domingo, 28 de julio de 2019

La homosexualidad y el régimen castrista - José María Marco

Aveces se equipara la represión de los gays en Cuba con la que hace 40 años se ejercía contra ellos en los países occidentales, ya fueran democracias liberales o regímenes autoritarios. Es una afirmación poco adecuada a la realidad. La represión de la homosexualidad en los países occidentales (no socialistas) respondía a una percepción compartida y generalizada acerca de lo que era apropiado en términos de conductas sentimentales y sexuales.
Era una situación aberrante, pero tenía poco que ver con lo que ocurrió en la Cuba de Castro, que fue el intento consciente, articulado y justificado ideológicamente de extirpar lo que el régimen comunista consideraba una desviación inaceptable para el nuevo ser humano que se estaba creando en la isla. La realización del socialismo exigía que desaparecieran los gays, y es eso lo que se procedió a hacer.
Así es como en los años sesenta se pusieron en marcha las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), donde se encerró a disidentes políticos, personas religiosas y desviados sexuales. Se trataba de reeducar a gays y transexuales –también a lesbianas. Cuando se declaró la epidemia del sida, el régimen comunista internó a los enfermos en sanatorios especiales para dejar bien claro que aquella enfermedad propia de la decadente sociedad liberal capitalista no existía en Cuba. El encierro de los enfermos de sida quería demostrar también que Cuba estaba libre de una degeneración que amenazaba con cegar una de las fuentes del turismo extranjero, como es la prostitución (femenina y masculina) fomentada por el régimen. Al mismo tiempo, el encierro de los enfermos de sida dio al régimen cubano la oportunidad de exhibir sus avances en sanidad… Resulta difícil imaginar algo más repugnante.
Tenía que llegar, sin embargo, y lo hizo cuando, a partir de los años 90, se instauró una nueva política de tolerancia hacia la homosexualidad. Era un avance, y de gran importancia. Ahora bien, pensar que el régimen castrista se iba a contentar con dejar a la gente vivir su vida era una ingenuidad y pronto quedó claro que lo que los comunistas cubanos querían era convertirse en adalides de la emancipación gay.
Así es como se creó el CENESEX, a cargo de Mariela Castro, sobrina del dictador, que aspira a «normalizar» las relaciones sexuales y educar a la sociedad cubana en un nuevo orden. Los comunistas cubanos se habían reconvertido a las políticas identitarias. La homosexualidad es uno de los terrenos de la nueva lucha de clases y los homosexuales somos los nuevos peones de una ideología y un régimen empeñados en seguir creando un ser humano nuevo, a la medida de su sordidez moral.

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