miércoles, 18 de diciembre de 2019

Cuando las SS negociaban con el Sionismo - Ernesto Milá

Pocos lo quieren reconocer. Al parecer no conviene a nadie salvo a la verdad histórica recordar que entre 1935 y 1939, el SD (servicio de seguridad del Tercer Reich) negoció la repatriación de los judíos alemanes a Palestina y varias decenas de miles lograron alcanzar la “tierra prometida”. Es una verdad incómoda pero ahí está. Seguir este episodio semidesconocido nos servirá para explicar algunos giros de la política del III Reich en relación a Palestina

El esquema de los organismo de seguridad 
del Tercer Reich

El Sicherheitsdienst o Servicio de Seguridad, siglado SD, había sido creado tardíamente (1932) por Heinrich Himmler y puesto al mando de Reinhard Heydrich, configurándose desde el principio como un verdadero servicio de espionaje e información, tanto en su tarea de recogida de datos como de análisis de los mismos. Incluía también un “sector operativo” encargado de neutralizar las amenazas que pudieran surgir contra los dirigentes del NSDAP y contra el propio partido.

Desde el principio este servicio entró en competencia con las Sturmabteilung(las Secciones de Asalto) que reivindicaban tales competencias a través de la sección segunda de su Estado Mayor. Sin embargo, a partir de la llamada “noche de los cuchillos largos” cuando el poder de las SA es liquidado y pasa a ser una mera “fuerza auxiliar”, el SD obtuvo la acreditación de “único servicio de información del partido”. A medida que las estructuras del NSDAP se fueron confundiendo con las del Estado, las SD pasaron a ser un servicio de información especial que apoyaba a la Gestapo (y que en ocasiones tendía a confundirse con este organismo).

El rastro del SD se inicia después de las elecciones del 14 de septiembre de 1930 en donde el NSDAP obtuvo 107 diputados y el 18% de los votos, configurándose como la segunda fuerza política de aquel país, después de los socialdemócratas y a distancia de los comunistas y de los partidos de centro y centro–derecha. A partir de ese momento surgió la necesidad –y la posibilidad– de reunir todas las informaciones que fueran importantes para garantizar la seguridad del partido. Al año siguiente, en 1931, en el interior de las SS se constituyó el Ic–Dienst bajo las órdenes directas de Himmler, el cual designó a un oficial de marina, Reinhard Heydrich para dirigirlo. Himmler reconocía así que el arma de marina siempre había tenido bajo su responsabilidad el servicio de inteligencia militar y consideró lógico pensar en un marino para acometer esta tarea (la Abhwer, inteligencia militar, estaba, igualmente dirigida, por tradición, por marinos).

Cuando estalló la guerra y se ocuparon territorios extranjeros, el SD organizó en ellos una red de informadores y agentes sobre los movimientos de oposición y resistencia y sobre la evolución política que se iba produciendo. Así mismo, el SD asumió competencias de seguridad interior, vigilando a las fuerzas armadas y a las estructuras del NSDAP. Las competencias del SD eran las propias de un servicio de información (infiltración, recogida de datos, análisis del material obtenido y –como veremos– servicios especiales; a no confundir con la Gestapo (siglas de Geheime Staats Polizei o Policía Secreta del Estado, con funciones se seguimiento de la oposición política) y la Kripo(contracción de Kriminalpolizei o Policía Criminal encargada de la investigación y represión de los delitos comunes), ambas agencias ejecutivas para la represión de delitos políticos y comunes respectivamente. Estos tres cuerpos de seguridad del Estado –Kripo, Gestapo y SD– estaban bajo el mando de Heinrich Himmler. 


Tras la llegada al poder, en 1936, el cuerpo de policía se estructuró en dos grandes ramas: el Ordnungspolizei, conocida como Orpoo “policía de orden”, encargada de todo lo relativo a la seguridad ciudadana, al control del orden público y de los pequeños delitos). La Orpo, a su vez estaba organizada en tres ramas: el Schutzpolizei o policía municipal, la gendarmería o policía rural y el Gemeindepolizei o policía local.



Por otra parte, la Sicherheipspolizei agrupaba a la Kripo y a la Gestapo. A partir de 1939, ésta última quedó centralizada en el llamado Reichssicherheitshauptamt (RSHA, u Oficina Principal de Seguridad del Reich), que sería dirigida por Reinhard Heydrich hasta su asesinato el 4 de junio de 1942, siendo nombrado a continuación Ernst Kalterbrunner al frente de la misma el 30 de enero de 1943.  

A efectos de nuestro estudio conviene centrarnos en el SD  en su triple aspecto: recogida de información, análisis de la información y operaciones especiales en función de los datos obtenidos. Estas funciones son todavía más claras si se tiene en cuenta que el SD fue incluido como III Departamento de la RSHA (Amt III, Sicherheitsdienst) de Seguridad Interior y en el VI Departamento (Amt VI, Sicherheitsdienst) de Seguridad Exterior. El primero estuvo compuesto por unos 400 agentes estructurados en seis secciones cuyas funciones tras la incorporación de la Sección DI de “Investigación de Adversarios” a la estructura de la Gestapo, quedarían muy disminuidas. Entre las pocas funciones que quedaron adscritas a este departamento figuraba la situación de los alemanes residentes fuera del Reich, espionaje entre la alta sociedad (Grupo G), vigilancia de la industria, el comercio y los abastecimientos (Grupo IIID), informes sobre el estado de ánimo y la actitud de la población (Grupo IIIA), cuestiones culturales y religiosas (Grupo IIIC) y el más esencial de todos ellos a efectos de este estudio: el estudio de los problemas relativos a la “Comunidad Étnica del Reich”, raza, salud pública y minorías étnicas…

Distintas percepciones de la 
“cuestión judía” en el NSDAP

Heinz Höhne, historiador de las SS, reconoce en su obra La orden de la calavera(Editorial Plaza & Janés, Barcelona 1969, pág. 382) que “…en mayo de 1940, Himmler repudiaba en su tristemente célebre memoria sobre el Tratamiento de los pueblos extranjeros en el Este, los ‘métodos bolcheviques de exterminación’, porque según sus íntimas convicciones la eliminación física de los pueblos era antigermana y antinatural. Es importante destacar la fecha: mayo de 1940. Los ejércitos alemanes se preparaban para invadir Francia y hacía ocho meses que la guerra con Polonia había comenzado y Francia e Inglaterra habían transformado un mero conflicto fronterizo en una nueva guerra europea. Antes de esa fecha, 1º de septiembre de 1939 (y Höhne así lo reconoce), el plan oficial aceptado por las SS: “expulsar a los judíos de Alemania, o dicho con eufemismo, hacerles emigrar. Por muy despiadada que fuera originariamente esa política antisemita, la eliminación física fue un pensamiento del todo ajeno a los SS hasta el estallido bélico”. Tal es el plan que vamos a intentar documentar en este artículo.

Las líneas de Höhne que hemos reproducido merecen una corrección notable: después de mayo de 1940 al ser imposible la repatriación de los judíos a Palestina a causa del conflicto, el mando de las SS valoró la posibilidad de trasladarlos a Madagascar. Francia sería ocupada en junio de 1940 y, como veremos, algunos jerarcas de las SS consideraron que el gobierno de Vichy aceptaría esté plan a cambio de compensaciones pues, no en vano, Madagascar era colonia francesa. 


Contrariamente a lo que se tiene tendencia a pensar, una vez instalado en el poder el NSDAP no tuvo una posición unánime y clara sobre cómo afrontar la “cuestión judía”. Las opiniones entre los distintos sectores del partido no eran siempre coincidentes y esto produjo entre 1933 y 1936 distintos sobresaltos e incluso enfrentamiento en el interior de la jerarquía nacionalsocialista.

Es cierto que todas las tendencias del NSDAP eran, más o menos, antisemitas, todas entendían que existía un “problema judío”, pero distaban mucho de darle la misma interpretación: mientras que en las SS, cuyo reclutamiento procedía esencialmente de la pequeña burguesía golpeada por la guerra primero y la recesión después, la opinión generalizada tendía a promover un darwinismo social que eliminara a los judíos de la vida pública y de los puestos de dirección de la política y de la finanza, otros sectores del partido se mostraban mucho más beligerantes e incluso toscos.

En la edición española del Mi Lucha (Adolf Hitler, www.radioislam/historia/hitler/mkampf/pdf/spa.pdf) aparecen 125 menciones a la palabra “judío”Hitler explica en el capítulo II, donde retrata su vida en Viena, como llegó al racionalizar su antisemitismo. La lectura de estas referencias indica que el futuro führer, al menos mientras permaneció en Linz no era en absoluto antisemita e incluso cuenta que le enfurecían las exageraciones que solían decirse sobre los judíos en el seno mismo de su familia. Sin embargo, al llegar a Viena primero y después durante su experiencia en el frente, esta opinión cambió y cuando recuperó la vista tras ser gaseado en las trincheras ya había incorporado el antisemitismo a su concepción del mundo, tendencia que traspasó al NSDAP.
Höhne reconoce la existencia de “distintos grupos antisemíticos en el Partido, que eran, por lo menos, tres” (op. cit., pág. 387):
  • El grupo nacionalista opuesto a la presencia judía en la política y en la cultura pero que aceptaba la colaboración “casi ilimitada” en el mundo de la economía (ejemplo: Walter Groß, otro nacionalsocialista libre de toda sospecha: en 1925 se incorporó al NSDAP, su militancia era ya antigua cuando en 1932 organizó la Asociación de Médicos Nacional Socialistas y en 1933 fundó la Oficina de Población y Política de higiene Racial, diputado del Reichstag desde 1936. Escribió varios textos antisemitas como exponente de esta primera tendencia y, finalmente, murió en combate el 25 de abril de 1945 en la ciudad de Berlín luchando contra el ejército rojo).
  • El grupo de “místicos antisemitas” que formaba en torno a Alfred Rosemberg y que consideraban al antisemitismo como una consecuencia de la voluntad de pureza racial de un pueblo, mucho más que de las diferencias religiosas, muy influido por las tesis de H.S Chamberlain que pueden resumirse en esta frase: “La corrupción de la sangre y la influencia desmoralizadora del judaísmo, he aquí las causas principales de nuestros fracasos”. Podría hablarse de un antisemitismo étnico–cultural.
  • El grupo antisemita radical, dirigido por Julius Streicher, sin duda el más beligerante de todos que frecuentemente ha sido considerado como “enfermizo”. Podríamos decir que el suyo fue un antisemitismo de “sal gruesa”, orientado hacia los sectores populares de la sociedad alemana en donde esta tendencia ya estaba anidada de siempre y en donde se redobló a partir de la derrota de Versalles y de la insurrección bolchevique.
Este último sector fue, sin duda el que más tempranamente se integró en el partido hitleriano (procedente del DSP, Deutschsozialistiche Partei (Partido Alemán Socialista) dirigido por Julius Streicher quien difundía sus tesis sobre un complot judío a través de las columnas de su diario Der Stürmer. Fue este sector el que una vez alcanzado el poder provocó distintas oleadas de incidentes callejeros de corte antisemita. 

En cuanto a las SS y al SD no consideraban razonable los temas de la propaganda antisemita de Streicher y de algunos sectores de la “vieja guardia” del partido. El SD no estaba dispuesto a aceptar que los Protocolos de los Sabios de Sión (tal como reconoce Höhne, op. cit., pág. 385–86 y el Untersturmführer SS, Edler von Mildenstein, primer ponente sobre cuestiones judías en el SD, lo calificó simplemente de “patraña” y el Oberscharführer SS Herbert Hagen, experto del SD en asuntos judíos, aludía a los libros de una editorial antisemita como “engendros literarios inocuos, aparte de que se refieren abundantemente a los protocolos de los Sabios de Sión”…) fuera un documento verídico y se cuidaban mucho de distinguir entre la alta finanza judía y el judío de a pie. No es raro que Rainhard Hohm, director del Departamento Central del SD llegara incluso a decir en 1929 que “el antisemitismo era una manía infecciosa” escribiendo un libro sobre esta temática.


Las oscilaciones de la política del III Reich
en relación a los judíos

En una primera fase, inmediatamente posterior a la toma del poder por el NSDAP, tomaron la iniciativa los antisemitas fanáticos partidarios de la tendencia dirigida por Julius Streicher. Se produjeron saqueos de tiendas y agresiones en las calles en los meses de marzo y abril de 1933, los médicos, funcionarios y juristas de origen judío fueron desposeídos de sus puestos de funcionarios en la administración del Estado y en determinados establecimientos se estableció la discriminación racial (en balnearios y teatros, especialmente).  Al año siguiente, esta oleada de agitación cedió y los antisemitas moderados se hicieron con el control de la situación.

En 1935, 10.000 judíos que habían abandonado Alemania en el período de radicalismo antisemita anterior retornaron al país, pero en junio de 1935, esta vez bajo la dirección de Goebels (que había terminado haciendo causa común con Streicher) volvió el radicalismo antisemita. La campaña fue iniciada por Goebels el 29 de junio de 1935 con un discurso incendiario sobre la inferioridad racial de los judíos y la responsabilidad de los intelectuales en burgueses. A partir de ese momento se expulsó a los judíos que militaban en el Frente del Trabajo y varios miles de reclutas de la Wehrmacht debieron de abandonar el uniforme.

El motivo por el que Goebels había iniciado esta campaña no era otro que la preparación del terreno para las Nürenberger Gesetze, leyes raciales de Nurenberg aprobadas el 15 de septiembre de ese mismo año, apenas 75 días después del discurso de Goebels.

Pasada esta crisis se impuso el orden y fue Hermann Goering quien atenuó la tensión. Goering en esa época se mostraba favorable a las tesis más moderadas del grupo nacionalista (segregación en todo, salvo en economía). Por otra parte, era rigurosamente cierto que había que concentrar esfuerzos en la recuperación económica y en la reconstrucción del Reich, por tanto, era preciso olvidarse de algunos problemas que podían desviar esfuerzos y atenciones.

En lo que todas las tendencias del NSDAP, devenido poder único en el Reich, era en que había que solucionar definitivamente la “cuestión judía” y adoptar una posición inamovible y que pudiera mantenerse permanentemente sin más oscilaciones.


De hecho, lo que el SD hizo fue “reformular” el antisemitismo dándole otras coordenadas: para ellos no se trataba de demostrar si había o no “conspiración judía” o si, como sostenía Streicher, masonería, bolchevismo y judaísmo eran la misma cosa, sino simplemente de reconocer que el judaísmo era un cuerpo extraño a la nación alemana y que justo por eso debía ser erradicada su presencia de la vida pública. Höhne resume el texto de un curso sobre la cuestión judía dada a las SS en 1936: “El judío es un parásito. Allá donde se asienta mueren los pueblos. Desde la más remota antigüedad hasta nuestros días, el judío esquilmó y exterminó a sus anfitriones tan pronto como ocupó el poder. Si nosotros excluimos al judío de nuestro cuerpo nacional no haremos más que defender nuestra vida” (op. cit., pág. 384). La palabra “excluir” tiene un sentido muy diferente a “exterminar”. Tal era la voluntad de las SS y del SD al menos en 1936. Pero existía un problema: ¿Excluir? ¿cómo? Y era aquí en donde aparecían las polémicas y las interpretaciones divergentes en el interior del NSDAP.

Cuando Goebels estimuló las revueltas antisemitas en la calle, las SS se opusieron y el propio diario de la Orden, Schwarze Korps, protestó considerando ese “antisemitismo perjudicial para nosotros” y Höhne añade: “La revuelta en plena calle contra los judíos se les antojó a los jefes SD una insensatez de cerebros toscos”(op. cit., pág. 385). En el ejemplar del Schwarze Korps del 5 de junio de 1935 del 5 de junio de 1935 podía leerse: “El movimiento nacionalsocialista y su Estado se oponen con toda energía a estas manipulaciones delictivas. El Partido no tolera que su lucha por los valores más sagrados de la nación sufra adulteraciones con esas escaramuzas callejeras y esos atentados contra la propiedad”. Höhne comenta: “Los hombres del SD fueron demasiado inteligentes para dejarse arrastrar por la burda propaganda antisemita del partido. Si todo hubiera dependido de ellos habrían hecho barrer hasta el último pasquín antijudío, ya que solamente les interesaba solucionar con frío raciocinio el llamado problema judío”.

Otros folletos antisemitas fueron criticados con dureza por el SD que llegó incluso a ordenar a la Gestapo que retirara de la circulación algún texto antisemita considerado como demasiado burdo, grosero y perjudicial. En concreto, un texto publicado por la editora central del partido era calificado así: “En su enorme exaltación, el autor ve también la obra del judaísmo allá donde fue efectivo un desarrollo natural e intelectual que sin la influencia del judaísmo hubiera tenido las mismas repercusiones”.

Otro personaje de primera fila en el régimen nacionalsocialista, el Standartenfüher SS, doctor Leonardo Conti (de padre italiano y madre suiza, participante en el Pusth de Kapp en su calidad de Freikorps, miembro del NSDAP desde 1923 y uno de los médicos que atendieron a Horts Wessel tras el atentado del que fue víctima y futuro ministro de sanidad del Reich) no dudó en escribir que “condenaba toda clase de odios raciales; los judíos no eran una raza inferior sino diferente” (op. cit., pág. 387).

Como puede verse, los comentarios de este estilo por parte de personajes relevantes del NSDAP de “fidelidad probada” eran abundantes en las circulares internas del SD e incluso en el diario público de las SS y están perfectamente documentadas.


No es raro que esto fuera así: Himmler había hecho de las SS la élite de la sociedad alemana. Incluso la aristocracia consideraba que la Orden Negra era el cuerpo más respetable del NSDAP en el que más a gusto podía sentirse. Así mismo, en los distintos departamentos de las SS, incluso en el Estado Mayor Personal de Himmler figuraban antropólogos, historiadores, científicos sociales exigentes desde el punto de vista cultural a los que no solamente no satisfacían los rudimentarios y toscos panfletos antisemitas, sino que los deploraban. Uno de ellos era el barón von Mildenstein, cuyas actividades en Palestina pronto llamaron la atención de Reinhard Heydrich.

El “Plan Mildenstein”

En otoño de 1934, el diario berlinés del NSDAP Der Angriff, publicó una serie de nueve artículos sobre el viaje a Palestina de von Mildenstein. Se trataba del barón Leopold Itz Edler von Mildenstein, pseudónimo de "Lím", nacido el 30 de noviembre de 1902, de familia católica, ingeniero de profesión que con 27 años se había afiliado al NSDAP (carné 106.678, anterior pues a la eclosión electoral de esta formación en septiembre de 1930) y posteriormente, en 1932, ingresaría en las SS. Tras la Primera Guerra Mundial, von Mildenstein había recorrido Palestina y conocía perfectamente la evolución de los acontecimientos allí a partir de la Declaración Balfour en 1917.

Con el nacionalsocialismo en el poder, von Mildelstein recorrió de nuevo Palestina entre el 26 de septiembre de 1933 y el 9 de octubre de 1934. En recuerdo de este viaje se acuñó una medalla conmemorativa que incluía, ex aequo, la svástica y la estrella de David. La memoria de la expedición fue publicada en Der Angriffen nueve capítulos bajo el título: “Ein Nazi fährt nach Palästina” (Un nazi va a Palestina). Serían estos textos los que llamarían la atención de Heydrich.

En 1935, von Midelstein, harto de las oscilaciones de los dos primeros años en la materia propuso lo que consideraba iba a ser la “solución final al problema judío”: la repatriación de total de judíos alemanes a Palestina, exactamente de 503.000 judíos. La operación chocaba con dos obstáculos:
- el primero era la actitud del Reino Unido que se negaba a una política de puertas abiertas en Palestina (no hay que olvidar que la zona siguió siendo colonia inglesa hasta 1948)- y el segundo la negativa de buena parte de la comunidad judía alemana a abandonar la tierra que les vio nacer para establecerse en un lugar inhóspito del desierto. Y es que no todos los judíos alemanes eran “sionistas”.
En 1935 apenas el 36% de los judíos alemanes había emigrado y la asociación central de los judíos alemanes se negaba a promover más salidas al considerar que los judíos eran tan alemanes como los propios alemanes y que, por tanto, no estaban dispuestos a abandonar aquel territorio que consideraban su patria.


Heinz Höhne reconoce que en aquel momento había “judíos alemanes patriotas” y también “judíos sionistas”. Estos últimos, paradójicamente, no vieron mal la subida al poder de un partido antisemita: pensaban que este episodio marcaba la derrota sobre los “judíos europeizados”, demostraba la inutilidad de los esfuerzos por integrarse en los países europeos y forzaría la emigración, voluntaria o forzosa a Palestina. Para toda una pléyade de escritores judíos, el 30 de enero de 1933 se inauguraba un período nuevo en la historia del judaísmo alemán. ¿Para qué tratar de integrarse y renunciar a la propia tradición si finalmente no era posible ser aceptado como “alemán”? ¿Para qué perder la propia identidad sin ser aceptada en ninguna otra? Y el rabino Joachin Prinz, haciéndose eco de este sentir había escrito: “Deseamos sustituir la asimilación por no nuevo: por nuestra decidida vocación de raza judía y nación judía”.

En síntesis: un sector que no daba la sensación de ser mayoritario en el judaísmo alemán, consideraba que la irrupción de una doctrina antisemita acercaría al grueso de su comunidad hacia las posiciones defendidas por los sionistas. Höhne escribe al respecto: “¡Allá donde sionistas y nacionalsocialistas anteponían raza y nación como módulo de todas las cosas, se debería tender un puente común!”. La cita de la revista de los sionistas alemanes de la época, el Jüdische Rundschau, que acompaña a este texto parece no dejar lugar a dudas: “El sionismo reconoce la existencia del problema judío y desea resolverlo de una forma generosa y constructiva. Con tal fin, quiere ganarse la voluntad de todos los pueblos, sean amigos o enemigos de los judíos, porque esta no es, en su opinión, una cuestión de sentimentalismo sino un problema real cuya solución interesa a todos los pueblos”.

El acuerdo entre hitlerianos y sionistas iba, pues, a redundar en beneficio de ambas partes: unos verían su territorio libre de judíos, los otros cumplirían su sueño de terminar con la Diáspora y retornar a Palestina y, además, por si eso fuera poco, las autoridades del III Reich no preguntarían qué deseaban hacer: simplemente los repatriarían, tanto si eran sionistas como si no.

Esto y no otra cosa era lo que proponía von Mildenstein: despertar en los judíos alemanes el amor por la tierra de la que procedían (op. cit., pág. 390). Heydrich y Himmler adoptaron este punto de vista y encargaron a von Mildenstein la redacción de una ponencia sobre cómo podría llevarse a la práctica este plan. Se creó el Negociado II–112 en el seno del SD y, en rigor puede decirse, que a partir de ese momento, con la bendición de los responsables de la seguridad del Estado, se inició un período de colaboración insospechada entre nacionalsocialistas y sionistas. Un artículo firmado por Ghunter d’Alquen, director del Schwarze Korps, notificó a la sociedad alemana la nueva orientación de la “cuestión judía”: “Tal vez no esté muy lejos la época en que Palestina recobre a sus hijos pródigos perdidos hace más de un milenio” y terminaba: “Nuestros buenos deseos, junto con la benevolencia estatal, les acompañarán”.

Entre 1933 y 1937 emigraron a Palestina 24.000 judíos alemanes. Eran pocos, la mayoría de la comunidad judía se negaba a emigrar. Von Mildenstein, a cargo del proyecto, hizo algo más: promovió cursos, seminarios, campamentos, en los cuales los jóvenes judíos recibían enseñanzas sobre lo que era un kibutz y cómo afrontar las tareas agrícolas en el desierto del Negev. Estos cursos estaban dados por funcionarios sionistas bajo la mirada atenta del SD. Höhne afirma: “Cada éxito sionista fue para los funcionarios del negociado II–112 como un éxito propio y cada fracaso les hizo sentir su propio fracaso” (op cit., pág. 391).

El SD confirmó pronto que una parte sustancial del judaísmo alemán no estaba dispuesto a emigrar a Palestina. Incluso muchos de los que, inicialmente, habían apoyado la causa sionista, luego, daban marcha atrás a la vista de la dureza de las condiciones de vida en aquel territorio que, a fin de cuentas, era un desierto a colonizar rodeado de palestinos que los veían con desconfianza y resentimiento. Para colmo, la permisividad en relación a los judíos que se dio durante el período que se inicia en 1935 y llega hasta el estallido de la II Guerra Mundial, hizo que las asociaciones de judíos no sionistas pudieran difundir sus puntos de vista especialmente entre la juventud contraria a la emigración.

Los progresos de von Mildenstein eran limitados y, sobre todo, sus relaciones con organizaciones sionistas lo habían colocado en entredicho en la jerarquía del nacionalsocialismo. Diez meses después de iniciado el proyecto, en la primera de 1936, debió abandonar la dirección del negociado II–112, a causa de las críticas por mostrarse “excesivamente simpatizante” con el sionismo y tener amigos entre sus filas. Fue sustituido por Herbert Hagen, periodista y Obercharführer SS que había alcanzado cierta fama como eficaz funcionario de la oficina un joven de 30 años nacido en Solingen, el Scharführer SS  Adolf Eichmann. En cuando a Von Mildenstein fue transferido a Asuntos Exteriores en donde sirvió hasta el final de la guerra. Fallecería en 1964.

La trayectoria de Eichmann es, como mínimo, sorprendente y llama la atención que en la biografía que se incluye en Internet se pase de soslayo que fue el interlocutor de la Agencia mundial Sionista para hacer efectivo el plan de repatriación de judíos a Palestina. Se menciona que no tenía particularmente sentimientos antisemitas e incluso que había tenido familiares judíos, una novia judía e incluso que debía “a los judíos su modesta carrera en el campo comercial” (op. cit., pág. 393). Eichmann fue nombrado director de la sección técnica “Organizaciones sionistas”. En poco tiempo leyó de manera exhaustiva todo lo relativo al sionismo, empezando por la obra de Theodor Herzl e incluso aprendió rudimentos de lengua hebrea. En octubre de 1936 publicó su informe Die Arbeit der Zionistischen Weltorganisation (La Organización Mundial Sionista) que pasó a ser una manual de las SS.

En este documento, Eichmann va más allá de donde había llegado von Mildenstein. Si este se había detenido en la repatriación como solución al “problema judío”, Eichmann se plantea las consecuencias de esa repatriación: se formaría un Estado Judío en Palestina que pronto se convertiría en potencia regional. A pesar de que el Reich facilitase la emigración de unos judíos alemanes a Palestina y la repatriación forzosa del resto (algo que satisfacía a los sionistas), lo cierto es que el “judaísmo internacional seguiría siendo el enemigo de Alemania por todos los tiempos y una Palestina fuerte podría representar un factor esencial en su lucha”Para Eichmann, la única posibilidad de retrasar ese momento era que los ingleses contuvieran la posibilidad de creación de un Estado Judío y mantuvieran a Palestina como territorio colonial y parte de su Imperio. Esta era la posibilidad más razonable, pero la oficina de Eichmann tenía claro que no iba a durar siempre y que, antes o después, se produciría un proceso independentista y la consiguiente descolonización del territorio. Entonces reverdecerían los problemas con Alemania.

El resultado de este planteamiento fue intensificar la vigilancia sobre los medios sionistas alemanes especialmente sobre la Federación Sionista de Alemania y sobre el movimiento Hechaluz (el Pionero) que organizaba campamentos de preparación para aspirantes a emigrar voluntariamente a Palestina. Hicieron algo más en la medida en que pertenecían al SD y una de sus funciones era recabar material de inteligencia. Para ello contaba con la inestimable ayuda de Otto von Bolschwingh, el principal agente del SD en Oriente Medio.


Von Bolschwing era miembro del NSDAP a la edad de veintitrés años, y a mediados de los años 20 se estableció en Oriente Medio importando vehículos, cobertura ideal cuando empezó a trabajar para el SD hacia 1937. Eichmann y su superior Hagen le encargaron que informase sobre las actividades de las organizaciones judías asentadas en Palestina. Von Bolschwing hizo algo más: supo de la existencia de una organización secreta judía y, no sólo eso, contactó con ella: laHaganá. Inicialmente, los informes enviados por Von Bolschwing fueron tomados con cierto escepticismo, pero con el paso del tiempo se fueron concretando y generando un interés creciente.

La Haganá (en hebreo ההֲגָנָה, la defensa) era una organización paramilitar judía creada en 1920 como respuesta a los progromos que tuvieron lugar en 1920 en Jerusalén. Posteriormente participaría como liga de defensa en los disturbios de Jaffa en 1921 y en los motines de 1929. El predecesor de Haganá había sido elHashomer (el Guardián) liga de defensa de los primeros kibutz establecidos a principios del siglo XX en Palestina, apenas compuesto por un centenar de miembros cuando la zona pertenecía al Imperio Otomano. A estos siguió la creación de la Legión Judía durante la Primera Guerra Mundial, por Vladimir Jabotinsky.

Cuando el Reino Unido se hizo con el control de la zona, los sionistas tenían la esperanza de poder integrar la Legión Judía como colaboradora de las fuerzas del orden británicas, sin embargo, en 1919 la autoridad ocupante disolvió la organización sin atender a las protestas judías. Poco después, como respuesta, nació Haganá. A la vista de la situación, los británicos toleraron la existencia de la organización y entre 1921 y 1929 la situación en Palestina fue calmada. PeroHaganá era algo más que un grupo de autodefensa: también participó en ajustes de cuentas en el interior de la comunidad hebrea en Palestina (como el atentado contra el judío antisionista holandés Jacob Israël de Haan).


No fue sino hasta 1929 cuando estallaron los llamados “motines árabes” con las masacres de Hebrón y Safed (133 judíos muertos y 116 árabes muertos respectivamente) Haganá ganó fama entre la comunidad judía en Palestina que pasó a agrupar a la mayor parte de los jóvenes judíos de los asentamientos. En 1931, un grupo de extremistas judíos de Haganá se escindió formando Haganá B que más tarde se convertiría en Irgum Tzavai Leumí, liderado por Jabotinsky 


El detonante para la creación de este grupo clandestino fueron los progromos que tuvieron lugar en Jerusalén en 1920 que se prolongaron a Haifa, Hebrón y otros emplazamientos. La función de Haganá fue constituir la autodefensa de los kibutzy de las comunidades judías dispersas y, al mismo tiempo, constituir un sistema de espionaje de la Organización Mundial Sionista. Fievel Polkes, un judío polaco nacido en 1900 tenía a su cargo el sistema de autodefensa judía en palestina. Cuando Otto von Boschwingh envió estos informes al SD, inmediatamente la figura de Polkes llamó la atención de Eichmann quien pidió conocerlo.

El judío viajó a Berlín en febrero de 1937 celebrando un par de reuniones con Eichmann. A continuación fue Eichmann quien viajó a Palestina a invitación de Polkes. En el curso de estas reuniones quedó claro que el único interés de Polkes era aumentar la inmigración judía a Palestina para garantizar “su tradicional superioridad sobre los árabes” (op. cit., pág. 395) y su intención era comprobar si el gobierno del Reich podía cooperar en esta actividad. El emisario de Haganáprometía proteger los intereses de la política alemana en Oriente Medio. Eichmann aceptó la propuesta globalmente. A cambio, lo único que el Reich tenía que hacer era permitir que los judíos que deseasen salir de Alemania lo hicieran pudiendo llevarse una parte sustancial de su patrimonio y encauzar las salidas solamente hacia Palestina evitando que se establecieran en terceros países


Los responsables del negociado II–112, Hagen y Eichmann, recibieron autorización para aceptar la invitación de Polkes y desplazarse a Palestina del propio jefe del SD, Reinhard Heydrich. Hagen lo haría con documentación falsa como estudiante, mientras que Eichmann pasaría como corresponsal del Berliner Tageblattes. Ambos hicieron el trayecto en el buque Romania llegando al puerto de Haifa el 2 de octubre de 1937. Una nueva revuelta árabe en Jerusalén y la declaración del estado de sitio por parte de los ingleses, frustró el encuentro y la entrevista debió realizarse en El Cairo. Polkes entraría en nómina del SD con un estipendio de 15 libras al mes facilitando informes de situación sobre la emigración a Palestina y las relaciones entre árabes y judíos. Seis meses después de este encuentro, Eichmann quedó comisionado para encauzar la emigración de judíos alemanes a Palestina y nombrado por Heydrich director de la Oficina Central para la Emigración Judía instalada en un viejo edificio propiedad de los Rothschild e incautado por el SD. Höhne da los nombres de los colaboradores que se sumaron al proyecto: “Hans y Rudolf Günther, Franz Novak, Alois y Anton Brunner, Erich Rajakowitsch, Stuschka, Hrosinek, todos ellos estrategas flemáticos e infatigables de la evacuación judía” (op. cit., pág. 397).

El problema lo constituían los judíos austríacos –en torno a 300.000– que en su mayoría carecían de medios económicos para sufragar los gastos de la emigración. La oficina de Eichmann estableció que serían los “judíos ricos” los que deberían pagar con cargo a su patrimonio la emigración de los “judíos pobres”. Heydrich lo expresó con estas palabras: “Lo hemos hecho de tal forma que los judíos ricos dispuestos a emigrar deben abonar una suma determinada a las comunidades religiosas hebreas”. Además, Eichmann facilitó y financió giras de judíos austríacos en el exterior del Reich para que obtuvieran ayuda de las organizaciones de apoyo que posibilitara la migración. 

Complicaciones imprevistas y tensiones insuperables


Estas iniciativas no gustaron al sector que hemos denominado “antisemita radical” del régimen que lanzaron una nueva campaña antisemita en el verano de 1938
. Las columnas de Der Stürmer clamaron para que se expulsara a los judíos definitivamente de la vida económica y para que otros países europeos hicieran lo mismo. Eichmann, puesto en contacto con la redacción del diario de Streicher no logró abortar la campaña, ni siquiera tras hablar con el propio director del diario y con su redactor jefe. Este fue, sin duda, el momento más tenso de las relaciones entre el SD y el grupo de antisemitas radicales que figuraban en torno a Streicher, hasta el punto de que el SD prohibió a Eichmann aceptar más invitaciones procedentes de Streicher. En los meses siguientes, varios acontecimientos fortuitos contribuyeron a que la situación se deteriorase.

El 6 de octubre de 1938 el gobierno polaco, a la vista de que se había producido un tráfico de pasaportes robados de esa nacionalidad, había emitido un decreto invalidando aquellos pasaportes que no recibieran una estampilla colocada únicamente en territorio polaco. La intención del gobierno polaco era desembarazarse de las decenas de miles de judíos de esa nacionalidad residentes en Alemania. Tres semanas después Reinhard Heydrich ordenó que los 17.000 judíos polacos fueran enviados en tren a la frontera germano–polaca, utilizando la excusa del estampillado de los pasaportes como argumento para lo que era una expulsión de facto.

Más grave todavía fue el asesinato cometido el 7 de noviembre de 1938 del tercer secretario de la Embajada Alemana en París, Ernst von Rath a manos de un joven judío de 17 años, Herschel Grünspan. La campaña antisemita iniciada por Streicher continuó desde el Ministerio de Propaganda en lo que se conoció como “la noche del cristal” a raíz de que se rompieron los escaparates y se destruyeron varias tiendas propiedad de judíos en los distritos de Kurhessen y Magdeburg–Anhalt, tras un discurso antisemita de Goebels el 9 de noviembre en el aniversario del “golpe de Munich” ante los veteranos del NSDAP. Von Rath había agonizado desde el 7 hasta el 9 de noviembre falleciendo a las 16:30 de ese día.

Hitler quedó muy afectado por este fallecimiento y no habló como tenía prevista en el acto de la tarde en honor a los muertos en el golpe de 1923, delegando la alocución en Goebels el cual aprovechó la muerte de von Rath para lanzar un alegato duramente antisemita. Es rigurosamente cierto que para un amplio sector de antiguos militantes del NSDAP y especialmente de las SA, el discurso sonó como la oportunidad para tomar la iniciativa y resarcirse de la victoria que las SS habían obtenido en la “noche de los cuchillos largos” el 30 de junio de 1934. De ahí que estos incidentes fueron algo más que una exteriorización del antisemitismo del III Reich. 

Los historiadores coinciden en que Hitler, Himmler, Goering, Heydrich y demás altos mandos de las SS y de los cuerpos de seguridad del Estado se sorprendieron por los incidentes de aquella noche. El general SS Karl Wolf que vio en aquellas mismas horas a Himmler en el propio domicilio particular del führer en la Prinzregentenstrasse explica: “Cuando le pregunté al Führer, tuve la impresión de que no sabía nada sobre tales acontecimientos” (op. cit., pág. 401). Las órdenes fueron: las SS debían mantenerse al margen del progromo y la Gestapo “debía de proteger únicamente las propiedades judías para evitar que fueran saqueadas” (op. cit., pág. 402). La policía restableció el orden público y garantizó la integridad de las propiedades judías y la detención de los saqueadores.

Los datos que están a manos de los historiadores inducen a pensar que éste fue, sin duda, el momento de mayor tensión entre Himmler y Goebels. En los círculos interiores de las SS no se albergaba la menor duda de que el progromo desencadenado por Goebels tenía como único fin hacer fracasar la política de repatriaciones a Israel emprendida por las SS y, tal como declaró el General SS Wolf, así se lo comento su jefe Heinrich Himmler. Sin excepción, los jefes del SD demostraron su repulsa por las acciones de la “noche del cristal”. El director de policía, Von Eberstein prohibió toda participación de las SS en aquellos incidentes calificándolos como “indecencia indescriptible”. El 11 de noviembre le correspondió a Heydrich dar el balance de daños: “815 comercios saqueados, 29 almacenes y 171 viviendas destruidas, 76 sinagogas arrasadas y otras 191 incendiadas, 36 judíos asesinados y otros 36 gravemente heridos, 174 saqueos verificados” (op. cit., pág. 403).


El papel de Goering aquella “noche del cristal” fue también relevante. Acudió inmediatamente a la Cancillería pidiendo al Führer que detuviera el progromo achacando su organización a Goebels, pero Hitler defendió a su ministro de propaganda, recordó la agonía de von Rath. Tanto Goering como Himmler denunciaron que el progromo “había causado daños irreparables al Reich en el extranjero” (op. cit., pág. 403). Finalmente, el 13 de noviembre Hitler ratificó su confianza en Goebels, acudiendo con él a una representación del teatro “Schiller”, dando por concluida la crisis. Sin embargo, la presión de las SS y de Goering hizo que Goebels pagara “su supervivencia a un precio casi prohibitivo. Conservó su puesto, pero se le vedó terminantemente toda nueva intromisión en la política judía”. A lo cual agregó Hitler que Goering era, a partir de entonces la “única autoridad competente” sobre la materia (op. cit., pág. 405).

El último intento de estimular la emigración sionista


Los incidentes de la “noche del cristal” interrumpieron brevemente el plan de emigración a Palestina. Superada la crisis, la primera orden sobre la materia que Goering transmitió a Heydrich (el 24 de enero de 1939) fue taxativa: “reanúdese con todos los medios disponibles la emigración judía”. Heydrich exigió a la comunidad judía de Berlín la presentación diaria de una lista de 70 personas dispuestas para emigrar. En 1939, 78.000 judíos habían abandonado el Reich así como otros 30.000 residentes en Bohemia–Moravia.

El problema, a partir de ese momento, era que el Reino Unido, tras los incidentes árabe–israelíes de 1937 había decidido ralentizar la emigración judía a Palestina. Según el Libro Blanco, publicado por el gobierno británico el 17 de mayo de 1939, durante los siguientes cinco años solamente podrían emigrar 75.000 judíos a Palestina. Polkes y su Haganá combatieron contra esta decisión y constitución una organización secreta destinada a facilitar la migración: el Mossad le Aliyá Bet (Oficina de Inmigrantes), dirigida por Eliahu Golomb. Tal fue el origen del famoso, Mossad, hoy servicio secreto de Israel. Gracias al Mossad se creó una red de confidentes especializados en trasladas clandestinamente a Palestina a miles de inmigrantes judíos centro–europeos. Lo hacían utilizando pequeñas embarcaciones y contaban con el apoyo en el Reich de las SS.

Dos funcionarios del Mossad, Pino (o Pinhas) Guinzburg y Moshe Auerbach entraron clandestinamente en Alemania contactando con las SS y proponiéndoles acelerar la migración. El SD “concedió plena libertad al Mossad” (op.cit., pág. 406). En las semanas anteriores, a raíz de las restricciones impuestas por los británicos a la emigración ésta se había ralentizado. Tras los primeros encuentras de Ginzburg y Auerbach con el SD, Hagen señaló los objetivos en una circular interna: “Fomentar la emigración a toda costa” y, no solamente a Palestina, sino “adondequiera que sea” (op. cit., pág. 406). Los opuestos a esta política eran el ministerio de Exteriores de von Ribbentrop (que veía como la migración creaba fricciones con el Reino Unido) y la Organización Exterior del NSDAP que denunciaba la “aportación de las SS a la instauración de un Estado judío”. El ministerio de exteriores era favorable a la emigración, pero mucho más a la “dispersión del judaísmo” y no a su concentración en Palestina.

Mientras, Guinzburg se instalaba en el local de la Organización Judía de Berlín, en la Menikestrasse para organizar los primeros transportes. Había pactado con Heydrich 400 partidas semanales a Palestina. Pronto fue evidente que el Mossad carecía de recursos suficientes para organizar la emigración clandestina, aun a pesar de lo cual, en marzo de 1939 partió el primer transporte que llevó oficialmente a 280 judíos berlineses a México y, realmente, a Palestina embarcando en el puerto yugoslavo de Susak en el transporte Colocaro. En Corfú embarcaron en otro, el Otrato, que los condujo a Palestina. Poco después se repitió la operación esta vez con 400 emigrantes y luego, un grupo de 500 judíos alemanes llegadas gracias al Mossad a Holanda embarcaron en el Dora. La flota británica en el Mediterráneo repelió estos desembarcos y suspendió como represalia las cuotas de inmigración judía a Palestina.

El 21 de julio de 1939 habían sido interceptados en apenas dos meses 3.507 inmigrantes clandestinos, luego los ingleses capturaron al Astircon 724 judíos y cinco pequeñas embarcaciones más con 297 judíos alemanes y luego otra mayor con 800 más. Paralelamente Heydrich autorizó a Pino Guinzburg a instalarse en los puertos de Emden y Hamburgo desde donde preveía en octubre enviar a 10.000 judíos más. Pero en septiembre había estallado la Segunda Guerra Mundial y ahí murió la política emigración auspiciada por el SD y llevada a cabo por el Mossad. 

Algunas conclusiones


La fuerza de los acontecimientos que se encadenaron en aquellos tensos años hicieron que no todo el régimen nacionalsocialista estuviera de acuerdo en negociar con sionistas (gracias al seguimiento de este episodio de la historia del III Reich hemos podido advertir como ni siquiera en materia de cuestión judía todos los sectores del gobierno alemán compartían los mismos criterios y hemos visto también como, frecuentemente, tales discrepancias dramatizaban la existencia de distintos “grupos de poder” dentro del régimen), pero también demuestran el pragmatismo de las SS cuyo primer proyecto para resolver la cuestión judía consistió en facilitar la formación de un Estado judío en Palestina entre 1934 y 1939. También las SS valoraron lo que podía significar la presencia de ese Estado en Oriente Medio e intuían que podía convertirse en una amenaza para la estabilidad de la zona.

Los incidentes que se habían sucedido en los años 20 y 30 a medida que iba aumentan la emigración judía y los palestinos se veían progresivamente presionados para abandonar las tierras que hasta ese momento habían sido suyas y las restricciones impuestas a la emigración judía a Palestina por los británicos tras los incidentes de 1937, constituyeron los principales obstáculos para el desarrollo de este proyecto. Sin embargo, el SD siguió adelante con él contactando primero con Haganá y luego con el Mossad hasta que, finalmente, el estallido bélico del 1º de septiembre de 1939 llevó al traste todo este proyecto laboriosamente trabajado por el Sionismo y las SS.

Llama la atención constatar que el proyecto del SD era extraordinariamente lesivo para la población palestina y esto contrasta con la solicitud con que posteriormente sería acogido el Gran Muftí de Jerusalén, Amin al–Husayni, en Alemania siendo recibido incluso por el Führer y ayudando al reclutamiento de voluntarios islamistas en las SS. Amin al–Husayni, tío de Yaser Arafat, fue la baza antibritánica jugada por los alemanes mientras duró la guerra en el Norte de África. El hecho de que el Reich durante un período, jugara contra los intereses palestinos (aumentando la presión de la inmigración judía) y luego se aliara con el Gran Muftí de Jerusalén es una cuestión de fechas, de pragmatismo y de razón de Estado. Antes de la guerra la prioridad para el Reich era solucionar la “cuestión judía” facilitando la emigración a Palestina. Entre septiembre de 1939 y la Operación Barbarroja en 1941, tras la victoria sobre Francia y la formación del gobierno de Vichy, la prioridad paso a ser el plan de deportación de los judíos europeos a Madagascar (en aquel momento colonia francesa). Paralelamente al desarrollo de la guerra en el norte de África (1940–42) la prioridad pasó a ser una alianza con las fuerzas anticolonialistas presentes en estos países y, por tanto, con el Gran Muftí de Jerusalén.

Estas oscilaciones demuestran dos cosas: la multiplicidad de tendencias que convivieron con sus tensiones y crispaciones dentro del régimen nacionalsocialista y el carácter pragmático de su política interior y exterior especialmente de la impuesta por las SS y el SD.

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