martes, 15 de octubre de 2019

LA OPERACIÓN TURCA EN EL NORTE DE SIRIA

La República de Turquía conducida por Recep Tayip Erdogan ha ido sorprendiendo cada vez más a los analistas internacionales debido al creciente autoritarismo islamista que se está viviendo dentro del país en contraposición a los modelos autoritarios laicos de corte kemalista o al autoritarismo militar, también, de corte laico y nacionalista.
Sin embargo el modelo islamodemócrata del Partido de la Justicia y el Desarrollo ha ido sufriendo una progresiva radicalización que ha impuesto una reislamización en el país y, al mismo tiempo, ha buscado proyectarse en el exterior usando como sostén geopolítico:
  • Defensa de las comunidades turcas en el exterior; caso de la defensa de los turcomanos en Irak y Siria armados por Turquía o el ya célebre apoyo a turcos en Chipreazeríes en Nagorno-Karabaj o uzbekos en Afganistán;
  • El uso de las regiones no étnicamente turcas pero que estuvieron bajo influencia otomana; véase el caso del Cáucaso con los mencionados azeríes pero también con los daguestaníes o chechenos de Rusia o los bosniacos y albaneses en los Balcanes;
  • Revitalización islamista en el mundo islámico en general y árabe en particular a través de la vinculación, en este teatro, del partido de Erdogan con los Hermanos Musulmanes y especialmente con Qatar, donde reside el gran ideólogo contemporáneo de esta corriente, Yusuf al-Qaradawi, desde 1962.
Estos podrían ser los principios básicos de la nueva geopolítica turca, limitada por el  laicismo tradicional del país pero que con el islamismo de Erdogan redunda en una nueva doctrina a la que podríamos añadir la purga de elementos disidentes de corte kemalista o de otras corrientes religiosas de oposición como el complejo caso de Fetullah Gülen y el Hizmet.
Los grandes retos internos, sin embargo, fueron barridos tras el intento de Golpe de Estado en 2016, situación extrema que acabó por darle la potestad para ir purgando las instituciones militares, políticas, civiles y de inteligencia para ser sustituidos, en un moderno devshirme, por sus acólitos y leales por lo que se aseguró el control interno de la situación y las manos libres para aplicar el modelo de “neotomanismo sultanista erdoganiano” que tiene, sin embargo, importantes retos.
Todos los retos internacionales para Turquía quedan cristalizados en un sólo país…Siria. Siria ha representado para Turquía un gravísimo problema. En primer lugar el reto más importante de Turquía se encuentra con los kurdos; bajo ningún concepto Turquía va a permitir el establecimiento de un estado kurdo en su frontera, ni siquiera el establecimiento de un estado kurdo en Oriente Medio debido a la amenaza que existe contra su soberanía nacional por parte de grupos kurdo-turcos como el PKK.
Al mismo tiempo esos retos se traducen en el uso de organizaciones terroristas como las milicias turcomanas que dependen del apoyo de Ankara y de las fuerzas islamistas de las FSA cuya visión islámica está más cercana a los Hermanos Musulmanes y, por ende, a la visión de la nueva geopolítica turca en la región. Por otro lado, la presencia de DAESH o Al Qaeda resultaba mucho más cómoda a Ankara que la presencia de milicias kurdas o del propio ejército sirio, de hecho usó a estos grupos terroristas como aliados interpuestos en la guerra contra los kurdos y Damasco.
La presencia del ejército árabe sirio bajo el mando del Presidente Bashar al Asad es una amenaza para los intereses turcos debido a que deberían mantener los acuerdos de seguridad y de gestión del agua (clave en el conflicto y motivo de tensiones en los años ochenta y noventa). Al mismo tiempo, si bien Turquía es consciente de que la toma de control de esas regiones del norte de Siria por parte del gobierno de Damasco abortaría todo intento de creación de un estado kurdo, los turcos sí son conscientes de que el control se daría no sólo por la fuerza sino que la presencia militar se vería apuntalada por una serie de acuerdos que convencieran a los kurdos para desarmarse y reintegrarse en territorio sirio, lo cual podría ser una inspiración para los kurdos de Turquía.
De hecho, desde que comenzó la ofensiva las fuerzas árabes islamistas opositoras a Turquía han desertado en masa y los kurdos han establecido acuerdos de protección con Damasco. Los kurdos temen que no se cumpla el acuerdo al ser el gobierno sirio la parte fuerte y ellos la parte débil pero, en las esferas de poder kurdo se prefiere a Bashar al Asad antes que a Erdogán ya que saben que el primero busca reintegrarlos en la sociedad nacional siria mientras que los turcos pretenden hacerles desparecer de la región por la fuerza o mediante desplazamientos para crear una zona de seguridad.
Los ataques aéreos y de artillería se ceban con las posiciones y son el preludio del inicio de la invasión terrestre que penetrará en el territorio con el apoyo de las milicias afines a Turquía, que ya han asesinado a Hevrin Khalaf una importante líder kurdo-siria. Sin embargo el plan turco puede generar graves problemas secundarios:
  • La fuga de miles de yihadistas del Estado Islámico detenidos en los campos de prisioneros kurdos amenaza con reactivar la milicia terrorista aprovechando toda esta confusión;
  • La ofensiva turca contra los kurdos amenaza con arrastrar al conflicto, de nuevo, a las regiones kurdas del norte de Irak. Si las milicias kurdoiraquíes entienden que deben enfrentarse al poder turco arrastrarían a Irak a una guerra contra Turquía si Ankara realiza ataques en la región o amplia su operación fronteriza a las regiones iraquíes;
  • Si las tropas sirias, en defensa de su integridad territorial, chocan con tropas turcas ¿podría Turquía invocar el artículo 5 del Tratado de la OTAN? que implica el principio de defensa común. Esto sería grave ya que implicaría directamente a las tropas de la OTAN en la región, lo cual podría desatar la preparación de una misión de paz de la ONU con el consecuente despliegue de cascos azules en las regiones kurdas de Siria para proteger a la población de los abusos turcos y de Siria. Se estaría replicando la doctrina balcánica que desgajó a Montenegro y Kosovo de Serbia creando un Kurdistán, lo cual modificaría el mapa de forma vital para los intereses estadounidenses e israelíes;
  • Por otro lado Turquía, que tuvo el visto bueno de Donald Trump para entrar en Siria podría haber caído en la misma trampa que Sadam Hussein cuando se reunión con la embajadora estadounidense en Bagdad antes de la invasión de Kuwait. La lacónica respuesta hizo entender a Sadam que tenía luz verde y tras la ejecución de la invasión los Estados Unidos tuvieron el pretexto para aplicar sanciones…curiosamente lo que ha ocurrido tras la luz verde de Trump a Erdogan. En estos días se han dado a conocer sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea contra Turquía. Estas sanciones han provocado que Estados Unidos sancione a tres ministros y haya aumentado los aranceles a los productos turcos mientras que España, por ejemplo, ha suspendido la venta de armamento a Turquía.
La operación de Erdogan podría recordarnos a las operaciones llevadas a cabo por Gadafi en el norte de Chad para controlar a Franja del Auzou, durante la “Guerra de los Toyota” y que acabó con una intervención conjunta de Chad y Francia para la recuperación de la región. En ese mismo momento se dio la sentencia del Tribunal Internacional de Justicia que acabó dictaminando que la región pertenecía a Chad, lo cual acabó por convencer a Gadafi de la retirada y la vuelta a la situación previa a las hostilidades.
En todo caso Erdogan, en Siria, está intentando apuntalar su poder en Oriente Medio, acabar con toda aspiración independentista kurda y competir con Arabia Saudí por el liderazgo en el mundo islámico sunita demostrando al mundo musulmán que las operaciones turcas son efectivas y victoriosas en lugar de las fracasadas operaciones saudíes.

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