martes, 22 de febrero de 2022

Pedro Valera: Víctima de la dictamocracia que nos oprime

 

Los hechos:

La Fiscalía Provincial de Barcelona de «Delitos de Odio y Discriminación» (¿?) pide 12 años de prisión para Pedro Valera –más ocho para otras cinco personas– y el cierre definitivo de su Librería Europa por presuntos delitos de incitación al odio por seguir haciendo difusión «masiva e indiscriminada» de contenidos basados en la «cultura del odio supremacista» entre los años 2006 y 2016, y porque «ensalzan la pureza de la raza blanca» afirmando que la «integración racial es el genocidio de la raza blanca a través de la mezcla», «enaltecían, alababan y justificaban» los «atroces crímenes» del III Reich, o incluso, negaban el Holocausto con «especial fijación en el pueblo judío» habiendo organizado 260 conferencias que propagaban ideologías «fascistas, racistas, antisemitas, homófobas y negacionistas del Holocausto«, así como por incitar al odio contra inmigrantes, musulmanes y sodomitas.

El análisis:

  • ¿Dónde estaba la fiscalía del odio y discriminación?Uno de los pilares fundamentales de una democracia que lo sea de verdad es la libertad de expresión de las ideas y pensamientos; lástima que suele ser el valor más perseguido y socavado cuando esa democracia no lo es aunque así se autoproclame.
  • El acoso contra Pedro Varela es una de las muchas pruebas de que nuestra democracia no lo es pues en él se persigue, en realidad y de forma torticera, sectaria y totalitaria, ese principio fundamental que es la libertad de expresión.
  • Su caso, además, es uno de esos ejemplos que constituyen máxima expresión de la indignidad jurídica, política y social por parte de los poderes públicos, sean jurídicos o políticos.
  • Unos poderes que no dejan de cacarear que defienden y representan los «valores constitucionales» pero que no dudan en pasarse por el arco del triunfo derechos fundamentales como por ejemplo los regulados en los arts. 14 y 20 de nuestra Carta Magna y principalmente el esencial de la libertad de expresión.
  • ¿Dónde estaba la fiscalía del odio y discriminación? Claro que lo hacen sólo cuando las ideas que se expresan son contrarias a las que intentan imponer dictatorialmente esos poderes que por su contumaz forma de actuar son manifiestamente antidemocráticos y sectarios, además de profundamente corruptos.
  • ¿Se puede meter en la cárcel y silenciar a una persona por vender libros o realizar conferencias sobre cuestiones históricas (Tercer Reich/II Guerra Mundial) o expresar sus particulares opiniones sobre lo que sea en una democracia?
  • Peor aún es si lo anterior se intenta en una pretendida democracia donde se permite, ampara (y subvenciona oficialmente) expresar libremente sus opiniones no sólo a particulares (al fin y al cabo Valera lo es), sino peor aún a organizaciones políticas legalizadas que promueven públicamente y ejecutan sin contemplaciones –e institucionalmente desde los poderes autonómicos que ostentan (¿detentan?) y con cargo a los presupuestos que se nutren de los impuestos de los contribuyentes– el odio (homenajes a viles asesinos incluidos), la discriminación (racial y lingüística incluida) y la persecución contra todo el que no comulgue con sus ideas racistas y supremacistas en regiones como Vascongadas, Cataluña, Baleares, Galicia, Navarra,… sin que ninguna «fiscalía del odio…» (¿?) mueva un dedo para impedirlo.¿A Valera 12 años y a este degenerado corruptor de menores solamente tres?

Por último: ¿han leído bien los hechos? Pues léanlos de nuevo más despacio. Y es que acusan a Pedro Varela de «enaltecer, justificar y negar el Holocausto» pero… ¡cómo se puede acusar a alguien de enaltecer y justificar lo que en realidad y con sus propias palabras niega! Lo que hace Valera es negar directa y públicamente el Holocausto ergo ni lo enaltece ni lo justifica. Sólo lo enaltecería y justificaría si creyera que hubiera existido y con palabras o actos lo enalteciera y justificara, pero no es el caso, porque lo que hace es negar su existencia, así de simple. Por ello, la acusación de la Fiscalía lo que hace es poner en evidencia la estupidez y mediocridad intelectual y jurídica de quien ha redactado la acusación, así como de quien la ha autorizado.

Se puede estar de acuerdo o no con lo que Pedro Valera piensa y dice. Se pueden comprar o no los libros que vende. Se puede asistir o no a sus conferencias. Allá cada cual. Pero lo que no se puede en democracia es intentar silenciarle máxime si… no se hace –e incluso antes– con «los otros», y más aún teniendo en cuenta que la presunta peligrosidad de Valera –él sólo y un puñado reducidísimo de seguidores– es ínfima en comparación con la de esos «otros» como es más que evidente, ya que por mucho que consiga Valera jamás logrará lo que esos «otros» han logrado ya que es, entre otras cosas, la destrucción de España desde dentro.

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