sábado, 30 de mayo de 2020
El demoledor diagnóstico del Premio Nobel Michael Levitt sobre las cuarentenas: “No salvaron ninguna vida»
Dos odios a Franco - Pío Moa
Dos odios a Franco
Es lógico que los marxistas, anarquistas y republicanos de izquierda odien a Franco: él los derrotó en la guerra y en la paz. Es lógico que ese odio se exprese sobre todo en la propaganda comunista, porque los comunistas fueron los únicos que, desde el principio, luchasen contra aquel. Es una propaganda tan falsa como la pretensión de que ellos o la URSS eran demócratas.
Pero hay otro odio, no menos fuerte y de otro origen, generalmente anglómano, más difuso y más eficaz. Sus líneas generales son que Franco fue un individuo mediocre, incapaz y brutal, que sumió a España en la ruina de la que solo se empezó a salir en los años 60, cuando se adoptaron, contra sus absurdos puntos de vista, fórmulas económicas más parecidas a las anglosajonas en un reflejo poco interesante de la prosperidad generel en Europa. Todo esto, como he demostrado en Los mitos del franquismo, es tan absurdo como la propia propaganda comunista, con la que coincide en muchos puntos. ¿Cuál es la causa de esa animadversión?
En principio, los ingleses tienen muy grandes motivos de gratitud a Franco. La victoria de este en la guerra civil evitó una España sovietizada, que seguramente no habría convenido a los intereses de Londres, y su neutralidad durante la guerra mundial evitó a los ingleses un derroche de dinero y sangre, y nuevas derrotas que hubieran podido incluso disuadir a Usa de intervenir. Pero hay tres cosas, al menos, que obraban en contra de esa gratitud: la alianza con Stalin, la independencia política del franquismo, y la victoria de Franco en la ONU y aislamiento de Gibraltar, derrotas para Inglaterra no demasiado transcendentales pero sí humillantes.
Inglaterra y Usa pudieron ganar a Hitler gracias fundamentalmente a la URSS, donde se quemó el 80% del esfuerzo alemán. La alianza anglosajona-soviética, a pesar de la posterior guerra fría, creó cierto espíritu de comprensión en medios anglosajones. Si ustedes miran la historiografía anglosajona y anglómana verán que nunca cita como mérito de Franco la derrota del comunismo, sino que insiste en “la represión”, adoptando las calumnias comunistas; y que la neutralidad en la SGM, estratégicamente tan beneficiosa para ellos, se atribuye a cualquier cosa menos a Franco. Incluso se la atribuyen a sí mismos, como producto de supuestos sobornos a generales franquistas. La idea es que era un régimen tan corrompido que ellos podían manejarlo a su antojo. Es difícil superar una arrogancia tan estúpida.
Es bien conocido el mesianismo soviético, pero no debe olvidarse el mesianismo anglosajón, no menos fuerte. Según él, todo lo bueno de la historia humana en los últimos siglos proviene de Usa e Inglaterra, y todo el mundo debería intentar seguir sus pautas políticas y sociales. El actual mundialismo es solo un desarrollo de esa pretensión. Pero la España de Franco tuvo la increíble osadía de simpatizar con los vencidos en la II Guerra Mundial –en las palabras más que en los hechos y sin conocer sus crímenes—; de ayudar al mismo tiempo a los judíos perseguidos –cosa de la que se desentendieron los anglosajones–; de no deber nada, caso prácticamente único en Europa, a la alianza soviético-anglosajona; de reconstruirse con sus propias fuerzas, sin Plan Marshall y contra un aislamiento criminal decretado por soviéticos y anglosajones; de mantener un sistema político “inadmisible” para unos y otros mesiánicos; de renunciar a la neutralidad para oponerse al enemigo principal soviético, pero manteniendo una política independiente en Europa, Hispanoamérica y mundo árabe; de rechazar la participación en la guerra de Vietnam y pronosticar la derrota useña… Cosas todas ellas muy difíciles de tragar.
Y por primera vez en dos siglos, el franquismo se propuso recobrar Gibraltar, para lo que avanzó derrotando a Inglaterra en la ONU. ¡Inadmisible! ¡Cómo un país mucho más aislado y pobre (aunque acercándose con bastante rapidez a los niveles de renta per capita ingleses), y además “fascista” o “dictatorial”, osaba enfrentarse a Inglaterra, segunda potencia de la OTAN! Potencia que había contribuido a derrotar a la Alemania nazi, que pese a la pérdida de la mayor parte de su imperio seguía influyendo poderosamente en los asuntos mundiales, con mentalidad imperial manifiesta en sus enclaves militares por todo el mundo. ¡Y que además, junto con Usa y la URSS, había organizado la propia ONU, donde se reservaba el privilegio del veto! Naturalmente, la victoria de Franco era imperdonable, y la decisión de la ONU no fue en absoluto respetada. Con lo que Franco les cerró la verja y aisló la colonia, volviendo muy costoso lo que además de enclave estratégico podía convertirse en emporio económico… Pero Londres es tenaz, y aparte de contar con el respaldo useño, creía que a los políticos españoles se les podía manejar o sobornar fácilmente. Lo cual no fue verdad en el franquismo, pero sí después. Por desgracia, para la mayoría de los actuales políticos españoles democracia es sinónimo de corrupción e hispanofobia. La reapertura de la verja fue seguida de una política de abierta satelización de España a los intereses de Londres, “nuestra amiga y aliada”, hasta extremos de un servilismo indecente.
Así se explica que las aproximaciones historiográficas anglosajonas y sobre todo inglesas al franquismo estén tan cargadas de aversión como las marxistas. Preston, Jackson, la Graham y tantos “hispanistas” más, combinan la distorsión sistemática de la historia con una arrogancia intelectual no sin base, porque es aceptada por la mayor parte no solo de los ignorantes periodistas españoles, sino de un mediocre mundillo universitario capaz de aceptar y de aplicar una ley de tipo soviético como la de la memoria histórica. Podríamos decir que la alianza soviético-anglosajona de la guerra mundial pervive hoy hacia España en el plano ideológico, a pesar de la neutralidad franquista, de la guerra fría y de la implosión de la URSS. Y este desafío intelectual debe tener su réplica.
¿Qué pensaba la gente común bajo el nacionalsocialismo?
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La Friedrichstrasse de Berlin en 1934 |
martes, 26 de mayo de 2020
Carta de petición de socorro a las instituciones europeas y a países democráticos como Holanda, Dinamarca, Austria, Alemania, Suecia y otros
Los españoles no queremos que Europa ayude al gobierno de España sino al pueblo español, que no es lo mismo. En la actualidad, el gobierno y el pueblo de España son dos realidades distanciadas. Si Europa decide rescatar a España de su ruina económica y decide enviar ayuda, no queremos que esos recursos sean administrados por el gobierno de Pedro Sánchez porque carece de garantías suficientes para que la utilización de esos recursos sea sea justa y limpia.
Los españoles estamos dispuestos a todo tipo de sacrificios para superar la crisis, incluso a disminuir nuestros ingresos, pero queremos a cambio que se nos libre de este gobierno corrupto y de un sistema política podrido y completamente ajeno a la democracia y a la decencia. Somos millones los españoles que deseamos que Europa ponga freno a los desmanes y abusos del gobierno de España y que siga negándose a entregarles dinero sin condiciones para salvar la arruinada economía de nuestro país. Sabemos que si entregáis al gobierno el dinero que España necesita, sin imponer antes condiciones severas de decencia y democracia, estaríais entregando esos fondos no al pueblo español sino a Pedro Sánchez, que utilizará una parte importante de esos recursos para fortalecer su poder, comprando votos, votantes y medios de comunicación para que silencien sus abusos y desmanes y le ayuden a perpetuarse en el poder.
Los españoles demócratas, cansados de soportar el mal gobierno, el despilfarro y el abuso de poder, queremos la solidaridad de Europa, pero con duras condiciones impuestas para que el gobierno de España recupere la cordura y la decencia y dedique esos fondos a mejorar los servicios, reflotar la economía, atraer a empresas, dignificar la democracia y respetar la justicia y los derechos humanos, frecuentemente violados por un equipo gobernante que, además de acumular privilegios y dinero, nos acribilla a impuestos y avanza, poco a poco pero con determinación, hacia una tiranía comunista, por ahora disimulada, pero que ya hace mella en nuestras vidas.
Los medios de comunicación sometidos al gobierno han presentado ante los españoles la negativa de la Europa del Norte a prestar la ayuda que Pedro Sánchez exige como una actitud insolidaria y egoísta frente a los países del sur, pero ese planteamiento, manipulador, como es habitual en el gobierno de Sánchez, también es falso porque lo que los países ricos del norte piden a España es que deje de comportarse como la cigarra y se comporte como la hormiga de la fábula, abandonando su política de desprecio al ciudadano, falta de democracia, derroche, frivolidad, ineficacia y corrupción.
Alemania, Holanda, Finlandia, Dinamarca, Austria y otros países ricos del norte de Europa tienen razón al negar la ayuda incondicional que solicita un país como España, que tiene más coches oficiales que el resto de Europa y Estados Unidos juntos y que tiene más políticos a sueldo del Estado que Gran Bretaña, Francia y Alemania juntos.
Es lógico que, a cambio de las ayudas que necesita, España se someta a ajustes que la fortalezcan como nación y que acaben con el despilfarro, la corrupción y el abuso de poder, tres males que hacen de España una falsa democracia podrida, dentro de la Unión Europea. Si se entrega el dinero sin condiciones, dentro de dos o tres años estaríamos de nuevo en la ruina, cuando los políticos corrompidos lo hayan gastado primando sus intereses sobre los del pueblo y la nación.
El argumento esgrimido por los países del norte de Europa, referido a España, de que "es muy fácil pedir solidaridad y ayuda cuando hay dificultades y derrochar cuando las cosas van bien" es impecable.
Aunque nos duela como españoles, Europa tiene razón al negarle dinero a un manirroto sin ética y divorciado de sus ciudadanos como Pedro Sánchez.
Es mentira lo que propagan los telediarios españoles, sometidos al poder político, de que la división en la Europa actual sea entre países ricos del norte y pobres del sur. La división más real es entre países serios y democráticos, por un lado, y países corrompidos y mal gobernados, por otro. Y España está entre los menos serios y peor gobernados del continente.
Nuestra única esperanza como españoles indignados y empeñados en un futuro de libertades y derechos democráticos es que Europa nos salve, pero no sólo de la ruina económica, sino sobre todo de la corrupción y del abuso de poder que ha infectado a nuestro Estado y a nuestro gobierno.
Firma:
Un grupo de demócratas españoles y, en su nombre,
Francisco Rubiales
jueves, 21 de mayo de 2020
LA INSOSTENIBILIDAD DE ESPAÑA
España es un país que se ha terminado de romper, unos lo desean pero no creen que esté roto y otros detestan esta idea pero ven que el país lo está. Ciertamente España ya estaba rota pero no del todo, era como uno de esos viejos edificios grecorromanos cuyo friso, muy deteriorado, la sostienen dos columnas erectas en un acto de desafío más que de mero ornamento.
Hay muchos factores para la caída de este sistema; unos dirán que el es fin del régimen del 78 y que es por la transición, otros dirán que es por el separatismo, otros que por la inmigración, otros que es por la mala casta política, las crisis económicas, la construcción estatal…filosofarán sobre si España es un estado nación, es un estado con naciones o es un país de países pero eso no importa.
Ciertamente la forma de estado importa poco o nada, es como la piel de la serpiente que muda y cambia ¿qué más da tener una monarquía, una república o un modelo como el suizo mientras España siga siendo España? España, ese país que a unos les llena la boca hasta la arcada y otros no pueden ni pronunciar, está agonizante.
La casta política de hoy, que es detestable en general, no es hija de los anteriores aunque hayan continuado profundizando en el legado de los nefastos políticos, diputados, senadores y demás caciques, sin contar con las taifas y sin contar con los aparatos y administraciones paralelas de los partidos políticos.
No, realmente los políticos de hoy, continuadores de los de ayer, son nuestros hijos…son hijos de nuestro voto. Esas columnas que sostienen el friso, que es lo que queda del país, no es sino la educación pero no la educación reglada sino la auténtica educación en valores humanos y democráticos, el saber estar y el comprender el entorno.
El español de hoy no sabe leer el entorno, está ciego, fanatizado y desesperado y como tal embiste. Todos tienen la culpa de lo que pasa menos él ¿y cómo lo soluciona? persiguiendo a los demás, clasificando a sus vecinos y entorno como si estuvieran en una cadena de montaje decidiendo quién vale y quién no.
Hemos llevado la farsa del hemiciclo y sus puñaladas traicioneras, las lenguas viperinas y el estacazo por lo bajo con la vizcaína del teatro del Parlamento, donde toda refriega es mentira, a nuestros salones, cafeterías, centros de trabajo y nos hemos cargado por el camino amistades y familias. Nos hemos creído la falsa guerra que dicen llevar a cabo.
Unos viven en, por y para Instagram, Twitter, Facebook y demás redes sociales creyéndose ellos mismos copias de lo que ven; llevan a los famosos, famosillos y famosetes de la farsa de la televisión o las redes sociales a sus vidas posando y posando como si fueran modelos de Vogue, otros escriben en Twitter como si fueran analistas de la CNN, otros en Facebook se creen que son comisarios políticos del Soviet de España aunque los GESTAPO tampoco faltan.
Eso lo han logrado al arrebatar la cultura, la educación y el sentido común de todo el entorno: desde el hogar familiar hasta el colegio, la sociedad, la televisión, han relegado los valores a viejos libros polvorientos porque ya no es moderno.
Somos la única sociedad de la historia de la humanidad que ha llevado la farsa del teatro a su casa, acude con el histrión al hogar y replica lo que ha visto sin criterio ninguno, somos la única sociedad que se preocupa en ser moderno ¿sumerios, griegos, romanos, árabes o cumanos se preocupaban por ser modernos?; se preocupaban de lo tangible no sólo en la realidad material sino psicológica, aquello que afecte a la convivencia no era aceptado.
Vivimos con la polémica, con el debate constante y sin ceder ni un sólo ápice de terreno porque el que tenemos en frente no es simplemente otro, es el enemigo y su opinión e ideas no son tal sino balas de una trinchera enemiga y, por lo tanto, el objetivo es o resistir el envite o asaltarle y dejarle seco.
Se vive de “victoria en victoria”, cada foco es una guerra, cada opinión una amenaza y todo en nombre del actual sistema que, parece, que todos quieren eliminar pero no por sí mismos sino a través de sus huestes. La militarización mental de las facciones, de la masa o de las bases de los partidos lleva inexorablemente a su militarización física y aunque estamos a tiempo de abortar la deriva, este tampoco nos sobra y parece que los líderes tribales, sus cuadros y sus emblemas tampoco están por la labor. Se está imponiendo una mentalidad y una retórica de guerra.
Curiosamente, analizando el sistema actual en estas circunstancias ¿quién querría vivir en una democracia?, sin embargo este sistema tiene en su ADN la particularidad de permitir cierta disidencia, la crítica, la justicia contra el delincuente y el corrupto. La sociedad no recibe educación sino doctrina, fe ciega y férrea, propaganda y publicidad diaria, constante.
Las noticias y mensajes no son objetivos sino tendenciosos; sabemos que siempre existirá una línea editorial, una tendencia, no somos robots, somos seres con conciencia y cosmovisión pero no es normal que las noticias se basen en la posverdad que no es otra cosa que un eufemismo (cuando no neologismo) para llamar por su nombre lo que es: manipulación.
La diferencia entre el macrocosmos, el mesocosmos (sociedad) y el microcosmos (psique del individuo) denota un total desequilibro incluso en la percepción de la realidad objetivo misma ya que todo objeto y todo elemento está envenenado por la ideología. La ideología es una auténtica disonancia cognitiva que está arrastrando a los pueblos a su aniquilación, polariza a sus miembros, los separa, rompe y enfrenta.
Todo, cada centímetro del discurso está infectado por el pestilente olor a cadaverina de un sistema agonizante totalmente ideologizado; incluso en el idioma. En este tema muchos citan a Orwell pero yo prefiero citar a Wittgenstein y su teoría del lenguaje que han estudiado bien y han aplicado a sus propios fines.
El sistema de democracia Occidental dista mucho de ser perfecto pero se podría haber trabajado en mejorarlo, sin embargo la casta política ha trabajado concienzudamente en llevarnos al precipicio, espoleado por organizaciones internacionales que, con decenas de lobbys, ha presionado para guiar nuestras ideas a uno u otro lugar, han creado ficciones y, de ahí, fricciones, han empobrecido nuestro idioma, nuestra experiencia social y la experiencia política aunque no en el sentido partidista contemporáneo (ya enfermo de base), que ha tenido y tendrá un recorrido limitado en el tiempo, sino en el sentido de la polis Aristóteles lo decía claro: el hombre es un zoon politikón; un animal político, y lo es porque es gregario.
La política ya existía antes del partido.
El ser gregario conduce a una forma de gobierno que no es sino una gestión de las tensiones entre individuos que deben resolverse mediante el poder y cuyo objetivo es suavizar dichos problemas mediante las tradiciones, las buenas maneras y costumbres o, sino, eliminarlas por las malas mediante la ley, ya que el orden social se respeta de motu propio o por el miedo.
Sin embargo los gestores han hecho todo lo contrario; se convirtieron en los sicarios de los grupos ideológicos transnacionales que han sembrado discordia por todo el mundo, han eliminado las barreras sociales que sostenían por las buenas la convivencia social y nos ha convertido en una nación más cercana al salvajismo que a la civilización. Han conspirado muy bien para romper lo que separa al hombre de la bestia y ahora el sistema se devora a sí mismo.
Sinceramente, volviendo al poder mundial, España no es una democracia sino un mandato ¿cómo va a haber democracia en un país tutelado ideológica y económicamente por poderes no elegidos y, en muchos casos, desconocido? Si la nación es la sangre del estado y el poder es su cerebro…ese cerebro no procesa por sí mismo, ha dejado de ser emisor de sí mismo para ser receptor de otros.
¿Cómo se consigue eso?, ¿cómo se consigue llevar adelante semejante transformación? mediante la propaganda continua, la campaña y la banalización de la violencia y la agresividad política (¿qué eran los escraches o el señalamiento continuo del otro como enemigo?).
Hoy las columnas que sostenían la nación, que no eran otras estructuras que el sentido común y la capacidad de discernir de forma mentalmente sana o saber leer la situación real que se escondía detrás de cada palabra dicha por los políticos, está muriendo, se va con la aparición de los jóvenes bien adoctrinados que más que creer en los programas electorales creen ciegamente en los nuevos líderes como si de mesías descendidos fueran (nunca faltaron dioses ni salvadores en el mundo).
Si algo aprendí de mis bandazos por Oriente Medio y el estudio de los conflictos en esa región y a lo largo de la historia es que aquellos que están lejos de los fanatismos son los que primero desaparecen del espectro político…
La nueva política, la nueva generación, el futuro, la generación más preparada de la historia…en realidad puede que estemos ante la sociedad más sobrevalorada de la historia ya que muchos de esos jóvenes no son sino las grietas que acabarán por desplomar las columnas, antaño citadas, que nos sostienen.
Por Koldo Salazar López
miércoles, 20 de mayo de 2020
Las instituciones del Estado español han fracasado y no sirven
Las instituciones defensivas del Estado Español, creadas al amparo de la Constitución para que los mejores sean los elegidos para gobernar y para defendernos de miserables, corruptos y canallas que pudieran controlar el poder en nuestra nación, han fracasado porque se ha mostrado incapaces de impedir que un gobierno como el de Pedro Sánchez, altamente dañino para España, conduzca al país, sin obstáculos, hacia la la pobreza y la destrucción.
Por fortuna, el gobierno de Pedro Sánchez no ha exhibido un rostro claro de criminal, pero sí ha protagonizado, con impunidad y contra España y sus ciudadanos, decisiones y actuaciones que representan daños tan terribles como muertes por negligencia, avances hacia la pobreza, pérdida de grandes contratos de valor económico incalculable y muchos perjuicios de gran calado para la economía, la salud y la convivencia.
Los ciudadanos, desesperados ante la pésima gestión de la pandemia, que ha hecho de España uno de los países más infectados y con más muertos de todo el mundo, se han cansado de mirar hacia las alturas del poder establecido en espera de intervenciones salvadoras, dimisiones y castigos de los pésimos gobernantes, que campean a sus anchas como dueños absolutos de un Estado del que los ciudadanos han sido expulsados.
El gobierno miente y no ocurre nada. Las encuestas se trucan y nadie lo impide. Muchos españoles hasta sospechan de fraude electoral y nada ocurre. El gobierno se equivoca y no ocurre nada, ni siquiera cuando miles de ancianos han muerto abandonados en las residencias de mayores, sin recibir el trato médico a que tenían derecho, y cuando miles de sanitarios han sido enviados a luchar contra el virus sin la mínima protección, causándoles el mayor índice mundial de contagios y muertes por el coronavirus.
Una parte importante del pueblo, confinado forzosamente en sus hogares, ha tenido suficiente tiempo para reflexionar y ha llegado a la conclusión de que la ciudadanía es impotente frente al mal, cuando el mal se apodera del Estado. Como consecuencia, ha adquirido una fuerte sensación de frustración y se subleva ante la impunidad de la clase política, tan privilegiada y blindada que jamás paga por sus errores y por los daños que causa.
Lo que está ocurriendo en España no es común en el resto del mundo, donde los políticos pagan por sus abusos y errores y dimiten cuando se equivocan o causan daño. La burda e insultante impunidad de los políticos y la indefensión frente a dirigentes inicuos son problemas genuinos de España, donde la clase política ha perdido el miedo al pueblo y a las leyes.
Los periodistas están comprados, los medios esconden la verdad y defienden al gobierno que les paga, la Justicia está politizada, la Fiscalía está en manos del partido en el poder y el Parlamento, que las democracias conciben como el templo para el debate y el análisis, ha sido degradado hasta convertirse en un establo donde un gran rebaño castrado dice y aprueba sólo lo que sus respectivos partidos quieren, mientras disfrutan de buen sueldo y de una cosecha enorme de privilegios y ventajas.
Lo más grave en la España actual es que la gente, con razón, se siente impotente y desamparada ante el poder y tiene la sensación de que nunca podría librarse de un criminal, si éste llegara un día a encaramarse en la cima y tomara en sus manos el timón de nuestra nación.
La situación de impunidad de los que mandan y de desamparo de los que obedecen es tan injusta y profunda que genera inestabilidad y desobediencia civil, lo que pide a gritos una reforma constitucional que redefina y enderece un Estado que hoy está en crisis, desvalido y al alcance de cualquier canalla con suficiente osadía para tomarlo por asalto y encastillarse en la cima.
La verdad es dura y evidente: En la España actual, la soberanía popular no existe y ni el rey, ni las Fuerzas Armadas, ni la justicia, ni la prensa, ni la oposición, ni el pueblo tienen suficiente fuerza para expulsar del poder, si fuera necesario, a un monstruo desatado.
Francisco Rubiales
Antonio Escohotado entrevistado en “La voz de Galicia” y “La voz de Asturias” por Pablo González 16/05/2020
domingo, 17 de mayo de 2020
El Mundo 17 de Mayo de 2020
El mito del Euskera perseguido por Franco, por Francisco Torres
Lamentablemente, cuando hoy alguien busca información sobre un tema acude de forma inmediata a la red. Un lugar donde cabe cualquier cosa ...
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En Palabras para un fin del mundo , Manuel Menchón pone en duda la versión oficial y señala al falangista Bartolomé Aragón como posible ase...
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Fernando José Vaquero Oroquieta (Pamplona, 1961), funcionario d...