Inmersa en un contexto mundial de caos e incertidumbre, España en particular, atraviesa por una situación extremadamente difícil y son los españoles, y sólo los españoles, los que tienen que resolverla (independientemente de las ayudas o ataques que pueda recibir del exterior, incluso habida cuenta de ser miembro de la Unión Europea), y para ello, lo primero que tienen que hacer es ser conscientes de eso mismo: de que es asunto de su exclusiva responsabilidad.
En segundo lugar, si pensamos que pocas soluciones se pueden dar a un problema si no se conoce el origen y causa del mismo, es fundamental que los españoles conozcan la verdadera historia de España y especialmente la que transcurre desde los años 30 del siglo pasado a nuestros días. En ese período, España vive dos radicales cambios de rumbo, como es el tránsito de decadencia a esplendor y a la inversa, cambios que son extraordinariamente aleccionadores en estos momentos, ya que se comprueba a lo largo de nuestra historia, que las circunstancias y causas que motivan esos cambios, invariable y respectivamente, se repiten en cada caso. Es curioso que últimamente se hayan publicado numerosos artículos sacando a la luz escritos y documentos sobre el rumbo de España antes y después de la Transición, documentos esclarecedores en este tenebroso túnel en el que actualmente se adentra la Historia de nuestra Patria, y concretamente de las causas que, repitiéndose, han motivado el que vivamos una vez más una España desnortada y desarmada de todos los valores que la hicieron grande. Dicho de otro modo, que el pueblo español conozca cuál es el Telón de Aquiles de esta nuestra gran nación (por cierto, bien conocido por sus enemigos) y que no es otro que la de ROMPER SU UNIDAD Y QUE DEJE DE SER DUEÑA DE SU DESTINO UNIVERSAL.
Es evidente, por una parte, que la decadencia de España en el siglo pasado culmina con la pérdida definitiva de ser dueña de su destino y de su unidad (años de influencia extranjera hasta el sometimiento a la Unión Soviética, el renacer del separatismo y el enfrentamiento entre españoles) y por otra, que el resurgir, que se inicia en 1936, se origina con la recuperación de la unidad de España y en la reafirmación de su soberanía. Esto ha quedado grabado para la Historia con las palabras pronunciadas por el Generalísimo, el 17 de Abril de 1937, proclamando el Decreto de Unificación (primera disposición de Franco como Jefe del Estado): “En el nombre sagrado de España y en el nombre de cuantos han muerto desde siglos por una España grande, única, libre y universal me dirijo a nuestro pueblo para decirle: Estamos ante una guerra que reviste, cada día más, el carácter de cruzada, de grandiosidad histórica y de lucha trascendental de pueblos y civilizaciones. Una guerra que ha elegido a España, otra vez en la Historia como campo de batalla y honor, para resolver y traer la Paz al mundo, enloquecido hoy.”
Asimismo, Franco, en sus últimas palabras al pueblo español; a Don Juan Carlos en su lecho de muerte, al que había nombrado su sucesor; y en su testamento, para constancia en la Historia, deja como última voluntad el de mantener la unidad de España, como de la más trascendental importancia para la Nación a la que dedicó su vida.
“Hemos caminado juntos en momentos mucho más críticos que los actuales y los hemos superado siempre con voluntad integradora, con confianza y, sobre todo, con esa Fe y amor a la patria que nos hacía olvidarnos de todo para mantener a toda costa la unidad. Unidad que significa sentir la convicción de que nada trascendente nos separa, unidad en el propio convencimiento de que todo lo que es importante en la vida de un español o en la Historia de nuestro pueblo nos es vitalmente común. Una misma Fe en los destinos de una Patria unida en la riqueza de su diversidad regional, en el afán de perfeccionamiento, sin necesidad de ayudas que no hemos pedido ni vamos a aceptar, de nuestro desarrollo político y en el afán de un desarrollo económico, cultural y, sobre todo social, que asegure el bienestar de los españoles y afirme su decisión de superar cualquier tipo de tensión que atente contra su propia convivencia.”
(Mensaje de Franco por el Año Nuevo de 1974).
El pueblo español, ignorante de la trascendencia que ello suponía, después de tres años de propaganda sobre las cualidades de la democracia (lo que ya, sin decirlo abiertamente, calificaba al Régimen del 18 de Julio como régimen no democrático, y con el tiempo, dictatorial), vota la Constitución de 1978 que se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, con pluralismo político y sindical, y cuya forma política es la Monarquía parlamentaria, a semejanza de las reinantes en Europa, restaurando un régimen de triste recuerdo en nuestra Historia.
España deja, en ese mismo momento, de regirse por las Leyes Fundamentales del Reino, como una democracia orgánica, unitaria, de raigambre puramente español (bajo la que, a pesar de bloqueos y acosos del extranjero, y ante su asombro, había logrado, con una unidad monolítica del pueblo español y por su propio esfuerzo, volver a ser tras cuatro décadas de paz, progreso y estabilidad política, la gran nación, en todos los órdenes, en el concierto mundial).
A estas alturas conviene recordar lo que allá por el año 1947, el Almirante Carrero Blanco expone sobre la Monarquía, en la entrevista con Don Juan de Borbón con motivo de darle a conocer e informar, debida y razonadamente, sobre la Ley de Sucesión que el Gobierno iba a someter a las Cortes : “… se trata de una monarquía tradicional -no liberal como fue la de vuestro augusto padre- adaptada a la situación actual del mundo; que la Monarquía tiene que tener una base popular, y nada más democrático que las Cortes española (a continuación, tras esa rotunda aseveración, explica la composición de las Cortes); que la monarquía no puede ser otra cosa que la continuación de Movimiento Nacional; que en España se abrió una trinchera y hay que estar de este lado de la trinchera o enfrente, lo que no es posible es estar a caballo de la trinchera; que S.A. debe pensar en que puede ser Rey de España, pero del Movimiento Nacional: católica, anticomunista, antiliberal y rabiosamente libre de toda influencia extranjera en orden a su política; los españoles no concebimos una España diferente a esta. Ante la indicación de Don Juan de que él debía hacer siempre lo que más convenía a España y que ahora tenía al extranjero como enemigo y lo tendría mientras el Caudillo la rigiera, Carrero le responde: sí, Alteza, pero esa enemistad no es contra el Caudillo por antipatía hacia su persona si no contra la España del Movimiento. Tenemos enfrente a la masonería y al comunismo y no claudicaremos ni ante una y otro, y al no podrán Vds. de Don Juan, Carrero responde: podemos y ya hemos podido, lo más que puede pasar que si el mundo se vuelve loco, se lance contra nosotros y que perezcamos. si claudicamos nos pasaría lo mismo, pero pereceríamos sin honor.”
La Constitución, tras“un proceso de socavamiento que ha sido largo porque la herencia de Franco -en definitiva la continuidad histórica de España, de su cultura, etc., -era demasiado excelente y sólida para ser destruida con facilidad” (Pio Moa), dejó abierta la posibilidad de romper su unidad (“nacionalidades”, comunidades, separatismos y enemigos ancestrales en el poder), así como la pérdida de su soberanía (imitación e influencia extranjera), poniendo en grave riesgo de rotura y destrucción, la España unida y soberana que nos legó Franco.
Pocos son hoy los españoles que saben que los enemigos de España, tanto nacionales como extranjeros, viven desde hace siglos con la obsesión de destruir la nación que a lo largo de su Historia ha hecho gala de sus creencias, principios y valores frente al mundo y ya en el siglo pasado, haber sido la única que se enfrentó y derrotó al comunismo en el campo de batalla. Y, así mismo pocos, los que son conscientes de que al ser Franco la viva representación de la España Eterna, al atacar a Franco se ataca el Talón de Aquiles de España (Unidad y Soberanía), siendo esta la verdadera razón por la que los enemigos de nuestra Patria, nacionales y extranjeros, trabajan incansables intentando borrarle de nuestra Historia.
Nunca se ha conocido en la Historia un caso de persecución y difamación de un personaje, como la llevada a cabo por los socialistas a la figura de Franco. Él que en vida derrotó, en la guerra y en la paz, a los enemigos de España, a casi medio siglo de su muerte, sigue siendo el primer enemigo a abatir para lograr su objetivo, que no es otro que la destrucción de esta centenaria y gran nación que es España. En efecto, la prioridad y urgencia del gobierno (socialista, comunista, separatista y terrorista), en promulgar leyes y disposiciones en este sentido (profanación de su tumba, Ley de Memoria Democrática, etc.), son evidente prueba de ello.
El gran error o mejor dicho la gran traición cometida en 1978, que cambió el rumbo de España, fue optar por la monarquía liberal, derrocando la tradicional, como establecía la Ley de Sucesión; y el gran error sería, hoy, el no saber que la recuperación del rumbo de España pasa por defender la figura y obra de Francisco Franco y aprender de su reciente y gloriosa Historia, de la que fue artífice, siendo ese el camino para recuperar la unidad de España y de los Españoles, necesaria para su resurgir.
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