Si la desmembración del Imperio español devino «en una pléyade de naciones enfrentadas entre sí» ahora se está gestando «una segunda balcanización, un desastre aún mayor, en naciones aún más pequeñas, por el empuje del indigenismo político», ha dicho a Efe la historiadora María Elvira Roca.
Coautora de «La disputa del pasado. España, México y la leyenda negra» (Turner), en el que intervienen seis historiadores españoles y mexicanos además de su coordinador, Emilio Lamo de Espinosa, ha dicho que discursos como el del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ocultan «la mayor parte de la componente indígena de la historia de su país».
«Con la aztequización se le amputa a México todo lo que no es azteca, se ocultan todas las comunidades indígenas que lucharon con los españoles y contra los aztecas y que se incorporaron al imperio español y que construyeron el Imperio español, porque los españoles no hubieran podido hacerlo solos porque eran muy pocos», ha añadido Roca, en el año que se cumple el bicentenario de México y el quinto centenario de la victoria de Hernán Cortés y los tlaxcaltecas, que también fueron vencedores.
A lo que se añade «un indigenismo torticero, fabricado en Estados Unidos, que se está convirtiendo ahora en una nueva ideología que busca fragmentar aún más políticamente Hispanoamérica».
LÓPEZ OBRADOR
«No todo en México es López Obrador, México es mucho más», ha asegurado Roca al destacar que en «La disputa por el pasado» es la primera vez que historiadores mexicanos y españoles analizan al unísono las razones y las raíces por las que la comunidad hispánica «esta incapacitada para actuar en su propio beneficio y tiene tan mala opinión de sí misma que actúa como una profecía autocumplida».
«Una alianza estratégica con México es fundamental en la defensa del mundo hispánico; la Leyenda Negra no sólo ha sido asumida en España, también afecta a la autoestima de toda la comunidad hispánica, más de cuatrocientos millones de personas», según la historiadora, para quien «lo asombroso es que haya tenido tan poca respuesta; de ahí que al menos tratemos de saber de dónde procede y delimitar sus consecuencias, que son graves».
Entre esas consecuencias ha mencionado «autoodio, rechazo del pasado, autosabotaje constante», y ha citado al historiador mexicano Martín F. Ríos Saloma, también coautor de «La disputa del pasado», quien sostiene que los hispanos no tienen un pasado sino que lo arrastran.
RACISMO
También padece la comunidad hispana, según María Elvira Roca, una «huida de la realidad» y «un montón de problemas sin afrontar, como un racismo tremendo en Estados Unidos contra la comunidad hispana».
En el plano histórico, Roca ha recordado que una gran parte del territorio de Estados Unidos fue antes territorio de España y posteriormente de México, al que le fue arrebatado militarmente y cuya población mestiza «fue borrada como si no hubiera existido jamás».
Para la historiadora no es baladí que al mismo tiempo que la comunidad hispana ha superado en número a los angloamericanos en los estados de California y Nuevo México se ha desatado una fiebre iconoclasta contra estatuas de Colón, Juan de Oñate, Fray Junípero Serra y hasta Cervantes, entre otros símbolos históricos de la histórica presencia española en Norteamérica.
Estos símbolos han sido víctimas «de un juicio moral supremacista e hipócrita que está acabando con los vestigios históricos de la presencia hispana en los Estados Unidos» y que supone igualmente una «política de subordinación cultural que tiene interiorizada el mundo hispano desde hace mucho tiempo», según la historiadora.
En su capítulo, Roca cita el caso del actor español Antonio Banderas, considerado un actor «de color» por una revista al ser nominado al Oscar y que la cantante Rosalía, «calificada como latina, hispana y europea», protagonizara una polémica similar en los premios MTV.
Y en ese epígrafe, aclara la historiadora: «Vaya por delante que particularmente no tengo ningún inconveniente en ser de ‘color’: Es más: me encanta. Lo que realmente interesa analizar es esa obsesión con la raza y lo que eso significa».
WESTERN
Y concluye su capítulo afirmando que «hay motivos más que suficientes para entender las razones por las que los vestigios históricos y los símbolos de la presencia hispánica en Estados Unidos están siendo destruidos en nombre de un anticolonialismo indigenista que no es más que supremacismo WASP (blanco, anglosajón, protestante) disfrazado».
Y como ejemplo de cómo se cuenta y se asume la historia, Roca dedica un epígrafe entero al «western» porque «la maquinaria de ocultación y reescritura de la realidad ha tenido a su servicio una de las industrias más poderosas en la formación de gustos y opiniones que haya existido jamás: el cine y luego la televisión».
Esos medios han mostrado a colonos indefensos atacados por indios intratables, por más que muchos de esos indios, cuando llegaron los colonos de las películas, eran cristianos, hablaban español y los nombres de los jefes apaches fueran Irigoyen, Pósito Moraga, Trigeño, Delgadito, Ponce, Gerónimo…»
No hay comentarios:
Publicar un comentario