viernes, 19 de junio de 2020

El mito de los apellidos judíos



Cada cierto tiempo aparecen por las redes sociales listas de apellidos supuestamente de origen judío.

Las mismas raramente tienen alguna credibilidad histórica, de hecho los apellidos “judíos” desaparecieron cuando se convirtieron al cristianismo adoptando formas o deformaciones de sus propios apellidos o bien apadrinados por “cristianos viejos” y adoptando otros apellidos.

Dudo que la mayoría de los españoles tengan su árbol genealógico hasta 1492, por otro lado las comunidades judías eran endogámicas y cerradas, es imposible tal proliferación en número de habitantes si tales apellidos representan el origen judío.

Suelen señalar, estas listas,  el numerosísimo apellido Pérez (que procede de Pedro o Petrus, muy común en la Edad Media) de descendiente de judíos, como consecuencia de su abundancia y naturaleza lo han llevado y lo llevan incontables familias y linajes de muy distinto origen y procedencia, sin que exista entre la mayoría de ellos ninguna relación o vínculo de parentesco y ni la más leve y primitiva comunidad de sangre, por lo que no existe relación genealógica entre la mayoría de ellos.

Debido a la difusión y abundancia del apellido, se generalizó la costumbre de añadirle el lugar de origen o la plaza conquistada, formándose los apellidos compuestos por Pérez de…, y así tenemos entre otros a los Pérez de Tudela, los Pérez de Villamayor, los Pérez de Soria, los Pérez de la Calzada, los Pérez de Zamora y otros muchos.

Es una creencia muy extendida que este apellido, lo mismo que muchos otros muchos apellidos españoles, es de origen sefardí, puesto que aparece en las listas de sospechosos investigados por la Inquisición española por “judaizar” (practicar el judaísmo en secreto). Esta creencia, sin embargo, es errónea, e incurre en lo que se conoce como “el mito de los apellidos judíos”.

La realidad es que los apellidos que figuran en las listas de la Inquisición son los más corrientes en la península ibérica de la época, y por tanto también los más habituales entre los sospechosos que investigaba la propia Inquisición. En realidad, no existen apellidos españoles que denoten un origen judío o judeo-converso.

Pero cabe preguntarse la motivación de los que publican estas listas que aparecen en redes sociales tan frecuentemente.

Su finalidad no es otra que ahondar en la idea de “todos somos judíos” y así evitar cualquier sentimiento de aversión a tal raza.

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