Un africano de origen eritreo, arrojó ayer en Alemania a las vías del tren a varias personas en la estación de Frankfurt. A consecuencia de ello, murió un niño. El asesino llegó a Suiza en 2006 y dos años más tarde obtuvo asilo, convirtiéndose en “un ejemplo de integración”, según se encarga de señalar la policía en Berlín.
El caso ha conmocionado a Alemania y han aumentando en las calles las protestas de los ciudadanos por las políticas gubernamentales de inmigración y asilo. La prensa más progresista, ha ocultado sistemáticamente el origen del asesino y lo ha tratado como un simple perturbado.
Los periodistas acaban culpando a la “ultraderecha” por “aprovecharse” del hecho y se lamentan de un nuevo brote de “xenofobia”.
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