miércoles, 21 de octubre de 2020

Los inquisidores españoles tenían un mayor grado de racionalismo. Entrevista a Iván Vélez.

 



Entrevista a Iván Vélez, arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor entre otros de los libros “Sobre la leyenda negra”, “El mito de Cortés” y “Nuestro hombre en la CIA”. En esta entrevista hablamos de su nuevo libro, “Torquemada. El gran inquisidor”.

La inquisición es el tema estrella en la literatura negrolegendaria, es la organización que mejor representa a una España católica siniestra y fanática.

Si, la Inquisición junto a la conquista, pacificación y civilización del Nuevo Mundo son los dos grandes pilares de la leyenda negra. Luego habría otros, pero de menor entidad. Al fin y al cabo, lo que subyace aquí es una inquina contra el catolicismo, aunque luego se asume por parte de la sociedad española e hispana, pero está claro que es uno de los grandes pilares negrolegendarios.

Dedicó un capítulo a la Inquisición en su libro “Sobre la leyenda negra”. ¿Por qué ha elegido ahora a la figura de Torquemada?

En realidad, es un encargo de La Esfera de los Libros y está justificado porque precisamente este mes se cumplen seiscientos años de su nacimiento. Un aniversario que va a pasar totalmente inadvertido por razones fáciles de adivinar.

Según el historiador negrolegendario por excelencia de la Inquisición, el sacerdote apóstata Juan Antonio Llorente, Torquemada quemó a 10.000 personas y persiguió a muchas más. También se le ha presentado como un personaje sádico y sanguinario. ¿Cómo fue en realidad Torquemada? ¿Hay algo de cierto en estas acusaciones?

Lo primero que hay que decir es que Torquemada es un hombre de su tiempo. Lo segundo es que estamos en un contexto ideológico que no se puede analizar desde la perspectiva del presente. Con respecto a la Inquisición porque era un tribunal de la fe, hoy nos puede parecer inconcebible, pero dichos tribunales estaban implantados en todas partes. De hecho, en el propio mundo judío se dan procesos durísimos como el que sufre Espinosa o Uriel da Costa, es decir, la idea de tolerancia religiosa no existía según se entiende hoy. Torquemada es un hombre de su tiempo. De hecho, un siglo después, el padre Juan de Mariana lo elogia. En su momento fue un símbolo de ortodoxia, es en el siglo XIX cuando la figura de Torquemada empieza a sufrir esa quiebra por las críticas vertidas sobre todo por Juan Antonio Llorente. Pero lo que está claro es que la Inquisición no responde a un capricho personal de Torquemada.

¿Hay algo de lo que ha descubierto de Torquemada que le haya sorprendido?

Lo asombroso del personaje es que tenemos todos una imagen de él, una especie de arquetipo, de hecho, Torquemada es un apellido convertido en adjetivo. Y ese es el problema, que el Torquemada histórico, el hombre, está sepultado por el mito. Entonces, lo más sorprendente es la falta de información de hecho protagonizados por él mismo, más allá de la reglamentación inquisitorial. He localizado alguna cosa inédita en el libro y hay una petición para su propio convento, él tenía mucho celo en lo relativo a su orden. Pero lo sorprendente de Torquemada es lo poco que se conoce del Torquemada persona, oculto por una imagen en gran medida arquetípica.

Torquemada tuvo un peso decisivo en la expulsión de los judíos en 1492. Un hecho considerado una prueba irrefutable del fanatismo religioso en España. 

La expulsión de los judíos era la culminación de un proceso en el cual la comunidad judía se había debilitado, se había producido un trasvase hacia el mundo cristiano que es el fenómeno converso, que es el verdaderamente importante, y desde luego se ha exagerado mucho el drama de la expulsión. No voy a negar que efectivamente fue desgarrador para algunas familias y de hecho en el libro recojo algunos testimonios, pero la expulsión es el fin de un ciclo que venía produciéndose entre otras cosas porque los judíos formaban parte del tesoro real y eran poco menos que huéspedes. Entonces, el desalojo va unido a un intento de homogeneización, tanto en lo político como en lo religioso.  

Se usa la expulsión para acusar a España de fanatismo, pero fuimos uno de los últimos países en tomar esta medida.

Claro, se expulsa a los que persisten en su fe, pero somos de los últimos de Europa en hacerlo. Muchos pasan a Portugal y regresan después admitiendo el cristianismo, bien por convicción o bien porque quieren regresar a su patria. Al fin y al cabo, los judíos españoles eran españoles. Y ya digo que el caso de Espinosa demuestra que la salida de España no garantizaba una buena integración. Los judíos que abandonan España no van a sitios mejores, sino que en muchos casos peores.   

La cifra de brujas quemadas en España, 49, es ridícula comparada con las 50.000 mujeres asesinadas en Europa. Los inquisidores españoles acabaron considerando a la brujería como casos de fantasía y neurosis colectiva. ¿Qué diferencia había entre nuestros inquisidores y los del resto de Europa?

En mi opinión, los inquisidores españoles tenían un mayor grado de racionalismo. El ejemplo es lo que ocurre con las brujas de Navarra y cómo actúan los inquisidores franceses, Pierre de Lancre, o los españoles, Salazar Frías. Este último demuestra un racionalismo muy superior, por ejemplo, no admite los testimonios de niños por creerlos fantasiosos, y luego Salazar Frías demuestra que el fenómeno de la brujería viene inducido y que se habla de brujas cuando se configura una literatura hecha a medida. En España la brujería fue considerada en gran medida superstición y esa consideración es una prueba del racionalismo católico español.  

En el mundo anglosajón la leyenda negra sigue muy presente. No hace mucho, el escritor británico Ken Follet declaraba que los españoles fueron los mayores torturadores de la Historia. Además de por una razón de conveniencia histórica, ¿por qué pervive el mito?

El mito pervive porque es un material que ellos utilizan constantemente y lo reelaboran, y tiene un público predispuesto a eso. Un público que no podría entender, por ejemplo, cosas como lo que ocurrió en el auto de fe de Logroño donde hay una reconciliación de muchos de los acusados. La idea del perdón nunca aparece, aparece la condena. Y luego como la Inquisición es un tribunal muy protocolizado, es decir, el auto de fe está perfectamente regulado como describo en el libro, el reglamento y las instrucciones están tan detalladas que permiten una recreación completa. Creo que eso juega a nuestro favor, no el que lo usen en nuestra contra, sino hasta qué punto no se ocultaban las cosas y que el reo tenía ciertas garantías. El tribunal de la Inquisición era más garantista que el tribunal civil e incluso el encausado tenía atención médica. Y luego ha habido asuntos que han sido muy manipulados como el secretismo de las acusaciones, algo que tenía mucho que ver con la protección del testigo y que es algo que todavía existe, el testigo protegido.

Es comprensible que en los países protestantes perviva el mito, pero también sucede en países católicos. Cuando visité el palacio de la Inquisición en Palermo me repitieron todos y cada uno de los tópicos negrolegendarios. En España ocurre lo mismo, pese a todo lo que sabemos. ¿Por qué ese empeño en mantener una mentira?

Porque la leyenda negra se ha asumido por parte de amplios sectores de la sociedad española y además hay un anticlericalismo de brocha gorda en muchos casos y un desconocimiento total, y el acercamiento a este tema se hace muchas veces mediante libros o películas que incorporan la dosis negrolegendaria adecuada. Entonces no hay forma de entender que era un tribunal de la fe no constituido por sádicos, sino por juristas reputados siguiendo un proceso muy bien reglamentado. Y que la brujería era absolutamente testimonial y lo que se perseguían eran otras cosas, por ejemplo, se perseguía la alcahuetería o la vana adivinación. Fíjate hasta qué punto eso es un rasgo de racionalismo, no asumir que alguien puede adivinarte el futuro. En gran medida es la lucha contra la superstición, pero como no se admite un racionalismo que vaya vinculado al catolicismo, pues es necesario irse a casos muy extremos y el público demanda ese tipo de escenas. En muchas cabezas no entra la idea de que el catolicismo tiene un componente racionalista importante.

Hay una entrevista de Iñaki Gabilondo a Arturo Pérez-Reverte que está circulando mucho en redes sociales. En esa entrevista se defiende que el protestantismo es luz y progreso mientras que nosotros escogimos una fe oscura y reaccionaria que nos hizo cobardes, delatores, analfabetos y envidiosos. Quería hacerle la misma pregunta de esa entrevista, ¿nos equivocamos de Dios en Trento?

En absoluto, no nos equivocamos. Otra cosa es que muchos españoles, algunos con mucho predicamento y popularidad, se hayan tragado el mito de la ilustración, pero ese es un problema que tienen que resolver ellos que son víctimas de sus propios prejuicios. A los que opongan a la ilustración el oscurantismo español, yo les pondría delante a un español con faldas, a un hombre de iglesia, el padre Feijoo. Que lean más al padre Feijoo y menos literatura afrancesada.

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