que se conoció como “Plan Madagascar”.

Este Plan no era nuevo. Tenía raíces profundas en el tiempo y en el espacio, casi a modo de idea recurrente que en un momento u otro fue defendida en varios países europeos para resolver lo que se llamaba “problema judío”. Franz Rademark, el funcionario del Ministerio de Exteriores del Reich encargado del proyecto en 1940 no hizo nada más que beneficiarse de ideas elaboradas previamente, actualizarlas y contar con una situación político–militar favorable para que fueran tomadas en serio (victoria sobre Francia que detentaba la soberanía sobre Madagascar) y con la firme voluntad de las autoridades alemanas para dar el carpetazo final a la presencia de judíos en Europa.

Una vieja idea alemana

La historia de la idea de crear un “hogar judío” en Madagascar arranca con Paul Anton de Lagarde, uno de los fundadores del moderno antisemitismo y teórico de la “colonización de la frontera de expansión”que ideó una “Germania” ampliada hasta el Adriático y el mar Negro en el sur (2).

Lagarde, a lo largo de sus escritos demostró ser profundamente antisemita; consideraba a los judíos como un “cuerpo extraño” a la nación alemana. George L. Mosse dice que para él fueron “la encarnación del mal”.Lagarde, en realidad, fue el primero en superar el viejo antisemitismo que derivaba de principios religiosos y darle un enfoque étnico–nacional. La Revolución Francesa había iniciado la marcha hacia el laicismo y abatido tanto el poder de la nobleza como el del clero, sin embargo, esto no fue suficiente como para que el antisemitismo desapareciera de Europa, simplemente se reconvirtió. Lagarde fue uno de los que operaron esta transformación.

A partir de Lagarde ya no se trató de que los judíos estuvieran “malditos” por la muerte de Cristo, ni que se obstinaran en practicar el pecado de la usura (de hecho la burguesía triunfante en la Revolución Francesa consiguió que algunos de los rasgos propios de la mentalidad judía –y entre ellos el afán de lucro y de usura– se extendieran a la nueva clase hegemónica a partir de entonces), sino que la burguesía, que había dado lugar a la creación de la “Nación”, veía en el judío como algo exterior a ella. Además, en esa época, especialmente en la segunda mitad del siglo XIX, aparecieron las ideas racistas, no de la mano de grupúsculos de extrema–derecha, sino de los sectores más liberales del momento que estaban exportando el imperialismo inglés a todo el mundo (3). De hecho, el imperialismo inglés tuvo como trasfondo ideológico una pretendida superioridad de la raza anglosajona sobre las razas nativas. Así pues, el tradicional antisemitismo que siempre había estado latente en Europa, a partir de ese momento terminó convergiendo y confundiéndose con las tesis racistas

El propio Lagarde enarbolaba un antisemitismo proclamado, no en nombre de la religión o de la tradición, sino de la Nación y del Volk, el pueblo, y no le interesa tanto que el judío pertenezca al que hasta entonces era generalmente considerado como “pueblo deicida” sino en tanto que “cuerpo extraño al Volk”.Además, Lagarde estaba especializado en religiones orientales y empezó a interesarse por el “problema judío” como derivación de su interés por la antropología religiosa. Creía firmemente que era preciso construir una “religión nacional alemana”, paso necesario para rematar la construcción de la “nación alemana”. Se interesó por el Talmud, lo leyó y creyó percibir en él aspectos negativos que le indujeron a pensar que los judíos tenían una “influencia corrosiva sobre el pueblo alemán”. Cuando intentó completar su doctrina sobre la construcción nacional de Alemania, Lagarde propuso un Drag nach Osten (Marcha hacia el Este) esto es, la conquista de espacios en el mundo eslavo. Sería en el Este en donde el pueblo alemán encontraría su “espacio vital” (4) y su área de expansión y para llevarla a cabo era preciso “limpiar”esa zona de “canalla judía”.

En 1885 escribió una obra en la que ya recomendaba como solución del “problema judío” (5) la deportación de los judíos alemanes a Madagascar. Las razones para ubicarlos allí eran tres: la lejanía de Europa, lo grande de una isla escasamente poblada y el escaso interés que Francia demostraba en su colonización.

Lo sorprendente es que esta idea no se oponía a las concepciones sionistas de la época. El propio Thedor Herzlfundador del movimiento sionista, estaba preocupado porque advertía que los judíos europeos, especialmente los alemanes, cada vez eran menos judíos y se sentían más alemanes: en pocas décadas el judaísmo podía verse disuelto en el cuerpo de la nación alemana, así pues, en principio, el sionismo no tuvo inconvenientes en crear un Estado judío –sino era posible en Palestina– en cualquier lugar de África. Cualquier cosa antes que asistir a la asimilación completa del pueblo judío por el Volk alemán.

Durante un tiempo Herzl fue favorable a una “solución B” que suponía el establecimiento del Estado Judío en “Kenya”, que en la terminología de la época abarcaba todo el espacio situado entre Guinea y Uganda (6). El propio Herzl había propuesto también la Tripolitania líbica como “hogar nacional judío”. Herzl, sin embargo, no mencionó como opción Madagascar (a pesar de que sin duda la conocía (7).

Entre finales del siglo XIX y hasta 1940 pareció existir una coincidencia –impensable hoy- entre el criterio sionista de establecer un “hogar judío” en no importa qué lugar del planeta y el afán de los antisemitas de desembarazarse de los judíos europeos facilitándoles el establecimiento fuera del continente. En realidad, los judíos europeos parecían estar cansados de pogromsy dificultades, especialmente en Europa Central y en los Cárpatos. Lo ocurrido en Polonia fue emblemático y su repaso nos confirmará que esa coincidencia de criterios entre ambas partes existía.

 El antisemitismo polaco y la “solución Madagascar”

Se debe a un judío español, natural de Tortosa en el siglo X, Ibahim Ibn Jakob, la primera referencia a la presencia de judíos en Polonia. Al parecer, hasta el siglo XIV no existió ningún tipo de segregación, ni de hostilidad hacia los judíos en aquel país. Se cree saber que poco antes de esa época llegaron a Polonia masas de judíos “rodanitas”, habitantes del valle del Ródano, coincidiendo con refugiados judíos del Reino de los khazaros (o “jazaros”, pueblo situado entre el Volga y el Don en el que los judíos gozaron de una posición preponderante hasta el siglo XIV (8) que había resultado destruido; se ha dicho que los judíos asquenazíes son descendientes de los khazaros) que llegaron en diferentes oleadas entre los siglos XII y XV. A partir de esa fecha aparecen fricciones con la población eslava: Por rivalidades y envidia, fueron acusados de competencia desleal en comercio y artesanía”.

En el período siguiente se produjo una gran acumulación de población judía en Polonia y se cree que a mediados del siglo XVI, el 80% de los judíos del mundo, vivían en aquel país considerado en rigor como “el centro del judaísmo mundial”(9). En el siglo siguiente Bohdan Chmielnicki se hizo con el poder inaugurando una época en la que la Iglesia Católica y los jesuitas modelaron la vida y las costumbres del país. La expansión de la Iglesia Ortodoxa que presionaba por el Este y del protestantismo que lo hacía desde Alemania, fue contenida y a través de la Iglesia Católica se extendió cierta hostilidad hacia los judíos: es en este período en el que la “nación polaca” en su totalidad empezó a identificarse con la fe católica que desde entonces constituye la médula del nacionalismo polaco del siglo XIX. Y a este nacionalismo ya le acompañará inseparablemente el antisemitismo. 

A partir de 1897, el INDECJA (Partido Nacional Demócrata Polaco, liderado por Román Dmowsky) representante del nacionalismo conservador se declaró abiertamente antisemita y constituyó durante décadas el eje de la política polaca. Después de sucesivos desmembramientos, finalmente en 1919 se creó la República Polaca bajo el mando del mariscal Joseph Pilsudsky que gobernaría, con alguna interrupción, hasta su muerte en 1935. Pilsudsky no fue en absoluto antisemita pero a su muerte y siguiendo las leyes de exclusión de los judíos que se estaban aplicando en Alemania, Polonia los excluyó también de muchas actividades y favoreció su emigración a otros países. También se establecieron cuotas de judíos en la universidad y en distintas profesiones.

Fruto de esa agitación antisemita dirigida por el gobierno fue el intento de resolver la “cuestión judía en Polonia” mediante la repatriación de los judíos fuera del país. Era difícil: en el Oeste el gobierno del III Reich no lo permitía y otro tanto ocurría con la URSS a donde, por lo demás, se negaban a ir la mayoría de judíos salvo los que habían asumido el stalinismo como doctrina. 

El primer ejemplo de aplicación de una legislación antisemita en Polonia fue el proyecto de ley presentado el 1 de enero de 1937 conocido como Ley Kosherque limitaba la práctica del ritual de sacrificio judío de animales y fue muy mal acogido por la comunidad judíaA esto siguieron en poco tiempo medidas para excluir o limitar la presencia de judíos en distintas profesionesen agosto de 1936 el gobierno obligó a las tiendas a incluir en el rótulo el nombre del propietario, en mayo de 1937 se excluyó a los judíos del ejercicio de la medicina y de la abogacía. Al año siguiente, los periodistas judíos no pudieron pertenecer a la asociación profesional. Dos meses después fueron excluidos de la mayor institucional bancaria polaca. Finalmente, en marzo de 1938 la Ley de Ciudadanía establecía que quienes habían vivido más de cinco años fuera del país perderían la nacionalidad si no habían conservado una casa, medida que apuntaba directamente contra los judíos.

Y en este contexto nació el Plan Madagascar con marchamo polaco.

Tras la muerte de Pilsudsky (1935) sus sucesores aspiraban a convertir a Polonia en “gran potencia” y, para ello, el ministro de Exteriores polaco Jozef Beck, trazó un plan de expansión colonial en África capaz de convertir al país en un imperio(Mussolini, justo en esas mismas semanas insistía en imponer su presencia desde Somalia hasta Abisinia e invadiría este país en octubre de 1935) y, de paso de solucionar el “problema judío”. En esta óptica, Polonia reivindicó ante la Sociedad de Naciones el 10% de las antiguas colonias alemanas en África.

Cuando los polacos vieron defraudadas sus ambiciones imperialistas a causa de la actitud de Francia y especialmente del Reino Unido, plantearon la solución malgache. En efecto, el plan consistía en trasladar a África a 3.000.000 de judíos polacos a Madagascar para de crear allí una “colonia judía”. La excusa de la deportación de judíos serviría para “abrir las puertas” a otras adquisiciones coloniales en África. No fue una propuesta extemporánea. Se planteó a partir de unas declaraciones del Ministro de Colonias francés, Marius Moutet que ocupó la cartera durante 1936–1938 durante los gobiernos del Frente Popular. Moutet había sugerido que una de las posibilidades para evitar que los judíos fueran objeto de persecuciones en Alemania y Polonia era enviarlos a distintas colonias, entre ellas a Madagascar, territorio administrado por Francia.

La idea de Lagarde había llegado a Polonia a través de distintas reuniones internacionales que habían convocado a representantes de las organizaciones antisemitas europeas (10) en el curso de las cuales se intercambiaron ideas. A partir de la muerte de Pilsuldsky, los judíos polacos dejaron de sentirse seguros en el país y muchos optaron por la vía del exilio (algunos, incluso prefirieron trasladarse al III Reich a la vista de la virulencia del antisemitismo polaco).

El 6 de enero de 1936, David Karten, de Myslenice en la Alta–Silesia polaca, agente de la Asociación de Ciudadanos Judíos de Polonia envió al Ministerio Francés de Colonias una carta en la que pedía autorizar la inmigración masiva de judíos a Madagascar. Decía entre otras cosas: “… El pueblo judío disperso tiene hombres que pueden financiar la empresa y brazos que pueden realizarla”.

El Ministro de Colonias transmitió la propuesta al Gobernador General de Madagascar que esperó instrucciones de París en donde se estaba tratando el tema. Finalmente, León Blum entregó el proyecto a su ministro Marius Moutet que respondió favorablemente a la oferta polaca. La vieja idea de Paul de Lagarde había terminado materializándose y… a iniciativa de los judíos polacos.

El Congreso Mundial Judío y el Comité de Defensa de los Derechos Israelitas en Europa Central y Oriental apoyaron la iniciativa y se entrevistaron con el Gobernador General de Madagascar de viaje en París. Los primeros contactos entre franceses y polacos (5 de mayo de 1937) fueron positivos. Se creó una “comisión polaco–francesa” dirigida por Mieczyslaw B. Lepecki que presidiría la delegación que partió a Madagascar desde el puerto de Marsella (11). 

En ese encuentro aportaron detalles sociológicos sobre la migración: se trataría de un contingente multiclasista con agricultores, obreros, artesanos y pequeños comerciantes. Sin embargo, el Gobernador replicó que había suficientes artesanos en la isla (de origen indio y merina) y que los artesanos judíos no podrían sobrevivir e incluso que si intentaban abrir talleres se enfrentarían a la oposición violenta de los merina. Los agricultores, en cambio, serían bien recibidos porque había zonas agrícolas por colonizar, siempre y cuando dispusieran de capital para poner en marcha sus explotaciones. Los representantes judíos aseguraron que las asociaciones judías europeas y americanas se habían declarado dispuestas a aportar gastos y capitales para la migración y el arranque de las empresas judías.

Después de meses de conversaciones, partió la misión oficial polaca a Madagascar, presidida por el comandante Lepecki. Éste era Presidente de la Sociedad Polaca de Colonización. Le acompañaba Salomón Dyk que unían a su condición de experto en colonización agrícola el de ser miembro de la comunidad judía, Léon Alter, Director de la Sociedad de Emigración Judía “Jess” y Arkady Friedler, periodista polaco, igualmente judío. Llegaron a Tananarive el 3 de junio de 1937.

Durante las semanas que la Comisión Lepecki permaneció en la isla, se estudiaron varias regiones de la isla para determinar cuántas personas era viable que pudieran vivir allíRevisaron tres zonas de la isla susceptibles de acoger a cierto número de inmigrantes (entre 10.000 y 30.000) que serían instalados al Oeste de la capital, entre Soavinandriana y Tsiroanomandidy, el segundo al Sur del país entre Ihosy y Betroka y el tercero en el Borte en Ankaisina. Las tres zonas eran salubles y disponían de buenas tierras para cultivar.

La misión duró tres meses y el estudio final indicó que podían utilizarse 30.000 hectáreas que “ofrecían posibilidades económicas inmensas”. Sin embargo, ni los polacos, ni los sionistas, ni el gobierno francés, habían contado con la opinión de los isleños. La prensa local malgache, enterada de la misión, la acogió con curiosidad preguntándose sólo si se trataba de una propuesta con visos de convertirse en realidad y si una migración así era posible y tendría éxito. Algunos malgaches se alarmaron por la habilidad de los judíos para dedicarse al comercio.

El silencio del Gobernador francés hizo que en las semanas siguientes el tono se agriara y cuando trascendió la cifra de 3.000.000 de judíos polacos algunos medios hablaron de “invasión” mientras que otros temieron que la “sacro–santa colonización francesa” en la isla peligrara. El Gobernador francés se vio obligado a publicar un desmentido oficial y situar el número máximo de inmigrantes judíos en 30.000. El comunicado no logró calmar los ánimos y los medios locales destilaron una creciente oleada de antisemitismo“No queremos que Madagascar se convierta en el vertedero de contingentes de judíos indeseables procedentes de países que quieren desembarazarse de ellos”Otro medio comparó la migración con “las siete plagas de Egipto”. Las Cámaras de Comercio isleñas protestaron también y propusieron sustituir a los judíos propuestos por artesanos y comerciantes tonquineses, zona superpoblada y también bajo administración francesa (12).

A la vista de la reacción popular suscitada en la isla, las autoridades locales de conformidad con el gobierno francés decidieron retirar el proyecto. Tras regresar a Europa la comisión publicó poco después un informe firmado por Lepecki compuesto por 250 páginas y que resultaba decepcionante para los promotores del proyecto: éste, en efecto, no era factible. A pesar de la superficie de la isla solamente podrían asentarse entre 40 y 60.000 judíos polacos del total de 3.000.000 y además los costes de la operación eran exorbitantes (30.000 francos por familia). La conclusión a la que llegaba abatido Lepecki era irrefutable y bien documentada: no solamente no se solucionaría el “problema judío” sino que además, con tales costes lo más posible era que el Estado polaco entrara en bancarrota.

El hecho de que Madagascar estuviera débilmente poblado y tuviera una escasez endémica de mano de obra era el motivo por el que la administración francesa hubiera dado el visto bueno. Lepecki, en la introducción a su informe aludía expresamente a Paul de Lagarde como inspirador de la idea originaria (13).

Notas : 

(1) En 1943, los ingleses hicieron oficialmente entrega de la isla a la administración gaullista representante de la “Francia Libre”. Hasta entonces Madagascar había sido considerada como “colonia”, pero a partir de 1946, acabada la guerra y con los primeros vientos de la descolonización, fue convertida en “departamento de ultramar” lo que no impidió que pocos meses después los independentistas se sublevaran. La metrópoli concedió la independencia en 1960 siendo dirigida por un gobierno socialdemócrata más o menos estable durante 15 años. Sin embargo, entre 1975 y 1992 se hizo cargo del gobierno una dictadura militar. La presión internacional obligó ese año a la celebración simultánea de elecciones presidenciales y legislativas. Las primeras las ganó el candidato opositor y las segundas el antiguo dictador Didier Ratsiraka. La situación de inestabilidad que se gestó a partir de entonces, precipitó al país al borde de la guerra civil en 2002. A partir de ese año se consiguió estabilizar la situación con el reconocimiento de la jefatura de Marc Ravalomanana, empresario y predicador evangélico que gobernó hasta 2009 cuando fue derrocado por un golpe de Estado.

(2) Paul Anton Bötticher, también conocido como Paul de Lagarde (apellido materno), nacido en 1827 estudió en el Friedrich–Wilhelm–Gymnasium de Berlín, estudió teología protestante y cultura orienta en la que finalmente se especializó. Viajó a Londres y París (donde conoció a Ernest Renan). En marzo 1869 fue nombrado profesor de la Universidad de Göttingen donde enseñó lenguas orientales hasta su muerte. Falleció de cáncer poco después de regresar de un viaje de estudios a Italia el 22 de Diciembre de 1891. Paul de Lagarde es prácticamente desconocido en España incluso entre los historiadores y ninguna de sus obras ha sido publicada en nuestro idioma. En la obra Dios en el exilio: lecciones sobre la nueva mitología, escrito por Manfred Frank y Agustín González Ruiz (Ediciones Akal, Madrid 2007, págs.. 87–90) se realiza una pequeña exposición de las ideas políticas de Lagarde. En cuanto a sus ideas religiosas puede consultarse La crisis de la razón, John W. Burrow , Editorial Crítica, Barcelona 2001, págs. 192 y sigs. La mejor obra sobre Lagarde es La pensee de Paul de Lagarde, 1827–1891: Contribution a l'etude des rapports de la religion et de la politique dans le nationalisme et le conservatisme allemands au XIXeme Siecle, Jean Favrat, Librairie H. Champion, París 1979. 

(3) Cfr. El racismo, génesis y desarrollo de una ideología de la modernidad, Carlos Caballero, reproducido en varios sitios web entre otros: http://www.arbil.org/%2822%29raci.htm; el artículo demuestra que el caldo ideológico del racismo se dio en aquellos países en donde había crecido el protestantismo y el liberalismo.
(4)  El concepto de “espacio vital” (o Lebensraum en alemán) no era de Lagarde, sino que había sido inicialmente elaborado por uno de los fundadores de la ciencia geopolítica, Friedrich Ratzel, contemporáneo del primero. La idea central era que existía una relación entre dos conceptos cuantificables: “espacio” y “población”. La existencia de un Estado digno de tal nombre –es decir, de un Estado que corresponda a un Pueblo– solamente quedaba asegurada en cuanto existiera “espacio suficiente” (vital) para albergar a la población y atender a sus necesidades. Tanto Ratzel como otros miembros de aquella generación de geógrafos (Rudolf Kjellén o Hilford Mackinder) consideraban que la región vital del planeta se encontraba entre el cuadrilátero de Bohemia–Morabia y Asia Central y sostenían que quien dominara esta zona (el Heartland, literalmente, el “corazón de la tierra”), dominaría el mundo. En el Capítulo XIV de Mi Lucha, (véase http://www.radioislam.org/historia/hitler/mkampf/pdf/spa.pdf, pág. 112–121) Hitler recupera esta tesis (que con posterioridad a Lagarde había sido desarrollada por especialmente por Karl Haushofer, amigo íntimo de Rudolf Hess, lugarteniente de Hitler). En su análisis, Hitler escribe: Si en conexión con estos antecedentes, examinamos los acontecimientos políticos de nuestro pueblo durante los últimos mil años, rememoramos las numerosas guerras y luchas libertarias y, por último, analizamos el resultado de toda esta historia, tendremos que confesar que de este mar de sangre, emergieron, propiamente, sólo tres realidades culminantes que bien merecen considerarse como los frutos perdurables de sucesos perfectamente definidos de la política exterior y de la política alemana en general: I) La colonización de la Marca Oriental llevada a cabo principalmente, por los Bayuwares. II) La conquista y la penetración del territorio al Este del Elba. Y III) la formación del Estado de Prusia y, con ello, el fomento sistemático de un especial concepto político y del instinto de la propia conservación y defensa del ejército alemán, a base de organización y de acuerdo con las necesidades de la época” (op. cit., pág. 113). Esto le lleva a ver que el Volkalemán sigue una tendencia expansiva hacia el Este. En definitiva, su idea no era restaurar las fronteras anteriores a 1914 sino conquistar “espacio vital” y nuevos territorios en el Este para garantizar el sustento de la población y la adquisición de nuevas tierras para colonizar. No es raro, pues, que la obra de Paul de Lagarde experimentara un inesperado revival durante el III Reich y que con su caída se olvidara completamente.
(5) Cfr. Über die nächsten Pflichten deutscher Politik, Paul de Lagarde, reimpreso en Schriften für Deutschland (Stuttgart: Kroener, 1933).
(6) Cfr. la obra revisionista La controverse de l’extermination des juifs par les allemands, Jean Marie Noidefeuhttp://www.vho.org/aaargh/fran/livres2/bdf2.pdf, pág. 14, nota 3.
(7) La famosa obra de Theodore Herzl Der Judenstaat: Versuch einer modernen Lösung der Judenfrage (El Estado judío: ensayo de una solución moderna de la cuestión judía), que se publicó en febrero de 1896 apareció nueve años después de que Lagarde hiciera pública su propuesta malgache. Existe una traducción francesa accesible de la obra de Herzl: L’État Juif, L’Herne, París 1970. Es probable que Herzl desconsiderara precisamente la ubicación del “hogar nacional judío” en la isla sencillamente porque Lagarde era ya en esos momentos un notorio antisemita y asumir sus propuestas no hubiera sido entendido por sus propios partidarios.
(8)  Para una historia breve de los khazaros, cfr. Khazares (Jázaros) & AshekenazimDavid Defranc, publicado en  http://beisashkenaz.blogspot.com/2010/01/khazares–jazaros–ashkenazim.html
(9) Cfr. Breve historia de los judíos de Polonia, Paul Ludsgarten, http://www.generaciones–shoa.org.ar/espanol/textos/textos_ot_breve_historia.htm
(10) Sobre la situación del antisemitismo polaco en esa época cfr. Los judíos en la modernidad europea: experiencia de la violencia y utopíaVictor Karady, Siglo XXI de España Editores, Madrid 2000, pág. 230 y sigs.
(11) Cfr. Antisemitism in interwar poland 1919–1939, por World Future Foudation, http://www.worldfuturefund.org/wffmaster/Reading/Total/Polish%20Antisemitism.htm
(12)Le pouvoir colonial et les communautés étrangères à Madagascar de 1896 à 1939, Tesis doctoral de Sophie Salomone, 1990, Aix en Provence, reproducido en http://www.lemedicaldelareunion.com/tmc.htm, entre otros méritos, ésta tesis establece las vicisitudes concretas y el contexto histórico por el que atravesó el proyecto polaco.
(13)Datos extraídos de Le pouvoir colonial… op. cit.



La “opción Madagascar” en Rumania

El proyecto polaco tuvo sus secuelas en Rumanía y Francia e incluso el futuro plan alemán de deportación a Madagascar sería altamente tributario de la intentona polaca.

En efecto, en diciembre de 1938, el Ministro de Colonias francés, Georges Mandel, propuso al Gobernador General de Madagascar acoger a judíos alemanes y austríacos que habían pedido asilo político en Francia. Los judíos austríacos, mayoritariamente comerciantes, habían solicitado, ellos mismos, instalarse en la isla. Como era de esperar, el Gobernador General contestó negativamente por el mismo motivo que se había opuesto a la instalación de comerciantes y artesanos judeo–polacos: su presencia crearía fricciones con las celosas asociaciones similares autóctonas que no estaban dispuestas a admitir competencia llegada de Europa. La iniciativa no tuvo continuidad.   

Algo más sólido fue el plan rumano del que se tuvo constancia entre 1937 y 1938. El jefe de gobierno rumano, Octavian Coga (14) consiguió mantenerse durante unos meses en el poder a finales de 1937 estableciendo una serie de medidas antisemitas. Coga era un decidido partidario de la “solución Madagascar” copiada de la medida intentada por el gobierno y la comunidad judía polaca. Había dicho: “Se les podría enviar lejos a alguna parte en una isla de la que no pudieran salir […] buques de guerra de todas las naciones circundarían esa isla […], Madagascar, por ejemplo”. A diferencia del caso polaco –gobierno con el que Francia mantenía buenas relaciones– la administración colonial no prestó ninguna atención al proyecto rumano.

Madagascar en el antisemitismo inglés

En el Reino Unido la “solución Madagascar” contó con partidarios. Uno de ellos era Henry Hamilton Beamish (1873–1948), antisemita británico y uno de los primeros líderes fascistas de las islas. Beamish pertenecía a una familia de militares que habían contribuido a la constitución del imperio británico y se habían establecido finalmente en África, tras la guerra de los Boers. Su vocación política fue tardía y solamente se manifestó cuando regresó a la metrópoli en 1918. Apareció en Londres apadrinando una organización antisemita, The Britons(15) participando incluso en las elecciones de Claphan como candidato con el apoyo de los conservadores. A pesar de haber conseguido atraer al 43% de los votos, su candidatura fue derrotada. Pocos meses después se vio implicado en un proceso de difamación contra un oficial superior siendo condenado al pago de una fuerte cantidad, así que optó por abandonar el país y viajar por todo el mundo predicando el antisemitismo.

Hacia 1920, Beamish ya estaba convencido de que el bolchevismo y el judaísmo eran la misma cosa y fue entonces cuando (al parecer sin conocer la obra de Paul de Lagarde) desarrolló su proyecto de deportación de la comunidad judía europea a Madagascar. A su retorno se convirtió en el Vicepresidente de la Liga Imperial Fascista (Imperial Fascist League) y poco después ingresaría en la “Liga de los Países Nórdicos”. De retorno a África se estableció, finalmente, en Rodhesia del Sur donde fue diputado independiente próximo al fascismo resultando por ello internado en 1940. Fallecería en 1948.

El caso de Beamish y de The Britons no es único en el Reino Unido del primer tercio de siglo. El antisemitismo estaba relativamente extendido no sólo como efecto del caso Dreyfus que se había seguido con apasionamiento, sino también como resultado de una vieja tradición británica (hubo pogroms en 1290 y expulsión de los judíos que no fueron readmitidos sino hasta mediados del siglo XVII) y siempre existió un antisemitismo literario que se ha prolongado hasta no hace mucho, de la misma forma que especialmente las clases trabajadoras tenían cierta tendencia compartir estas actitudes.

La tradición democrática del Reino Unido hizo que ese antisemitismo no se expresara de manera tan agresiva y explosiva como en la Europa Continental ni siquiera durante el período de los movimientos fascistas de los años 30 y tuviera mucho más que ver con la edición de libros y panfletos que con la organización de manifestaciones antisemitas. Y eso generó también el que los antisemitas británicos a diferencia de los continentales, intentaran ofrecer soluciones para la resolución del “problema judío”. Beamish fue el primero, pero no el único el fijarse en la remota isla de Madagascar como destino hipotético de los judíos repatriados de las Islas Británicas. Otros como Arnold Spencer Leese (16) asumieron las tesis de Beamish y las reprodujeron en sus revistas. El tránsito de Leese al antisemitismo estuvo motivo por el kashrut (17), las leyes judías que regulan el sacrificio de determinados animales y que afectaban a sus amados camellos.

Poco a poco, el antisemitismo fue ganando espacio e intensidad en su vida hasta desbordar y superar al que hacían gala otros representantes del fascismo británico. Leese incluso acusó al propio Oswald Mosley de ser excesivamente blando con los judíos (18). La circulación de las publicaciones de Leese –que estaban en buena medida financiadas por el círculo antisemita que se movía en torno a Julius Streicher (19)–, fueran conocidas en Alemania, se unieron al dossier que inspiró el “Plan Rademark” o proyecto alemán de desplazamiento de los judíos europeos a Madagascar, pues no en vano, Leese hizo de esta propuesta un tema recurrente.

En 1938, por ejemplo, Leese había escrito en su ensayo Devilry in the Holy Land(Diabluras en Tierra Santa): "Es imperativo encontrar un hogar nacional para los judíos. El mejor de todos es Madagascar, lo que hace necesario que Francia y la población aborigen de la isla sean de algún modo retribuidos por los financieros judíos; en Madagascar o, si esta isla no estuviese disponible, en cualquier otro lugar, que los judíos no podrán abandonar bajo pena de muerte. No cabe otra solución" (20).

Cruzando el Canal en dirección al Reich

Con estos antecedentes puede establecerse una primera conclusión: en 1939, cuando se inicia la Segunda Guerra Mundial, el tema de la emigración de los judíos a Magadascar había sido estudiado seriamente por varios países europeos. Paradójicamente, el país en el que se había alumbrado el proyecto –el Tercer Reich patria de Paul de Lagarde– era el único que en ese momento apostaba por la repatriación a Palestina. Sin embargo, cuando los ejércitos alemanes entraron en París y el mariscal Petain firmó el armisticio constituyéndose la “Zona libre” de Vichy, las cosas cambiaron durante unos meses. El gobierno de Vichy seguía administrando la isla de Madagascar y eso facilitó el que, una vez abandonado el proyecto de repatriar a los judíos alemanes a Palestina(véase RHF–V, artículo Cuando las SS negociaban con el sionismo) a causa de la guerra, ciertas esferas del III Reich, sin duda inspirados por las iniciativas polacas, rumanas, francesas y por los antisemitas británicos, recuperaron las tesis de Lagarde y plantearon la cuestión al gobierno de Vichy.

En 1938 el Ministro de Asuntos Exteriores Bonnet (21), se había entrevistado con Ribbentrop y tras quejarse de que los judíos alemanes seguían llegando a Francia, le comentó que su gobierno tenía intención de enviar 10.000 refugiados judíos a la isla(22). Por su parte, Hannah Arendt en su obra Eichmann à Jérusalemalude a la política hostil de Bonnet hacia los judíos: “poco después Georges Bonnet, ministro francés de Asuntos Exteriores contempló el envío a una colonia francesa de doscientos mil judíos extranjeros residentes en Francia. Bonnet llego incluso a consultar este tema con su homólogo alemán, Joachim von Ribbentrop en noviembre 1938 tras la “noche del cristal”, subrayando que “estaba muy interesado en Francia en encontrar también una solución al problema judío” (23)Todo esto convenció a Ribbentrop de que también Francia experimentaba la sensación de que existía un “problema judío” que era preciso solucionar.

El deterioro de las relaciones franco–alemanas a partir de 1938 hizo que estos primeros contactos no tuvieran continuidad, pero la derrota francesa de junio de 1940 y la creación del gobierno de Vichy facilitaron el que el plan pudiera ser de nuevo replanteado a través de un diplomático, Franz Rademark. El cómo llegó Rademark a ser encargado de la migración judía a Madagascar es un episodio largo pero que conviene detallar (24).

El estallido de la guerra y el consiguiente cierre de fronteras hicieron imposible que los judíos alemanes abandonaran el III Reich. El Plan Palestina fue abandonado y la hipótesis que barajó Heinrich Himmler desde principios de 1940 de concentrar a todos los judíos alemanes a la zona no anexionada de Polonia fue atacada por Hans Frank y Hermann Goering, sin entrar en la fase de estudio técnico.

Tras el fracaso de estas iniciativas la Sección III del Ministerio de Asuntos Exteriores del Reich (Abteilung Deutschland) actualizó de nuevo la idea de utilizar Madagascar como lugar de destino de la emigración judía. Consultado Reinhard Heydrich, jefe del SD, no tuvo ningún inconveniente en que el proyecto se estudiara en profundidad. 

En julio de 1938 había tenido lugar la Conferencia de Evian–les–Bains a iniciativa del presidente Roosevelt para discutir el problema de los refugiados judíos. Asistieron delegados de 32 países, de la Sociedad de Naciones y representantes de la Agencia Judía, del Congreso Judío Mundial y de la Organización Sionista RevisionistaEl Congreso manifestó su simpatía a los refugiados judíos… que no se tradujo en medidas para admitirlos en ninguno de los países asistentes. Solamente algunos países iberoamericanos aceptaron admitir contingentes muy limitados de judíos y se logró que el Reich aligerara los trámites de salida. La República Dominicana fue la única que aceptó la llegada de 100.000 judíos (25).
Chaim Weizman (que sería el primer presidente del Estado de Israel y que asistió al congreso) declaró a la vista del resultado de la conferencia: “El mundo parece estar dividido en dos partes: Una donde los judíos no pueden vivir y la otra donde no pueden entrar” (26)El Reich ironizó también sobre la doble moral de los convocantes de la conferencia(27).  Desde la celebración de la conferencia, Himmler recordando que la “solución Madagascar” ya había sido contemplada por un precedente del movimiento nacional socialista, Paul de Lagarde y tuvo para sí que esa era la mejor solución y fue él quien tras el fracaso de su solución en la zona no ocupada de Polonia, impulsó también por su cuenta el plan a finales de mayo de 1940 cuando las tropas del Reich ya habían roto la Línea Maginot. Un mes después dos de los organismos más poderosos de Alemania, el Ministerio de Exteriores y las SS–SD avalaban el Plan Madagascar.

Además, este Plan tenía una ventaja sobre la “solución Palestina” intentada antes: evitaba seguir enfrentándose a palestinos musulmanes y cristianos: El hecho de que los judíos estuvieran aislados en un territorio de ultramar administrado por un país aliado de Alemania implicaba en última instancia que era posible ejercer un control sobre la comunidad judía, a diferencia de lo que hubiera ocurrido en Palestina cuando el propio SD había advertido que la creación de un Estado Judío implicaría para Alemania el tener en la zona a un enemigo irreconciliable (ver artículo en RHF–V Cuando las SS negociaban con el sionismo).

(14)  En 1943, los ingleses hicieron oficialmente entrega de la isla a la administración gaullista representante de la “Francia Libre”. Hasta entonces Madagascar había sido considerada como “colonia”, pero a partir de 1946, acabada la guerra y con los primeros vientos de la descolonización, fue convertida en “departamento de ultramar” lo que no impidió que pocos meses después los independentistas se sublevaran. La metrópoli concedió la independencia en 1960 siendo dirigida por un gobierno socialdemócrata más o menos estable durante 15 años. Sin embargo, entre 1975 y 1992 se hizo cargo del gobierno una dictadura militar. La presión internacional obligó ese año a la celebración simultánea de elecciones presidenciales y legislativas. Las primeras las ganó el candidato opositor y las segundas el antiguo dictador Didier Ratsiraka. La situación de inestabilidad que se gestó a partir de entonces, precipitó al país al borde de la guerra civil en 2002. A partir de ese año se consiguió estabilizar la situación con el reconocimiento de la jefatura de Marc Ravalomanana, empresario y predicador evangélico que gobernó hasta 2009 cuando fue derrocado por un golpe de Estado.

(15) conoció a Ernest Renan). En marzo 1869 fue nombrado profesor de la Universidad de Göttingen donde enseñó lenguas orientales hasta su muerte. Falleció de cáncer poco después de regresar de un viaje de estudios a Italia el 22 de Diciembre de 1891. Dios en el exilio: lecciones sobre la nueva mitología, escrito por Manfred Frank y Agustín González Ruiz (Ediciones Akal, Madrid 2007, págs.. 87–90) se realiza una pequeña exposición de las ideas políticas de Lagarde. En cuanto a sus ideas religiosas puede consultarse La crisis de la razón, John W. Burrow , Editorial Crítica, Barcelona 2001, págs. 192 y sigs. La mejor obra sobre Lagarde es La pensee de Paul de Lagarde, 1827–1891: Contribution a l'etude des rapports de la religion et de la politique dans le nationalisme et le conservatisme allemands au XIXeme Siecle, Jean Favrat, Librairie H. Champion, París 1979.

(16) , Carlos Caballero, reproducido en varios sitios web entre otros: http://www.arbil.org/%2822%29raci.htm; el artículo demuestra que el caldo ideológico del racismo se dio en aquellos países en donde había crecido el protestantismo y el liberalismo.

(17) 
Si en conexión con estos antecedentes, examinamos los acontecimientos políticos de nuestro pueblo durante los últimos mil años, rememoramos las numerosas guerras y luchas libertarias y, por último, analizamos el resultado de toda esta historia, tendremos que confesar que de este mar de sangre, emergieron, propiamente, sólo tres realidades culminantes que bien merecen considerarse como los frutos perdurables de sucesos perfectamente definidos de la política exterior y de la política alemana en general: I) La colonización de la Marca Oriental llevada a cabo principalmente, por los Bayuwares. II) La conquista y la penetración del territorio al Este del Elba. Y III) la formación del Estado de Prusia y, con ello, el fomento sistemático de un especial concepto político y del instinto de la propia conservación y defensa del ejército alemán, a base de organización y de acuerdo con las necesidades de la época” (op. cit., pág. 113). Esto le lleva a ver que el Volk alemán sigue una tendencia expansiva hacia el Este. En definitiva, su idea no era restaurar las fronteras anteriores a 1914 sino conquistar “espacio vital” y nuevos territorios en el Este para garantizar el sustento de la población y la adquisición de nuevas tierras para colonizar. No es raro, pues, que la obra de Paul de Lagarde experimentara un inesperado revival durante el III Reich y que con su caída se olvidara completamente.

(18) 
(19) La controverse de l’extermination des juifs par les allemands, Jean Marie Noidefeu
(20)     Versuch einer modernen Lösung der Judenfrage (El Estado judío: ensayo de una solución moderna de la cuestión judía), que se publicó en febrero de 1896 apareció nueve años después de que Lagarde hiciera pública su propuesta malgache. Existe una traducción francesa accesible de la obra de Herzl: L’État Juif, L’Herne, París 1970. Es probable que Herzl desconsiderara precisamente la ubicación del “hogar nacional judío” en la isla sencillamente porque Lagarde era ya en esos momentos un notorio antisemita y asumir sus propuestas no hubiera sido entendido por sus propios partidarios.

(21) Para una historia breve de los khazaros, cfr. Khazares (Jázaros) & AshekenazimDavid Defranc, publicado en  http://beisashkenaz.blogspot.com/2010/01/khazares–jazaros–ashkenazim.html

(22) Cfr. Breve historia de los judíos de Polonia, Paul Ludsgarten, http://www.generaciones–shoa.org.ar/espanol/textos/textos_ot_breve_historia.htm

(23) Sobre la situación del antisemitismo polaco en esa época cfr. Los judíos en la modernidad europea: experiencia de la violencia y utopíaVictor Karady, Siglo XXI de España Editores, Madrid 2000, pág. 230 y sigs.

(24)


(25)Le pouvoir colonial et les communautés étrangères à Madagascar de 1896 à 1939, Tesis doctoral de Sophie Salomone, 1990, Aix en Provence, reproducido en  http://www.lemedicaldelareunion.com/tmc.htm, entre otros méritos, ésta tesis establece las vicisitudes concretas y el contexto histórico por el que atravesó el proyecto polaco.

(26)Datos extraídos de Le pouvoir colonial… op. cit.

(27)  Goga era dirigente del Partido Nacional Cristiano (Partidul Național Creștin), que había surgido de la fusión de la Liga para la Defensa Nacional–Cristiana de Alexandru Cuza (mentor de Corneliu Zelea Codreanu) y el Partido Nacional Agrario presidido por el propio Octavian Goga. La nueva formación fue el principal competidor de la Guardia de Hierro de Codreanu. Ambas formaciones hacían gala de posiciones antisemitas. Cuza en la época de la fusión tenía ya 78 años por lo que el verdadero jefe de la formación era Goga. El símbolo del partido fue la esvástica y la formación recibió apoyos del III Reich; contaban con un grupo paramilitar, los lãncierique se enfrentaron en muchas ocasiones a la Guardia de Hierro. Goga en 1936 consiguió reunir a 200.000 camisas azules en la “marcha sobre Bucarest”. Alfred Rosemberg intentó unir el partido de Goga (al que apoyaba) con la Guardia de Hierro (apoyada por Italia) para las elecciones de 1937, pero fracasó. A pesar de que Goga obtuvo un tímido crecimiento y 39 escaños, la Guardia de Hierro le superó con 66 escaños. El nuevo gobierno presidido por Cuza y Goga, empezó a aprobar decretos antisemitas sin contar con el respaldo del parlamento. Al igual que en Polonia, la medida principal de discriminación fue el decreto 169 de 22 de enero de 1938, en el que se establecía la revisión de la ciudadanía de los hebreos y exigía la presentación de pruebas que acreditasen la nacionalidad en un periodo máximo de 40 días. Un tercio de las documentaciones presentadas fueron rechazadas, perdiendo la nacionalidad rumana 225.222 ciudadanos en su inmensa mayoría judíos. Pocos días después el rey Carol II obligó a dimitir a Goga, proclamó la dictadura, disolviendo los partidos políticos y derogando la mayoría de medidas antisemitas.


En el curso de las reuniones que llevaron al armisticio con Francia del 18 de junio de 1940, Hitler y Ribbentrop informaron a Mussolini y a su Ministro de Asuntos Exteriores, el conde Ciano, del nuevo Plan–Madagascar. Inmediatamente algunos estamentos alemanes empezaron a plantear problemas. El Almirante Reader, dos días después, informó que iba a resultar complicado realizar un trasvase por mar a Madagascar mientras los ingleses tuvieran superioridad en los océanos. Reader sugirió entrar en contacto con Portugal para plantear que ese trasvase se realizara en la zona norte de Angola a pocos kilómetros de la isla, pero Hitler rechazó la idea. Existe el testimonio irrefutable de Joseph Goebbels quien anotó en su diario el 17 de agosto de 1940 esta frase: “queremos despachar a los judíos a Madagascar. Allí podrán ellos construir su propio Estado”. Cuando Goebbels escribía estas líneas Ribbentrop ya había encargado a Franz Rademark (28) la redacción de un plan detallado sobre la cuestión.

Rademark empezó a trabajar solicitando informes estadísticos y demográficos sobre la isla que le fueron facilitados por Fiedrich Burgdorfer cuyo memorándum demostraba que aún con la presencia de los judíos alemanes en Madagascar la isla no superaría la densidad demográfica del Reich. Por su parte, Heydrich comunicó el plan de Adolf Eichmann para que lo trasladara a la comunidad judíaPoco después Eichmann se reunía con representantes sionistas de Berlín, Praga y Viena para sondearlos. En realidad, tras la caída de Francia el gobierno del Reich daba por hecho que los ingleses pactarían la paz o bien que, de no hacerlo, la Operación León Marino (plan de invasión de las islas británicas) resolvería la cuestión y esto facilitaría la ejecución del plan.

El 3 de julio de 1940, Rademark presentó el memorándum en el que resumía los aspectos esenciales del proyecto: 
La victoria da la posibilidad a Alemania (y en mi opinión el deber) de resolver la cuestión judía en Europa. La solución más aceptable para todas las partes es: todos los judíos deben abandonar Europa. Para ello la tarea del Ministerio de Relaciones Exteriores consiste en:
a) Incluir esta demanda en el Tratado de Paz e insistir también por medio de negociaciones por separado con los países europeos que no participan en el Tratado de Paz;b)  Asegurar el territorio necesario en el Tratado de Paz, y determinar los principios para la cooperación de los países enemigos en este problema;c)  Determinar la posición en el derecho internacional de los nuevos asentamientos judíos en el extranjero;
En cuanto a las “medidas preparatorias” las enumeraba de la siguiente manera:
1) Clarificación de los deseos y los planes de los departamentos correspondientes del Partido, el Estado y las organizaciones de seguridad alemanas, y la coordinación de estos planes con los deseos del ministro de Exteriores del Reich, incluyendo las siguientes:2) Preparación de un estudio de los datos reales disponibles en distintas fuentes (número de judíos en los distintos países), uso de sus activos financieros a través de un banco internacional;3)  Negociaciones con nuestro amigo, Italia, sobre estas cuestiones.
Con respecto al inicio de los trabajos preparatorios, la sección D III ya comunicó al ministro de Relaciones Exteriores del Reich a través del Departamento de Alemania, y ha sido instruido por él para iniciar los trabajos preparatorios sin demora. Ya se han producido conversaciones con la Oficina del Reichsführer de las SS en el Ministerio del Interior  (…). Estos departamentos aprueban el siguiente plan de la sección D III:

La Sección D III propone como una solución de la cuestión judía: en el Tratado de Paz con Francia debe hacerse constar la isla de Madagascar como solución de la cuestión judía, y reasentar y compensar a los aproximadamente 25.000 ciudadanos franceses que viven allí. La isla será transferida a Alemania en virtud de un mandato. La bahía de Diego Suárez y el puerto de Antsirane, de importancia estratégica, se convertirán en bases navales alemanes (si la Marina desea, estas bases navales podría extenderse también a los puertos de Tamatave, Andevorante, Mananjara , etc.) (…) La parte de la isla que no se requiere para fines militares estará bajo la administración de un gobernador alemán de policía bajo la administración del Reichsführer de las SS. Aparte de esto, los judíos tendrán su propia administración en este territorio: sus propios alcaldes, policía, servicios postales, administración del ferrocarril, etc. Los judíos serán solidariamente responsables del valor de la isla. A tal fin sus antiguos activos financieros europeos será transferido para el uso de un banco europeo que se establezcan para tal efecto. En la medida en que los activos no sean suficientes para pagar por la tierra que van a recibir, y para la compra de materias primas necesarias en Europa para el desarrollo de la isla, los judíos podrán recibir créditos bancarios del mismo instituto financiero.
(…) Los judíos que vivan allí no adquirir la ciudadanía alemana. Por otra parte, los judíos deportados a Madagascar perderán su ciudadanía de los países europeos a partir de la fecha de la deportación. En su lugar, se convertirán en residentes del Mandato de Madagascar.
Esta disposición impediría el posible establecimiento en Palestina por parte de los judíos (…) y la oportunidad de que exploten para sus propios fines la importancia simbólica que tiene Jerusalén para los cristianos y mahometanos de todo el mundo. Por otra parte, algunos judíos se mantendrán en manos de los alemanes como promesa para el futuro buen comportamiento de los miembros de su raza en Estados Unidos.
Se puede hacer uso con fines de propaganda de la generosidad mostrada por Alemania al permitir a los judíos tener autonomía cultural, económica, administrativa y jurídica de y se pueden destacar, al mismo tiempo, que nuestro sentido de la responsabilidad alemana hacia el mundo nos prohíbe hacer el regalo de un estado soberano de una raza que no ha tenido un estado independiente desde hace miles de años.
Berlín, 03 de julio 1940
firmado Rademacher

La responsabilidad para ejecutar el Plan Madagascar recayó en el SS Obergruppenführer Reinhard Heydrich, máximo responsable de todas las cuestiones judías y en el SS Obersturmbannführer Adolf Eichmann, director delReferats IV–D–4 bzw. IV–B. Eichmann había calculado que cada año deberían ser trasladados hasta la isla un millón de judíos y el proyecto debía consumarse en cinco años.

Pero las condiciones que se pensaba iban a facilitar la migración no se concretaron en los meses siguientes. Inglaterra siguió manteniendo el dominio de los mares y se mostró inexpugnable durante la llamada Batalla de Inglaterra y, consiguientemente el Tratado de Paz al que aludía Rademacher no se firmó jamás. La intervención en los Balcanes, la preparación de la Operación Barbarroja, la guerra en el Norte de África, supusieron retrasos para el proyecto y, finalmente, el hecho de que la marina tuviera que estar más preocupada en cortar el cordón umbilical entre la fortaleza industrial norteamericana y el Reino Unido, fueron hechos que impidieron que el Reich controlara las rutas del Atlántico, condición sine qua non para el libre tránsito de los barcos alemanes transportando judíos a una isla tan lejana. El gobierno de Vichy tampoco aceptó jamás la idea de ceder Madagascar a Alemania (y, para colmo, dos años después, la isla sería invadida por los ingleses que un año más tarde la entregarían al gobierno de la “Francia Libre” presidido por De Gaulle).

Al parecer Hitler mencionó el Plan Madagascar a Mussolini tres semanas antes de la invasión de la URSS. Más o menos de esa fecha es el testimonio del ministro eslovaco de defensa, Salvko Kvaternik quien tras una conversación con Hitler se llevó la impresión de que en ese momento (finales de 1941) la alternativa sobre la que se movía el Reich para resolver la “cuestión judía” era “Sibería o Madagascar”. El febrero de 1942, el propio Rademacher reconoció que el proyecto ya había sido completamente abandonado. Tanto él como Adolf Eichmann había trabajado en el proyecto hasta diciembre de 1940, cuando el último cifró en 5.000.000 de judíos europeos los que deberían haber sido trasladados a Madagascar.

 Conclusiones: un plan no tan descabellado

Después de más de sesenta años de existencia del Estado de Israel, puede parecer hoy increíble e incluso descabellado el que hasta 1942 alguien pensara en la posibilidad de establecer el “hogar nacional judío” en otro territorio alejado de Palestina. Sin embargo, ya hemos visto que incluso los propios sionistas no se oponían a esta idea. También es significativo que el III Reich a través de sus organismos especializados negociara con los judíos su evacuación de Alemania.

Nuestra excursión por las distintas versiones nacionales del plan Madagascar nos ha llevado a la convicción de que el antisemitismo estaba ampliamente extendido en Europa Central (Alemania y Polonia) y en Rumanía o el Reino Unido. También es posible que haya causado sorpresa el que en Polonia existiera un fuerte movimiento antisemita que impulsaba a los judíos de aquel país a escapar… hacia el III Reich. Este recorrido nos ha servido también para señalar el tránsito del “viejo” antisemitismo, al “moderno”, realizado por Paul de Lagarde.

Y, por supuesto, acaso lo más sorprendente de esta excursión por la historia de la Europa de la primera mitad del siglo XX haya sido la intención de todas las partes de resolver la “cuestión judía” a través de Madagascar.

Lo cierto es que mientras este plan tuvo visos de realizarse (oficialmente es abandonado en septiembre de 1940, pero Hitler sigue hablando de él hasta poco antes del desencadenamiento de la Operación Barbarroja (junio de 1941) o incluso hasta finales de ese año, lo que indica que era el Plan B que siguió al fracaso del Plan A (a causa del desencadenamiento del conflicto) o Plan Palestina. Y eso implica que hasta principios de 1942 no existió ninguna voluntad de exterminar a los judíos europeos, sino que se trabajaba con la hipótesis de facilitar su implantación fuera de Europa. La idea había sido recuperada por el régimen nacionalsocialista, pero no le pertenecía en exclusiva: otros antes la habían defendido y la habían intentado aplicar. 

NOTAS

(15)  The Britons, fundada en 1919, fue la más activa sociedad antisemita inglesa del primer tercio del siglo XX.  Se le considera como un precedente de los movimientos fascistas británicos. Tras la partida de Beamish fue presidida hasta su muerte por John Henry Clarke, un médico homeópata. El objetivo de la asociación era conseguir la emigración de los judíos a Palestina. No se dedicaron a la propaganda callejera y su principal tarea fue la edición de revistas y folletos: Jewry Uber Alles, The British Guardian y The Investigator (que en 1937 utilizaba como símbolo la svástica). Editó varias ediciones de Los Protocolos de los Sabios de Sión a partir de 1921. La sociedad siguió existiendo hasta 1940 en las islas británicas y prolongó su existencia en Rodhesia hasta la muerte de Beamish.
(16)  Arnold Spencer Leese (1878–1956), a diferencia de Beamish que no fue propiamente fascista, sí militó en las organizaciones inglesas que intentaron imitar al movimiento de Mussolini. Veterinario de profesión, ejerció  en la India y se especializó en el tratamiento de parásitos de camellos. Pertenecía a ese típico modelo inglés excéntrico, amante de los animales, misionero del antitabaquismo (no solamente no fumaba sino que no soportaba que se fumara en su presencia), abstemio militante, etc. Con el grado de capitán del Cuerpo de Veterinaria, regresó a Inglaterra y publicó algunos libros sobre… camellos (particular éxito y vigencia hasta no hace mucho tuvo una de sus obras sobre las jorobas de camellos, publicado en 1928 cuando ya se había involucrado en las actividades de los primeros grupos fascistas británicos.
Leese fue elegido concejal en Lincolnshire, Stamford, para separarse definitivamente de Mosley en 1928, para formar la Imperial Fascist League que siempre fue un pequeño grupo activista incapaz de rivalizar con la British Union Fascists del primero. Su movimiento adoptó la esvástica y la camisa negra como uniforme, publicó la revista The Fascist. En 1936 resultó condenado a seis meses de prisión por la publicación de dos artículos sobre “Asesinatos rituales judíos” en su periódico. Su rama paramilitar eran The Fascists Legions dirigidas por Leslie H. Sherrard. A pesar de que la IFL estaba inspirada por Leese, su presidente era el General de Brigada Erskine Tulloch. Apenas contó en su mejor momento con 500 miembros. La referencia para Leese no era Mussolini (como lo había sido para Mosley), sino Julius Streicher.
Durante esos años distribuyó materiales servidos por la agencia de noticias antisemita Welt–Dienst (Servicio Mundial) dirigida dese Alemania por Ulrich Fleischhauerand y también informaciones. De todas formas el estallido de la guerra entrañó el fin de la IFL– Mientras que Leese declaró lealtad al rey y cambió el nombre del grupo por el de Angles Circle, una parte importante de sus seguidores, dirigidos por Tony Gittens, Harold Lockwood y Mills Bertie jugaron la carta pro alemana. Puesto en libertad por motivos de salud, fue nuevamente encarcelado durante seis meses a causa de su participación en una red de ayuda a ex miembros de las SS. Tras pasar un período de internamiento durante la guerra, Leese en 1948 creó el National Workers Movement (Movimiento Nacional de Trabajadores) y con esta sigla siguió sus campañas antisemitas hasta su muerte. Fue el mentor de Colin Jordan, uno de los líderes del fascismo británico de postguerra al que dejó en testamento como beneficiario su casa de Holland Park (74 Princedale Road, London W11).
(17)  El Kashrut agrupa a todas las leyes prescritas en la Torah y codificadas en el Código Legal Judío Shuljan Aruj que tienen como resultado la llamada “comida Kosher”, literalmente “comida apta”, ingerida por quien practique la religión judía (los alimentos prohibidos, en cambio, son los taref). Mientras que las frutas y verduras son kosher, no todos los animales tienen esta categoría que depende, no sólo de su especie sino también de cómo han sido criados y sacrificados. Para ser kosher los animales deben tener la pezuña hendida y ser rumiantes. Son pues, kosher la vaca, el toro, la ternera, la oveja, el cordero, etc. Y, a la inversa, se consideran taref al cerdo, al burro, al caballo, al conejo, la rana, etc. El camello es pues taref. La forma kosher de matar a los animales se llama Shejitá y contiene complejas leyes que describen minuciosamente la forma en la que se debe realizar el sacrificio. Este ritual atribuye particular importancia a la sangre del animal cuyo consumo está completamente prohibido por el judaísmo ortodoxo. Los animales una vez degollados deben ser lavados y enjuagados y finalmente salados antes de ser cocinados.
(18)  Llego a apodar a Oswald Mosley, el jefe más conocido del fascismo británico,de "kosher fascista" y la BUF la “Jewnion Británica de Fascistas”.Con el paso del tiempo esta hostilidad mutua se iría recrudeciendo hasta que en 1933 las milicias de la BUF hostigaron los mítines de la IFL culminando en el grave incidente de Great Portland Street, cuando una cincuentena de milicianos de Mosley disfrazados de comunistas invadieron el escenario para atacar Leese destrozando la sala. Más adelante, el BUF llegaría incluso a filtrar pruebas falsas de un complot del IFL para atacar su sede. El paso de los años y el agravamiento de las tensiones internacionales hizo que hacia 1939 estas tensiones hubieran disminuido aunque jamás se olvidaron.
(19) El III Reich entregó cantidades indeterminadas de dinero a la IFL a través del corresponsal del Völkischer Beobachteren Londres, Hans Wilhelm Thost. Las propuestas de acercamiento entre la BUF de Mosley y el IFL fracasaron a la vista de que el antisemitismo era el centro de la concepción política de Leese. Mientras para Mosley el “problema judío” se reducía a su dominio de las finanzas, para Leese la cuestión era racial y afectaba a la totalidad del pueblo judío. Los judíos étnicamente, no sólo diferentes, sino inferiores, tal como sostenía Streicher.
(20) La obra de Leese, Devilry in the holy Land ha sido reeditada en varias ocasiones por los neofascistas británicos después de la Segunda Guerra Mundial. Nos constan como mínimo dos reediciones, una de ellas editada por el National Socialista Mouvement de Colin Jordan, publicada en Londres, 1962 y la otra publicada por Steven Books, Londres 2006. La cita se encuentra en página 14 de la primera edición

(21) George Bonnet, diputado radical socialista fue ministro varias veces entre 1925 y 1940. Durante el ejercicio de su ministerio fue partidario de una política de apaciguamiento con Alemania y de hostilidad hacia la URSS. Se mostró partidario de los Acuerdos de Munich y firmó con Ribbentrop un “compromiso de no agresión” con Alemania el 6 de diciembre de 1938. El 25 de febrero de 1939 firmó los Acuerdos Bérand–Jordana que reconocían la legitimidad del régimen de Franco en España y la neutralidad española en caso de guerra. Entre el 1 y el 3 de septiembre de 1939 intentó desesperadamente evitar que Francia e Inglaterra declararan la guerra a Alemania. Cuando se produjo el conflicto, Bonnet fue nombrado ministro de justicia y tras la derrota francesa se alineó con el Mariscal Pétain siendo uno de los diputados que acordaron concederle plenos poderes el 10 de julio de 1940. En 1941 pasó a ser miembro del Conseil National, órgano ejecutivo del gobierno de Vichy. Tras la guerra debió huir a Suiza para evitar la detención. De regreso a Francia volvió a ser diputado entre 1956 y 1968.
(22) Cfr. Das Auswärtige Amt und der holocaust. Die drängende Sorge, überflüssig zu werden, documentación colocada en Internet en la web http://m.faz.net/. La cita se encuentra en el parágrafo Gesamteuropäischer Antisemitismus(Antisemitismo pan–europeo)
(23) Hannah Arendt, Eichmann à JérusalemUn estudio sobre la banalidad del mal, Editorial Lumen, Barcelona 1999, pág. 49. En 1939 Chamberlain y Roosevelt preguntaron si Mussolini podría instalar judíos en Etiopia. Aunque la idea de enviar judíos a la Guayana británica, Etiopía o Madagascar. El III Reich estimó que estos proyectos demostraban la existencia de un consenso antisemita internacional y por tanto eran prueba de la existencia del “problema judío” en sí mismo. Michael Burleigh, El tercer Reich, Taurus–Santillana, Madrid 2002. Capítulo V, pág. 223.
(24)Los datos sobre el Plan Madagascar han sido extraídos de la obra que exhaustivamente aborda la cuestión Der Madagaskar – Plan die beabsichtigte Deportation der europäischen Juden nach Madagaskar, Hans Jansen; con prólogos de Simon Wiesenthal y de los holandeses Markus Jung, Ulrike Vogl y Elisabeth Weissenböck. Editorial Herbig, Munich 1997, así como de Politik der Vernichtung. Eine Gesamtdarstellung der nationalsozialistischen Judenverfolgung, de Peter Longerich, Editorial Piper, Munich 1998.
(25)En esa época era presidente de la República Dominicana, Rafael Leónidas Trujillo. La oferta que realizó en Evian el delegado dominicano no era “generosa”: había sido previamente negociada por empresarios judíos de Nueva York que acordaron entregar a Trujillo un millón de dólares. Éste, a su vez, donó 110 km2en la zona de Sosua para el asentamiento de exiliados judíos… de los que solamente llegaron 750… Cfr. Sosúa: una colonia hebrea en la República Dominicana de Josef David Eichen, Universidad Católica Madre y Maestra, Santiago 1980.
(26) A.J. Sherman, Island Refuge, Britain and the Refugees from the Third Reich, 1933–1939, Elek Books Ltd, Londres 1973), p.112
(27) En su célebre discurso en el Reichstag conmemorativo del sexto aniversario de la subida del NSDAP al poder, el 30 de enero de 1939, Hitler dijo: “Es un vergonzoso ejemplo observar hoy cómo el mundo democrático se disuelve en lágrimas de lástima, pero, después y a pesar de su obvio deber de ayudar, cierra su corazón al pobre y torturado pueblo judío". Citado en La destrucción de los judíos europeos, Raúl Hilberg, Akal, Madrid 2005, pág. 434)
(28) Franz Rademacher (1906–1973). Estudió derecho en Rostock y Múnich, y empezó a ejercer en 1932. Ingresó en las SA en 1932 y en 1933 pasó a la Organización Política del NSDAP. Entre 1937 y 1940 fue miembro del servicio diplomático alemán destinado en la embajada de Montevideo.  En mayo de 1940 pasó a dirigir la Sección D III, o Judenreferat, dependiente del Ministerio de Exteriores del Reich y de su titular Joachin von Ribbentrop, siendo su superior inmediato Martin Luther. Desde ese puesto, en la primavera y el verano de 1940 rescató la idea de forzar la emigración judía a Madagascar.  En 1943, su superior conspiró contra Ribbentrop por lo que Rademacher fue enviado a la Kriegmarinecon el grado de oficial donde permaneció hasta el final de la guerra. Al acabar la guerra, en noviembre de 1945, Rademacher fue detenido por los británicos y posteriormente liberado, sin embargo en 1952 se le incoó proceso por las deportaciones de judíos serbios. Fue puesto en libertad bajo fianza y huyó a Siria en septiembre de ese año, siendo condenado a 3 años de prisión.  En 1962, Eli Cohen envió un sobre bomba al domicilio de Rademacher que no logró su objetivo de acabar con él. Al año siguiente fue detenido en Siria acusado de espionaje pero resultó liberado en 1965 cuando contaba 59 años por motivos de salud. Al regresar a Alemania en 1966 un nuevo juicio por “crímenes de guerra” lo condenó a cinco años de prisión que no llegó a cumplir. La sentencia sería anulada por el Tribunal Supremo alemán y ordenó un nuevo juicio que no llegaría a celebrarse a causa de su muerte el 17 de marzo de 1973, antes del inicio del procedimiento.


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