lunes, 8 de julio de 2019

Un grupo de 177 militares españoles ya retirados recuperan la voz y defienden ahora, tarde y mal, la figura de Franco y su legado


Callaron en el ejercicio de su actividad laboral y prefirieron tragar quina que mostrar la dignidad que reclaman hoy que no tienen nada que perder. No habría llegado España a esta situación de tragedia sin la complicidad durante años de quienes hoy tienen la desvergüenza de defender la figura de Franco. Como si los ataques rabiosos contra el exjefe del Estado fueran cosa reciente. Escrito está lo que opinamos sobre el papel de los uniformados tras la muerte de Franco. Salvo honrosas y contadísimas excepciones (entre ellas el general Mena y nuestro teniente coronel Área Sacristán), los militares españoles merecerían el más severo correctivo en nombre del más estricto sentido de nuestra dignidad nacional. Los males de España no han brotado con la llegada al poder de Pedro Sánchez. Datan de cuando el capitán de Navío Camilo Menéndez ya exhortaba a sus compañeros de armas, en mitad del duelo por una víctima de ETA, sobre la prevalencia del honor a la disciplina. La práctica generalidad ignoró tan sublimes conceptos y prefirió hacer carrera, mostrándose dóciles y serviles, aparentando ser ciegos y mudos frente al empeoramiento progresivo de la patria que juraron defender hasta con sus vidas. Todo postureo y mentira. Hoy, milagrosamente, acaso con la intercesión de la Virgen de Lourdes, los oportunistas han recuperado la voz, la vista y el olfato patriótico para salir en defensa de quien se avergonzaría de todos ellos. Como nos avergonzamos nosotros. Al menos Pedro Sánchez no ha traicionado ningún juramento de defender a España de sus enemigos.

Un grupo de 177 militares españoles ya retirados ha hecho pública una declaración «de respeto y desagravio» en la que defienden la figura de Francisco Franco como «soldado de España» y su legado, cuenta La Razón.
Estos militares «de todas las graduaciones en situación de retiro y por tanto con pleno derecho de libertad de expresión» –la Ley no se lo permitiría de continuar en servicio activo–, han decidido dar un paso al frente ante los «permanentes ataques a la persona del general Franco» por parte de «la izquierda política y todos sus medios afines», que «han desatado una campaña sin medida y difícilmente comprensible, salvo por su empeño visceral de revancha para borrar medio siglo de nuestra Historia», reza el texto, «mediante el intento final de hacer desaparecer definitivamente al principal artífice de que esa Historia no desapareciera».
Los generales, jefes y oficiales –aunque figura también un sargento primero– dicen expresarse «amparados» en las Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas, como «herederos y depositarios de la tradición militar española», que les insta a homenajear «a los héroes que la forjaron» como «deber de gratitud».
Los 29 generales, 1 amirante, 105 coroneles, 15 tenientes coroneles, 12 comandantes, 2 capitanes, 11 capitanes de navío, 1 capitán de fragata y un sargento primero se apoyan en la hoja de servicios de Franco como eje de la defensa de su legado. Por ello recomiendan a los «empeñados en descalificar de forma absoluta y sin paliativos la conducta de un militar ejemplar» su «lectura sosegada y objetiva» para comprobar «cómo siempre solicitó los puestos de mayor riesgo y fatiga, disciplinado, subordinado y siempre preocupado por los soldados a sus órdenes». Recuerdan en su declaración que, a la llegada de la II República, «independientemente de cómo se proclamara, fue leal, cerró por mandato la Academia General Militar» que estaba a su cargo «y a las órdenes del Gobierno de la República dirigió la acción militar que sofocó la sublevación de Asturias en 1934».
Posteriormente, aseguran, Franco «asumió la responsabilidad que le entregaron sus compañeros de armas para ejercer el mando único de la España agredida y asediada por el comunismo internacional aceptado y adoptado por el Frente Popular».
Estos militares ya retirados del servicio consideran que «de los años posteriores a la contienda se cuentan ahora sucesos que sacuden la sensibilidad de los más fuertes» al «criminalizar cualquier actitud por justa que fuera». Es por ello que insisten en defender «la imagen militar del general Franco, claramente definida en su hoja de servicios», y lamentan las «acusaciones» actuales «con el único fin de que las nuevas y futuras generaciones ignoren y si es posible desprecien un periodo importante de su propia Historia, tratando de justificar con ello un falso progreso que oculta la realidad del actual desmoronamiento territorial de la nación y la manifiesta desigualdad de los españoles».

Por todo ello, los firmantes del manifiesto solicitan «a los directores y actores de esta campaña infame retomar la verdad histórica» y «terminar con su perversa pretensión de exhumar los restos de Franco y la posterior transformación o destrucción del símbolo de la reconciliación que le alberga junto a tantos combatientes de la Guerra Civil», en referencia al Valle de los Caídos, del que se ha hablado convertir en un «centro para la Memoria».
Los militares escriben además como «desagravio al daño causado» a Franco e invitan a adherirse a otros compañeros si así lo desean.

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