sábado, 11 de abril de 2020

Una gran amenaza: los políticos, culpables principales del actual desastre, pretenden salir reforzados de la brutal crisis del coronavirus

Los mismos políticos que nos han conducido hasta el abismo tras construir un mundo sin valores, injusto y fracasado, quieren construir el futuro. Ellos son el problema y del problema nunca puede surgir la solución. Antes que permitirles pilotar nuestro futuro, después de habernos arruinado el presente, nos conviene echarlos del poder. Sería una injusticia del tamaño del planeta, pero todo indica que los mismos políticos que han diseñado y gobernado este mundo que se derrumba, pretenden salir reforzados de la brutal crisis que se nos viene encima y gestionar también el futuro, a pesar de que la mayoría de ellos lo que merecen es castigo y cárcel. Y para colmo de males, para construir un futuro distinto apuestan por la más vieja, mortífera y fracasada receta creada por el ser humano: la tiranía del Estado. En España, los que mienten, esconden los muertos, despilfarran, expolian a los ciudadanos con impuestos abusivos y han reaccionado como idiotas ante la crisis del coronavirus, dejando a los ciudadanos y a los sanitarios indefensos ante la muerte, quieren agrandar el Estado, convenciendo a la sociedad idiotizada de que esa es la solución, cuando la verdad que nos enseña la Historia es que cada vez que el Estado ha crecido, las libertades y derechos han perecido y el ser humano ha sido pasado por las armas.

Sanchez y sus socios comunistas quieren convencernos de que el comunismo es la solución a los males del mundo, cuando el comunismo en lugar de solución siempre ha sido aniquilación, pobreza, sufrimiento y muerte. El socialista Josep Borrell vaticina lo que las izquierdas y la "progresía" quieren que sea el futuro de España: “Aumentará la presencia del Estado. Será de forma permanente. Tendremos que acostumbrarnos a no considerar como una carga los sistemas públicos de salud o de seguridad, a no considerarlos como un problema que hay que reducir, sino como un activo esencial de una sociedad”, y agrega que "Se pondrá de relieve el papel del Estado, que aparece no sólo como el prestamista de última instancia; ahora el Estado es el empleador de última instancia, el consumidor de última instancia, el propietario porque habrá inevitablemente que capitalizar empresas con nacionalizaciones". Pero quien deja claro que quiere dominar el futuro como un tirano es Pablo Iglesias, líder del comunismo español: “Toda la riqueza del país debe estar subordinada al interés general”, es decir, al Estado, dominado, lógicamente, por él y su camarilla de tiranos mediocres sedientos de poder y riqueza. 

El siglo XX fue el siglo del Estado y la historia de ese sigo demostró lo que esos estados poderosos y sin control saben hacer. Los tres estados más fuertes del siglo fueron el comunista, el nazi y el fascista. Los tres sembraron el mundo de dolor y cadáveres, pero el comunismo fue el peor porque él sólo mato a mas gente que el resto de las tiranías del siglo: mas de cien millones de cadáveres. Tanto los comunistas como los nazis y los fascistas decían algo parecido a lo que dicen Iglesias, Sánchez y Borrel, que la solución es un Estado fuerte que sea capaz de solucionar los problemas del ciudadano. Mentira porque la Historia ha demostrado que esos estados fuertes hipertrofiados lo que saben hacer bien es esclavizar y fabricar pobres y cadáveres. 

Para que el mundo cambie tienen que cambiar las personas. Los grandes cambios de la Historia los provocaron las religiones, no los gobiernos. El cristianismo cambió el mundo romano y fabricó a gente generosa que era capaz de amar a sus enemigos. El Islám transformó a a las tribus beduinas y conquistó el mundo para mostrar la grandeza de su Dios Alá. Pero ¿Que han cambiado los políticos y las ideologías?. Las mas potentes del siglo XX, comunismo, nazismo y fascismo son hoy cadáveres derrotados y despreciados por los propios pueblos que esas doctrinas querían redimir y que, por el contrario, aplastaron y asesinaron. 

Esos mismos políticos que han utilizado el dinero público en reforzar su poder, en engordar un Estado que ya es insostenible y seboso, en promover conflictos y enfrentamientos, en dividir a los ciudadanos, en comprar voluntades, periodistas, jueces y medios de comunicación, en aprobar leyes inicuas, en prostituir la democracia y en utilizar la corrupción y la mentira como bases de sus programas de gobierno, merecen más sentarse ante el banquillo de los acusados y afrontar la cárcel que controlar un futuro que, por razones de salud y supervivencia, tiene que parecerse lo menos posible al presente que ellos nos han fabricado desde la bajeza.

Todos sabemos que el mundo tiene que cambiar después del coronavirus y que uno de los cambios fundamentales tiene que ser que las actuales clases políticas que dominan muchas sociedades del planeta, basadas en un poder sin control del gobierno, en estados intocables, en privilegios para los que gobiernan y en basura para el pueblo, sean expulsadas y sustituidas por personas buenas y rectas, que sean ejemplares en lugar de piedras de corrupción y escándalo, que sirvan al pueblo en lugar de servirse de él y que sean decentes y virtuosos en lugar de torpes, egoístas, corruptos y sinvergüenzas. Pero esas clases políticas degeneradas y dañinas, que son las principales culpables de que el mundo sea hoy desigual, injusto, indecente y peligroso, quieren seguir controlando el futuro y su receta, como es lógico, es mas poder para ellos, mas privilegios para ellos y más esclavitud para los ciudadanos. 

Esa conspiración de los peores ocupando palacios de gobierno, parlamento e instituciones del Estado, ese contubernio de fracasados que nos ha llevado hasta el desastre, de los que han construido un mundo insoportable y despreciable, debe ser detenida y nadie lo hará salvo la rebeldía de los ciudadanos libres y honrados. 


Francisco Rubiales 

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