lunes, 13 de abril de 2020

España: paradojas sorprendentes, cabreo generalizado, cobardía y una oposición inútil y castrada

Gran parte de los españoles están indignados y cabreados con Pedro Sánchez y su gobierno por sus grandes errores y comportamientos de autócrata, pero aunque sea increíble, el presidente sigue al frente del país, gobernando con más poder que cualquiera de sus predecesores en el cargo. Aunque muchos de sus errores tienen visos de criminalidad porque provocan dolor, daño y muertes, las denuncias son escasas y la oposición, que en buena lógica debería estar fustigándolo y envolviéndolo en oprobio, parece un manso cordero castrado. 

España es hoy un cúmulo incomprensible de paradojas y contradicciones surrealistas incomprensibles: puede ser el país peor gobernado del mundo, pero el que más poder otorga al torpe que lo gobierna, mientras padece la mayor densidad de muertes por coronavirus de todo el mundo y tiene sus redes sociales hirviendo de rechazo inútil, ante el que el gobierno se siete blindado e inmune. España, pésimamente gobernada, camina hacia el abismo, pero tal vez merezca perecer, dada la inmensa cobardía de su pueblo, incapaz de exigir sensatez, decencia y eficacia a sus dirigentes. 


España es un infierno lleno de surrealismo y de paradojas sorprendentes: tiene el gobierno más criticado de Europa y, pobablemente, el más inepto e inútil, pero también es el que tiene más poder y menos resistencia en la sociedad; la lógica dice que ese gobierno de coalición entre socialistas y comunistas debería haber caído ya, pero está fuerte como un toro y doblega y somete cada día a unos españoles que, aunque parecen rebeldes, están asustados y sometidos; ese gobierno, tan insensato como potente, está arruinado, pero gasta como un manirroto, más que ningún otro país de Europa; el país necesita mascarillas y guantes de protección y parece que tiene esos materiales, pero los ciudadanos no los pueden comprar, ni el gobierno los reparte; España afirma tener la mejor sanidad pública del mundo, pero en esa sanidad muere más gente que en ningún otro país; los sanitarios, a los que España aplaude cada día y el gobierno dice que son héroes, se mueren como chinches, desprotegidos y enviados al sacrificio sin protección, padeciendo como colectivo el mayor numero de infectados y muertos de todo el mundo; el gobierno llama a la unidad y pretende seducir a los partidos de oposición para que participen en una programa común de reconstrucción, pero al mismo tiempo los fustiga, los desprecia y los margina; esos partidos de oposición, que antes de la crisis del coronavirus eran activos y feroces en el combate al gobierno, hoy se comportan como corderos castrados, sin ni siquiera levantar la voz ante las innumerables negligencias, algunas de ellas criminales, protagonizadas por los gobernantes; El presidente Sánchez, un tipo torvo y rencoroso, aparece en la televisión con frecuencia, imitando al venezolano Maduro, pronunciando discursos hipócritas en los que luce humildad y una bondad franciscana nada creíble; el gobierno llama a la unidad, pero siembra división a diestro y siniestro, mientras sus mentiras confunden y generan profunda inquietud en un momento histórico donde los ciudadanos necesitan confianza y certezas; dicen que el ejército es el mayor foco de oposición al gobierno de Sánchez, pero ese ejército está hoy en la brecha, con 90.000 efectivos en las calles, luchando contra la muerte y sin levantar una sola voz de denuncia ante las nefastas decisiones gubernamentales; el gobierno mendiga dinero a la Europa rica del norte, pero al mismo tiempo lo derrocha y lo gasta en fortalecer su poder, pagando subvenciones a los amigos del poder, comprando periodistas y medios de comunicación para ocultar sus desmanes y vergüenzas y engordando todavía más al Estado que tiene mas coches oficiales, políticos con sueldo público y privilegios para los partidos en toda Europa. 

Todo el mundo dice que España tiene que mirar hacia un futuro que debe que ser distinto y mejor, pero la receta que el gobierno español aplica, sin resistencia por parte de la población, es el comunismo, la mas vieja entre las ideología y la más desacreditada por criminal. Toda la rebeldía y la protesta parecen un teatro cómico, una especie de sainete estúpido porque no existe en toda Europa una población con más motivos para expulsar a sus gobernantes y más cobarde y sometida que la española, así como unos partidos políticos de oposición más castrados y asustados que los de España. 

Crecen la desconfianza y las pruebas de que Sánchez está gobernando pésimamente la crisis, pero él aparece humilde y lleno de falsedad en sus sermones televisados por cadenas que han sido compradas con millones de euros, dinero que España necesitaba urgentemente para luchar contra el coronavirus. Para desviar la atención y evitar el castigo que sin duda merece, Sánchez ha lanzado la idea de unos pactos para la reconstrucción que todos, según dice, deben apoyar. Se trata, evidentemente, de una trampa porque si los apoyas te haces cómplice de un gobierno miserable, pero si los rechazas eres acusado de insolidario. Los partidos de la oposición, desesperantemente torpes, cobardes y debilitados, le siguen el juego en lugar de pedir a gritos que sea juzgado por las miles de vidas de españoles que han caído por su negligencia y estupidez. Hasta VOX, ese partido al que acusan de ser la "extrema derecha", que parecía una fiera, está apagado y proyecta una cobardía desesperante e incomprensible, como si quisiera inyectar oxígeno ahora al gobierno noqueado de sus adversarios comunistas y socialistas. 

La coalición creada para expulsar a la derecha del poder está hecha trizas. Sánchez y sus socios comunistas se llevan pésimamente y las discrepancias dentro del gobierno ya no se disimulan, pero eso no tiene reflejo alguno en la capacidad de gobernar. Sánchez sigue al mando, controlando todos los recursos y resortes. Hasta sus aliados le dan ya la espalda, pero tampoco la deserción de los que le prestaron los votos que necesitaba para gobernar tiene efectos sobre la gobernabilidad de España, un país de castrados y cobardes que sigue sometido al peor gobierno de Europa y a uno de los peores del mundo, como lo demuestran hechos constatados como el número de muertos por coronavirus, los errores cometidos en la lucha contra la pandemia y la ruina galopante que amenaza a España, con su economía al borde del colapso. 

Vivir en España en estos días es un suplicio. Los españoles están encerrados en sus hogares y muchos nos sentimos reclusos en vez de confinados. Ni siquiera los niños pueden salir a dar un paseo por los parques y esos niños encerrados ya empiezan a sufrir daños en sus frágiles estructuras pasiquicas. España está llena de sospechas y de recelos, de rechazo y hasta de odio al mal gobierno, pero si preguntas a los españoles por el futuro te dicen, sorprendentemente, que el fracasado Sánchez saldrá reforzado de la crisis del coronavirus. 

Mientras tanto, el desfile de imbéciles con poder es interminable, presidido por ese increíble Sánchez con apariencia de hermana de la caridad, que oculta su odio y rencor ante las cámaras, y por una ristra de ministros y altos cargos diciendo imbecilidades y estupideces. La ministra de Igualdad, Irene Montero, dice que su modelo para salir de la crisis es la Argentina peronista, mientras que otros lanzan consignas que atentan contra la propiedad privada, amenazan con expropiar cuentas bancarias y viviendas y sostienen, desde la locura más atroz, que el modelo de democracia es Venezuela. 

Es un país de locos, sin la menor duda, pero de locos totalitarios, torpes, cobardes y castrados. 

Francisco Rubiales 

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