sábado, 12 de noviembre de 2022

Marcelo Gullo: "La izquierda actual es un caniche al servicio de la oligarquía financiera"



 Pregunta.- El pasado 12 de octubre se volvió a escuchar el lema «nada que celebrar». ¿Es este libro una respuesta a esa idea?


Respuesta.- Es una respuesta, claro. Porque hay mucho que celebrar. Lo que pasa es que los españoles no lo conocen porque se les ha ocultado y falsificado su propia historia. Es un caso muy curioso porque es el único país en el mundo -o al me- nos el único de los que conozco, he estudiado o en los que he vivido- que cree la historia que sus enemigos cuentan de él. Y aun más: que la toma como propia. La leyenda negra es la falsa historia de España contada por los enemigos de España. Primero por Holanda, después por Inglaterra, luego por Estados Unidos... Podemos decir que la leyenda negra es la primera gran manifestación de fake news de la historia y la obra más genial del marketing político británico.

P.- ¿En qué sentido?

R.- La propaganda política no se hace con libros, se hace con panfletos o libelos. Y si los autores le contestan a un libelo con 12 tomos que no lee nadie, entonces los otros le vuelven a hacer tres panfletos más, que se responden con 24 tomos más. Pero es- tos tomos eran absolutamente inservibles desde el punto de vista de ganar la opinión pública.

P.- Pues le pido, por favor, que haga de verificador de esas fake news.

R.- ¿Por qué, si nada más fueron a robar, matar y asesinar, se les ocurrió enseñar en esas universidades algo completamente revolucionario y anti colonialista? Esto es, que el poder viene de Dios, el rey pero Dios no se lo da al rey, como decían los franceses o los ingleses, sino al pueblo, para que lo gobierne como un padre. Y si el rey no gobierna como un padre, el pueblo tiene derecho a la revolución e incluso al tiranicidio. Esa era la doctrina oficial que se enseñaba en Hispanoamérica, en la universidad, donde fundamentalmente iban mestizos e indios, porque había muy pocos criollos en aquéllas aulas.

P.- ¿Algo más?

R.- La segunda gran pregunta es: ¿hizo algo semejante Francia en África? Y más: ¿dónde están las universidades francesas fundadas en África? ¿Y los hospitales? ¿Dónde están las universidades belgas fundadas en el Congo? Ni hablar de los alemanes en la parte que le tocó en África, que no fundaron ni un jardín de infancia.

P.- ¿Y ahora?

R.- La última etapa es muy posterior, cuando la izquierda, por contraposición al franquismo, se hace negrolegendaria, de forma absurda. No toda la izquierda: ahí está Alfonso Guerra. Si Franco hubiese dicho que la tierra era redonda, entonces hoy la izquierda española sería terraplanista. Simplemente por oponerse. Así, admitieron la leyenda negra y eso provocó el mayor engaño que la juventud española sufrió en su historia. Le enseñaron una historia que solo hablaba de muerte y atrocidades, como si España hubiese sido la mayor calamidad y la peor nación del mundo. Ese engaño gigantesco empezó a convertirse al poco tiempo en lo políticamente correcto. Y cualquiera que desafiaba eso quedaba excluido del mundo académico, del mundo periodístico, del mundo político.

P.- ¿Pero diría usted que también se cometieron horrores en la conquista de América?

R.- Aquella gesta, que en realidad no fue conquista sino liberación de América (porque hay que entender lo que era América antes de que llegara España), fue hecha por hombres, no por ángeles. Y hay hombres que hacen actos heroicos y santos, pero también hay delincuentes, violadores, asesinos. En una empresa como esta, se pueden encontrar actos que parecen sublimes y otros que parecen abominables.

P.- Otro de los aspectos que critica en el libro es el desdén del protestantismo hacia España por su catolicismo.

R.- España fue juzgada por un tribunal arbitrario que tenía las manos manchadas de sangre y ninguna autoridad moral. Hubo una guerra gigantesca, entre el protestantismo y el catolicismo, que ganó el bando protestante. Y como la historia la es- criben los vencedores, los protestantes la falsificaron. A partir de ahí, se entiende Suecia como un ejemplo de tolerancia cuando en Suecia la reforma se impuso a sangre y fuego masacrando al campesinado católico, que no quería ser protestante por- que sabía que el protestantismo iba a conducir al establecimiento de una nobleza que se iba a apropiar de la tierra de la iglesia, que estos campesinos alquilaban, y se iban a quedar sin nada, convertidos en la escoria de la sociedad.

P.- ¿Qué le parece la idea de que el protestantismo conlleva progreso?

R.- Vamos a poner la cosa en su medida: la Alemania que se industrializa hasta hoy, que convierte al país en una potencia industrial, después de la unificación, era la Alemania católica. No había industria del lado protestante. No tiene nada que ver que el protestantismo conduzca al progreso y a la industrialización.

P-¿Entonces qué conlleva?

R.-El triunfo del protestantismo cambió los valores cristianos, porque estableció que lo bueno era lo útil y que lo útil era aquello que servía para ganar dinero. Eso llevó a desvalorizar todo un humanismo católico, que implicaba que España e Italia fuesen la escoria del mundo. 

P.- ¿Es el tópico de España como «tierra cainita> otro producto de la leyenda negra? ¿Cómo lo desmontaría usted?

 R.- Los españoles dicen: «Somos un pueblo cainita porque nos matamos en la Guerra Civil». Las guerras civiles son espantosas siempre y los dos bandos cometen barbaridades. La guerra no es una cosa linda, pero volvamos a poner las cosas en su medida. En la Revolución Francesa, la región del norte de Francia de la Vendée se opuso a esta y el Comité de París ordenó el exterminio de su población. Las tropas mandadas por París tenían la orden de exterminar a toda la población. Ponían a las niñas y a las mujeres en hornos de pan para quemarlas y se deleitaban con sus gritos. Hicieron guantes con la piel de las mujeres, hicieron botas con los piel de los hombres, hicieron jabón con sus restos. Fueron el antecedente del nazismo. Semejante barbaridad, un genocidio que eliminó en algunos pueblos al 80% de la población, no pasó nunca en la historia de España. Mucho más atroces que los españoles han sido los franceses, mucho más atroces han sido los ingleses y alemanes.

 P.- ¿Cómo es la situación de la leyenda negra en su país?

R.-Argentina fue el país más cariñoso hacia España de toda Hispanoamérica. El primero que reivindica la obra de España en América. Hipólito Yrigoyen fue el primer presidente argentino elegido por voto popular y secreto, en 1916, por el partido Unión Cívica Radical. A los pocos meses de asumir el cargo de primer presidente realmente democrático, decreta de su puño y letra que el 12 de octubre sea festivo. Es un decreto extraordinario, señalando las obras de civilización cumplidas por España en América. En música, por ejemplo, Carlos Gardel ha- ce un tango llamando a España madre querida de mi amor. Ese profundo reconocimiento de Argentina a España ha empezado a desaparecer en los últimos años. Porque también hay una dictadura en Argentina de lo políticamente correcto. El centro de esa dictadura es la leyenda negra. Y ahora los sectores universitario y las clases medias argentinas son absolutamente negrolegendarios, porque hace 20 años que se machaca sobre esto, sobre el falso genocidio, el robo del oro y todas esas historias. Se impone en los colegios y las juventudes se forman en un odio y resentimiento hacia España.

P.- ¿Qué consecuencias ha tenido la leyenda negra para España?

R.- Nadie puede tener una personalidad completa y sana si tiene un problema de autoestima. Una personalidad absolutamente acomplejada fue lo que llevó a Ortega y Gasset a decir que Europa era la solución cuando en realidad Europa era el problema. Nadie puede construir una nación despreciándose a sí mismo, repudiando su esencia. Las naciones se construyen a partir del respeto a los otros, pero primero, el aprecio a uno mismo. Por- que nadie puede querer a los otros si no se quiere primero. Y en el caso español llevó a un absurdo absoluto, que es el europeísmo como ideología. Para entrar en Europa admitió la condición francesa y alemana, que era la desindustrialización de España. España perdió su soberanía industrial y después le siguieron dictando normas que los otros no aplicaban. Y ahora España está a punto de perder su soberanía energética. Cierra sus minas de carbón y elimina las centrales nucleares mientras los otros construyen más y después le compran energía nuclear a los franceses. Si yo cierro mi central nuclear acá y a 30 kilómetros hay otra francesa, ¿para qué la cerré? Si aquella explota, me va a contaminar a mí. ¿En qué cabeza cabe? Ahora España está perdiendo lo último que le faltaba, que es su soberanía alimentaria, porque no va a producir nada más de agricultura. ¿Va a depender sólo del turismo? Y si algún día, por alguna razón, una nueva pandemia más extensa o una guerra más extensa cortase ese turismo, la economía española se caería como un castillo de naipes porque no quedaría nada. No es que el turismo sea malo, hay que tenerlo. Pero, como quien juega, hay que tener varias cartas en la mano. España se suicida por pasos.

P.- En el libro cuenta cómo muchos de los países que avivaron la leyenda negra están empezando a ser víctimas de algo parecido, como los movimientos identitarios. ¿Cómo lo valora?

R.-Foucault ha pasado por un gran intelectual, siendo un degenerado mental y moral, violador de niños y promotor de la pederastia, que él quería despenalizar. Y lo mismo con Derrida. Después de la caída del Muro de Berlín, el marxismo cultural, que tiene muy poco que ver con el otro marxismo, está financiado por la oligarquía financiera mundial. Nadie pregunta por qué. Y la respuesta es muy sencilla: porque esa política y esas ideas destruyen espiritualmente a los pueblos, los aniquilan. Si ya no hay verdad, si todo es relativo, ¿para qué dar la vida por algo? ¿Para qué sacrificarse? ¿Para qué tener hijos? Al perderse el sentido de trascendencia sólo queda vivir el instante, porque la vida no tiene ningún sentido. Y para vivir un instante me molesta el otro y hasta mi propia familia, mis propios hijos.

P.- O sea, una paradoja.

R.- La gente del marxismo cultural es la mano de obra más barata que jamás tuvo el imperialismo internacional del dinero. Son una izquierda caniche al servicio de la oligarquía financiera mundial. 

P.- ¿Puede ser el peronismo una solución a estas encrucijadas? 

R.- Perón fue un pensador universal y el peronismo fue el primero y el último proyecto universal de los argentinos. El mundo vivía tironeado entre un liberalismo materialista y un colectivismo materialista. Y Perón dice que hay que construir una comunidad organizada donde exista una armonía entre espíritu y materia, porque el hombre no es solamente espíritu, pero tampoco sólo materia. Es decir, una armonía entre los valores material y los valores espirituales, entre el yo y el nosotros, entre lo individual y lo colectivo. No se puede ahogar al yo como quiere el colectivismo, el yo sin la comunidad engendra el egoísmo, la sobreestimación de los derechos propios y el desdén por los derechos ajenos. Eso engendra a su vez la lucha de las sociedades. Y esa propuesta lleva a una cosa que en España sonaría rara, porque en España hay una dicotomía izquierda-derecha absoluta, que es que uno puede tener el corazón a la derecha y la cabeza a la izquierda. Es decir, defender la justicia para los más necesitados y al mismo tiempo defender los valores de la patria, del orden, de la familia. Decir con la cabeza que tiene que haber un sistema de justicia social para todo el mundo, donde todo el mundo puede realizarse, porque no hay hombre que pueda realizarse sin una comunidad que no se realiza. Pero el ser humano necesita que se le protejan determinados derechos ante el poder avasallador de quienes más tienen.

martes, 1 de noviembre de 2022

«Papá, ¿quién es ese señor que siempre sale en el No-Do inaugurando pantanos?»

Poblado construido por el franquismo para los trabajadores de Aldeadávila en los Arribes del Duero.

 

En toda Europa se advierte de la posibilidad de una importante escasez de energía que dejaría al continente sin electricidad, calefacción y todo tipo de suministros. En Austria la televisión aconseja hacer acumulación de alimentos, agua, velas y de todo lo necesario para sobrevivir una etapa de tiempo que puede ser insoportablemente larga, como si se hubiese vuelto a la Edad Media.

España, con una de las mejores redes eléctricas de Europa y con un muy considerable número de presas con saltos de agua, puede ser una de las naciones europeas que mejor salga de este nuevo problema si se gestiona bien la crisis.

Entre los años 1945 y 1975, especialmente durante el tardofranquismo, era una imagen habitualmente aburrida, al ir al cine, ver en el NO-DO a Franco, antes de empezar la película de turno, inaugurando un pantano. Una noticia que, a los asistentes, hacía sonreír al no comprender qué obsesión llevaba al «Caudillo» a pasarse el día de pantano en pantano. Durante la larga dictadura franquista se inauguraron 615 pantanos. Una media de 16 al año. De entre los diez más grandes existentes en España, que almacenan gran cantidad de agua y generan por tanto muchos gigavatios de electricidad limpia, uno fue construido en 1935 durante la II República, ocho durante el franquismo y solo uno después de la muerte de Franco.

Los pantanos más importantes

Entre estos embalse y saltos de agua franquistas destaca el gigantesco embalse de Alcántara (Cáceres), el segundo más grande de España y el cuarto de Europa, unido a la central José María de Oriol, que fue inaugurado en 1969, con una capacidad de embalse de 3.162 hectómetros de agua y con una producción de 916 megavatios. Su planta cuenta con cuatro grupos hidroeléctricos de 229 megavatios de potencia que entraron en servicio entre los años 1969 y 1970. La pieza más pesada de la instalación es el rotor de cada generador de 600 toneladas cada uno.

El siguiente pantano en importancia es el de la Almendra (Salamanca), inaugurado en 1970 y que embalsa 2.648 hectómetros cúbicos de agua y con una producción eléctrica de 857 megavatios. Almendra es una obra de ingeniería hidroeléctrica en el curso inferior del río Tormes, dentro del sistema saltos del Duero, junto con las infraestructuras instaladas en Aldeadávila, Castro, Ricobayo, Saucelle y Villalcampo. Su planta hidroeléctrica, construida hace más de medio siglo, es muy peculiar y derrocha grandes dosis de ingenio. Sus turbinas no se encuentran a pie de presa, con lo que se conseguiría una altura de 202 metros, sino que tiene una toma de agua casi en la parte inferior que discurre por un túnel excavado en la roca de 7,5 metros de diámetro y 15.000 metros de longitud que acaba desaguando en el embalse de Aldeadávila, en el río Duero. Con esto se consigue obtener una altura de 410 metros, con una superficie de embalse de solo 8.650 hectáreas. Sus grupos turbina-alternador son reversibles y pueden funcionar como motor-bomba. La potencia instalada de la central es de 857 megavatios y tiene una producción media de 1.376 gigavatios anuales (un gigavatio equivale a mil megavatios).

La presa de Aldeadávila I fue puesta en marcha en 1962 y Aldeadávila II fue puesta en marcha en 1986. La primera  tiene 810 MW mientras que la segunda posee 433 MW, lo que hace un total de casi 1.243 MW. Su producción media es de 2.400 GW al año.

La central de Saucelles, que forma parte del sistema de saltos del Duero, posee dos centrales hidroeléctricas. Saucelle I fue construida entre 1950 y 1956, con una potencia de 251 megavatios gracias a sus cuatro turbinas Francis. Saucelle II, nacida a la sombra de Saucelle I, entró en funcionamiento en 1989 y dispone también de 2 turbinas Francis y una potencia instalada de 269 MW, lo que hace un total de 520 MW.
Otra de las grandes obras hidráulicas de la Dictadura es el embalse de Buendía (Guadalajara), nacido en 1958, tres años después de la entrada de España en la ONU. Embalsa 1.638 hectómetros cúbicos de agua. Junto al de Entrepeñas, Bolarque, Zorita y Almoguera, forma parte del denominado Mar de Castilla.

El embalse de Mequinenza (Aragón) fue inaugurado en 1966 y embalsa 1530 hectómetros cúbicos en el río Ebro. La central entró en funcionamiento en 1961. Está equipada con cuatro turbinas Francis y tiene una potencia de 324 MW. Es una central de tipo embalse y el salto de agua tiene una altura de 60 metros. El salto de Mequinenza se proyectó en los inicios del desarrollismo español, en el marco de una amplia estrategia de aprovechamiento hidráulico, y supuso un gran reto tecnológico para la época. Aunque las presas de gravedad ya estaban muy experimentadas, las enormes dimensiones de ésta –79 m de altura y 461 m de coronación recta– con capacidad para soportar el empuje de un río mediterráneo, obligó a tomar importantes precauciones que impidiesen problemas futuros.

Otras de lass grandes presas del Régimen son el embalse de Valdecañas (Cáceres), inaugurado en 1964 y con una capacidad de 1.446 hectómetros cúbicos de agua; el embalse de Alarcón (Cuenca) en 1955 con una capacidad de 1.112 hectómetros; y el embalse de Iznajár (Córdoba), que se terminó en 1969 y con su capacidad de 981 hectómetros cúbicos es el más grande de Andalucía.

Entre las últimas centrales construidas por el franquismo está la de Cedillo. Se construyó en 1975, en función del convenio firmado en 1968 con Portugal y con el fin de «regular el aprovechamiento hidráulico de los tramos internacionales de los ríos Miño, Lima, Tajo, Guadiana, Chanza y sus afluentes». Entró en servicio en 1978 y tiene una potencia instalada de 500 MW.

La energía hidroeléctrica se empezó a desarrollar a gran escala en España como parte de la política de grandes embalses que comenzó al finalizar la Segunda Guerra Mundial en tiempos del bloqueo internacional y la crisis energética que esto provocó. Actualmente hay unas 800 centrales hidroeléctricas de muy diverso tamaño. Hay 20 centrales de más de 200 MW, que representan en conjunto el 50 % de la potencia hidroeléctrica total. Existen decenas de pequeñas presas con potencias menores de 20 MW repartidas por toda España. La mayor parte de estas obras se realizó durante el franquismo sin contraprestación de las compañías eléctricas por los embalses realizados por el Estado. El objetivo del Régimen era garantizar electricidad barata y abundante, tanto para la industria como para los consumidores particulares. Objetivo que logró.

Dos embalses, uno de ellos el de Reinosa, con solo dos saltos de agua eléctricos –que producen 498 y 541 megavatios– generan más energía que la central nuclear más grande de España, la de Vandellós, que produce 1.076 MW. Vandellós I inició su producción en 1972 estando en actividad hasta 1989. El franquismo también comenzó una activa política de construcción de centrales nucleares en su etapa final.
En los 60 en España se pagaban muy pocos tributos y hasta la aprobación de las leyes General Tributaria y de Reforma del Sistema Tributario de 1964 no se sistematizaron los nuevos impuestos sobre la renta y sobre el tráfico de empresas.

Con el franquismo, durante mucho tiempo, solo había impuestos indirectos que gravaban todos los bolsillos por igual y, por lo tanto, los ricos pagaban lo mismo que los pobres, ya que no había baremos en función de los ingresos. La Hacienda franquista hizo una gran reforma en 1964 con los planes de desarrollo para modificar este sistema, aumentado la presión fiscal hasta el entorno del 17 %, cifra que se alcanzaría el 20 de noviembre de 1975, día en que murió Franco.

De todo lo anterior, lo que más llama la atención de este alarde constructor, tecnológico y de previsión en materia hidroeléctrica es que fue hecho por un régimen político con fama de «obtuso» y con una presión inferior al 15-17 % sobre los españoles. Actualmente está en torno al 37´3 %. Hoy España es el quinto país de los grandes europeos en función de su presión fiscal, pero comparte el segundo puesto con Francia en términos de exigencias tributarias a los ciudadanos. 

Luis E. Togores

El mito del Euskera perseguido por Franco, por Francisco Torres

  Lamentablemente, cuando hoy alguien busca información sobre un tema acude de forma inmediata a la red. Un lugar donde cabe cualquier cosa ...