jueves, 14 de octubre de 2021

Otto Remer fue fiel hasta el final

 El pasado día 4 de octubre se cumplieron 24 años del fallecimiento de Otto Ernst Remer, militar y político alemán que llegó a ser General de la Wehrmacht, siendo considerado como uno de los mejores y más brillantes militares del III Reich.

Otto Remer nació el 18 de agosto de 1912 en la ciudad de Neubrandenburg, en Mecklemburgo-Pomerania Occidental. Fue el mayor de seis hermanos criados en una gran familia protestante. Su padre, Otto Ernst August Martin Remer, era inspector de propiedad y más tarde fue inspector judicial, y su madre era Elisabeth Auguste Friederike. La familia Remer, oriunda de Neubrandenburgo, habían sido artesanos independientes de hacía varias generaciones pero, con una gran devoción por la tradición militar alemana. Dos de sus hermanos posteriormente caerían en combate como soldados durante la Segunda Guerra Mundial. Otto Ernst Remer se unió al Reichswehr, el ejército de la República de Weimar, en 1932. Y en abril de 1935, Remer fue ascendido a Subteniente.

Durante la Segunda Guerra Mundial, en abril de 1942, siendo ya Comandante, fue destinado al Regimiento de Infantería Gross Deutschland para liderar el IV Batallón, una unidad especial que daba soporte a los tres batallones de fusileros de este regimiento de élite. En febrero de 1943 comandó el primer batallón mecanizado del Regimiento de Granaderos Gross Deutschland, después de la conversión del Regimiento de Infantería en División. Sus tropas, montadas en semiorugas, cubrieron la retirada de un cuerpo de tanques de las Waffen SS durante la tercera batalla de Jarkov. Fue condecorado con la Cruz de Caballero por sus servicios como Comandante de batallón y en noviembre de 1943 fue condecorado personalmente por Hitler, recibiendo las Hojas de roble por su liderazgo en Krivoi Rog.

En marzo de 1944, después de ser herido, el Mayor Remer fue elegido para comandar el Wachbattalion de la Gross Deutschland, una unidad que llevaba a cabo tareas de seguridad y representación en Berlín. Durante este tiempo, y en las trágicas circunstancias en las que se debatía en aquel momento el Reich, empezó a aparecer en escena la traición disfrazada de “realismo”, de “objetividad”, y de “patriotismo”, primero tímidamente y después activamente y sin recato alguno. Fue entonces cuando el 20 de julio de 1944, el Coronel Von Stauffenberg colocó una bomba debajo del escritorio de Hitler en su Cuartel General. La bomba mató a tres personas: dos Generales y el taquígrafo de Hitler, pero el Führer resultó solo herido en un brazo. Stauffenberg, al oír el estallido y ver saltar en pedazos la sala de conferencias, telefoneó al Almirante Canaris para que éste pusiera en movimiento el mecanismo de la “Operación Walkiria”. El General Fromm, que mandaba el Ejército del Interior, debía arrestar y ejecutar sumarísimamente a Goebbels, Goering, Ribbentrop, Fritzsche y Bormann, y a la vez desarmar a una unidad de las SS acuartelada en Berlín. Las tropas del Comandante Remer debían sitiar los Ministerios. El Mariscal Von Witzleben, se autonombró Jefe Supremo de la Wehrmacht y comenzó a dar órdenes de alto el fuego en todos los frentes, preludio de la capitulación, pero no tardó en ser detenido y fusilado.

Otto Remer y sus hombres pararon el complot del 20 de julio de 1944, la llamada “Operación Walkiria”, aquel intento de magnicidio y golpe de Estado llevado a cabo por una pequeña camarilla de militares traidores que pretendía tomar el control de Alemania, después de asesinar a Hitler en aquel atentado en la “guarida del lobo”. Después de recibir la orden del General Paul von Hase de arrestar al Ministro de Propaganda Goebbels, Remer sospechó y contactó personalmente con el Ministro Goebbels, con gran presencia de ánimo, tomó la iniciativa, llamó a su despacho a Remer y, delante de él habló por teléfono con Hitler, al que los conjurados suponían muerto; Goebbels entregó el auricular del teléfono a Remer, que escuchó la voz inconfundible de Hitler, y a quien debía su juramento de lealtad. Hitler le preguntó a Remer si reconocía su voz y luego le dio la orden de acabar con el complot y arrestar a los golpistas con el conjunto de sus tropas, lo cual Remer procedió a hacer ordenando a sus hombres que depusieran las armas. Esa misma noche fue ascendido a Coronel. A partir de entonces, debido a su papel decisivo para aplastar el intento de golpe de Estado llevado a cabo por la camarilla de traidores liderados por el tristemente célebre Claus von Stauffenberg, Otto Remer fue considerado a los ojos del pueblo alemán como un héroe nacional y se convirtió en un hombre de confianza de Hitler.

El General Fromm, viendo que el Ejército, las SA, las SS y, en general, todo el pueblo berlinés, daban señales de adhesión a Hitler, trató de salvarse apelando a un medio indigno. Llamó a Von Stauffenberg y a Olbricht y los mandó fusilar. Pero la Gestapo descubrió el papel jugado por Fromm y le arrestó. Ludwig Beck, que debía suceder a Hitler como Canciller del Reich y pedir la paz a los Aliados, trató de suicidarse, pero ni siquiera este último acto desesperado le salió bien; sólo se causó una leve herida, pero uno de sus subordinados le remató de un tiro en la sien. El General Von Treschkow, otro viejo aristócrata implicado en el complot y previsto como futuro Ministro del Interior, fue igualmente detenido y ejecutado. El General Lindemann; otro cómplice, se suicidó cuando iba a ser detenido. La Gestapo descubrió que Canaris era un traidor y, tras unos cuantos meses de cárcel, este viejo agente del “Intelligence Service” fue ejecutado. La conspiración había extendido sus tentáculos hasta París. El General Von Stuelpnagel. Comandante de la guarnición alemana en Francia detuvo a los principales jefes de la Gestapo y de las SS establecidos en París, pero debió abandonar el plan iniciado, al llegar noticias de Berlín y de la represión organizada por la Gestapo en Alemania. Von Stuelpnagel fue detenido y fusilado.

En suma, tomaron parte en la conspiración 135 miembros del Estado Mayor Central de la Wehrmacht. El mismo Rommel estuvo más o menos implicado en ella; y para evitarle comparecer ante un Tribunal de Honor que habría, ciertamente demostrado su implicación en el “putsch”, se le ofreció al viejo “zorro del desierto” la alternativa del suicidio, que fue aceptada. Exceptuando al habilísimo Schacht, todos los que directa o indirectamente participaron en el atentado y la posterior tentativa de cuartelazo fueron detenidos, y la mayoría ejecutados por traidores. A pesar de la rápida liquidación de esta amenaza interior, el efecto que el fracasado “putsch” hizo sobre el pueblo alemán fue necesariamente, deplorable.

Décadas más tarde, Remer comentó su participación en los hechos del 20 julio de 1944 en la serie documental de la BBC “The world at war” (“El mundo en guerra”), donde se mostró orgulloso por su papel en acabar con el complot de los traidores. Lo mismo se puede decir de su aparición haciendo de sí mismo (dando consejos a un joven actor que iba a interpretar su papel) en el documental en alemán sobre el infame atentado del 20 de julio de 1944 rodado por Joachim Fest. Por tanto, queda claro que como Comandante del regimiento de guardias, Remer jugó un papel decisivo en el fracaso del infame atentado contra Hitler. Y aunque nunca fue miembro del NSDAP ni de cualquier otra organización NS, Remer fue conocido por su absoluta e inquebrantable devoción, fidelidad y lealtad hacia al III Reich y hacia Hitler.

Otto Remer durante el rodaje.

En agosto de 1944 tropas francesas “libres” desembarcaban en Córcega, prácticamente desguarnecida, ocupándola rápidamente. Unos días después, ocurría el desembarco en Provenza. El 20 de agosto de 1944 era ocupada Toulon y el General De Gaulle desembarcaba en Francia, procedente de Argel. Tres días después, las tropas angloamericanas ocupaban París. Batiendo todos los récords de la mistificación histórica se ha pretendido que París fue liberada por las tropas de Leclerc y los “maquis” de las Fuerzas Francesas del Interior. En realidad, guste o no a los melómanos gaullistas, París fue “liberada” por los norteamericanos. A finales de agosto de 1944, los Aliados cruzaban la frontera belga. El 3 de septiembre era reconquistada Bruselas; el día 5, Amberes; el 9, Le Havre. Esta ciudad de Le Havre había preparado un recibimiento grandioso a sus “libertadores” americanos. Los alemanes habían abandonado la ciudad y el puerto dos días antes. Insólitamente, el puerto fue completamente destruido por un bombardeo norteamericano, y en la postguerra fue reconstruido por una empresa americana.

La Wehrmacht se replegaba hacia Alemania y Holanda. En septiembre, los paracaidistas ingleses fueron aniquilados en Arnhem (Holanda) y los americanos y los franceses de Leclerc fueron detenidos con grandes pérdidas en los Vosgos.

Remer da una entrevista al Corporación de Radiodifusión del Reich a raíz de la 20 de julio de 1944.

El 16 de diciembre de 1944, el Ejército alemán dio su último gran golpe en las Ardenas. El frente angloamericano fue materialmente triturado en una profundidad de 110 kilómetros. El ataque hubiera tenido un éxito completo de no haberse debido detener los tanques alemanes por falta de combustible. 38 divisiones anglosajonas estuvieron a punto de ser cercadas, y en el sector de Bastogne los americanos presa del pánico, tuvieron pérdidas terribles.

Por falta de combustible debió, igualmente, desecharse la idea de un ataque en los Vosgos. Y como al mismo tiempo Stalin preparaba el asalto a Europa, varias unidades selectas debieron ser nuevamente sacadas del frente occidental y transportadas a toda prisa al frente oriental. La última esperanza de victoria se había esfumado para Alemania.

Mayor Otto Ernst Remer fumando en su casa de Varel, Alemania

Otto Ernst Remer comandó, en Prusia Oriental, una expandida “Führerbegleitbrigade”, una unidad de campaña formada a partir de hombres de la Gross Deutschland. Su unidad sufrió muchas bajas. La brigada fue transferida al oeste para la batalla de las Ardenas en diciembre de 1944, el que sería el último ataque de la Wehrmacht, y de nuevo sufrió grandes bajas y pocos éxitos. Remer participó en la ofensiva de las Ardenas (la última ofensiva de la Wehrmacht) en el frente occidental, y también decidió el destino de grandes batallas en el frente oriental; como por ejemplo en la batalla de Lauban, en marzo de 1945, en la que al mando de su División destruyó varios destacamentos bolcheviques.

El 30 de enero de 1945 (coincidiendo con el 12 aniversario de la llegada de Hitler al poder), cuando la Führerbegleitbrigade fue elevada a División, Otto Remer fue ascendido a Mayor General (Generalmajor) y se le puso al mando de la misma. Movió ésta a Silesia y el 6 de marzo de 1945 y con sus valientes esfuerzos y el gran heroísmo de sus hombres, liberó la ciudad de Lauban de los bolcheviques, que había sido capturada por el Ejército Rojo en febrero de 1945. La liberación de Lauban fue una de las últimas victorias de la Wehrmacht. Otto Remer fue capturado por el ejército norteamericano y fue hecho prisionero de guerra hasta el año 1947.

Después de la guerra, Remer entró en el mundo de la política, defendiendo con fervor el legado de Hitler y el nacionalsocialismo, además de ser un incansable defensor de la inexistencia del mal llamado “holocausto”. Gracias a su carisma, a su talento, a su oratoria y a una hábil retórica, la cual denunciaba la ocupación de Alemania, sumado al hecho de ser considerado un héroe de guerra, le hizo ser sumamente popular entre los partidarios del III Reich, hasta el punto de llegar a atemorizar a las autoridades de ocupación aliadas y sus títeres de la RFA, quienes temían que Remer pudiese convertirse en un nuevo Hitler.

Con motivo de las elecciones federales de 1949, Remer fundó en la Alemania occidental el Sozialistische Reichs Partei (Partido Socialista del Reich). Este partido era de orientación abiertamente NS y se declaraba el legítimo heredero del NSDAP. En octubre de 1949 el antiguo Generalmajor de la Wehrmacht Otto Remer, el héroe de guerra que hizo fracasar el intento de golpe de Estado y magnicidio contra Hitler que había sido perpetrado por unos cobardes militares traidores, junto al antiguo dirigente estudiantil Gerhard Krüger y al historiador y periodista Fritz Dorls, fundan el Sozialistische Reichspartei Deutschlands (“Partido Socialista del Reich de Alemania”) en la ciudad de Hamelín. A esta nueva agrupación se unirían muchos de los antiguos afiliados del NSDAP, y contarían con la adhesión del piloto héroe de guerra y as de la Luftwaffe Hans Ulrich Rudel y del antiguo General de las Waffen SS Leo von Jena. En poco tiempo llegaron a contar con 40.000 miembros, la mayoría de los cuales eran jóvenes menores de 25 años. El eje del programa político del SRP era el derecho a combatir la opresión que el régimen de ocupación impuesto por los aliados occidentales de la RFA ejercía en contra Alemania.

Ernst Remer el 7 de marzo de 1952
en el banquillo de los acusados del tribunal de Braunschweig.
El partido logró obtener dos diputados y en poco tiempo se convirtió en una formación muy popular y exitosa, especialmente en el noroeste de Alemania, habiendo conseguido 360.000 votantes en el Estado de Baja Sajonia y 16 escaños en el parlamento de dicho Land. En Bremen también tuvo representación en el parlamento con 8 escaños, por lo que al ver un peligro inminente de una probable restauración del III Reich, las autoridades del gobierno títere de Adenauer en el régimen vasallo de Bonn ilegalizaron el SRP en mayo de 1951, bajo la excusa de que los estatutos fundacionales del partido violaban la Ley Fundamental de la RFA. La medida fue apelada judicialmente, pero en octubre de 1952 los jueces le dieron la razón al poder ejecutivo y el SRP fue proscrito, convirtiéndose en la primera organización política en ser prohibida por las autoridades de la República Federal Alemana.

Otto Ernst Remer, Wolf von Westarp y Fritz Dorls en julio de 1952, ante el Tribunal Constitucional Federal de Karlsruhe, previo a la prohibición del Partido.

Algunos historiadores han querido ver en el SRP a un producto de las tramas parapolíticas de la guerra fría, sugiriendo que la URSS lo habría financiado. Para sostener esto se basan en las declaraciones que su líder, Otto Remer, hizo sobre una posible invasión soviética a la Alemania Occidental, afirmando que, si ello alguna vez ocurría, los miembros de su partido actuarían como inspectores de tránsito que facilitarían el paso de los tanques del ejército rojo hacia el Rin. Sin embargo, lo que Remer quiso decir en realidad es que si la URSS alguna vez invadiera la Alemania Occidental lo haría en el marco de una nueva guerra mundial, probablemente enfrentando a EEUU; por tanto, ante ese hipotético conflicto, Remer sugería que lo mejor sería que los norteamericanos y los soviéticos se destruyan entre sí, dejando intacta a Europa.

Perseguido por la justicia de la RFA, Remer se exilió en Egipto, donde se convirtió en un entusiasta defensor del panarabismo. Durante este exilio fue asesor militar para el ejército egipcio desde 1953 hasta 1954. Después de ello vivió y trabajó durante seis años en Siria, donde dio ayuda y refugio a exiliados nacionalsocialistas expatriados.

En octubre de 1992, Remer fue sentenciado a varios meses de cárcel por escribir y publicar varios artículos en los cuales refutaba el holocausto.


En febrero de 1994, Remer se exilió en España para evitar hacer frente a su responsabilidad judicial por las declaraciones públicas en las que cuestionaba el “holocausto”. Remer apoyó de manera entusiasta los estudios llevados a cabo al respecto por figuras clave del revisionismo histórico como Fred A. Leuchter y Germar Rudolf. La Audiencia Nacional falló en contra de la petición de extradición del Gobierno alemán, pues según la legislación española (entonces no existía el delito de apología del genocidio) no había cometido ningún crimen. El Ministerio de Justicia español había denegado la condición de refugiado y el asilo a Remer en julio de 1994. Remer posteriormente vivió en Egipto y Siria y fue un fugitivo de la justicia alemana hasta su muerte. Otto Remer falleció el 4 de octubre de 1997 en Marbella (Málaga) a la edad de 85 años.

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